Tetrao urogallus De la revista La
Tierra que todos desearíamos nº46 Marzo 2002
I Urogallo Común, también conocido popularmente como
el gallo de bosque y el pavo de monte, aunque lo mejor es atender a su
denominación científica: Tetrao urogallus es una gallinácea de la
familia de los Tetraónidos, integrada por 16 especies pertenecientes al
Paleártico que, a diferencia de otras galliformes, ha sabido adaptarse a
climas templados y fríos de las áreas centrales y septentrionales de
Eurasia y América. Francisco Purroy, profesor de Biología Animal de la Universidad de León ha establecido una serie de diferencias entre el urogallo ibérico y sus parientes: "La primera peculiaridad del urogallo ibérico con respecto a otros Tetraónidos es la alimentación. Los ejemplares ibéricos comen vegetación de menor valor nutritivo, lo que exige una mayor cantidad de materia vegetal que es asimilada gracias a su potente sistema de fermentación en el aparato digestivo. Es una especie más longeva, puede llegar a vivir entre quince y veinte años y depende de un ambiente forestal de bosque maduro, cuyo suelo debe alternar áreas de pasto y áreas de material rastrero, por las que pueda moverse apeonando, es decir rápidamente". Aunque también tiene
aspectos en común con el resto de las aves de su especie, como ocurre con su
carácter eminentemente terrestre, y es que todas las especies de esta
familia son buenas andadoras y corredoras, con habilidad para el vuelo
corto; nada migradoras y con cierto gregarismo entre las Hembras. Los expertos y la
literatura recogida sobre esta especie confirman que nunca ha gozado de
muchos efectivos, pero, su situación actual ha llamado la atención de
ecologistas y autoridades competentes. Así, recién iniciado el silo XXI, la
población de la subespecie cantábrica no es muy halagüeña, apenas llegan al
medio millar de urogallos, por lo que el Comité Nacional (le Flora y Fauna
del Ministerio de Medio Ambiente, próximamente podría declararla En peligro
de extinción. SUBESPECIES IBÉRICAS El gallo de bosque es un
ave de ámbito boreal, que se extiende por todas las latitudes
septentrionales de Eurasia. Tres de sus subespecies ocupan una banda
continua desde Escandinavia y el mar Báltico hasta el río Lena y el este del
Lago Baikal. Una cuarta subespecie criaría en áreas disyuntas de Europa
central, y el sur del Viejo Continente albergaría otros dos núcleos
poblacionales: uno formado por los Cárpatos, Yugoslavia y Bulgaria, y otro
compuesto por los urogallos ibéricos, tristemente reducido a los Pirineos y
la Cordillera Cantábrica. La colonización de la
Península Ibérica debió producirse durante la glaciación de Würm último
avance de los hielos que cubrió todo el continente europeo de una fauna fría
de origen siberiano. Para César Pedrocchi, científico titular del Instituto
Pirenáico de Ecología (CSIC), "es posible que el urogallo ibérico hubiera
colonizado más territorio peninsular del que actualmente ocupa; pero, al
tratarse de unas poblaciones muy frágiles éstas tendieron a desaparecer
cuando se restablecierón unas condiciones climáticas más cálidas". Cuando se retiraron los
hielos, unas pequeñas poblaciones quedaron aisladas en los bosques
cantábricos y pirenáicos, evolucionando hacia las dos subespecies actuales:
urogallo cantábrico (Tetrao urogallos cantabricus) y urogallo
pirenáico (Tetrao urogallos aquitanicus). De este modo, el Urogallo
Común se ha convertido en el recuerdo viviente del paso de la última
glaciación por la actual Península Ibérica. Por tanto, España tiene
el privilegio de albergar dos subespecies de Urogallo Común, convertidas en
auténticos endemismos glaciares que se deben conservar. La subespecie
cantábrica se extiende desde los Ancares de Lugo hasta los Montes de Saja en
Cantabria, aunque antaño ocupó territorios periféricos en Orense, Zamora,
Burgos, Soria y Logroño. Por su parte, los gallos pirenáicos se encuentran
