Paloma Torcaz Columba palumbus La Paloma Torcaz Columba palumbus es la mayor y más corpulenta de las palomas europeas. La redonda cabeza tiene color gris azulado y en general el plumaje visto de lejos parece completamente gris pizarroso. El cuello es en la base de color rojo vinoso y sobre él destaca mucho a cada lado una mancha blanca y de cerca el brillo o lustre violeta y verde. El dorso de las alas es parduzco y las plumas cobertoras alares son grises con bordes blancos, formando una banda blanca muy conspicua a través de las alas que se nota cuando son desplegadas. Las partes inferiores son rojo vinoso en el pecho y gris pálido en los flancos y el vientre. La cola es negruzca, termina en ancha franja negra y el obispillo gris pizarra. El pico es rosa en la base, amarillo hacia el extremo y éste de color hueso; las patas y los pies son rojo coral con un ligero tinte malva que se aprecia bien; el iris es amarillento o pajizo. La diferencia en los sexos es acusada, no en el plumaje sino en el tamaño; la hembra es bastante más pequeña que el macho. Las palomas inmaduras
tienen un plumaje de color notablemente más apagado que el de los adultos,
faltándoles las manchas blancas a los lados del cuello; las plumas de la
cabeza están manchadas en el extremo de pardo rojizo y faltan los colores
lustrosos y metálicos en los laterales del cuello. No hay que extenderse
mucho en describir conducta y actitudes de la Paloma Torcaz por ser todas
bien conocidas, aunque hay que decir que si es muy abundante por todas
partes en el otoño e invierno, no lo es tanto como reproductora, hallándose
dispersa por bosques y grandes matorrales, sobre todo en laderas Norte de la
Cordillera Cantábrica. La descripción somera del plumaje no da una idea
clara de lo que es esta paloma que durante la cría llama poderosamente la
atención
por el tono fuertemente azulado de su cabeza y el destacado rojo vinoso del
pecho. No es muy dada a volar al descubierto en los meses primaverales y lo
hace disimulada por entre los árboles. Su vuelo es fuerte, directo y rápido
con batido de alas breve pero regular, planeando a intervalos y llevando el
pecho muy sobresaliente, en especial segundos antes de aterrizar. Camina por
el suelo con facilidad y donaire, moviendo la cabeza y el cuello hacia
adelante y atrás. Al levantar el vuelo si es asustada resulta muy ruidosa
batiendo las alas con fuerza y produciendo un sonido al sacudir las alas
hacia abajo que Coward comparó al restallido de un látigo y no a que los
extremos de las alas chocasen unos contra otros por encima de la espalda.
Normalmente come en el suelo, pero también en la primavera picotea las ramas
y las hojas de los árboles. Tucker (1940) recoge las observaciones de muchos
ornitólogos que atestiguan con cuanta facilidad la Torcaz se posa en el
agua, algunas veces, pero no siempre, para beber, flotando boyantemente y
levantándose de ella batiendo las alas con suavidad y ligereza. Como sucede
con otras palomas bebe sorbiendo con fuerza el agua, no tomando una cantidad
y elevando la cabeza como hacen casi todos los pájaros. La
Paloma Torcaz es pájaro que durante la reproducción vive en parejas, a veces
muy aisladas unas de otras, pero no infrecuentemente formando núcleos
numerosos. En los bosques de hayas de la Cordillera Cantábrica puede haber
en una extensión de 10 Ha. dos parejas como máximo. A partir de julio los
pequeños grupos de torcaces son corrientes en los bosques ibéricos,
presumiblemente jóvenes de diferentes parejas que más tarde se unirán con
las palomas adultas, una vez que éstas hayan terminado la segunda cría.
