Motacilla flava Al describir el plumaje de
la Lavandera Boyera Motacilla flava
hay que considerar forzosamente las características de las varias
subespecies que de este pájaro se pueden ver en la Península Ibérica y para
ello seguiremos a Vaurie (1959), prescindiendo de analizar detalles nimios
que algunos sistemáticos quieren ver y señalando sólo algún dato que haga un
poco de luz sobre la problemática de la subespecie que se reproduce en la
Península Ibérica. Lavandera Boyera Ibérica Motacilla flava iberiae Hart.
Macho: Cabeza y nuca gris ceniza azulado, más oscuro que en la raza flava;
dorso de color aceituna oscuro; auriculares gris oscuro, algunas veces casi
negras; raya blanca estrecha sobre el ojo desde la base del pico; mentón y
garganta blancas. Vive en el País Vasco francés y desde los Pirineos hacia
el Sur por la costa mediterránea, Islas Baleares, Marruecos, localmente en
Argelia y Túnez y por el litoral mediterráneo francés hasta la Camarga donde
se confunde con la Lavandera Boyera Italiana. Las hembras en la primavera y
verano y ambos sexos en invierno son de coloración más apagada, pardo por
encima y el amarillo más tenue. Los jóvenes tienen barbilla ocrácea y un
babero parduzco. Todas las subespecies que se describen tienen cola negruzca
con rectrices externas blancas. Lavandera Boyera Alemana Motacilla flava flava Linn. Macho en
plumaje nupcial: Cabeza y nuca gris azulado, más claro que en iberiae;
raya sobre los ojos blanca y completa desde el nacimiento del pico hasta
casi la nuca; plumas auriculares grises más oscuras que la cabeza y a menudo
manchadas de blanco; garganta amarilla bordeada de blanco y mentón blanco.
Se reproduce en el sur de Noruega, Suecia y Finlandia, países Bálticos.
Rusia central y gran parte de Europa central incluida Francia, excepto en la
costa del Canal de la Mancha donde es sustituida por flavissima. Lavandera Boyera Inglesa Motacilla flava flavissima (Blyth).
Macho en plumaje nupcial: Cabeza verdoso amarillenta o amarillenta en muchos
casos; raya superciliar completa y amarilla; garganta amarilla. Se extiende
por Inglaterra, Gales y sur de Escocia y en litorales franceses, belga y
holandés. Lavandera Boyera Italiana Motacilla flava cinereocapilla Savi.
Macho en plumaje nupcial: Similar a iberiae con la cabeza gris
pizarra y las plumas auriculares negruzcas; carece de raya superciliar
blanca aunque a veces se le nota una ligera mancha detrás de los ojos;
garganta blanca, pero menos que en iberiae. Su área de cría se
extiende por toda Italia, Cerdeña y Sicilia y zonas de la Yugoslavia
adriática. Lavandera Boyera
Escandinava la Motacilla flava thunbergi
Billb. Cabeza y nuca gris pizarra oscuro; auriculares rodeando al ojo muy
oscuras, casi negras; mentón y garganta amarillos o en una minoría de
pájaros el mentón blanco y los lados del pecho teñidos de olivaceo Ocupa la
mayor parte de Noruega, Suecia y Finlandia. Laponia, norte de Rusia y hacia
el Este a través de Siberia. La Lavándera Boyera vive
en biotopos húmedos con carrizos, junqueras y vegetación acuática, praderas
de hierba alta en valles fluviales, campos cultivados, pastos, llanuras con
hierba y arbustos diseminados, márgenes de rías con terrenos inundables y
zonas pantanosas. Como las demás lavanderas
su aspecto es grácil, el cuerpo delgado y permanece mucho tiempo posada a
baja altura, en el suelo o en arbustos y plantas herbáceas. La cola es
larga, pero notoriamente menos que en la Lavandera Cascadeña y no la
despliega tan a menudo, pero sí la mueve constantemente arriba y abajo. A
pesar de su vuelo fácil, permanece quieta mucho tiempo, en especial en época
de cría en una posición ventajosa, lanzando un breve trino a intervalos.
