Tyto alba No hay duda que la Lechuza
Común Tyto alba es uno de los más espectaculares
y a la vez extraños pájaros de la avifauna europea al que no se puede
regatear una gran belleza de plumaje, pero cuyas costumbres crepusculares y
silencioso vuelo han rodeado siempre de cierto misterio. Existen varias razas de
lechuzas comunes, de las que dos pueden ser observadas en la Península
Ibérica. Una, alba, que se reproduce aquí, y otra, guttata, que llega en invierno
procedente del Norte. La subespecie típica Tyto alba alba es bien conocida y no
necesita mucha descripción. Su espalda y el dorso de las alas tienen color
pardo dorado manchadas de gris con puntos en forma de lágrimas, distribuidos
profusamente. La cabeza, muy grande y desproporcionada para el tamaño del
cuerpo, tiene color amarillo dorado con un tinte gris en la parte superior y
está moteada con puntos menudos oscuros. El disco facial en forma de corazón
está enmarcado en los bordes inferiores por una línea de plumas cortas pardo
doradas como las del dorso. Los grandes ojos negros situados en un mismo
plano, tinen una mancha ocrácea rodeándolos, que es más extensa y oscura en
el lagrimal. Las partes inferiores, garganta, pecho y vientre son blanco
puro, aunque son frecuentes las variaciones individuales en el sentido de
que aquéllas están teñidas de pardo dorado o son totalmente blancas. La gran
mayoría de los machos son blancos por debajo con sólo unos imperceptibles
puntos oscuros. Sin embargo, las hembras, también en general con partes
inferiores blancas, tienen éstas más a menudo que los machos teñidas de
pardo y están usualmente más marcadas con abundantes y mayores puntos. Las
patas están parcialmente emplumadas y tienen los dedos cubiertos con cerdas
blanquecinas que con frecuencia no conservan este color y dan la impresión
de suciedad Cuando se la ve en vuelo
su apariencia es de un pájaro totalmente blanco con las alas anchas y
redondeadas, aunque éstas tienen ligeras rayas oscuras onduladas. El pico es
blanco, fuerte y curvado y casi siempre está oculto entre el plumón del
disco facial. La raza del norte de
Europa Tyto alba guttata, tiene una
apariencia general más oscura, con más zonas grises sobre las alas y
espalda, el disco facial es casi siempre amarillo parduzco u ocráceo y el pecho y vientre
son pardo amarillento con puntos gruesos y abundantes. En los países europeos
donde estas dos subespecies se sobreponen, crían entre si y el resultado
produce una gran variedad de plumajes intermedios entre la típica raza
blanca alba y la más oscura guttata. Sin embargo, las
variaciones individuales aun dentro de lechuzas que se reproducen en plena
zona de alba son también notables. En el norte de Iberia no sólo los
machos tienen el pecho pardo y moteado, sino muchas hembras, y existen
también algunas lechuzas con la cara oscura, lo que no las hace muy
diferentes de las que se ven aquí en el invierno y que se clasifican como
pertenecientes a guttata. La Lechuza Común, que
está muy extendida por todas las regiones de la Península Ibérica, ocupa muy
variados biotopos. Sobre todo en zonas habitadas por el hombre, pueblos y
ciudades, donde vive en desvanes, viejos edificios, torres de castillos e
iglesias y en el entramado de los tejados de grandes almacenes, a condición
de que exista una suficiente penumbra. En las aldeas y casas de campo
aisladas, pajares y en cualquier construcción donde ella observe
persistentemente abierta una ventana o agujero; además, en pequeños bosques
con árboles viejos o secos y roquedos de montaña con cuevas, grietas o
entrantes profundos. Es ave de campiña que caza sus presas, en general,
volando en campo abierto y más a menudo siguiendo el lindero de los bosques
y setos o matorrales altos. Normalmente se la ve en el crepúsculo y es muy
oída de noche. También puede ser sorprendida en plena luz del día, aunque a
menudo y si hay sol, permanece posada en la rama de un árbol frondoso con
los ojos cerrados o semicerrados y como somnolienta. En ocasiones permite
que el observador se acerque a corta distancia, sobre todo en el invierno,
en que abundan las «lechuzas tontas» que con bastante frecuencia se dejan
coger. Casas y construcciones e incluso árboles aislados en el centro de un
extenso campo o tierra cultivada, son lugares favoritos como posadero
nocturno. También en cuevas de acantilados de montaña y en grietas donde las
lechuzas se cobijan o posan, las egagropilas se amontonan, y las que están
en contacto con los agentes atmosféricos, sobre todo la lluvia, se
desintegran cubriendo el suelo incalculable número de restos óseos de
micromamíferos y otros pequeños animales. La Lechuza Común posee un
repertorio de sonidos tan variados que no es posible expresarlos en letras.
