Mareca penelope El Silbón Europeo
Mareca
penelope, que se conoce en gran parte de España con el nombre de Silbón
es realmente una de nuestras anátidas más populares a pesar de que no se
reproduce aquí. En Guipúzcoa lo llaman Ate txistulari y es bien conocido
incluso por los pescadores y marinos que lo ven posado en el mar formando
grandes bandos, con frecuencia ya a partir del mes de octubre. El macho
adulto es fácilmente reconocible por tener la frente y parte superior de la
cabeza de color dorado o amarillo parduzco muy destacado sobre el fondo
castaño rojizo del resto de la cabeza y el cuello. El pecho es rosado vinoso
y el dorso y flancos gris claro finamente rayados de negro, detalle éste que
no se aprecia cuando se le ve de lejos. La parte posterior del cuerpo es
negra y en ella destaca mucho cuando está posado en el agua, el extremo de
la cola gris y el vientre blanco. Al volar muestra muy bien las plumas
cobertoras alares blancas y el espejuelo verde y blanco. Las partes
inferiores son blancas y se le nota también un pequeño obispillo blanco. El
pico es pequeño, gris azulado con punta negra. Las patas son grises y el
iris pardo. El plumaje de la hembra
está entre los menos destacados de las anátidas y resulta, si se la ve sola,
difícil de identificar. El tono general es el pardo algo rojizo en época
nupcial, con el vientre blanco y carece de los brillantes colores del macho.
Al volar se le aprecian bien las cobertoras alares blanquecinas y el
espejuelo verde como el del macho, pero en tonos más apagados. Los jóvenes machos se
parecen a las hembras adultas, pero al volar se les nota que carecen del
color blanco de las cobertoras alares. Las hembras jóvenes no tienen
espejuelo. Los machos en eclipse
cuando están posados en el agua sólo se distinguen de las hembras adultas
por tener la cabeza de color más rojizo que el pardo normal en aquellas. Se trata de una especie
típicamente nórdica que en Europa se reproduce en Islandia, norte de
Inglaterra y Escocia (escaso), norte de Alemania y Escandinavia y hacia el
Este por el norte y centro de Rusia. El Silbón Europeo es un
pato de apariencia compacta que cuando se posa en el agua recoge el cuello y
al volar lo hace con un batir rápido de las alas, elevándose fácilmente y
casi en vertical de la superficie del agua. Sus alas estrechas producen un
sonido característico al volar y los bandos resultan relativamente ruidosos
si pasan bajos sobre el observador. Es un pato qué tiende a posarse en la
mar y frecuentar litorales, playas y estuarios. Su voz es inconfundible
aunque insignificante, pues se trata de un corto silbido emitido en dos
tonos. El primero es más alto e inmediatamente está seguido de otro más
débil y apenas perceptible. Sin embargo, los bandos numerosos producen un
continuo murmullo de silbidos que no es fácil de olvidar. Como durante la época de
la reproducción en el norte de Europa vive en marismas costeras, vegetación
ribereña de playas y charcas salobres, no abandona esta costumbre cuando
llega a Iberia a invernar. Los primeros silbones se ven ya en agosto, pero
de forma ocasional. Los grandes bandos arriban sobre todo en octubre y
últimos días de septiembre. Se distribuye en la Península sobre todo por
aguas costeras, siendo escaso o irregular en el interior. Los censos
realizados en pasados inviernos han puesto de manifiesto cuán abundante es
este pato en nuestras costas y estuarios y qué numerosa población inverna en
la Península. Ya desde muy antiguo se tenía conciencia de que Anas
penelope era con mucho el pato más abundante en los litorales. En el
País Vasco (Noval, 1967) es bien conocido. En Guipúzcoa pasa hacia el Oeste
en el otoño. Octubre es sin duda el mes en que se ven los bandos más densos,
volando sobre el mar o posados en él. Cerca de la costa al anochecer se
forman grupos muy numerosos. Lo hacen frente a sitios ya tradicionales,
levantando el vuelo en plena oscuridad y entrando en tierra por
Andika-erreka (Zumaya) y por Zarauz y Orio, sobrevolando el interior de la
provincia hacia el Sur y haciéndose muy notorio su paso y sus silbidos, en
especial en puntos como Andazarrate e Iciar. Pero no es sólo en
Guipúzcoa donde el Silbón Europeo es conocido como el pato más abundante en
la costa. Todo el Cantábrico está lleno de bandos de esta especie a partir
de octubre, aumentando mucho su número con la llegada de olas de frío. Otras
veces con buen tiempo también es abundante. En el litoral Cantábrico debe
invernar normalmente una población que en conjunto no será inferior a los
15.000 silbones. En algunos lugares el número se mantiene constante todos
los inviernos. Así, en la Ría del Eo no menos de 3.000-4.000 silbones se
apiñan a la subida de las mareas en especial si estas coinciden con el
atardecer, pasando muchos de ellos allí la noche. Otros vuelan hacia el
interior ya oscurecido y regresan a la ría con las primeras luces del alba.