Frecuentemente se lanza en un corto vuelo para capturar un insecto que pasa
cerca. En campos donde pasta el ganado sigue a éste, posándose a veces sobre
el lomo o la cabeza de una vaca. Las cercas de los campos y los postes son
su posadero favorito y también se la ve en árboles. El vuelo es potente y
muy ondulado. En época de cría varias parejas suelen anidar próximas. Rara
vez se ve una sola en un campo. A veces muy cerca unas de otras. En
migración y en invierno es gregaria. Los dormideros pueden llegar a contener
muchos centenares de pájaros. Pero también a veces millares de ellos. Así,
en carrizales del Ebro cerca de Zaragoza se citan concentraciones de 10.000
aves de esta especie (Mead, 1965). Pero por todo el país se encuentran
posaderos en el otoño que llaman la atención por el elevado número de
lavanderas boyeras, imposibles de contar ni siquiera estimar. Es un pájaro ruidoso que
se hace notar enseguida por su continuo trino que emite desde posadero bajo.
Normalmente un ¡¡tsi-sirr!! disilábico y que se oye a mucha distancia.
También una nota musical prolongada ¡¡tsuiip!! o una más áspera y corta
¡¡tsirr!! En mayo, poco en abril y junio y ocasionalmente en julio, canta
con un agradable gorjeo que emite desde posadero, en vuelo y también andando
por el suelo. Es breve y la escucho más a menudo mientras la hembra está
incubando. Se alimenta de insectos
fundamentalmente. También de pequeños moluscos. Caracolillos entre la hierba
son buscados con fruición. Después de la siega de la hierba, adultos y
jóvenes persiguen a los saltamontes. Los pollos en el nido son alimentados
con dipteros, pero también se ve en el pico de los padres muchas larvas y
pequeños gusanos. Smith (1950) determinó
entre las presas aportadas por los adultos al nido muchos Aphididae e
innumerable cantidad de moscas domésticas y Tipulidae. Entre los coleópteros
había un buen número de especies de pequeños escarabajos. Parece que los
mosquitos constituyen una parte muy importante en la alimentación de los
pollos. Cada adulto transporta varios a la vez en el pico. A poco de establecerse en
su territorio las lavanderas boyeras comienzan a efectuar acrobáticos
vuelos, destacando la forma cómo los machos se ciernen en el aire con alas
vibrantes y el cuerpo inmóvil, precisamente sobre el posadero donde están
las hembras. La cola es abierta al máximo y las rectrices externas blancas
son entonces muy notorias. La representación continúa persiguiendo cada
macho a su pareja en un vuelo exageradamente ondulante. Smith (1950)
describe todas las posturas que los machos en celo adoptan en el aire y el
ardor con que entonces emiten sus trinos, poniendo especial cuidado en
mostrar el intenso color amarillo de las plumas del pecho. Cualquier
observador atento puede ver estas situaciones en algún campo de Iberia a
partir de la última semana de abril, cuando ya normalmente la mayoría de las
parejas han ocupado su territorio. La Lavandera Boyera anida
en el suelo entre la hierba, casi siempre aprovecha una pequeña depresión,
pero también en lugar perfectamente llano. A pesar de que los adultos
muestran una exagerada alarma y no se separan mucho del nido cuando nos
acercamos al lugar, resulta difícil de descubrir por lo bien oculto que
está. La alta hierba hace frecuentemente como una cúpula por encima. En
algunos lugares anida en campos de hortalizas. La hembra parece construir
ella sola el nido, no aportando el macho ningún material, pero escoltándola
en su búsqueda. Hierba seca, pequeños tallos, raicillas y algo de musgo,