Los silbidos, siseos y la mezcla de notas ásperas y agudas son tan
abundantes y matizados, que se requiere un gran sentido de la captación y
creo que se resisten a cualquier descripción. Además siempre que en zonas
donde el Cárabo Strix aluco es abundante, imita muy bien algunas de
sus voces, tanto que, para un oído no experimentado, puede ocasionar
confusión. En las primeras horas de la noche produce continuos chasquidos
con el pico, sonidos que suele emitir cuando está excitada y a menudo más
específicamente usa estos chasquidos acompañados de silbidos o siseos para
intimidar a algún intruso. Ha habido siempre entre los ornitólogos
considerable controversia sobre si este sonido era en realidad producido por
el pico, la lengua o simplemente se trataba de una emisión vocal más. Bunn
(1974) ha realizado un estudio sin precedentes sobre las voces de la Lechuza
Común, y sobre este chasquido dice que está precedido por una proyección
hacia afuera de la lengua y que se oye cuando ésta se recoge y el pico se
cierra. Las observaciones sobre las jóvenes lechuzas en el nido, que son más
fáciles de vigilar de cerca y que también producen este chasquido, sugieren
que el pico es demasiado débil para que al cerrarse produzca este sonido.
Extrañamente la lengua es proyectada fuera usualmente de forma alternada,
primero por un lado del pico y después por el otro. Pero, la voz más común
de la lechuza es un prolongado y agudo grito seguido de ronquidos y gruñidos
emitidos en tono más bajo. También en el nido, al entregar el macho a la
hembra las presas, se escuchan sonidos que no pueden ser reproducidos con
facilidad. Su conocido silbido prolongado y emitido en tono muy alto es
señal de defensa o sirve para intimidar a otras lechuzas. Curiosamente, en
zonas del campo norteño se interpreta como aviso de una próxima muerte y se
conoce más de un caso en que los vecinos de una casa asustados por el
continuo siseo de las lechuzas acabaron por matarlas a tiros. El
invierno es la mejor estación para poder observara. las lechuzas en el
campo. Cuando permanecen posadas y al aproximarnos se mantienen en actitud
erguida, pero como encogidas de hombros y con las alas ligeramente caídas,
notándoseles entonces muy bien las largas patas y todo su aspecto
desgarbado. Durante el día se esconden en ruinas, torres, agujeros de
árboles. Las presas las cogen fundamentalmente del suelo, pero también entre
los arbustos, asustando a los pájaros, cuando están dormidos en las ramas,
por un inesperado batir de alas. En general la lechuza vive solitaria o en
parejas y muy ocasionalmente pueden verse tres juntas. Tucker (1940) cita
casos raros pero bien comprobados de lechuzas que aparecían fosforescentes
en la oscuridad y que presumiblemente esto era debido a unas bacterias
luminosas depositadas en las plumas, quizás derivado todo de la madera
podrida de los agujeros de viejos árboles donde permanecían escondidas
durante el día. ¡A cuantas cábalas se podría prestar el ver a una lechuza
volar en estas condiciones luminosas sobre tierras y campos españoles! La dieta alimenticia de
la Lechuza Común es muy variada de unas localidades a otras, dependiente
siempre de la abundancia o escasez de determinadas especies de
micromamíferos y pájaros. En las diferentes regiones de la Península Ibérica
se han realizado trabajos de investigación muy completos y casi siempre con
el objeto de determinar las poblaciones de micromamíferos. Para ello se
acude a la recogida de las egagrópilas de Tyto alba y de este modo se
conoce por un lado la dieta alimenticia de la Lechuza Común y por el otro
las poblaciones de pequeños mamíferos y sus densidades. Si no
se la molesta excesivamente, la misma lechuza puede frecuentar un posadero
durante meses y aun años y siendo allí sustituida por otras generaciones; de
aquí que la cantidad de egagrópilas depositadas en el lugar puede llegar a
ser considerable. El consumo parcial de los micromamíferos y pequeños
pájaros no es una conducta regular fuera del nido. Las presas de pequeño
tamaño suelen ser tragadas enteras. Su capacidad para digerir huesos es muy
pobre y las egagrópilas contienen una buena cantidad de los esqueletos de
las presas. Deposita con regularidad durante el día una egagrópila por lo
menos. Otra la deposita en las horas de la noche. Estas son compactas,
negras y grandes, normalmente de 30-70 mm por 18-26 mm. Aunque
la captura de las presas es en general efectuada durante la noche, no es
raro ver lechuzas cazando a la luz del día, más bien al atardecer y en horas
que preceden a las del crepúsculo.
