Piquituerto Común Loxia curvirostra
esulta inconfundible el Piquituerto Común Loxia
curvirostra. Los machos tienen coloración en la cabeza y la espalda
rojo ladrillo en diferentes tonos e incluso a veces imperceptible. El
obispillo
tiene color más intenso y sus partes inferiores son más
pálidas también con tinte rojizo. Las alas y la cola son de color pardo
oscuro. Fuera de la época de la reproducción todo el plumaje presenta un
aspecto más apagado. Los machos jóvenes tienen color anaranjado con
tonos amarillos y el obispillo puede ser casi uniformemente amarillo.
Entre adultos y jóvenes existe una complicada gradación en la coloración
del plumaje. Las hembras son verdosas en las partes superiores,
mostrando, sin embargo, tonos amarillentos y moteado pardo. El pecho es
amarillento listado de pardo y el vientre blanco grisáceo. Los jóvenes
en primer año tienen el plumaje gris verdoso y son muy listados debajo,
sobre todo en el pecho que también es amarillento. Las hembras en esta
edad se parecen a los machos pero son más pardas, menos verdosas y no
tienen plumas amarillentas en la garganta y el pecho como aquéllos. Tanta variedad se
advierte en los plumajes de los piquituertos que resulta difícil a veces
distinguir incluso los sexos a no ser a corta distancia. Lo que sin duda
constituye su característica fundamental es el fuerte y curvado pico cuyas
mandíbulas se entrecruzan de forma que esta poderosa pinza sirve
perfectamente para abrir las piñas de las coníferas y extraer las semillas
que constituyen el principal alimento de esta especie. La población Ibérica de
piquituertos ha sido clasificada en la subespecie tipo Loxia curvirostra
curvirostra, pero en las Islas Baleares Vaurie (Homeyer, 1862) admite la
raza baleárica en la que tanto los machos como las hembras son más
pálidos, más grises que la subespecie tipo. La hembra es gris sin trazas de
color oliváceo en la cabeza y la espalda; el pico es más corto y más grueso
y la medida alar inferior: 91-98 mm. (94,5 de promedio) en 10 machos de
balearica frente a 98-100 mm. (99 de promedio) de otros 10 de la
subespecie curvirostra. Cuando se observa un
pinar pronto pueden ser descubiertos los piquituertos por su gran cabeza y
cola ahorquillada profundamente. Pero sobre todo por la forma como se
conducen a la hora de comer los piñones y semillas de suerte que recuerdan
actitudes de los loros. Su vuelo es rápido y ondulado y resulta
inconfundible porque lo acompañan emitiendo un sonido característico muy
recio ¡¡chip-chip !! Rara vez se posan en el suelo a no ser para beber y
vuelan muy altos sobre los árboles. Cuando descubren una zona del bosque con
abundante alimento son fáciles de observar por lo atareados que parecen
comiendo y pasando de una rama a otra ayudándose incluso con su fuerte pico.
Continuamente adoptan posturas acrobáticas en su intento de dejar limpias de
semillas las piñas. Normalmente muy gregario,
forma bandos numerosos, pero más corrientemente partidas de 10-20 pájaros, a
no ser en irrupciones durante las cuales se puede ver por todas partes. Su
preferencia por coníferas es tan grande que resulta realmente raro
observarlos en biotopos diferentes. Las puntas cruzadas de las mandíbulas
son una perfecta adaptación de esta especie para abrir las piñas. La
mandíbula inferior puede estar cruzada hacia la derecha o la izquierda de la
mandíbula superior. A la vez los pies son muy fuertes y grandes, sujetando
con ellos las piñas mientras con el pico tratan de abrirlas. Una vez
liberada la semilla del interior la recoge con la lengua que es más larga
que la de los demás fringilidos y tiene en su extremo una parte
cartilaginosa. Fácilmente se comprende que la forma especial del pico
incapacita bastante a estos pájaros para obtener otra clase de alimentos,
incluso les es difícil poder recoger semillas del suelo o de otras plantas.
