Torcecuello Euroasiático

Jynx torquilla

Mucho más oído que visto, el Torcecuello Euroasiático, Jynx torquilla, posee actitudes y desarrolla una conducta que en parte se asemeja a la de los picos (dendrocopos) en cuya familia está incluido, pero también se parece a los passeriformes y visto de lejos puede confundirse con uno de ellos. Su plumaje es muy mimético y con dibujos tan abigarrados que si se consigue observar al pájaro de cerca o en la mano, llaman la atención por la variedad de combinaciones de color beige amarillento, rojizo, pardo y gris. Las rayas, barras y líneas onduladas se combinan de forma que recuerdan bastante al plumaje del chotacabras (Caprimulgus sp.), sobre todo en sus partes superiores, confundiéndose fácilmente con la rugosa corteza de los árboles. El centro de la espalda y los lados del dorso están rayados longitudinalmente de negro; las plumas primarias de las alas destacan bien, aun teniéndolas plegadas, por el denso franjeado. La frente y gran parte de la cabeza tienen un tinte gris notorio, que en la espalda y plumas cobertoras alares forma parches o manchas. Es realmente difícil describir esta abigarrada muestra de colores y rayas. Las partes inferiores poseen un tono beige amarillento y son mucho más pálidas; la garganta está rayada de líneas finas ondeadas y más abajo, ya en la parte superior del pecho, aparecen marcas en forma de punta de flecha de color marrón o pardo oscuro que se convierten en simples puntos oscuros o desaparecen a la altura del bajo pecho y en el vientre; los lados del pecho están igualmente rayados de pardo rojizo; Los flancos son beige y a menudo se notan en ellos rayas finas onduladas y puntos oscuros lo mismo que en las plumas infracobertoras caudales. La cola es relativamente larga, de color gris, rayada de pardo oscuro con bandas transversales, a veces mal definidas, pardo grisáceas y otras más oscuras negruzcas. Las patas y los pies son de color pardo claro y como sucede con los picos (dendrocopos), dos dedos están dirigidos hacia adelante y los otros dos hacia atrás. El iris de los ojos tiene color avellana. Los jóvenes torcecuellos se parecen a los adultos, pero el color gris del plumaje, donde está presente, es más pálido y existe menos contraste en el color de las partes inferiores con las rayas pardas onduladas poco marcadas. El plumaje de estos jóvenes es mudado completamente, excepto las plumas secundarias de las alas, entre agosto y septiembre. Los adultos mudan en Europa antes de iniciar la emigración.

El Torcecuello Euroasiático es un migrador que cuando llega se hace inmediatamente notorio por su curiosa y lastimera voz que en la campiña se oye por todos lados y pocas veces podemos descubrir a su propietario. Y no porque éste no se mueva. Continuamente pasa de un árbol a otro, entrando en todas las grietas y agujeros y explorando incluso aleros de edificios sobre todo en casas de campo viejas, penetrando debajo de las tejas y buscando la madera apolillada y los troncos viejos de árboles llenos de larvas. Es difícil de ver, como se ha dicho, aun escuchándolo cerca, porque cuando permanece inmóvil el color y la combinación de rayas en su plumaje se mimetizan muy bien entre las ramas de los árboles. Vuela a menudo al descubierto y lo hace onduladamente. Cuando llega a un árbol, puede posarse contra el tronco a la manera de los picos, bien pegado y apoyándose con el pecho, pero en esta posición permanece poco tiempo y pronto salta hacia una rama donde se posa cruzado. Al asustarse por nuestra proximidad, queda inmóvil unos instantes, quizá confiando en no ser visto y entonces no canta. Sin embargo, no es un pájaro excesivamente tímido y a menudo está cantando en un árbol situado a sólo pocos pasos del observador e incluso se posa unos metros por encima de nuestras cabezas sin mostrar temor. Las plumas del píleo las eriza cuando se alarma. Si se le coge en la mano, no sólo eleva aquéllas, sino que gira la cabeza de tal manera que parece como si el cuello no estuviera unido al resto del cuerpo y prácticamente no se sabe a qué lado lo va a volver a girar para dejarlo en posición normal. Este es el rasgo más curioso en las actitudes de este pájaro y el que le ha dado el nombre. También al tenerlo cogido puede resoplar de manera que recuerda mucho a una serpiente. Las contorsiones que efectúa entonces son realmente curiosas y uno siente un poco de aprensión cuando gira la cabeza y estira el cuello al máximo. Pasa gran parte del tiempo en las ramas altas de los árboles, pero prefiere que éstos no sean muy corpulentos y desarrollados y busca sobre todo los huertos de frutales. Cuando se posa contra los troncos se sujeta muy bien a ellos con las uñas y se apoya en la cola, pero no para subir como los picos.

