Somormujo Lavanco Podiceps cristatus El Somormujo Lavanco
Podiceps cristatus es el de mayor tamaño de esta familia, Podicipediae,
inconfundible en época de reproducción no sólo por ello sino también por su
destacado plumaje. En la
cabeza le nacen dos mechones de plumas como moños
de color negruzco y en los lados de la cara dos grandes golas de color
castaño bordeadas de negro, que pueden ser extendidas a voluntad por los
pájaros. Ambos sexos las poseen, pero menos desarrolladas en la hembra que
en el macho. A buena distancia los moños de la cabeza son bien distintivos y
permiten su fácil identificación. Las partes superiores son pardo negruzcas
o grisáceas; la garganta y el cuello son blancos, así como el pecho y el
vientre. Los flancos tienen un tinte acastañado que destaca entre el gris de
las alas y el blanco puro de las partes inferiores. Apenas tiene cola y ésta
es sólo un corto mechón de plumas marrones. El pico rojizo es afilado y en
forma de daga; los ojos carmesí y las patas y pies verdoso amarillentas. Su
estructura es la de un ave grácil con el cuello largo y delgado, lo mismo
que las alas que parecen pequeñas y estrechas para tan gran pájaro. Éstas
tienen el blanco de las secundarias muy acusado y la forma de vuelo con el
cuello bien estirado y más bajo que la horizontal del resto del cuerpo, con
las patas sobresaliendo mucho por detrás, es también un detalle
inconfundible a la hora de identificar la especie. El vistoso plumaje de la
primavera se pierde completamente en el otoño y el lavanco llega entonces a
ser un pájaro blanco y negro, destacando la parte superior de la cabeza
oscura y una raya superciliar blanca. El resto de la cabeza, garganta,
cuello y partes inferiores son blancas en contraste con el dorso oscuro. Los jóvenes del primer
año parecen más blancos en el cuello y garganta. Los machos adultos, aunque
pierden las golas de los carrillos, conservan algún tinte oscuro y un cierto
abultamiento en los laterales del cuello. Cuando se tiene ocasión
de verlo salir del agua, iniciando el vuelo, sorprende la torpeza al correr
sobre ella si la comparamos con su potencia al batir las alas. Al posarse en
el agua lo hace chocando en ella con el pecho y no poniendo las patas por
delante como las anátidas. El Somormujo Lavanco
habita durante la cría aguas interiores, lagos, lagunas, embalses, y
marismas de aguas someras, pero cuya profundidad no sea inferior a un metro.
En el invierno aparece en las costas y estuarios. En Iberia es muy frecuente
en las rías y en los grandes embalses interiores. Normalmente son poco dados
a volar a no ser en los meses de la migración y más a menudo permanecen en
un mismo lugar fuera de la época de la cría si no son molestados, por
semanas y aun meses. Se zambullen continuamente y nadan bajo el agua sin
apenas esfuerzo deslizándose suavemente y ayudándose muy bien con sus patas,
en las que los dedos de los pies tienen grandes lóbulos de piel. Es bastante
esquivo y se asusta con facilidad, aunque permanece casi siempre al
descubierto y lejos de la vegetación acuática. Su vuelo normal es a buena
altura, pero si se le espanta puede volar a ras del agua, buscando un nuevo
posadero un poco más lejos. Cuando camina en tierra, muy pocas veces, lo
hace con dificultad, como arrastrando los pies y lleva generalmente el
cuerpo inclinado hacia adelante. Esta actitud es fácilmente observable en el
nido. Siempre da la sensación de que está buscando algo en el suelo o entre
las cañas. Al nadar lleva el cuerpo casi sumergido, pero estira mucho el
cuello y resulta inconfundible aun visto en invierno. Los períodos bajo el
agua no son muy prolongados y rara vez sobrepasan los 30 segundos. Tucker
establece como extremos entre 12 y 50 segundos. Normalmente se le ve
solitario o en parejas. En migración en bandos y en los embalses durante el
invierno se juntan con frecuencia grupos extraordinariamente numerosos. Los
que se ven en los estuarios están diseminados aquí y allí y a veces en
parejas. En la costa pueden concentrarse al anochecer muchas docenas y en el
Cantábrico son frecuentes en el otoño y en inviernos fríos bandos de más de
un centenar de lavancos. Este pájaro no tiene
precisamente una voz notable y la más conocida consiste en un simple y casi
desagradable graznido que emite en tono muy alto, repitiéndolo varias veces.