Desde septiembre hasta marzo del siguiente año las bandadas de torcaces
están formadas por centenares y a menudo millares de aves. Antes, en el
verano se pueden observar buenos bandos, pero es más corriente ver parejas,
grupos familiares e incluso palomas solitarias. Se posa casi siempre en
árboles para descansar y esconderse; también en postes, arbustos, edificios,
ruinas, roquedos de montaña, acantilados, etc. De ser
un pájaro tímido y huidizo en sus bosques ha pasado a acostumbrarse a la
presencia del hombre en el campo y en las ciudades y como parece que se está
extendiendo y su densidad va en aumento, no vive ahora confinada solamente a
bosques apartados, matorrales y arboledas de ríos, sino que invade tierras
de cultivos, extrarradios de ciudades y pueblos y sobre todo parques y
jardines públicos donde puede resultar extremadamente mansa. Es un ave muy
sensible a la persecución y los cazadores saben cuan resabiadas se vuelven
las torcaces después de un invierno de continua persecución y, por el
contrario, lo mansas que son en lugares donde no se las molesta. La
típica voz de la Torcaz podría expresarse como un repetido hasta tres veces
y con una doble cadencia ¡¡ku-kuu-ku, ku-ku!! normalmente de cinco notas,
pero variables a menudo en intensidad y fuerza lo que podría también
expresarse como ¡¡ku-kuu-kuru, kukuru!! Casi siempre la secuencia de estas
frases termina con una nota abrupta ¡¡ku!! Para emitir su voz distiende el
cuello y mantiene cerrado el pico, pero este sonido repetido tiene un gran
alcance y en buenas condiciones acústicas se puede escuchar a 1.000 metros
de distancia. La Paloma Torcaz canta todo el año, y con especial énfasis y
emitiendo todas las notas a partir de la mitad de febrero hasta los últimos
días de septiembre y ocasionalmente de forma incompleta en los meses
invernales. En el verano algunas no cantan ya nada y la mayor intensidad es
adquirida en marzo y junio. El arrullo puede ser escuchado también de noche. La
Paloma Torcaz se alimenta fundamentalmente de materia vegetal y hay que
decir que es una especie que resulta altamente perjudicial para la
agricultura. En los lugares donde abunda, causa verdaderos estragos sobre
todo en las plantaciones de cereales y en cultivos de huerta. Las siembras
recién hechas pueden ser destrozadas en pocas horas por una bandada de
palomas. Collinge obtuvo del examen de 428 estómagos un 96,5 por ciento de
materia vegetal y sólo 3,5 por ciento de materia animal. Aquélla incluía
cereales 38,5 por ciento (cebada, trigo, avena y centeno), trébol 9,5 por
ciento, raíces y patatas 8,5 por ciento, alubias y guisantes 5,5 por ciento,
frutas, semillas y hojas de plantas diversas 34,5 por ciento. La materia
animal estaba constituida por lombrices de tierra, babosillas caracoles e
insectos y de ellos solamente el 62 por ciento dañinos para la
agricultura. La materia vegetal es muy variada como es de suponer y no
solamente incluye plantas cultivadas sino también una buena proporción de
semillas, frutos, bayas y hojas de árboles y arbustos (robles, hayas,
Hiedra, Espino, Avellano, Serbal, etc.). Durante la estancia invernal en
Iberia las bellotas son consumidas en cantidades ingentes sobre todo de
Encina Quercus ilex, Roble melojo Quercus lusitanica y
Alcornoque Quercus suber. A este respecto Bernis (1967) escribe:
«Bandadas de centenares de palomas se ven casi por doquier; bandos de
millares no son raros y no es difícil observar en algunos montes extremeños
o toledanos agregaciones de 100.000 o más aves. Así como el aprovechamiento
de la cosecha de bellota en beneficio del ganado porcino (montanera) se ve
mermado, por lo cual, en todas las provincias hispano lusitanas afectadas se
practica desde tiempo inmemorial la espantada perseverante de las bandadas
de palomas utilizando cohetes o escopetas y modernamente detonadores
perfeccionados». Desde
marzo, en que ya se escuchan los arrullos de las palomas, en cualquier
momento puede iniciarse la cría. Los nidos ocupan lugares variados y
dispares, desde copas de grandes árboles hasta matas a ras del suelo, pero
esto no es muy frecuente y la altura a que aquéllos están construidos no
suele rebasar mucho los 6 metros y a menudo están en la parte alta de
plantas trepadoras. No es raro que las torcaces aprovechen la estructura de
un nido de córvido, sobre todo de Arrendajo Garrulus glandarius. Algunos pueden ser edificados
sobre otros de Ardilla Sciurus vulgaris, Corneja Común Corvus
corone, Urraca Pica pica e incluso de Gavilán Común Accipiter
nisus. Esencialmente el nido es
una pequeña plataforma hecha con pequeñas ramas entrelazadas y
ocasionalmente hay en su interior raicillas y alguna materia vegetal más.
