Motacilla cinerea
La Lavandera Cascadeña
Motacilla cinerea es una de las aves más gráciles que frecuentan los
campos de Iberia y a pesar de su colorido y larga cola, muchas veces es
confundida con otras lavanderas. Los machos en plumaje primaveral tienen el
dorso y la cabeza grises. La garganta es negra y las partes inferiores
amarillo limón muy vivo. La larga cola es negruzca salvo las rectrices
externas que son blancas. La exterior de cada lado es blanco puro y las dos
más inmediatas también blancas con un estrecho borde negro. En la base de la
cola hay una zona amarillo ocráceo que contrasta con el obispillo gris. La
cara es gris negruzca y sobre el ojo, partiendo de la base del pico hay una
fina raya blanca que se difumina en la nuca. Otra raya blanca, partiendo de
nacimiento de la mandíbula inferior, bordea el color negro de la garganta
por encima y llega hasta el cuello. Las alas son negras o grisáceas con
bordes blancos que son notorios, tanto cuando el pájaro las tiene plegadas
como cuando vuela. Bajo el nacimiento de la cola el color amarillo es muy
vivo y contrasta con los flancos más claros, casi blancos en algunas
lavanderas. Después de la muda otoñal pierden el color negro de la garganta
que queda casi blanca, aunque se aprecian en ella ligeros tonos pardos. Esta
coloración es variable porque algunos retienen un color pardo uniforme por
toda la garganta. El vientre queda amari!lo pálido, y solamente este color
intenso se mantiene en las plumas infracobertoras de la cola. En el invierno
la espalda gris toma un tono parduzco. El pecho es en esta estación ocráceo. Las hembras tienen la
garganta blancuzca en todas las épocas y resulta casi una mezcla de puntos
negros o grises, blanco y amarillento. Las que tienen la garganta blanco
puro sin indicios de negro son probablemente lavanderas en su primer año de
vida. Las lavanderas jóvenes
son de color pardo grisáceo por encima y ocráceas debajo. También puede
apreciarse en el dorso un matiz verdoso. La muda entre julio y septiembre
hace que apenas se diferencien ya de las adultas. El habitat típico de la
Lavandera Cascadeña son rios y arroyos con poca agua, preferentemente en
zonas de nivel alto donde hay buenas playas de cantos rodados y riberas
rocosas. En zonas bajas y próximas a la costa es local y vive en las
cercanías de fuentes o lugares umbríos. En la zona cantábrica es frecuente
anidando junto a bebederos para el ganado y lugares encharcados, a condición
de que cerca haya rocas o muros de piedra. En lagos de montaña y colas de
embalses es menos numerosa, pero no falta. Durante el invierno se extiende
por campos cultivados, ocasionalmente en las ciudades y pueblos y a menudo
en las orillas de las playas. Muy notoria es su presencia en los bordes de
carreteras que corren a lo largo de rios en casi toda Iberia. A pesar de que en todas
las provincias españolas y portuguesas pueden encontrarse criando lavanderas
cascadeña, en razón de su especial habitat, su densidad varia mucho de unas
a otras. Normalmente prefiere como ya se ha dicho, cursos de agua de montaña
y en la Cordillera Cantábrica y Pirineos alcanza alturas que rondan los
2.000 metros. También en las cordilleras centrales se puede ver a este mismo
nivel, pero en general es más abundante entre 500 y 1.500 metros. En la zona
Cantábrica mantenía una regular y buena densidad, pero desde hace 10-12 años
se nota su presencia en zonas bajas próximas a la costa en número inusitado
de parejas. La Lavandera Cascadeña
posee un rápido y ondulado vuelo, a menudo a baja altura sobre el río o sus
orillas, emitiendo un áspero y corto ¡¡tchiip!! No suele volar lejos y se
posa corrientemente en una piedra de la orilla o en una rama colgante de un
arbusto o árbol. Normalmente siempre se la ve al descubierto corriendo por
el suelo. Al posarse despliega la cola un instante y luego repetidamente la
sube y baja en una acción característica. Corre por las riberas y entre las
piedras picoteando el suelo y realizando cortos vuelos y cabriolas en el
aire en persecución de dípteros y otros pequeños insectos que pasan volando
o que se le escapan en el suelo. En estas acciones se acompaña de continuos
trinos ¡¡tchiip!! y también movimientos de la cabeza hacia adelante y atrás.