Se estima como significado de esta expresión acústica: ¡¡lkrá-ooo!!» la
llamada a otro somormujo, que puede ser su pareja o quizá hostilidad hacia
los demás. Muy a menudo emite un sonido seco y agudo, que no está exento de
musicalidad: «¡¡kip!!» o «¡¡uik!!» Existen además una gran variedad de
sonidos de significado ambiguo y que varían mucho en su tono y frecuencia.
Huxley separó uno que le recordaba al grito del Cárabo: « ¡¡kiuik!!» La alimentación del
Somormujo Lavanco varia naturalmente con la riqueza en peces e insectos del
medio acuático ocupado, pero hay que destacar que los peces están en una
gran proporción en su dieta. En lugares repoblados artificialmente de
truchas Salmo trutta pueden comerlas en cualquier estado de su
crecimiento y más a menudo cuando miden entre 7,5 y 15 centímetros. En un
estudio realizado en Gran Bretaña se obtuvieron, juzgando por el contenido
de los estómagos: peces, 22,5%; insectos y larvas, 35%; crustáceos, 18,5%;
moluscos, 7%; tritones y renacuajos, 1,5%, y materia vegetal, 15,5%. Además,
una gran cantidad de plumas (Witherby, 1940). Sin embargo, los peces forman
regularmente una buena proporción en la dieta y representan la mayor parte
de la biomasa consumida. De los insectos muchos pertenecen a los órdenes
Odonata y sus larvas (Aeshna, Libellula, Agrion), Lepidóptera, Coleóptera,
principalmente escarabajos de agua, Díptera, etc. La materia vegetal está
constituida en gran parte por los brotes de Phragmites communis y
otras plantas que, como los carrizos, crecen abundantemente en el medio
acuático. La biología de la
reproducción en este somormujo ha sido estudiada por los ornitólogos
concienzudamente, puesto que además de no ser difícil su observación posee
también unas características peculiares desde ya antes del emparejamiento.
En lagunas extensas y con profundidad suficiente es posible encontrar a este
pájaro formando buenas colonias. Pero en lugares de aguas someras son más
frecuentes las parejas solitarias o muy separadas unas de otras. Muchos
somormujos comienzan a desarrollar sus plumas ornamentales en la cabeza a
partir de diciembre, alcanzando el plumaje nupcial completo a finales de
febrero o en marzo. Simultáneamente existe un movimiento hacia sus lugares
de reproducción de los que han invernado en estuarios o grandes lagos
desprovistos de vegetación, siempre que el tiempo no sea aún muy frio. En
los embalses y lagos donde los somormujos se concentran para invernar
alcanzan el mayor número en noviembre y a partir de este mes ya se nota la
dispersión, probablemente hacia las zonas de cria. Cuando las parejas se
reúnen, comienzan el complejo ritual que precede al definitivo
emparejamiento y que continúa durante la reproducción con variable
intensidad. Resumiendo este ritual podemos decir que consiste
fundamentalmente en que macho y hembra se enfrentan uno a otro con el cuello
bien estirado verticalmente y todas las plumas ornamentales de la cabeza
erizadas así como las de la garganta, moviendo la cabeza de un lado a otro
con intervalos de balanceo lento. Después, la hembra nada con el cuello
arqueado hacia adelante, el pico casi tocando el agua y las plumas de la
garganta erizadas al máximo, emitiendo el típico graznido de los lavancos.
La complicada ceremonia implica también que cada uno de los pájaros recojan
plantas del fondo con el pico y ambos, estirando bien los cuellos y juntando
«pecho con pecho y pico con pico» se ofrezcan las hierbas recogidas. Este
complicado ceremonial se continúa en la, orilla donde ambos pájaros caminan
trabajosamente agachados con el cuello en posición horizontal. En realidad
cada observador cree ver un significado diferente en todos estos curiosos
movimientos que se han hecho ya proverbiales en el mundo de los pájaros.