presentes en bosques de todo el sistema montañoso pirenáico, excepto el
núcleo de Navarra y el Valle de Hecho, y el sector centro-oriental desde el
Valle de Pineta a Camprodón (Gerona). Ambos núcleos
poblacionales, aislados entre sí, han evolucionado paralelamente
desarrollando una serie de diferencias taxonómicas y ecológicas, tal y como
explica Francisco Purroy, "en cuanto a las diferencias ecológicas más
notables, se encuentra el hábitat al que se asocia cada subespecie. El
urogallo cantábrico se sirve de bosques caducifolios, situados entre los 800
y los 1.800 m, y compuesto de hayas, acebos, abedules, serbales, zarzas,
brezos y arándanos; mientras que el pirenáico ocupa el piso subalpino
montañoso entre los 1.700 y 2.000 m, formado por pinares negros. En cuanto a
las diferencias taxonómicas, la subespecie pirenáica tiene un rnayor tamaño,
una coloración rnás negruzca, cuello oscuro, buche azulado, superficie
ventral sin manchas blancas y hembras con la librea parda. Por su parte, la
subespecie cantábrica, posee un tono pálido, cuello gris claro, buche verde,
pecho y abdomen moteado de blanco y sus hembras se caracterizan por un
dominio del tono gris". LA GRAN AMENAZA La voz de alerta ha
saltado para la subespecie cantábrica al constatarse. en los censos
elaborados por las Comunidades Aútonomas con presencia de la especie, lo que
ya se temía: una drástica reducción de sus efectivos, en algunos casos hasta
de un 60 por ciento. Guillermo Palomero, coordinador de la Estrategia
Nacional para la Conservación del Urogallo Cantábrico, dependiente del
Ministerio de Medio Ambiente (MIMAM), revela que "según los datos actuales
quedan unos 500 ejemplares de urogallo cantábrico (macho y hembra) en la
Cordillera Cantábrica". A pesar de la gravedad de la situación, la
subespecie mantiene la categoría de Vulnerable en el Catálogo Nacional de
Especies Amenazadas, pero desde algunos sectores se pide que pase a ser
reclasificado como En peligro de extinción
No en vano, la organización conservacionista SEO/BirdLife ya declaró en 1999
a esta especie como "Ave del Año" con el fin de reflejar la alarmante
situación que atravesaba. Investigadores y
estudiosos de esta gallinácea insisten en una reclasificación de la especie
y así lo han reflejado en diversos trabajos. Paloma Garzón, asesora técnica
de la Dirección General de Conservación de la Naturaleza del MIMAM confirma
la presentación para declarar a la subespecie cantábrica en peligro de
extinción, aunque aclara que primero debe ser propuesto por el Comité de
Flora y Fauna y después aprobado por la Comisión Nacional de Protección de
la Naturaleza, tal y como se contempla en el artículo 4 del Real Decreto
439/ 1990 relativo al Catálogo Nacional de Especies Amenazadas. En este sentido, José
Ramón Obeso, profesor titular de Ecología efe la Universidad de Oviedo y
miembro del Comité de Flora y Fauna del MIMAM publicó hace un par de años un
estudio que relacionaba directamente la desaparición de la subespecie
cantábrica con el fenómeno del cambio climático. Según explica el protesor,
"existen tres escalas que afectan negativamente al urogallo cantábrico: en
primer lugar, desde el ámbito local debido a la competencia con otros
herbívoros y la alteración de su hábitat principalmente. En segundo lugar,
regionalmente, ya que se produce una suma de efectos locales. Y, por último,
globalmente, cuyo efecto más reseñable se encuentra recogido en el cambio
climático. Se ha comprobado científicamente cómo el clima viene cambiando en
los últimos 8.000 años hacia una tendencia más atlántica, con un mayor
régimen de precipitaciones en los meses de primavera y verano. Esto
perjudica seriamente a los pollos de Urogallo Común que tienen enormes
dificultades para termorregularse en sus primeras y decisivas semanas de
vida. Además de estas primaveras hostiles, el aumento de las temperaturas
provoca que las hojas de hayedos y los brotes de arándanos (claves de su