Resulta ciertamente fascinante su incansable peregrinar por los agujeros de los árboles e incluso en las cajas nido de madera colocadas para los carboneros y herrerillos Parus spp., moviéndose más como un reptil que como un pájaro. Antes de entrar en un hueco, observa bien los alrededores, manteniendo el pico siempre dirigido hacia arriba en posición oblicua con el cuerpo y contorsionándose curiosamente. A menudo despliega la cola en abanico lo que da mayor apoyo a sus acciones. La lengua es larga y el pájaro la mueve de manera sorprendente para capturar todas las hormigas que se ponen a su alcance. Se posa muchas veces en el suelo y allí camina a saltos con la cola levantada. Sobre todo busca los hormigueros, en los que se ve comer agachado y mirando insistentemente hacia los lados con desconfianza. Su vuelo es relativamente lento y ondulado y, salvo en migración, sólamente se desplaza por cortos trechos de un árbol a otro.

Desde la mitad de abril y cuando todavía no han llegado todos los torcecuellos a la Península Ibérica, comienza una incansable búsqueda de un agujero donde anidar. Sucede entonces que muchos páridos que construyen su nido en el interior de un tronco de árbol y cuyo acceso es un pequeñísimo agujero, sufren la depredación del torcecuello que penetra en los nidos y arroja fuera todo el material que allí encuentra, bien sean hierbas, pajas, lana, plumas, etc. e incluso los huevos a medio incubar y también pequeños pollos recién nacidos o comenzados a emplumar. Las cajas nido que se ponen para atraer a los carboneros comunes Parus major, carboneros garrapinos Parus ater, herrerillos Parus caeruleus, son totalmente desvalijadas, ya que cuando el Torcecuello Euroasiático  inicia sus inspecciones los páridos han empezado a criar. De los pájaros que anidan en agujeros de árboles se libran sólamente los que inician las puestas después de la mitad de mayo, fecha en la que el torcecuello ha perdido su instinto destructor. Las especies cuyos nidos se ha visto arrojar fuera o destruir son Colirrojo Real Phoenicurus phoenicurus, Pico Picapinos Dendrocopos major, Trepador Azul Sitta europaea, Carbonero Palustre Parus palustris, Gorrión Molinero Passer montanus, Pito Real Picus viridis y por supuesto Carbonero Común, Carbonero Garrapinos y Herrerillo Común. El torcecuello no construye nido y los huevos son depositados en el fondo de una cavidad, normalmente en el interior del hueco de un árbol. Los restos de allí pueda haber de un antiguo nido son sacados fuera de tal manera que no deja dentro ni una sola brizna de hierba. En una caja nido ocupada por un Torcecuello  Euroasiático se hizo pruebas introduciendo varios materiales tanto antes que empezara la incubación como durante ella. Siempre el pájaro desalojaba todo estorbo en el nido. De este modo se llega a la conclusión de que la depredación que efectúa en los nidos de otras especies no lo es en el verdadero sentido de la palabra. Es, se diría, un impulso de limpieza que los machos y quizá las hembras de esta especie, poseen para preparar lugares idóneos donde se efectuará la puesta. Que una pareja de torcecuellos van a anidar en una determinada zona, es evidente si los nidos de carboneros y herrerillos existentes en ella son saqueados.