Curiosamente, una vez escogido un territorio las ceremonias continúan y son
aún más intensas si hay cerca otros somormujos o si un intruso penetra en la
zona. El celo parece calmado durante un tiempo relativamente largo hasta que
la nueva vegetación comienza a salir y entonces los pájaros construyen su
nido. Éste suele estar cerca del borde del estanque, entre carrizos que
inician su crecimiento u otra cualquiera vegetación acuática. Con frecuencia
se pueden ver nidos en pequeñas isletas formadas por ramaje que al ser
arrastrado por las aguas queda enganchado en un poste o árbol que emerge del
fondo del embalse. Desde luego, los somormujos evitan todo contacto con
tierra firme y parece que su mayor temor está en la depredación por
mamíferos terrestres. Normalmente el nido está construido encima mismo del
agua con hierbas, plantas acuáticas secas o medio podridas, carrizos secos y
otra variada vegetación. También palos y ramaje que arrastra la corriente o
quedan en las orillas. Ambos sexos lo construyen, pero parece ser que el
macho lo hace con mayor intensidad. La puesta normal está constituida por
3-5 huevos, pero algunas pueden ser de dos solamente y otras de seis. Los
huevos son muy pequeños en proporción al tamaño del pájaro y no pesan más
que aproximadamente 38 gramos. La forma varía mucho, en general son
alargados y a veces puntiagudos por ambos extremos. Al principio son
blancos, pero pronto empiezan a teñirse de pardo en contacto con las plantas
del nido y pueden llegar a ser marrón oscuro e incluso naranja rojizo si
algún óxido de hierro está presente (Jourdain). El promedio de medidas para
100 huevos en Gran Bretaña dio 54,8 x36,7 milímetros. Las puestas no
comienzan hasta que la vegetación cubre bastante el nido de forma que éste
permanezca oculto y esto normalmente sucede en marzo en localidades muy
favorables, pero más normalmente a finales de abril y sobre todo en mayo.
Los intervalos entre la puesta de cada huevo son de 48 horas y la incubación
es efectuada por ambos sexos que se alternan cada 3 ó 3,5 horas y dura de 27
a 30 días. Solamente efectúan una puesta al año. Si es retirada del nido
realizan otra de reemplazo a los 15 días. Para dar una idea de la
reproducción de la especie en Iberia se pueden citar aquí los datos
aportados por Pardo Santayana para 1972 en el pantano del Ebro o embalse de
las Rozas. En aquel año había en el pantano cerca de 400 nidos de Somormujo
Lavanco. Por lo menos cinco colonias con nidos estaban situadas sobre
vegetación inundada, brezales, vegetación flotante y entre sauces inundados.
Dice P. Santayana: «En los nidos de sauces se han notado puestas en promedio
mayores, de hasta 7 y 8 huevos, mientras que en los brezos inundados son
frecuentes 2-4 huevos. La colonia más numerosa puede tener 150 parejas y hay
otra de 80 o más parejas. A pesar de los ataques que sufren los nidos, todos
los años salen adelante quizá varios cientos de pollos». Parece ser que allí
la depredación más importante corre a cargo de las cornejas. En la laguna de
Gallocanta (Zaragoza) las puestas más corrientes a juzgar por los datos
aportados por Aragües et al. (1974) oscilan entre 2 y 3 huevos, aunque las
observaciones efectuadas lo fueron en gran parte sobre parejas con pollos
crecidos, lo que entraña la seguridad de puestas algo mayores disminuidas
después por la depredación natural. En el delta del Ebro y de
acuerdo con las observaciones de S. Maluquer (1971), las puestas más
frecuentes parecen ser de 3-4 huevos, aunque los nidos considerados son aún
pocos para establecer conclusiones. Los pollos de lavanco al
nacer tienen un plumón en la cabeza y cuello rayado de blanco y negro y las
partes superiores y los lados del cuerpo también rayados de marrón negruzco
y blanco sucio, resultando inconfundibles y muy llamativa su combinación.