Herrera (1973), en un completo análisis realizado sobre unas 3.000
egagrópilas recogidas en diferentes puntos del Sudoeste español, obtuvo de
ellas 14.801 presas, de las que 14.168 eran vertebrados. Con este copioso
material colectado entre septiembre de 1971 y diciembre de 1972 determinó
como conclusión que más del 85% de la total biomasa consumida son roedores,
insectívoros y aves. Los batracios están presentes en la mayoría de las
localidades, aunque la biomasa aportada por ellos no es nunca de
importancia. Reptiles y quirópteros son presas sólo ocasionales cuya
importancia bioenergética es siempre despreciable. La presencia de insectos
es casi constante dondequiera, aunque la biomasa implicada es poco
importante.
Resumiendo: entre los insectívoros, las especies halladas son Musaraña Común
Crocidura russula y Musarañita Suncus etruscus y, además, un solo
ejemplar de Musgaño de Cabrera Neomys anomalus. En conjunto, los
insectívoros constituyen en la dieta de Tyto alba en el suroeste de
España, un grupo de una importancia muy secundaria, apreciablemente menor
que en el resto de España y en Europa. Entre los quirópteros la especie
encontrada con más frecuencia fue Murciélago Común Pipistrellus
pipistrellus y después el Murciélago Ratero Myotis myotis
y el Murciélago Hortelano Eptesicus serotinus. Sin embargo, la
abundancia de ellos en alguna localidad determinó el hallazgo de once
diferentes especies de quirópteros. Para Herrera su aportación en biomasa es
insignificante y no tiene importancia dentro del régimen de la Lechuza
Común. El
grupo básico en la alimentación de esta especie en el sudoeste de Iberia
está formado por los roedores. Casi siempre su número es el más importante y
por lo tanto domina en peso, obteniendo un valor medio de 82,3% para toda la
zona estudiada. Las especies que pueden considerarse habituales son: Ratón
Casero Mus musculus, Ratón de Campo Apodemus sylvaticus,
Ratas Rattus spp. y el Topillo Común Pitymys duodecimcostatus.
Menos numerosas fueron Rata de Agua Arvicola sapidus, Lirón Careto
Eliomys quercinus y Conejo Oryctolagus cuniculus. Las
aves representan apenas el 10% de la biomasa y entre ellas ocupaba lugar
preferente el Gorrión Común Passer domesticus, seguido de los
motacillidae y fringiIlidae. Otros pájaros eran Triguero Emberiza
calandra, hirundinidae y muscicapidae. Algunas lechuzas se especializan
en la captura de aves, pero sólo referente a una determinada localidad.
Hasta se han llegado a determinar porcentajes de 100% de aves (Heim y
Mayaud, 1962, en Túnez). En la Península Ibérica, Valverde menciona una
pareja de lechuzas que se había especializado en la captura de limícolos en
Doñana. También hay otros casos comprobados de especialización sobre
Estornino Negro Sturnus unicolor (F. Cruz et al. 1971). Los reptiles han sido muy
escasos, solamente 119 para el total de presas de vertebrados citados al
principio. Las especies registradas fueron Lagarto Ocelado Lacerta
lepida, Lacerta spp, y Lagartijas de Prado Psammodromus spp.