En los últimos días de abril ya los machos se han establecido en un territorio y desde allí llaman continuamente. Todos los nidos de otras especies dentro de agujeros de árboles han sido en su mayoría desalojados y las hembras acuden a inspeccionarlos, llamando también posadas en su borde, pero haciéndolo más tenuemente. Cualquier agujero en un árbol es bueno, pero parece tener preferencia por los huecos naturales de viejos árboles frutales, en especial manzanos y perales. Un nido artificial (caja nido) de madera que el torcecuello utilizó y en el que se pudo realizar un detallado estudio de su reproducción, estaba colocado en un nogal a una altura de 2,5 metros. Esta es, sin embargo, variable y hay huecos ocupados por parejas de torcecuello a alturas de 30, 150, 175, 200, 240, 300, 450 cm. e incluso a nivel del suelo, pero esto sólo ocasionalmente. La mayoría están entre 150 y 200 cm. Bannerman (1955) escribe: «Si el torcecuello no encuentra un agujero asequible para anidar, que esté vacío, arrojará fuera a los ocupantes de cualquier otro nido». Esto no es completamente cierto, desde que se ha comprobado repetidamente que, no uno ni dos, sino todos los agujeros de una zona son limpiados de cualquier material incluidos huevos y pollos de otras especies como ya se dijo arriba, aunque en la misma zona existan agujeros adecuados, iguales y sin ocupar El mismo Bannerman refiriéndose a un caso de un Torcecuello Euroasiático al que se le vio vaciando el contenido de un nido de Carbonero Común, asegura que, a pesar de esta actuación, no llegó a ocupar aquella caja nido que había vaciado. Incluso allí mismo había otras cajas no ocupadas, por lo que la explicación de escasez de lugares no puede ser la causa. En un huerto de frutales de una extensión de 5.000 metros cuadrados y en el que había colocadas 12 cajas nido se comprobó el siguiente caso: en los últimos días de abril (26-30), cinco parejas de carboneros comunes ocupaban otras tantas cajas. Dos de ellas contenían ya pollos recién nacidos; las otras tres sólamente huevos en período de incubación. Una más contenía 9 huevos de Herrerillo Común y la hembra incubaba. Salvo esta última, las otras cinco fueron destruidas y los pollos y el material del nido, junto con los huevos, aparecieron tirados en el suelo debajo de los respectivos árboles. La depredación fue efectuada por un solo torcecuello entre las 5 y las 7 de la mañana (hora solar). Este pájaro, presumiblemente un macho, ocupó exactamente un mes después una caja nido situada en un nogal de la que solamente extrajo el material de un nido parcialmente construido de Carbonero Común. A pesar de que este torcecuello ya estaba emparejado el 2 de mayo y ambos adultos permanecieron en el lugar hasta la puesta del primer huevo el 27 de mayo, no volvieron a destruir ningún nido, aunque dos parejas de Carbonero común rehicieron dos de los nidos destruidos y efectuaron nueva puesta a sólo 15 y 21 metros de distancia del ocupado por los torcecuellos. Lóhrl (1940) comprobó cómo un solo torcecuello destruyó 14 puestas de huevos en un huerto de Stuttgart (Alemania). De seis torcecuellos que atacaban nidos, cinco eran machos. Nunca un torcecuello hace su propio agujero para anidar, pero más de una vez se ha visto arrancando con el pico las aristas de madera podrida o apolillada de los agujeros naturales o abiertos por otros pájaros en viejos manzanos. Abro (1962) vio dos veces a torcecuellos agrandando agujeros horadados previamente por otras especies.

La forma en que macho y hembra se conducen durante el celo es realmente curiosa y se ha podido observar a menudo. No hay vuelos acrobáticos ni acciones espectaculares. Más bien una representación mímica en la que ambos pájaros y presumiblemente más intensamente el macho, realizan movimientos sinuosos y contorsiones, estirando el cuello y girando la cabeza de manera que aquello más parece un tornillo sinfin. Posado uno frente a otro en diferentes ramas de un mismo árbol, pero muy cerca entre sí, el macho abre tanto el pico que parece iniciar un prolongado bostezo mientras sube y baja la cabeza o la lleva hacia atrás hasta la espalda. Inesperadamente queda como adormecido unos instantes y al volver a su normal postura eriza las plumas del píleo a la vez que emite un suave matraqueo, que es audible hasta por lo menos 25 metros de distancia.

La voz del Torcecuello Euroasiático es inconfundible y probablemente sólo podría asemejarse a la del Pico Menor Dendrocopos minor. Fácil de identificar, pero difícil de representar por escrito. Suena como un ¡¡kei-kei-kei-kei-kei...!! prolongado y acelerado, alcanzando mayor fuerza e intensidad en la parte final. Ambos sexos cantan. El macho lo hace con más fuerza y persistencia y su tono es más agudo y acelerado. La hembra canta más bajo, más despacio y arrastra un poco las sílabas. Cuando los adultos se acercan al nido para cebar, se les oye lanzar un corto y repetido a intervalos regulares ¡¡tek!! o ¡¡tuk!!, probablemente una nota de alarma ante la presencia de observadores cerca. La hembra mientras incuba lanza un resoplido como de serpiente si se la molesta. Los pollos al nacer ya producen un ruido extraño que pocos días después es un claro matraqueo.