No obstante, en épocas de escasez de piñas de los abetos, y. pinos, agujerea
frutas como las manzanas para extraer sus semillas. También puede comer,
aunque, con dificultad, frutos de la hiedra Hedera, Espino
Crataegus, Serbal Sorbus e incluso brotes tiernos de los árboles
y algunos insectos, gusanos y sobre todo escarabajos. El Piquituerto Común
canta agradablemente, pero en tono bajo y su gorjeo ha sido comparado por
Tucker con la del Verderón Común Carduelis chloris. Realmente existen
variaciones, pero un ¡¡chip-chip-chip-chi-chi-chi!! puede ser escuchado muy
bien cuando el pájaro se posa en la rama alta de un árbol. Canta incluso en
presencia de los observadores y si se pueden éstos acercar, incluso se le
oye ocasionalmente emitir un agradable gorjeo que intercala con trinos
agudos. Su voz tiene fuerza y se puede escuchar a buena distancia. Cuando un
intruso se aproxima al nido los machos se excitan mucho y entonces lanzan
una sucesión de rápidos ¡¡chiuk-chiukchiuk...!! que suenan diferentes de los
que emiten las hembras, más agudos ¡¡chik-chikchik...!! En la práctica no se
puede determinar bien cuando macho y hembra se emparejan desde que sabemos
que estos pájaros pueden criar en pleno invierno. El macho ceba a la hembra
incluso cuando forman parte de bandos numerosos y esto sugiere que las
parejas se mantienen unidas durante todo el año. La hembra construye el nido
ella sola, rara vez ayudándola el macho, pero sí está presente en una rama
próxima. No son raros los nidos ya terminados o en plena construcción en el
mes de febrero. Antes son excepcionales, pero hay observaciones
correspondientes a octubre, diciembre y enero. Marzo es el mes escogido por
la mayoría de los piquituertos para efectuar la puesta en un nido hecho con
ramitas de coníferas, hierba seca, lana y esta fuerte estructura está
forrada por dentro con hierba fina, pelo, lana, alguna pluma y de acuerdo
con Walpole-Bond (1938) puede haber hasta trozos de papel. La puesta
consiste normalmente en 3 o 4 huevos, a veces 2 e incluso hay puestas de 5
de color verde muy pálido, grisáceo, amarillento y casi siempre marcados en
el extremo más ancho con puntos o pecas marrones, violáceas o rojizas,
muchas veces muy difuminadas. Jourdain para 100 huevos de origen británico
obtuvo un promedio de medidas de 22,12 x 16,11 mm. con un máximo de 25,1 x
17,1 mm. y un mínimo de 19,5 x 15,7 mm. Hellebrekers para 100 huevos de
diversa procedencia dentro de Europa da una media de 21,7 x 15,6 mm. Solamente la hembra
incuba y lo hace durante 12-13 días (Verheyen, 12-16 días) desde la puesta
del primer huevo. Los pollos al nacer están cubiertos por un plumón gris
oscuro y el interior de la boca es en parte rosa violáceo y también
parcialmente amarillo; no hay puntos oscuros en la lengua. Los pollos son
alimentados por ambos adultos que regurgitan la comida en forma de una pasta
viscosa que han acumulado en su buche. Pájaro tan variable en todo no podía
ser menos a la hora de criar y la salida de los jóvenes piquituertos del
nido se produce en períodos dispares como 16 ó 25 días y aún en este último
son prácticamente incapaces de volar. Sus picos no están cruzados y son
rectos, pero después de varias semanas más van tomando la forma tradicional.
A los 38 días de edad comienzan a comer solos, pero no son independientes
hasta tener por lo menos 45 días. Algunos jóvenes han sido observados
criando en plumaje juvenil y otros incluso en plena muda. El Piquituerto Común se
reproduce en Escandinavia y norte de Rusia y más al Sur lo hace localmente y
resulta ser muy irregular en las Islas Británicas, Iberia, Córcega, Italia,
Centroeuropa, Países Bálticos, los Balcanes, etc. En muchos lugares al sur
de su normal hábitat se reproduce esporádicamente a continuación de una
invasión o irrupción. Estos movimientos son otra característica típica de
esta especie de conducta tan errática y cambiante y cuyas poblaciones pueden
ser densas un año para al siguiente haber desaparecido completamente. En
años excepcionales los piquituertos abandonan los lugares de cría habituales
y alcanzan nuevas áreas pobladas de coníferas, comiendo sus semillas, las
más de las veces diferentes de las habituales de los abetos Picea spp.
Estas invasiones alcanzan a todos los países europeos y pueden iniciarse,
bien en los norteños de Escandinavia, en zonas orientales rusas y bálticas o
en varias de ellas a la vez. Allí se nota un incremento en el número de
estos pájaros y una inquietud que infaliblemente es preludio de una
invasión. Entre 1800 y 1965, por lo menos 67 veces han invadido países
europeos situados más al Sur. Algunas lo fueron en años consecutivos, pero
en otras medió un intervalo de 11 años. Los que llegan en el verano se
extienden por todos lados buscando semillas de coníferas. Muchos perecen en
gran parte debido a su mansedumbre que llama mucho la atención en países
donde su presencia no es habitual. Otros permanecen aquí para criar a la
siguiente primavera y algunos retornan a sus países de origen. En
Escandinavia y Rusia las semillas de los abetos se forman a finales de junio
en el interior de las piñas, permaneciendo todo el año, incluido el
invierno, hasta que en abril o mayo cuando las piñas se abren, las semillas
caen al suelo. Como sucede con la mayoría de las especies arbóreas, existe
una considerable variación en las cosechas de fruto de unos años a otros.
