Verderón Serrano

Carduelis citrinella

El Verderón Serrano Carduelis citrinella de menor tamaño que el Verderón Común Chloris chloris. Quizá en apariencia se asemeja más al Pardillo Común Carduelis cannabina, aunque el color del plumaje es completamente diferente. Los machos tienen la parte anterior de la cabeza, el mentón y la garganta de color verde amarillento que se extiende al pecho, al centro del vientre y a las plumas infracobertoras de la cola. Los flancos son verdosos teñidos de gris y la cola, muy escotada, y las alas marrón negruzco y a través de ellas se distinguen dos bandas amarillentas. La espalda es verde olivácea y el obispillo amarillo verdoso. La nuca y los lados del cuello son grises. Este color muy notorio y las partes inferiores no listadas de oscuro lo distinguen enseguida del Jilguero Lúgano Carduelis spinus. Las hembras tienen el color general más apagado y manchado de pardo, sobre todo en la nuca y lados del cuello y su dorso es más rayado. El pico es corto y cónico de color hueso, más pálido en la mandíbula inferior; las patas y pies son también parduscos lo mismo que los ojos.

Los verderones serranos jóvenes, antes de la muda de principios de otoño, se parecen mucho a las hembras del Pardillo Común. Sus partes superiores pardas están densamente rayadas con negruzco y el color amarillo pálido de las partes inferiores está también muy rayado de pardo, especialmente en el pecho. En las alas se nota bien una franja doble beige.

El Verderón Serrano es un pájaro muy sociable fuera de la época de la reproducción que es fácil de observar en pequeños bandos comiendo en el suelo y posándose en grupos bastante ruidosos muy a menudo en árboles, sobre todo en alerces. Su conducta recuerda a la del Jilguero Europeo Carduelis carduelis, incluso cuando en la primavera las parejas se hallan dispersas. Vive en zonas montañosas por encima siempre de los 1.000 metros, pero no suele rebasar los 2.000, por lo menos en España. En el Pirineo también es numeroso en plantaciones de coníferas por encima de 1.200 metros. En algunos lugares abunda, como en el alto valle de Arán y en toda la zona catalana hasta el Santuario de Nuria (Gerona). Se cita como antiguo nidificante en Mallorca y quizá en Formentera, pero los datos son confusos y desde luego hoy no se reproduce en Baleares. Aparte de los sistemas Central e Ibérico hay un pequeño núcleo en Sierra Morena-Sistema Bético, no hay en la Península otros lugares donde con certeza se reproduzca. Observaciones primaverales existen incluso en Sierra Nevada y el pájaro es conocido en el invierno vagando por los campos andaluces con otros fringílidos.

Su canto es agradable pero ciertamente triste. Consiste en varias notas ¡¡chií-chií-chií-chíííí!! repetidas con insistencia y a fuerza de escucharlas puede resultar musicales y las emite lo mismo posado en la rama más alta de un pino que en vuelo. En el otoño lanzan continuamente un lastimero ¡¡tsi-iu!! y al volar en grupos, solitario o al levantarlo del suelo donde come entre la hierba, se escucha un metálico ¡¡tuik!! o ¡¡tuik-ik-ik!!

Se alimenta de semillas de coníferas que recoge directamente en los árboles. Como frecuentemente vive en bordes de bosques de montaña o cerca de campo abierto y praderas consume innumerables semillas, posándose acrobáticamente a veces en los tallos de las plantas gramíneas, pero también muy a menudo recogiéndolas del suelo donde es difícil de descubrir y resulta muy manso, porque el observador se puede acercar a dos metros de distancia sin que con frecuencia el pájaro se dé cuenta, tan atento está a picotear entre la hierba.

Construye el nido en árboles, a gran altura casi siempre, aunque se han encontrado nidos a veces en matorrales. El material para hacer el nido es aportado solamente por la hembra que empieza muy pronto, normalmente a últimos de abril, pero más regularmente en la primera semana de mayo. En algunas zonas se la ve atareada a primeros de junio, pero en la mayor parte de la montaña ya en esta fecha los nidos están con huevos. El nido es muy pequeño y está formado exteriormente por hierba seca, raíces y líquenes, con frecuencia forrado en los bordes con plumón de cardo, raicillas y plumas. La puesta oscila entre 3 y 5 huevos, muy a menudo 4 y su color azul verdoso, con manchitas y rayas pardo rojizas, no es muy diferente del de los que pone el Jilguero. Jourdain y Rey para 41 huevos obtuvieron un promedio de medidas de 16,5 x 12,59 mm. con un máximo de 18,5 x 12,5, muy alargado y un mínimo de 16,5 x 11,7 mm. Sólo la hembra incuba y a los 12-14 días (Newton, 1972) nacen los pollos cubiertos parcialmente con un plumón largo y sedoso de color pardo negruzco. El interior de la boca es de color carne y no hay puntos oscuros en la lengua. Durante la incubación el macho acude continuamente al nido a cebar a la hembra y en años en que los abetos tienen mucho fruto, pueden llegar a criar tres veces, empezando en febrero o marzo a construir el primer nido, alimentando a sus crías con aquellas semillas. Ambos sexos alimentan a los pollos, que permanece en el nido por lo menos 17-18 días, más que los demás fringílidos (Lang, 1948).

En Europa, además de las zonas altas ya señaladas para la Península Ibérica, el Verderón Serrano vive y se reproduce bien en los Alpes, Macizo central francés, Jura, Vosgos y en la Selva Negra alemana. También se cita en los apeninos italianos, en el Tirol austriaco, etc. En casi todos estos lugares es local y cría por encima de los 1.400 metros, salvo en la Selva Negra que lo hace a 600 metros de altitud. En estas zonas permanece todo el año, aunque al formar bandos, éstos se mueven hacia zonas más bajas y se unen a grupos de otras especies de fringílidos. Muchos emigran realmente y son capturados en el sur de Francia y España después de efectuar recorridos que en promedio no superan los 200-300 Km. Existen algunas capturas distantes que nos pueden poner sobre la pista de viajes de mayor envergadura y de una verdadera migración. Dos anillados en Suiza fueron recuperados en la provincia de Barcelona, después de un recorrido superior a 600 Km.

Este pequeño pájaro está en expansión. Sin embargo, hay que decir también que en tiempos pasados era frecuente en lugares del sur de España donde hoy ya no se reproduce. López Seoane (1860) lo consideraba nidificante común en Sierra Nevada y los que se veían por campos costeros andaluces en invierno procedían de aquellas montañas. Howard Saunders informa de un nido con tres huevos cogido en La Alhambra de Granada nada menos que en abril de 1869.