Fuera de la época de la cría se la ve solitaria, alguna vez en parejas y
solamente en buen número en los dormideros. Estos pueden estar en árboles
que crecen al borde de ríos y canales y los mismos son usados día tras día
en el invierno. Koch cita varios centenares de estas lavanderas utilizando
como posadero un puente. Ya se ha indicado cuál es
el sonido más corriente emitido por este pájaro y que se diferencia bien del
similar de la Lavandera Blanca Motacilla alba, quizá por su tono más
agudo y trémulo. Lo mismo sucede con otro que emite tanto posada como en
vuelo, un disilábico ¡¡tsitsi!! más metálico y en tono más alto que el
lanzado por Motacilla alba. Su canto es irregular, no
precisamente un gorjeo sostenido, sino un repetido siseo de sus típicos
gritos que resulta agradable de oír y que estas lavanderas prodigan poco. En
el mes de marzo cuando comienzan las tareas de construcción del nido el
macho es muy ruidoso si nos acercamos a su territorio, pero si no se le
molesta a menudo emite insistentemente parte de su pobre canto. También en
abril canta con frecuencia y después ya no se le oye hasta bien entrado el
otoño. A partir de octubre y en noviembre y diciembre con ocasión de días
soleados puede sorprendérsele cantando mientras camina por las orillas de
ríos y arroyos con su clásica postura erguida. picoteando a derecha e
izquierda. Así como la Lavandera Blanca suele huir si una persona se acerca
mucho a su zona, la Lavandera Cascadeña al igual que lo hace la Lavandera
Boyera Motacilla flava, permanece posada en un lugar estratégico
observando al intruso y lanzando esporádicamente su típico trino que en
estos casos es claramente una voz de alarma y aviso a su pareja. Con un poco
de imaginación el canto de este pájaro recuerda al del Chochín Común
Troglodytes troglodytes
en algunas de sus estrofas. También tiene un seudocanto que se oye sólo muy
de cerca debido a la poca potencia con que es emitido. La representación del
cortejo y los vuelos nupciales los realiza en febrero y marzo ante la
hembra. Desde un posadero normalmente alto vuela corto, realizando una
cabriola en el aire, desplegando la cola y procurando que sus rectrices
externas blancas sean bien visibles y a la vez esponjando el resto del
plumaje. Sin embargo, estas manifestaciones también eran hechas cuando la
pareja estaba alimentando pollos ya casi emplumados en el nido, posiblemente
como preludio de una nueva cria en otro lugar cercano. La alimentación es
fundamentalmente insectívora y los dipteros pueden estar en la más elevada
proporción de su dieta. Cuando camina por la orilla del agua va recogiendo
pequeños mosquitos, pero también se ve picotear frecuentemente en agua
somera posándose en algún trozo de madera o materia de suficiente
consistencia para sostenerla sobre el agua. De este modo puede comer una
buena cantidad de pequeños escarabajos acuáticos. Jourdain señala entre los
odonatos a las más pequeñas especies de libélulas y sus larvas y también
Ephemeridae, etc. Es muy posible que cuando vadea las orillas de las playas
recoja moluscos y crustáceos marinos diminutos y pulgas de arena. La Lavandera Cascadeña
anida en agujeros en muros, puentes, molinos, grietas de cantiles rocosos,
siempre cerca del agua y ocasionalmente a una distancia prudente de vuelo de
ella. Muchos nidos se descubren ahora, no junto a cursos de agua como rios y
arroyos, sino cerca de fuentes y bebederos para el ganado vacuno e incluso
lavaderos. También entre hiedra que cubre un muro o tronco de árbol. Aunque
este pájaro no es muy aficionado a usar nidos de otras especies, sí puede
hacerlo en los pocos restos que quedan de alguno de años anteriores de
golondrina y mirlo (casos que cita el ornitólogo inglés Walpole-Bond, 1938).
También y esto es muy frecuente utiliza material de otro abandonado por ella
misma o de otro pájaro para construir su propio nido y tampoco tienen
escrúpulo en usar para el nuevo nido el mismo hueco en un muro y el material
que allí quedó. Hay nidos a una altura del suelo de 20 cm., a 10 cm. del
agua, a 1-2 metros e incluso hasta a 4 metros sobre un escudo heráldico bajo
una almena. El material es variable. desde hierba seca muy fina, tallos,
pequeños, musgo, raicillas y el interior está forrado con pelos y crines.
También aprovechan agujeros agrandados de Avión Zapador. La hembra realiza
la tarea de construir, pero el macho está continuamente presente en el
lugar. Es una de las especies que primero comienzan a anidar. Ocasionalmente
en los últimos días de febrero, pero más a menudo al comenzar la segunda
quincena de marzo. En zonas favorables, hacia San José (19 de marzo) ya está
completa la puesta. Consiste normalmente en 4-6 huevos, algunas veces 7 y no
rara vez 5. En segundas puestas no es improbable encontrar 3 huevos. No se
diferencian mucho de los de la Lavandera Boyera en coloración y tamaño, pero
si en la forma, pues son más esféricos, menos apuntados. Fundamentalmente
hay dos tonos de color en el fondo: amarillento y blanco grisáceo, los dos
muy pálidos. Sobre este color piedra hay numerosos puntos y manchitas pardo
verdosas y en alguno por lo menos, una raya fina oscura como si un corto
pelo se hubiera quedado pegado allí. Rara vez son completamente blancos.