La alimentación del Torcecuello Euroasiático es fundamentalmente insectívora, destacando sobre todo las hormigas y sus larvas. La presencia cerca de los hormigueros de este pájaro, puede ser bien observada, pero no se limita a comerlas allí, sino que las captura con su larga lengua en cualquier otro lugar, incluso por entre la hierba. También atrapa otros insectos o larvas entre los resquicios de la madera vieja, tanto de los árboles como de las construcciones humanas. Polillas y demás insectos perforadores de las maderas son buscados con fruición. Las larvas y pupas que se esconden en rendijas y pequeños huecos son extraídas con facilidad. Jourdain (1940) menciona Hymenóptera, Coleóptera (Curculionidae, Scarabeidae, etc.), Lepidáptera y larvas. También muchas arañas. Se cita en el otoño como alimento del fruto del Saúco Sambucus nigra, pero no lo se ha podido confirmar nunca en Iberia. En sus cuarteles de invierno en Africa se alimenta sobre todo de hormigas negras.

Aunque las parejas de torcecuello ya ocupan su territorio en los primeros días de mayo y los machos han limpiado los numerosos agujeros entre los que la hembra elegirá uno, llamando desde su borde con más fuerza de lo habitual, todavía ha de pasar casi un mes antes de que las primeras puestas se efectúen. El primer huevo es puesto en la última decena de mayo. Sólo ocasionalmente antes. Cada puesta está formada normalmente por 6-12 huevos y más a menudo 7-9 huevos. Se citan de 5 y de 14. Las mayores pertenecen probablemente a dos hembras utilizando el mismo nido y las menores a segundas puestas. Si cada vez que pone se le retira el huevo, se dice que cada hembra es capaz de poner hasta 40 ó más huevos (Jourdain, 1940). Esto supera la cifra obtenida para el Pito real al que en un caso que con esta brutal maniobra se le forzó a poner hasta 36 huevos y con la del último quedó muerta en el nido. Los huevos del Torcecuello Euroasiático son de color blanco y con poco brillo. Jourdain para 100 de origen británico obtuvo un promedio de medidas de 20,78 x 15,43 mm. con un máximo de 23 x 15,3 y un mínimo de 19 x 13,4 mm. Verheyen, para 87 colectados en Bélgica, da una media de 20,6 x 15,7 mm. y Niethammer en Alemania un promedio en 54 huevos de 20,3 x 15,3 mm. Diez medidos en Asturias dieron una media de 20,2 x 15,2 mm.

En un nido minuciosamente controlado el primer huevo fue dejado el 27 de mayo y en días consecutivos, otros 5 más. El día 28 la hembra permanecía sobre el nido y parecía incubar o por lo menos no salía de él. Desde este momento el macho dejó de cantar. Sólamente en una ocasión, el 7 de junio, inició un ténue canto que interrumpió pronto. Quizá esto era para incitar a la hembra a salir e iniciar un relevo en la incubación que se observó muy pocas veces, pues la hembra permanecía en el nido casi todo el día. Machos no emparejados pueden cantar hasta los últimos días de junio y algunos con nido no cesar de hacerlo hasta que la hembra ha completado la puesta. El día 13 de junio a las 15 horas comienzan a nacer los pollos ayudados por la hembra. Llama la atención que el pico de ella está lleno de una pasta amarillenta que le desborda por las comisuras. Han nacido 5 pollos y un huevo no eclosionó. Se da como seguro un período de incubación de 13 días, pero no se puede asegurar el día exacto en que la incubación empezó. Los primeros 5 días los pollos son cubiertos por la hembra. Aquéllos carecen completamente de plumón y el interior de su boca es de color carne y carece de puntos oscuros. El día 20 están ya muy crecidos y sólamente quedan 3 que se apiñan juntos en una esquina de la caja. Sorprende que el huevo huero y las cáscaras de los otros continúen allí, lo mismo que un gran montón de excrementos de los pollos y que posiblemente los adultos no pueden retirar por la altura que hay desde el agujero de entrada hasta el fondo. Se ve que el torcecuello ha perdido el hábito de la limpieza. En nidos naturales en árboles, normalmente los sacos fecales son retirados por los padres, posiblemente los primeros días comidos allí mismo e incluso los pollos cuando ya están medianamente crecidos, depositan sus excrementos en los bordes del hueco o agujero. Mientras permanecen en el nido, los pollos «carraquean» insistentemente. A las 6,30 horas del día 5 de julio abandonan el nido a la vez los tres. La hembra cebaba mucho más que el macho, pero ésta dejó de hacerlo los últimos días, mientras el macho comenzó a llamar débilmente y sólo en ocasiones con la fuerza normal. El cebo aportado era siempre muy visible y desbordaba las comisuras del pico de los adultos. En todos los casos eran hormigas y sus larvas, muchas más éstas que aquéllas y acudían a cebar a intervalos de 5-12 minutos. Los jóvenes torcecuellos, que volaron a los 21 días y medio, desaparecieron de la zona pronto. La segunda cría o puesta en la temporada parece un hecho normal, pero una tercera debe ser muy ocasional. Verheyen lo admite así. Arnhem (1960) comprobó bien una tercera puesta.