Respecto a éstos Valverde cita para la misma zona Lagartija de Arenales
Acanthodactylus erythrurus. La captura de reptiles, que parece ocasional
en el resto de la Península Ibérica, se muestra aquí constante, aunque en
pequeño número. Más frecuente parece la presencia de batracios, sobre todo
Sapo de Espuelas Pelodytes cultripes, Sapo Ceniciento Pelodytes
punctatus y la Rana Verde Rana ridibunda, el primero y esta
última los más numerosos. También Valverde (1967), cita Pelobates
cultripes como presa. Parece que la Lechuza Común rehúye la captura de
los batracios que poseen una secreción más venenosa en su piel. A propósito
de esto Herrera narra una observación de Valverde sobre una lechuza que fue
observada por él caminando por el suelo durante una superpoblación de sapos
corredores Bufo calamita y sapos de espuelas en Doñana, y que cazaba
sólo los que al tocar con una pata saltaban (Pelobates). Si no
saltaban (Bufo), no les prestaba atención. Esto puede dar una idea de
la especialización y selectividad de presas a que puede llegar la Lechuza
Común. Entre los insectos, los
grupos más a menudo hallados son los coleópteros y ortópteros. En aquellos
predominaban los scarabeidos, y entre los ortópteros los grillos. En el centro de España,
en un estudio parcial realizado por Villacañas y Morillo en Galapagar
(Madrid) en la torre de una Iglesia, determinaron como presas importantes
Musaraña Común, Topo, Topillo Común, Ratón de Campo, Ratón Casero, Lirón
Careto y passeriformes. Las proporciones halladas fueron: mamíferos 68,5% y
aves el 31,4%. Los estudios de presas en
el norte de Iberia también han sido numerosos y bien documentados. Braña
(1974) para Asturias determinó insectívoros el 50,9%, roedores el 42,1%,
insectos el 3,6%, aves el 1,9% y otras el 1,43%. Entre las musarañas
Crocidura spp. representa más del 28% del total de presas. En proporción
más baja, Sorex, que llega en un solo pudridero a alcanzar el 14,5%
de todos los Soricidae. Entre los carnívoros destaca la presencia de restos
de un solo ejemplar de Comadreja Mustela nivalis. Los lirones son
escasos como presas de las lechuzas y Lirón Gris Glis glis, muy
local. Ratón de Campo, Ratón Espiguero Micrómys minutus, Ratón
Casero, ratas de agua Arvicola spp. y sobre todo las ratillas, en
especial la Ratilla Agreste Microtus agrestis son los más abundantes
entre los roedores. Las aves suponen en el estudio de Braña sólo el 1,89%
del total de presas e incluyen pequeños passeriformes. Muy superior a otras
determinaciones es el resultado obtenido para los insectos. La proporción
del 3,6% es alta para lo que se ha venido hasta ahora encontrando en otros
pudrideros de egagrópilas en la Península. La Lechuza Común es
extraordinariamente fiel, no sólo a un territorio de cría, sino también de
invernada. Por supuesto que las lechuzas sedentarias se mantienen en la
misma zona durante todo el año. Pero sucede, además, que las que invernan en
Iberia pueden elegir en años consecutivos el mismo agujero del árbol si
sobreviven. De cualquier forma, determinados lugares están siempre ocupados
por lechuzas extranjeras, «lechuzas tontas» que llamamos aquí por lo fáciles
que son de coger. La Lechuza Común no es un
reproductor precoz y las primeras puestas suelen encontrarse normalmente en
el mes de abril. Sin embargo, no son tampoco infrecuentes en marzo y se
producen muchas en febrero en el sur de Iberia. En el Norte la mayoría de
las puestas no se inician hasta la primera decena de mayo. El cortejo
nupcial y las representaciones de manifestación de celo son simples e
incluyen batidos de alas, chasquidos del pico y una serie grotesca de
movimientos del cuello, girándolo y bajando la cabeza casi hasta el suelo.
Prácticamente no hace nido alguno, pero como el lugar es muy frecuentado y
constituye un posadero o un dormidero diurno, el suelo está lleno de
egagrópilas y sus restos deshechos, que la lechuza parece que coloca en
círculo y sobre ellos deposita los huevos que son de color blanco mate y
forma elíptica con intervalos de por lo menos 48 horas. Entre la puesta de
los dos primeros y el siguiente se han comprobado distancias de hasta una
semana y con frecuencia los pollos tienen una notable diferencia de tamaño
entre sí. El número de huevos oscila entre 3 y 6. Muy normal es una puesta
de 4, no rara la de 5 y excepcionales las demás, y algunas han llegado hasta
8 huevos. Cifras mayores no se han comprobado y pudieran pertencer a dos
hembras usando el mismo nido. La incubación comienza nada más poner el
primer huevo y corre a cargo totalmente de la hembra. Jourdain obtuvo un
promedio de medidas para 100 huevos de la subespecie alba de 39,7 X 31,5 mm. El macho aporta
todas las presas al nido para alimentar a la hembra. A veces en tal
cantidad, que muchas se pudren allí y esto ocasiona con frecuencia un olor
desagradable e inconfundible en un lugar donde está instalada una pareja de
lechuzas. Después de 32 días de incubación nacen los pollos, que están
cubiertos con un plumón blanco muy ralo que les dura hasta los 11-13 días,
en que ya abren los ojos. A partir de entonces aparece el segundo plumón más
espeso, blanco amarillento y gris. A los 60-64 días ya están bien
emplumados, pudiendo volar a los 64-84 días. Dos puestas son en general
normales en un año, pero no raras tres. La segunda suele comenzar ya bien
entrado el verano y termina la reproducción en pleno otoño. A veces se
encuentran polladas de lechuzas iniciando el vuelo en el mes de noviembre.