Jourdain para 100 huevos obtenidos en Gran Bretaña da un promedio de medidas
de 18,97 x 14,34 mm. con uno en extremo alargado, midiendo 19 x 12,7 mm.
Hellebrekers obtuvo un promedio sensiblemente igual; algo mayor Niethammer
en 45 huevos para Alemania, 19 x 14 mm. y son más pequeños los del norte de
Iberia: 17.8 x 14,1 mm. de media en 10 huevos. Pizarro para el norte de Portugal da 18,9 x 14 mm.
en 15 de colección. La incubación es
efectuada casi exclusivamente por la hembra. Si ésta sale a comer y
arreglarse el plumaje o bañarse, es sustituida por el macho. A éste le vemos
salir del nido muy a menudo, pero no puedo precisar que también incube.
Walpole-Bond considera que sólo lo hacen unos pocos machos Meiklejohn, sin
embargo, escribe que nunca vio al macho incubando. A los 13-14 dias
(Jourdain), 11-13 dias (Verheyen) y 13 dias invariablemente desde la
terminación de la puesta (Noval), nacen los pollos que son alimentados por
ambos adultos con insectos. gusanos y larvas, volando muy pronto a los 12-13
dias y ocasionalmente a los 11 dias si se les molesta. El anillamiento debe
realizarse antes, porque cuando salen del nido prematuramente suelen caer al
agua. Dos puestas son normales en toda la Peninsula Ibérica incluso en
arroyos de altitud media, pero no en los de alta montaña (por encima de 1000
metros) donde una sola es lo más frecuente Tres puestas al año son ya casi
normales en las parejas que se reproducen en zonas bajas costeras y señales
de construir nido y transporte de material se han visto tan tarde como en
octubre. La depredación de los nidos es grande, porque los pájaros son muy
alarmistas si alguien se aproxima a la zona y llaman continuamente con un
¡¡chis-si!! repetido enfáticamente y acercándose mucho. Los pollos al nacer
pueden ser reconocidos por tener un plumón pardo dorado en algunas partes
del cuerpo y la boca anaranjada en su interior pero careciendo de puntos
oscuros. Las comisuras exteriores de la boca son de color amarillo pálido. En la Península Ibérica
la Lavandera Cascadeña es especie sedentaria en general. Las que habitan
zonas de alta montaña descienden hacia lugares más favorables en el final de
otoño y se acusa una dispersión notable en los jóvenes. No se ha comprobado
con el aniIlamiento en España (en 1972 apenas se sobrepasaban las 800
anilladas en total) que nuestras lavanderas emigran aunque no debe
descartarse que lo hagan algunas. En otros países europeos (se reproduce por
todo el Continente excepto en Escandinavia donde sólo es local en el sur de
Suecia) inverna en buena proporción, pero se la conoce también como ave de
paso en otoño y primavera. Gran parte de las que dejan Centroeuropa se
dirigen hacia el Sur y Sudoeste. El anillamiento en aquellos países ha
proporcionado muy numerosas recuperaciones en Iberia. Algunas en paso
otoñal, pero la mayoría en pleno invierno. Bernis (1971) cita capturas
otoñales de lavanderas anilladas en Francia, en Zaragoza y Beira Litoral.
También las belgas, algunas nativas, fueron recuperadas en Guipúzcoa,
Santander y Córdoba, casi todas en el noviembre siguiente a su anillamiento.
También lavanderas anilladas en Alemania son objeto de frecuente captura en
España y Portugal. Pueden ser interesantes: una, anillada en paso por
Lombardía (Italia) en octubre y capturada en Mallorca al mes siguiente: otra
anillada en Mindelo (Norte de Portugal) y recuperada en Inglaterra. En la zona Cantábrica a
partir de agosto se observa un regular paso por playas y campos costeros ¿de
aves extrapirenaicas? En septiembre y octubre la presencia en todas las
áreas costeras de la Península es muy notoria y en Asturias y Galicia se ve
abundante siempre. Lo que no parece caber duda es de que muchas cinerea
ocupan una zona para invernar y en ella permanecen hasta la llegada del mes
de febrero en que se dispersan y es muy frecuente que en esa zona elegida no
quede ninguna pareja para criar. Moreau (1972) considera
que la Lavandera Cascadeña es rara y esporádica en Africa Occidental,
presumiblemente por la oportunidad que tienen los pájaros de la Europa
occidental de invernar al norte del Sahara Sin embargo, puede que no sea tan
escasa alli como presentía Moreau La primera captura en el Senegal data de
1962, pero antes y después había un buen cúmulo de observaciones en Gambia.
También se cita para el Norte del Congo y Kenia. Quizá este pájaro no rebase
hacia el Sur el Ecuador |