dieta) posean menos nutrientes". Las autoridades oficiales
también tomaron nota de esta alarmante situación y decidieron constituir
oficialmente el Grupo de Trabajo del Urogallo Cantábrico, dependiente del
Comité de Flora y Fauna del Ministerio de Medio Ambiente, y compuesto por un
conjunto de biólogos y miembros de las distintas Comunidades Autónomas
implicadas. Tal y como explica Palomero, miembro de este Grupo y coordinador
de la posterior Estrategia ele Conservación, "la creación de este Grupo de
Trabajo como órgano de coordinación ha servido para analizar con precisión
la situación actual de la subespecie y proponer medidas de conservación
reales. Las conclusiones de estos expertos se entregaron el pasado mes de
octubre al Comité, y a partir de ahora se iniciará la puesta en marcha de la
Estrategia Nacional de Conservación del Urogallo Cantábrico CERCANO FINAL Tras el análisis
detallado de la situación actual por parte del Grupo de Trabajo, Palomero
revela que los principales problemas para el Tetrao urogallus cantabricus
son "el alejamiento de su óptimo ecológico, como son los bosques boreales de
coníferas. Además, la fragmentación del bosque cantábrico perjudica al
Urogallo Común y favorece a sus predadores naturales, como el jabalí o el
zorro. Por otro lado, la baja tasa de éxito reproductivo, que no compensa la
pérdida de adultos, y los efectos globales del cambio climático han generado
un panorama desolador". Debido a la gravedad de la situación, se hace más
necesaria que nunca la coordinación de todas las administráciones
implicadas. El profesor Purroy, en
coordinación con SEO/BirdLife, elaboró una serie de propuestas preliminares
para la conservación del Urogallo Común que pasaban por la elaboración y
aprobación urgente de Planes de Conservación, el desarrollo de medidas
inmediatas que frenen la pérdida de más ejemplares, tales como la
información, erradicación de la caza furtiva, conservación del hábitat,
regulación de la actividad cinegética, así como la ordenación del
excursionismo y la construcción arbitraria. Los más pesimistas, como José
Ramón Obeso, estiman que la subespecie cantábrica podría desaparecer para el
año 2030 si no se ponen en marcha medidas prácticas y efectivas, que vayan
más alla de la teoría. Sin embargo, las autoridades ministeriales, van muy
despacio y pretenden sentarse a discutir con las Comunidades Autónomas y el
Ministerio de Medio Ambiente los criterios para desarrollar una Estrategia
de Conservación. Pero quizá sea demasiado tarde para el urogallo cantábrico. Aunque su situación
tampoco es muy boyante, el urogallo pirenáico (Tetrao urogallus
aquitanicus) mantiene una población estimada en 1.378 ejemplares, según
los últimos datos referentes al año 2001 ofrecidos por Jordi Canut, técnico
de fauna del Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici. Esta
subespecie es ligeramente mayor que la cantábrica y más oscura; es decir,
sus machos son más negros y las hembras pardo-rojizas. Según recuerda José
Antonio Sil, técnico de la Fundación para la Conservación del
Quebrantahuesos y responsable de diversas campañas de divulgación sobre el
Urogallo Común, "debido a la alarmante disminución de sus efectivos se
declaró la veda en 1979 en España -ya que en Francia aún es trofeo de caza-
y en 1986 la especie fue estrictamente protegida al ratificarse el Convenio
de Berra relativo a la conservación de la Vida Silvestre y el Medio Natural
en España". El pavo de monte, como también es conocida esta especie, ocupa
la vertiente española y francesa de la Cordillera Pirenáica, distribuyéndose
a lo largo de unos 300 km. Lo cierto es que en el
Pirineo Aragonés mantiene una distribución irregular, diferenciándose los
núcleos de población occidental, cabeceras del Veral y valle de Echo y Ansó
y la oriental, cabeceras de las comarcas de Sobrarbe y Ribagorza. Desde la Consejería de
Medio Ambiente del Gobierno de Aragón adelantan que se ha notado una