Pero su estancia matinal suele durar poco y en bandos de 50-200 individuos
van levantando el vuelo y sobrevolando Ribadeo, Castropol y Figueras
desaparecen hacia el mar, quedando en las horas centrales del día sólo
grupos esporádicos repartidos por la extensa ría. La situación es parecida
en la Ría de Santa Marta de Ortigueira (La Coruña), la más patera de las
Rías Altas gallegas. Alli, sin embargo, sucede que la gran masa de anátidas
incluye numerosas otras especies, aunque con frecuencia predominan los
silbones que alcanzan cifras no superiores a los 2.000 pájaros. El recuento
se hace difícil por la enorme extensión de la ría y porque no siempre la
visibilidad es buena, aún usando una óptica de gran aumento. En las Rías
Bajas, destaca sin duda la Ría de Vigo, que reúne una población de
invernantes que con frecuencia rebasa los 5 millares de silbones. También un
buen lugar de observación es la Ría de Arosa, con bandos que en conjunto
llegan a los 3-5.000 silbones, aunque aquí se nota una gran oscilación,
recibiendo en general mayor número de patos las rías más abrigadas. Los
cálculos que se han realizado para Galicia de anátidas invernantes no
reflejan la gran riqueza que de estas aves existe en las costas de aquella
región, pero el trabajo es complejo y no siempre puede ser efectuado un
censo exhaustivo desde tierra. Las costas portuguesas
reunen un buen número de silbones y de los censos resulta lo que parece una
exigua cantidad, pues sin duda que los estuarios del Tajo, Sado y lagunas
del Aveiro pueden albergar muchos millares. En las Marismas del
Guadalquivir en 1967 se estimó una población de invernantes de 67.000 aves,
lo que supone casi el 50 de todas las anátidas que invernan allí, excluyendo
ánsares y flamencos (Bernis y Valverde, 1972). Desde entonces han sido
numerosos los censos realizados en España y las cifras obtenidas resultaron
dispares y con frecuencia más bajas de lo previsto. El censo aéreo realizado
sobre las Marismas del Guadalquivir y otras lagunas andaluzas arrojó un
total de 12.180 aves para las Marismas y 3.840 para la Laguna de Medina.
Aquellas fueron sobrevoladas en avioneta y ésta rodeada a pie. Walmsley y
García repitieron en enero de 1974 sus vuelos sobre las Marismas y lagunas
obteniendo sólo una cifra de 23.395 silbones. El método no se reveló como
muy eficaz y posiblemente gran número de patos pasaron desapercibidos
ocultos entre la vegetación. Los censos realizados en años recientes en el
Delta del Ebro dieron cifras que rondaban los 7.000 silbones para el
invierno de 1973-74 (Muntaner et al., 1974). La Laguna de Gallocanta acoge
una población que ronda el millar de silbones todos los inviernos, aunque
esta laguna se hiela en gran parte. En el Pantano del Ebro
(Burgos-Santander) los invernantes oscilan entre 2.000 y 5.000, muchos de
ellos seguramente que vuelan entre este embalse y la Ría de Treto (Santoña)
donde se han visto siempre masas de 3.000 silbones. La movilidad de los
bandos es grande en general y resulta difícil estimar la población total de
invernantes en las costas españolas. Solamente en la Bahía de Cádiz en el
invierno de 1967-68 se contaron 14.000. Pero, ¿qué parte de ellos estaban
involucrados en vuelos hacia las Marismas o procedentes de ellas? En el este
y sudeste de España hay una estimable población invernante en la Albufera y
sus vedados, no inferior a los 5.000 silbones. En las salinas y pantanos de
Alicante y Murcia parecen más escasos. Talavera y Mac Ivor (1975, in litt.)
contaron en las salinas de Sta. Fe 250 y 144 en las de Sta. Pola en enero de
1975. El censo fue realizado por la Asociación de Naturalistas del Sudeste
con gran minuciosidad, por lo que me sorprende tan bajo número de silbones.
En Baleares los invernantes observados no pasaron de 500 en enero de 1972. A
la vista de estas cifras y otras no consignadas por no hacer engorrosa en
exceso esta enumeración, puede estimarse que la población de silbones
invernante en las costas y embalses, lagunas y zonas húmedas del interior,
rías y marismas de toda la Península Ibérica, supera bien las 100.000 aves,
lo que sería una de las mayores poblaciones europeas. El Silbón Europeo ha sido
anillado con profusión por toda Europa y las recuperaciones han sido
numerosas, mostrando cuan enormes son las distancias que este pato recorre.
Así, uno anillado como pollo en el norte de Islandia fue capturado en la ría
de Huelva a los 3 meses, después de recorrer una distancia de 3.300 km. En
el Algarve portugués se recuperó una anilla portada por un silbón que se
había marcado sólo un mes antes en Holanda. También hay otros anillados en
Holanda y cogidos en España. Pero más notables son las recuperaciones
siguientes: anillado en el Kazakstan ruso en octubre y que en dos meses
llegó a Jaén, después de recorrer los 5.600 km. que nos separan de aquel
lejano Estado; otros silbones que portaban anillas colocadas en la
desembocadura del río Volga, fueron capturados en el Algarve portugués y en
Valencia; notable recuperación también uno capturado en el Sahara occidental
con anilla de Finlandia. Se ve que los silbones
que invernan en la Península Ibérica proceden de lugares dispares y no
existe una tendencia clara en las migraciones hacia un determinado país,
sino más bien hacia la Europa occidental, donde las Islas Británicas,
Francia y la Península Ibérica concentran la mayor parte de los invernantes. |