Antes de la puesta no parece un nido, tan traslúcido y plano es. Desde abajo
puede verse perfectamente si la puesta está completa. El macho aporta el
material y la hembra lo arregla. Las primeras puestas no se encuentran antes
de los últimos días de abril en lugares de baja altitud y en zonas próximas
a la costa. Más corrientemente en mayo y hay una segunda puesta en los
últimos días de junio o en julio. Algunos nidos tienen aún pollos en agosto
y septiembre y se citan nidos en todos los meses del año, pero esta
situación debe obedecer a condiciones meteorológicas excepcionales y por lo
menos en el norte de Iberia los nidos están ya desocupados a partir de los
primeros días de septiembre. La puesta normal es de 2 huevos, uno solo en
ocasiones y se señalan como excepción hasta 3. Su color es blanco, la forma
bastante esférica y parecidos a los de los búhos. Jourdain para 100 huevos
obtuvo un promedio de 41,1 x 29,8 mm. con un máximo de 47,8 x 33 mm. y un
mínimo de 36,6 x 28 mm. En Bélgica Verheyen da un promedio sensiblemente
inferior obtenido en 66 huevos: 40,3 x 29,6 mm., muy parecido al hallado en
Alemania por Niethamer para 36 huevos. Ambos sexos incuban desde la puesta
del primer huevo, haciéndolo el macho casi siempre por el día y la hembra
por la noche durante 17 días. No es necesario describir aquí sobre el
cortejo nupcial que las torcaces, al igual que otras palomas, desarrollan
casi continuamente en estos días que preceden a la nidificación, puesto que
la representación con oscilaciones de la cabeza, subidas y bajadas del
cuello hasta tocar con el hinchado pecho el suelo y cola bien desplegada y
vertical, es una observación que puede hacerse incluso cuando las palomas
aún no están emparejadas y forman densos bandos. Pero si esto es fácil de
ver, no lo son tanto los vuelos que los machos efectúan sobre el nido o el
lugar donde la hembra se ha posado. Después de elevarse a considerable
altura descienden planeando con las alas en uve, haciéndolo de tal manera
que cuesta trabajo reconocer una Paloma Torcaz, tan ondulado y diferente es
su vuelo del que habitualmente nos tiene acostumbrados. Los pollos al nacer
están cubiertos parcialmente de un plumón que más parecen pelos de color
amarillento pajizo, mostrando la piel en la mayor parte del cuerpo un tono
azulado. Pronto, sin embargo, este plumón es «empujado hacia afuera» por las
plumas en los extremos de las cuales queda adherido. El interior de la boca
es rosado. Los adultos alimentan a los pichones con una sustancia llamada
«leche de pichón» de consistencia de queso líquido o fundido formada por la
segregación continua de las células del epitelio interior del buche, cuyas
paredes adquieren un considerable espesor durante la incubación, época en
que las células tienen un alto contenido de grasa. Los pichones introducen
continuamente sus picos en la garganta de los adultos y pronto crecen, pero
no son capaces de volar antes de los 20 días como muy pronto. Normalmente lo
hacen más tarde, al cumplir el mes. Después de terminar la cría el nido
queda hecho una verdadera calamidad con tantos excrementos acumulados y es
difícil que esta «masa de cemento blanquecino» como la calificó Walpole-Bond
(1938) pueda soportar una nueva puesta tal como asegura algún ornitólogo
(Ryves), pero Bannerman advierte que es aventurado afirmar con tanto énfasis
un hecho así en el mundo de los pájaros. Tres puestas al año parecen