Se citan crías durante todos los meses del año, pero no se ha podido
confirmar nunca en invierno, a pesar de que esta estación es ahora
notablemente benigna y los roedores abundan cada vez más. En
Europa la Lechuza Común se reproduce en todos los países con excepción de
Islandia, Países Bálticos y la mayor parte de Rusia. Cría, sin embargo, en
el extremo meridional de Suecia. La subespecie alba habita en las
Islas Británicas, oeste y sur de Francia, sur de Suiza, Italia, Yugoslavia,
Península Ibérica e islas mediterráneas. La raza guttata, más oscura
como se ha visto, vive en el centro y este de Europa, desde Holanda y este
de Francia hasta Dinamarca inclusive, norte de Suiza, Austria, Bulgaria y
Ucrania. Según Bernis (1967), las
lechuzas europeas anilladas que se han recuperado en Iberia tienen
probabilidad de ser en parte de la raza guttata y en parte provienen
de la zona de transición entre ambas razas. La lechuza europea no es ave
estrictamente sedentaria, como antiguamente se había creído. En las Islas
Británicas se la considera como sedentaria; algunos juveniles en dispersión
posgenerativa pueden alcanzar las costas del Continente, pero no existe
evidencia de emigración. Sin embargo, allí llegan muchas pertenecientes a la
raza guttata
en los meses otoñales y permanecen hasta bien entrada la primavera
siguiente. En los países donde se reproduce la subespecie guttata en
determinados inviernos, sin periodicidad alguna, se producen grandes
mortandades de estas aves que reducen la población hasta extremos
verdaderamente sorprendentes. En estos años parece que se acentúa la
tendencia dispersiva o más bien migradora de la especie. Estas causas de
extrema mortandad se han estudiado a fondo por los ornitólogos europeos. En
principio se estimó que las muertes eran debidas a alguna enfermedad
epidémica. Sin embargo, se considera más probable un invierno anticipado y
duro que cubre de nieve toda la zona norte europea y también la disminución
de los roedores, en especial de la Ratilla campesina Microtus arvalis,
que parece ser en aquellos países la presa más común con mucho de las
lechuzas. Se han anillado muchas
lechuzas en Europa y son numerosas las recuperaciones existentes en Iberia.
Entre ellas están los casos más distantes conocidos en Europa. Una capturada
en Cádiz había sido anillada en Suiza, a 1600 km. de distancia. Otra
anillada en Holanda fue recuperada en Guadalajara, a 1500 km. al Sudoeste. Y
una tercera alemana capturada en Zaragoza a 1380 km. al Sudoeste. En
general, parece claramente establecido que las lechuzas adultas tienden al
sedentarismo y que son las jóvenes del año las que se alejan hacia el Sur de
sus lugares de nacimiento. En toda la Península
Ibérica, con mayor o menor abundancia vive la Lechuza Común. Su densidad no
es baja, pero al margen de decrecimientos ocasionales de la población, aún
no suficientemente estudiados aquí, parece observarse un constante descenso
en el número de parejas reproductoras. Hablar ahora de sus causas parece
aventurado, pero estimo que no debe de ser ajeno a ello el creciente uso de
raticidas en los campos, muchos de los cuales no matan instantáneamente a
los roedores, sino que disminuyen sus recursos para la defensa y son así
fáciles presas de las lechuzas, que pueden envenenar con ellos a sus crías.
También la cada vez mayor escasez de lugares apropiados para refugio de las
aves y por supuesto las masacres que se efectuaban por algunos desaprensivos
cazadores. Su supervivencia depende ahora en parte de la protección humana y
en gran medida de su alta tasa de reproducción. |