Son alimentados por ambos padres que los ceban incluso cuando van subidos en
la espalda de uno de ellos. Si se zambullen lo hacen con ellos entre las
plumas donde se sujetan muy bien, pero a veces caen al agua. Los jóvenes
lavancos empiezan a capturar peces eficientemente ellos solos en la semana 8
ó 9 de vida. A partir de la semana 10 ya son independientes para
alimentarse, pero permanecen hasta la semana 11 con sus padres. En ésta
realizan sus primeros vuelos, aunque la mayoría no vuelan hasta la semana 12
de vida. Sin embargo, existe una considerable variación en la fecha de la
independencia aun dentro de la misma familia. No es raro ver familias de
lavancos unidas hasta que comienza el nuevo período de la cría, en diciembre
y enero. La duración total de la cría desde la puesta del primer huevo hasta
que el último joven abandona a sus padres, dura de 15 a 25 semanas. El Somormujo Lavanco se
reproduce prácticamente por toda Europa, pero localmente según el biotopo
escogido para reproducirse. Falta en Islandia, en Noruega casi completamente
y en Suecia y Finlandia ocupa la parte meridional. En la Península Ibérica
abunda ahora en todas las masas de agua de regular extensión,
reproduciéndose en los embalses, cerca de las orillas con vegetación no sólo
acuática, sino de cualquier tipo. Además en invierno se recibe una no
despreciable población de invernantes extrapirenaicos variable en función de
las temperaturas imperantes en Europa central. En España se han anillado
pocos lavancos, pero ha habido ya recuperaciones interesantes. Uno anillado
en la reserva de Guadiamar (Sevilla) como joven del año en agosto de 1971,
fue muerto a los 26 días en el Alto Garona (Francia) a 880 km al Nordeste.
En Las Nuevas de Aznalcázar (Sevilla) se anilló otro como pollo en julio de
1971, que también fue muerto en el mismo lugar francés del Alto Garona a los
39 días. Estas sorprendentes recuperaciones parecen mostrar una tendencia en
los lavancos jóvenes a volar hacia el Norte en una dispersión posnupcial que
necesita más anillamientos y subsiguientes recuperaciones para poder
determinarla con precisión. La invernada de
Podiceps cristatus
está bastante bien estudiada en la Península Ibérica a través de los censos
efectuados por ornitólogos españoles. En enero de 1972 y en dos semanas,
fueron contados en el conjunto de las regiones españolas más o menos 1.607
somormujos lavancos. Bernis al comentar este censo manifiesta que la gran
mayoría de las aves censadas lo fueron en embalses del interior. Quedaron
muchas sin contar en otros innumerables grandes y pequeños embalses y las de
las albuferas, lucios, balsas y caños de marismas litorales, «sobre todo la
importante población de las marismas del Guadalquivir». Respecto a esta
población los únicos datos están extraídos del censo realizado en aquellas
marismas en el invierno de 1973-74 por Walmsley y colaboradores. Aunque
incompleto, pues no se refiere a la totalidad de las marismas y lagunas de
la zona, sorprende mucho que entre la laguna de Medina y las de Doñana
solamente se observase un solo lavanco. Y en otra serie de lagunas de las
provincias de Sevilla y Cádiz únicamente tres ejemplares. Cabe pensar en
desplazamientos posnupciales e invernales de los lavancos, buscando más
extensas masas de agua, de ahí la gran concentración que se observó en el
invierno de 1968-69 en los pantanos de Orellana (Badajoz), embalses de El
Zújar (Badajoz), Rosarito (Toledo) y otros (Pérez-Chiscano y Fernández Cruz,
1971). En enero de 1972 había 669 en el pantano de Valdecañas. En el delta
del Ebro, Muntaner et al. (1974), en el invierno de 1973-74 censaron 191
somormujos lavancos, lo que es una cifra notable que indudablemente está
formada por pájaros de otras procedencias, ya que la población nativa parece
ser escasa. En el Cantábrico se ven numerosos por remansos y estuarios a
partir de agosto. Pero su número aumenta mucho en inviernos duros. Lo mismo
sucede en las rías gallegas. Esta especie parece ahora
en franca expansión y su tasa de reproducción aquí, es ligeramente superior
a la de otros países como Gran Bretaña, por ejemplo. Allí, de 124 puestas
estudiadas en un área determinada entre 1948 y 1965 (Simmons, 1974), el 25%
fueron de un pollo, 47% de dos, 22% de tres y 6% de cuatro: una tasa
realmente baja, 2,1. Entre las causas del poco éxito en la reproducción
están, sin duda, la depredación por otros animales, córvidos principalmente,
y los grandes lucios, que atacan con éxito a los pequeños lavancos. |