normales en Europa y así lo afirman Walpole-Bond, Bannerman, Jourdain,
Verheyen, etc., pero en Iberia con seguridad solamente dos, por lo menos en
los bosques y roquedos de la Cordillera Cantábrica. También en Europa se
citan casos de cuatro puestas en la misma temporada. La Paloma Torcaz vive en
toda Europa excepto en Islandia y norte de Escandinavia, incluida la Laponia
finlandesa. Poblaciones fundamentalmente migradoras son las que viven en
Noruega, Suecia, Países Bálticos y el norte de Rusia. En parte sedentarias
son las de Alemania, Dinamarca, Holanda y Bélgica, Hungría, Austria y
Checoeslovaquia. En las Islas Británicas una pequeña parte de su población,
normalmente las jóvenes, realizan desplazamientos fuera de las Islas y
alcanzan por lo menos hasta Francia donde ha habido ya recuperaciones de
anilladas. Murton (1965) ha estudiado en detalle los movimientos interiores
de las torcaces británicas. Estima que vive allí una población no inferior
al final del verano a los 5 millones de palomas de esta especie y
posiblemente 2-3 millones son abatidas por los cazadores anualmente. Esto
supondría, siempre según Murton, una cifra de 8 millones de torcaces como
población postnupcial. Desde que este autor británico realizó sus trabajos
la población de torcaces en aquellas islas ha sufrido algunas variaciones.
Snow (1971) la calificó como especie abundante, criando en todos los
condados aunque sólo localmente en el noroeste de Escocia y en las Islas
Hébridas y Shetland. La población europea de
torcaces migradoras atraviesa el Continente en franca dirección hacia el
Sur-sudoeste. De este modo Francia, la última etapa antes de llegar a
Iberia, es cruzada diagonalmente y recibe una extraordinaria concentración
en la esquina Sudoeste. Bernis (1967) compara este esquema migratorio con el
de la Grulla Común Grus grus, destacando ciertas analogías en lo
referente a cuarteles de invierno ibéricos y camino a recorrer desde el
norte de Europa. La entrada y salida de la gran mayoría de torcaces que
invernan en Iberia se produce por el extremo occidental de los Pirineos.
Allí están las famosas «palomeras» donde desde siempre son capturadas
millares de «usuas» y «solomas» (torcaces y zuritas) con redes normalmente
verticales que se colocan en los collados por donde pasan. En territorio
español las más famosas son las de Echalar y Valcarlos en Navarra, aunque
hay otras diseminadas más al interior que ofrecen buenas cualidades. La
«pasa» es más acusada en Francia donde las «palomeras» son abordadas por las
torcaces desde el Este y atraviesan los puertos a baja altura, sobre todo
con vientos del Sur favorables para los «rederos». Cuando esto no sucede,
cosa frecuente, los bandos de palomas son obligados a descender mediante el
lanzado al aire de «polotia», paletas de madera, y sacudiendo enérgicamente
la «chaterra», la bandera. Aquéllas quieren sustituir a los ataques de
halcones y azores que muchas veces viajan con los bandos de palomas. Estas,
asustadas, ejecutan un rapidísimo descenso y si son manejadas hábilmente
pueden caer en las redes muchas de ellas. Aunque ha disminuido el paso de
palomas, no se sabe si porque son ahora menos abundantes, cosa que no parece
ser así en muchos países europeos, o porque el clima más dulce de zonas
extensas del Continente no produce una tan acusada migración otoñal, el
espectáculo que se puede presenciar en Francia (palomeras de Gatagorena,