En Europa el Torcecuello Euroasiático se reproduce en la mayoría de los países, faltando en Islandia y en Fenoescandia al norte del Círculo Polar Artico. En las Islas Británicas ha pasado de ser especie común en el siglo XIX a escasear tanto que ahora quedó en la práctica restringido al Sudeste, pero incluso allí son pocas las parejas que se ven en época de reproducción.

En las Tierras Altas de Escocia después de casi una docena de observaciones dispersas en mayo y junio entre 1951 y 1968, en 1969 se comprobaron tres casos de cría (Burton et al., 1970). También en extensas zonas de Francia es escaso y ha dejado de reproducirse en el Noroeste y Bretaña. Más numeroso parece en la mitad Sur con poblaciones notables en el Sudoeste, Sudeste y Centro. Sin embargo, muchos de los registros procedentes de Las Landas y de los Pirineos Orientales corresponden a torcecuellos en paso primaveral. Escaso en Holanda, donde probablemente no llegan a las 40-50 parejas y muchas de ellas anidando en cajas de madera o nidos artificiales. En Alemania cría disperso y según Menzel (1968) localmente puede alcanzar densidades buenas que oscilan entre 1,5 parejas por Ha y 1 pareja por cada 5 Ha. Mayor densidad hay en determinadas zonas suizas y más todavía en Polonia y Países Bálticos con 4 parejas por Ha. Bernis (1970). No escaso en Suecia, Noruega y Finlandia donde llega tarde, a finales de abril, aunque algunos años se siente antes. En los países mediterráneos es escaso o falta completamente, sobre todo en los Balcanes.

En la Península Ibérica se reproduce en el tercio Norte con densidad variable y siendo localmente numeroso en la zona Cantábrica. En Asturias mantiene una población constante con ligeras fluctuaciones de unos años a otros. Localmente hay más parejas, pero resulta difícil y sobre todo inexacto estimar su densidad, sobre todo al tener en cuenta cuan dependiente es este pájaro de hormigueros y agujeros en árboles. La presencia de un prado con numerosos montones de tierra llenos de hormigas y larvas puede concentrar en una plantación de frutales próxima de 1 Ha hasta 3 parejas de torcecuellos por lo que su densidad nunca puede estimarse para el conjunto de una región, sino localmente en un bosque, manzanal, prado con árboles dispersos, etc. Anida a niveles inferiores a 1.000 metros y es ocasional en bosques más altos. En la Cordillera Cantábrica no es escaso en hayedos hasta 1.700 metros y en los Pirineos sube hasta 1.400 metros. Más arriba parece ocasional y escaso. En el norte de Portugal se oye mucho en paso, pero quedan pocas parejas para anidar. En Galicia está muy disperso y parece más numeroso en la campiña de las Rías Altas. En Santander y el País Vasco no es escaso. Menor densidad tiene en Cataluña, Aragón y Navarra. En esta última algo mayor. Parejas muy diseminadas se observan en León, Castillas, Rioja y sobre todo en las Sierras centrales.

Los primeros torcecuellos se oyen en Iberia a partir de la última semana de marzo. Los registros anteriores son esporádicos y algunos de ellos pudieran corresponder a invernantes. Primera llegada a Asturias: 21 de marzo (ocasional). Siguiendo a Bernis: Portugal a la altura de Oporto (Tait, 1924), primera fecha el 22 de marzo (excepcional). Regularmente los primeros días de abril. Doñana: 26 de marzo (Hay fechas anteriores de llegada). Delta del Ebro: últimos días de marzo. Guipúzcoa y Navarra: 1-4 de abril. Las mismas fechas en Mallorca enmascaradas por una no despreciable población invernante que produce observaciones y capturas en febrero y primeros días de marzo. En general el día 1 de abril es típico para la llegada del Torcecuello Euroasiático a Iberia. Los ornitólogos notan su canto con el mismo interés que el del Cuco que arriba sensiblemente en las mismas fechas. En la zona Cantábrica las primeras audiciones de su canto se producen invariablemente entre el 29 de marzo y el 3 de abril. Migrantes en paso se notan hasta los primeros días de mayo.