forrado el interior con crines, pelos, borra y una o dos plumas. Más a
menudo sin ellas. Las puestas son muy variables. En el norte de Iberia
normalmente 5 huevos, pero también 4 alguna vez. Raras son las de 6 y 7. En
otras zonas son más corrientes las de 4 y 6 huevos y en cambio raras las de
5. Para 100 huevos medidos de subespecie flavissima, Jourdain obtuvo
un promedio de 19 x 14,5 mm. con un máximo de 21,5 x 14 mm. Diez en el norte
de Iberia dieron una media de 18,6 x 13,7 mm. De una puesta a otra hay
variación en la tonalidad de la cáscara y en la forma, pero cada hembra
mantiene un color constante, de manera que en un mismo nido todos los huevos
parecen iguales. Su cáscara es blanco grisácea y muy manchados con puntos y
tonos difusos verdosos, grisáceos y hasta rosados. Algunos pueden ser pardo
uniforme o aceitunados. Las puestas comienzan en abril excepcionalmente, más
a menudo a partir de la primera semana de mayo y primeras puestas también
pueden encontrarse en junio, pero en este mes son repetición de las que han
sido depredadas Mientras la hembra incuba, el macho vigila muy cerca y se
muestra extremadamente alarmado ante cualquier aproximación de un intruso,
hombre o animal La incubación dura 14-16 dias (Jourdain para flavissima),
12-13 dias (Smith), 13 dias (Verheyen) y 12-13 dias (Noval) Parece más
segura la duración de 12 dias o 12 dias y medio, pero esto es dificil de
calcular puesto que en la práctica es imposible determinar el momento exacto
de la iniciación Aunque la mayor parte de los ornitólogos consideran a la
hembra como la única que incuba (Witherby, Walpole-Bond, Bannerman, etc) el
macho toma parte en ella por periodos de tiempo no despreciables. Así se ha
podido comprobar frecuentemente conforme con lo observado por Stuart Smith
(1950), quien estima que en el total de la incubación y en horas diurnas el
macho incuba la cuarta parte que la hembra Durante la noche es la hembra la
que permanece en el nido mientras el macho se posa cerca, pero no incuba.
Los adultos comienzan a alimentar a los pollos en el segundo dia de su
nacimiento con gran variedad de insectos y menudeando mucho las visitas,
tanto para alimentarlos como para limpiar el nido de los sacos fecales que
aquellos expulsan Permanecen en el nido durante 12-14 dias, según las
circunstancias y muy a menudo cualquier motivo de inquietud es suficiente
para que lo abandonen y se oculten entre la hierba. En esta época los
pájaros muestran una exagerada alarma y el grito normal podia ser un
estridente ¡¡sii-aá!! cuando nos aproximamos al nido. Una segunda puesta
puede comenzar en los primeros dias de julio y con frecuencia se ha visto
hembras atareadas en la construcción de un nuevo nido cuando apenas han
salido del anterior las jóvenes lavanderas. Todas las lavanderas
boyeras guardan una gran fidelidad al lugar donde han anidado el año
anterior, regresando a él si sobreviven No está claro que lo hagan los
jóvenes exactamente al mismo lugar, pero si a una zona próxima La Lavandera Boyera es
netamente migradora, invernando en Africa. Las diversas subespecies europeas
pasan por nuestro país casi conjuntamente y siguiendo sensiblemente las
mismas rutas, lo que dificulta el poder determinar la llegada exacta de las
parejas que van a establecerse. Motacilla f. iberiae comienza a
aparecer en campos costeros y zonas húmedas a partir de la mitad de marzo,
pero numerosos pájaros ya se ven en apropiadas zonas del Sur, aunque no
establecidos. El gran contingente de los que van a quedar para anidar aquí
llega la última semana de marzo y sobre todo los 15 primeros días de abril.