regresión poblacional desde los años 70 del siglo pasado, debida
fundamentalmente a la presión turística y la alteración del hábitat Por su
parte, la presencia en Navarra es testimonial y la Consejería de Medio
Ambiente de Navarra estima una población de menos de media docena de
ejemplares en su territorio. Igualmente siguiendo la
tendencia generalizada de la especie, la alteración del hábitat parece ser
la causa fundamental de su práctica desaparición en la provincia. Sin
embargo el urogallo pirenáico mantiene más esperanzas de supervivencia
debido a su mayor distribución y número de ejemplares que el gallo
cantábrico. CELO PRIMAVERAL Este mes entra la
primavera, y como todos los años esta gallinácea abandonará su práctica
arborícola, pasando a adoptar usos eminentemente terrestres o forestales. El
celo de la subespecie cantábrica comienza, tal y como explica el colaborador
de SEO/BirdLife, "en el mes de abril, aunque sí se producen condiciones
climáticas especialmente favorables, puede iniciarse alguna semana antes; y
se prolongará durante todo el mes de mayo. En cambio, para la subespecie
pirenáica este proceso se desarrolla desde finales del mes de abril hasta
principios dejunio". El celo del Urogallo
Común ha sido profusamente estudiado, dado el espectacular ritual que
ejecutan los machos. Se trata de una auténtica representación secreta que se
desarrolla sobre un escenario seleccionado, el cantadero. Es una zona
despejada y herbosa, situada en el interior de los bosques primitivos
caducifolios la cual debe poseer una buena proporción de troncos y árboles
muertos. "En las cuestiones
relativas al celo hay que destacar la jerarquía de estos animales, que
compiten en la parle central del cantadero, donde se suelen situar los
urogallos más viejos y corpulentos, colocándose en los extremos los jóvenes.
Durante el periodo de celo, los machos pueden permanecer muchos días en el
cantadero, desarrollando tranquila y solemnemente el cortejo. Dicho cortejo
consiste en un extrañísimo canto, un soniquele con una duración de unos diez
segundos que engrana en diferentes estrofás conocidas como redoble,
castañueleo, taponazo, seguidilla o refilo. Al tiempo, se pavonea con la
cola en rosca y las alas caídas, adoptando una postura exhibicionista y
arrogante, con el fin de atraer a la hembra", explica Purroy. La cópula se produce en
el suelo, y la hembra pondrá de seis a diez huevos que ocultará en una
depresión del mismo. Tras cuatro semanas de incubación nacerán los pollos,
nidífugos, que inmediatamente serán guiados por su madre a claros dentro del
frondoso bosque, donde puedan alimentarse no sólo de frutos silvestres, sino
también de pequeños insectos como orugas, hormigas o saltamontes. A pesar
del alto número de huevos en la puesta, el éxito de superviviencia de los
pollos es muy bajo, ya que menos de un veinte por ciento alcanza el año de
vida, de modo que la continuidad de la especie se logra gracias a la
longevidad de los adultos. Durante la estación de
las flores, no sólo se produce el proceso de celo, cortejo y reproducción,
sino que en los Tetraónidos también se da el complejo fenómeno de la muda.
El Urogallo Común, en particular, cambia sus plumas, funda del pico, las
uñas y las laminillas pectiformes, sin perder en ningún momento su facultad
del vuelo. Tras el paso del estío,
la estación otoñal puede despertar el celo en algunos ejemplares jóvenes,
pero será de menor intensidad que durante la primavera. El despertar a la vida
que cíclicamente se produce debe llamar la atención de todos, especialmente
de las administraciones implicadas en su conservación, para salvar a esta
reliquia glaciar venida de los hielos, y que ha sabido sabiamente adaptarse
a unas condiciones más cálidas y hábitats más desfavorables, en principio.
Es tarea de todos a través de la divulgación, la educación y la legislación
procurar garantizar su supervivencia . Ana Bartolomé |