Osquich, Naphale, Sare, Lantabat, Lane, etc.) y en Navarra (Echalar,
Valcarlos, Baraibar, Acedo, etc.) es impresionante, porque a los gritos de
los rederos hay que unir los de las escopetas de los cazadores apostados en
puestos situados a los lados de las redes y que en subasta anual alcanzan
precios muy altos. Puede estimarse que las torcaces y zuritas que se
capturan en Echalar anualmente no rebasan mucho la cifra de 5.000 aves, una
tercera parte aproximadamente de las que se cogían hace 20 anos. En Apota
(Guipúzcoa) se instalaron hace años una red abatible por el mismo sistema
con el objeto de capturar pequeños y grandes migrantes para anillarlos. Los
entusiastas ornitólogos de la Sociedad de Ciencias Naturales Aranzadi
trabajaron allí intensamente, pero igual que sucede en Navarra su situación
se complicaba con la aparición de escopeteros, que no cazadores, que
disparaban a toda clase de pequeños pájaros que sobrevolaban. El anillamiento masivo de
torcaces en todos los países europeos ha producido una buena cota de
recuperaciones en función de la intensa caza a que estas aves son sometidas.
Como las palomeras también son aprovechadas por los anilladores franceses,
muchas palomas de este origen son capturadas en España en zonas próximas a
la frontera. Las provincias vascas y la Rioja copan la mayoría. A partir de
octubre y hasta marzo se realizan capturas de palomas anilladas en Europa en
muchas zonas de la Península Ibérica. La procedencia viene desde Alemania
hasta Guipúzcoa y Navarra; de Dinamarca a Guipúzcoa; de Noruega hasta las
palomeras francesas; de Suecia, Finlandia, Países Bálticos (Estonia,
Letonia) y Suiza, en el norte y sudoeste de España y Portugal. El paso de
grandes bandadas de torcaces se aprecia bien a través de Logroño, Soria,
Burgos, Valladolid, Zamora, Salamanca, Avila, Madrid, Toledo y es bien
conocida el paso sobre la Sierra de Gredos. También en el norte de Portugal
y en el Alto y Baixo Alemtejo se acusa la llegada de buen número de
torcaces. Todas ellas terminan concentrándose en los campos extremeños, de
Andalucía occidental y en las dehesas y encinares de las cuencas del Tajo y
del Guadiana. Su caza se ha hecho difícil porque tan acosadas en su paso a
través del Pirineo son ahora muy recelosas y vuelan a buena altura de uno a
otro posadero. La migración primaveral
que las torcaces emprenden en febrero y marzo y de forma ocasional si el
tiempo es bueno y cálido en los últimos días de enero, transcurre más hacia
el Este y se acusa muy poco en general. Por Guipúzcoa pasan a gran altura
salvo que el viento Sur las obligue a volar bajo. Con tiempo despejado y
atmósfera limpia los bandos sobrevuelan Zumaya y las campas de Azquizu ya
cerca de Guetaria, siguiendo hacia Las Landas francesas. En conjunto, sin
embargo, este paso transcurre más hacia el Este y en el norte de Portugal
Zamora y Salamanca es menos acusado que la llegada otoñal. La población nativa de
Iberia parece ser sedentaria o sujeta a pequeños movimientos que alcanzan un
corto radio como lo prueban las escasas recuperaciones obtenidas,
correspondientes también a un exiguo anillamiento. Hasta 1972 solamente 163
y de ellas destaco una anillada como pollo en el nido en Alcalá de Henares
en junio de 1967 que fue capturada cuatro años después a sólo 6 km al Norte
y otra, también anillada como pollo en El Espinar (Segovia), recuperada en
la provincia de Avila (San Bartolomé de Pinares) a 14 km. al Sur. |