Los machos llegan antes que las hembras. En marzo es difícil ver alguna de
estas. Entre la arribada de unos y otras suele mediar de una semana a 10
días. En la zona Cantábrica el
paso es muy acusado por la costa, pero no hay vuelo visible. Solamente se
nota en la gran abundancia de lavanderas que se distribuyen por aquí y allí
en los mismos lugares en los que una o varias parejas van a criar. De forma
ocasional se ven costear pequeños bandos hacia el Este. En Guipúzcoa el paso
es muy notorio, sobre todo en abril, probablemente de pájaros que crían en
el sudoeste francés, aunque al vuelo en las primeras horas de la mañana es
difícil diferenciar las subespecies. La emigración hacia Africa es realmente
tardía. Parece iniciarse en septiembre, muy claramente hacia la mitad del
mes, pero concentraciones de iberiae y otras subespecies se ven por
todas partes hasta comenzado octubre. Resulta difícil por lo tanto
determinar la fecha segura en que marchan nuestras lavanderas. Lo que parece
indudable es que los pájaros nacidos en el año lo hacen antes y en las
concentraciones de septiembre dominan los adultos. Por el aniIlamiento
sabemos que Motacilla flava iberiae inverna en una zona no muy
extensa del occidente de Africa que comprende sobre todo Senegal, Malí y
Gambia. También en el norte de Nigeria se realizan capturas de nuestra
subespecie. Bernis (1971) estima que iberiae inverna desde el Senegal
hasta Tchad inclusive. Las subespecies flava
y flavissima son las que se ven más a menudo en paso por la Península
Ibérica. Ambas entran sobre todo por el extremo de los Pirineos
occidentales, sobrevolando el País Vasco y parecen seguir la zona Cantábrica
hacia el Oeste, descendiendo por Portugal, donde las recuperaciones de
flavissima con anillas inglesas son muy numerosas en otoño. En migración
primaveral parece viajar más directamente desde el Sur y en Guipúzcoa se ve
abundante a finales de marzo y en abril. Bernis estudiando las numerosas
recuperaciones considera que la migración primaveral de flavissima
transcurre más al Este que en otoño. Motacilla f. flava es realmente
la más abundante en migración. Sorprende en marzo y abril ver cuantas de
estas lavanderas atraviesan el País Vasco. La mayoría vuelan mezcladas entre
la enorme cantidad de hembras de pinzones Fringilla coelebs que pasan
por aquella región a partir del 15-20 de marzo. Si coinciden días de fuerte
viento del Sur los pájaros vuelan bajos y el espectáculo impresiona. En el
otoño el paso es muy grande y flava se ve por todas partes. Quizá más
abundante por la mitad oriental de Iberia. Motacilla f. cinereocapilla
es escasa en los pasos. Solamente se observa por el levante español en
primavera y algún ornitólogo aventura la posibilidad de que se reproduzca en
Cataluña (Wallace, 1969). Motacilla f. thumbergi pasa en buen número
en los últimos días de marzo y también se ve escasa en abril por el País
Vasco. En el otoño hay observaciones en compañía de flava
por toda la cuenca del río Ebro y en otros muchos lugares. Incluso se ven
aves de esta raza todavía en noviembre. Al escribir sobre la
presencia en Iberia de lavanderas boyeras en el invierno, Bernis (1971)
expresa sus dudas sobre la captura de varias anilladas en diciembre y enero
y que no son pocas precisamente: 3 en diciembre y 6 en enero. La mayoría
podrían ser confusiones del anillador con Motacilla cinerea. Sin
embargo, se debe admitir la presencia de por lo menos algunas en esos meses
porque el día 29 de Enero de 1975 se puido observar detenidamente un macho
de Motacilla flava iberiae en la Eria del río Piles en Gijón. La
zona es biotopo adecuado para la reproducción de esta especie y en ella
crían siempre no menos de 20-25 parejas. El pájaro permaneció allí varios
días y se pudo contemplar detenidamente. (Ultima observación el 3 de
febrero) Su plumaje nupcial aún no estaba completo. Existe tanto material de
estudio sobre esta especie que solamente comentarlo haría interminable este
ensayo. |