El paso otoñal no es tan acusado porque este pájaro canta entonces poco. Los primeros se ven y se han capturado a partir del 24 de agosto. Mayor paso en la decena inicial de septiembre. Reducido hasta octubre. Bernis (1970) señala mayor contingente de migrantes en la segunda decena de septiembre.

Los torcecuellos paleárticos occidentales invernan al otro lado del Sahara sin rebasar mucho hacia el Sur la línea ecuatorial. Desde Senegal hasta Abisinia y Eritrea se observan y capturan torcecuellos. Muchos son de la subespecie torquilla del occidente europeo. Bannerman lo señala en Sierra Leona y Costa de Oro. Elgood lo ve y captura en Nigeria y hay numerosas citas de Tchad, Cameroon e incluso Zaire.

Datos de invernada en Iberia y Baleares abundan. La subespecie tschussi que se reproduce en Italia e islas próximas, es de menor tamaño y color más oscuro. También se le atribuye el ala más redondeada. Otra, mauretanica, del norte de Africa (Argelia y Túnez) inverna en esos países y Munn (1931) asimila a ella los que crían en Baleares. La separación entre estas dos razas es difícil y puede ser banal hacer conclusiones sobre su presencia invernal en la Península Ibérica. Como la captura de torcecuellos en los meses invernales desde noviembre a febrero se produce todos los años en numerosos lugares del sur de Iberia, Levante y Baleares, no existe duda de que una regular cantidad inverna, pero hay que admitir con Bernis que resulta difícil determinar el origen de estos pájaros. Para él, probablemente no son transpirenaicos, a pesar de que ha habido una recuperación en Portugal en noviembre de un torcecuello anillado en Alemania y otro de la misma procedencia capturado en Murcia en el mismo mes. ¿Migrantes retrasados? Cabe sospechar (Bernis) que los invernantes de Iberia y Baleares sean en parte indígenas y en parte del grupo de subespecies italiana y de Argelia y Túnez movidos hacia el Oeste y Norte.

El Torcecuello Euroasiático es migrador nocturno que vuela en solitario o probablemente en grupos dispersos como puede desprenderse de sus apariciones en primavera, no uno sólo, sino varios en una pequeña zona. Grupos de torcecuellos en la línea costera Cantábrica son frecuentes en abril, pero no en septiembre. Sobre todo en los cabos y cerca de los faros.

Resulta muy fiel a su lugar de nacimiento y él anillamiento ha demostrado que la mayoría vuelven a sus campos de origen. Lo mismo sucede con localidades de invernada. Año tras año pueden volver a la misma situación que también se produce en otras muchas aves. En Almería (Bernis, 1970) señala la captura de un Torcecuello Euroasiático en el mismo lugar donde había sido anillado como invernante exactamente un año antes (diciembre).

El Torcecuello Euroasiático parece sufrir grandes pérdidas en el invierno en Africa. Quizá a ello no serán ajenas las masivas pulverizaciones de los campos con insecticidas. Toda el Africa Tropical sufre el azote que representa la invasión de productos tóxicos manejados sin control bajo el señuelo de mejores cosechas, produciendo un desequilibrio biológico que contribuye con las frecuentes sequías a la destrucción tanto de lo perjudicial como de lo útil. Una estadística referente a la recuperación de torcecuellos en Europa (Menzel, 1968), muestra que son muy pocos los que llegan a rebasar los 3 años de edad. Uno había llegado a los 4 años y otro a los 5. La mayoría de los reproductores son pájaros nacidos el año anterior.

En la Península Ibérica ha habido numerosas recuperaciones que muestran un claro movimiento migratorio en el otoño hacia el Sudoeste dentro del Continente europeo. Torcecuellos anillados en Alemania se capturaron en Murcia (noviembre), Almería (septiembre), Beira Baja (noviembre), Valladolid (octubre). Dos aves suecas se recuperaron respectivamente en Valencia (septiembre) y Estremadura portuguesa (octubre). Dos de Finlandia capturadas en Zaragoza (septiembre) y Navarra (abril del siguiente año). Dos de Suiza recuperadas en Douro Litoral (septiembre) y Córdoba (marzo).