Svárdson, (1957) considera que la escasez de alimento puede ser determinante
principal de las invasiones en países más al Sur de su hábitat normal. Por
el contrario Lack (1954) las atribuye a un exceso de población de
piquituertos. No se ha podido probar que una deficiente cosecha de piñas de
abeto obligue a los pájaros a desplazarse masivamente. Sucede con frecuencia
que hay otros bosques no lejanos donde el alimento no falta, incluso otras
semillas de diferentes árboles y plantas son asequibles y lo que es más
importante, la marcha de los pájaros se inicia muchas veces poco después del
mes de junio cuando todavía existe la posibilidad de alimentarse bien. La
superpoblación se advierte siempre, pero no está claro que obedezca a una
eficaz reproducción, sino que pudiera ser ocasionada por la concentración en
un punto o zona de poblaciones de piquituertos que proceden de hábitats
pobres en semillas de coníferas. Las invasiones pueden comenzar en cualquier
mes entre abril y diciembre y de hecho sucede que algunos años de
invasiones, la cosecha de piñas de abetos en el norte es buena y otros en
que aquéllas no se producen, los abetos han dado escaso fruto y no se
observa que los piquituertos efectúen desplazamientos fuera de lo normal
para tratar de suplir la falta de semillas. En la Península Ibérica se han notado bien las invasiones producidas en los años 1953 (desde junio), 1956 (desde agosto), 1959 (desde julio), 1962 (desde julio), 1963 (desde agosto), 1971 (desde octubre). De las anteriores que se produjeron dentro de este siglo no hay datos seguros, pero existen algunos imprecisos y esporádicos que hacen pensar en por lo menos 12 invasiones más en la Península Ibérica. De la que más datos existen es de la producida en 1959 (Bernis, 1960). Observaciones de Pontevedra (agosto de 1959 sobre Cupressus cerca de la playa de Panjón), Aragón, Cataluña (unos 2.000 pájaros en Vallvidrera, Barcelona en Julio y 100 cerca de Vich), Castilla, Madrid en mayo, Andalucía (Cádiz, Huelva, Granada), Levante (Valencia en octubre y Alicante: en agosto y septiembre) y Guipúzcoa (Zumaya en septiembre). Algunos permanecieron todo el invierno y en más de un caso una pequeña población quedó para criar y en los últimos días de febrero había ya algún nido. Hubo también capturas de anillados: así, en Zalla (Vizcaya) se cogió uno joven del año que había sido anillado en Suiza en mayo anterior; en Mataró (Barcelona) en noviembre se capturó uno anillado en Cracovia (Polonia) en junio del mismo año; también en San Ildefonso (Segovia) se cogió vivo uno que había sido anillado en mayo anterior en Baviera (Alemania); otro más en Suiza, anillado allí como joven del año en mayo, fue cogido en Illora (Granada) en septiembre siguiente; también un Piquituerto alemán fue capturado vivo en Bocairente (Valencia) en noviembre con anilla colocada en Oberbayern en diciembre del año anterior. La invasión de 1933 fue
también extraordinariamente notoria en todos lados. Todos frecuentaban
coníferas de adorno, sobre todo Cupressus spp. que estaban cargados
de fruto. Las observaciones llegaron hasta Badajoz (Cruz Valero), Navarra,
Zaragoza, Madrid, Guadalajara (aquí en enero de 1964 se capturó un ejemplar
anillado en Suecia), Barcelona, etc. En julio de 1972, el Grupo Ornitológico
del Sudeste anilla 94 ejemplares en cierto lugar de la provincia de Murcia.
Aproximadamente el 75 por ciento de los anillados eran jóvenes del año, casi
seguramente indígenas lo que presupone una nidificación copiosa en la zona.
Una hembra anillada es controlada en el mismo lugar a los 3 meses y medio.
La posibilidad de que algunos de los pájaros presentes pertenecieran a la
invasión que llegó al Sudoeste europeo en 1971 no puede ser descartada. Las
medidas alares obtenidas por los ornitólogos levantinos dieron para 3
adultos (un macho y dos hembras) un promedio de 93 mm. (90-95) y para 6
jóvenes (uno inmaduro) una media de 92 mm. (9094). |