Herrerillo Capuchino Lophophanes cristatus No ofrece dificultad la
identificación del Herrerillo Capuchino Lophophanes cristatus. Su larga y
puntiaguda cresta es inconfundible y el pájaro la puede elevar y bajar a
voluntad de forma que
cuando está alarmado la levanta en toda su longitud
dando una curiosa forma a la cabeza. Las plumas del píleo y las que forman
la cresta son de color negro bordeadas de blanco, también largas y estrechas
y terminan en puntas muy finas. El mentón y la garganta tienen color negro
lo mismo que un estrecho collar que nace en la parte posterior del cuello y
contrastan bien con la cara y laterales del cuello de color blanco grisáceo;
en los ojos nace una línea negra que llega por detrás hasta la nuca y
curvándose hacia abajo se interrumpe en los carrillos. Todo el conjunto da
un llamativo aspecto blanco y negro a la cabeza de este herrerillo. Las
partes inferiores son blancas en el pecho y la mitad del vientre y el resto
de éste y los flancos ocráceos. Las partes superiores son pardo grisáceas
con las alas y la cola más oscuras. Las patas y los pies son gris verdoso u
oliváceo, el pico negro y los ojos pardo rojizo, con buena luz muy rojos. No
existe distinción en el plumaje de los sexos y los jóvenes, antes de la muda
otoñal, difieren de los adultos por tener la cresta más corta con las plumas
pardo grisáceas y también estar el color negro del mentón y la garganta
teñida de parduzco, además de ser menos extenso aquél. Lophophanes cristatus es
especie de bosques de coníferas fundamentalmente, pero eso no quiere decir
que rehuya otros hábitat. De hecho en gran parte de la Cordillera
Cantábrica y zonas bajas próximas a la costa vive en viejos bosques y
sotobosques de robles, hayas, castaños, abedules, etc. Barnes (1975) dice
que aunque este pájaro puede ser encontrado en bosques de especies
caducifolias algunas veces en partes meridionales de su hábitat europeo, en
la práctica está confinado en los grandes y medianos bosques de coníferas.
Incluso parece ser que es el más especializado de los páridos a la hora de
escoger su biotopo. Lentamente están colonizando plantaciones jóvenes de
pinos, y abetos, pero su expansión parece limitada por la escasez de
agujeros para anidar o de madera muerta donde estos pájaros podrían
excavarlos. En algunos lugares en que su nidificación se ha desarrollado,
hay que atribuir parte del éxito a la instalación de nidos artificiales.
Esto se nota principalmente en España donde en 4 años (1969, 1970, 1971 y
1972) la colocación de cajas anideras en los bosques de varias provincias,
permitió anillar 798 pollos de esta especie. El Herrerillo Capuchino
es un pájaro fácil de observar y estudiar. Su habitual mansedumbre permite
que nos acerquemos a corta distancia y contemplemos sus evoluciones en las
ramas y los troncos de los árboles, ya que, del mismo modo a como lo hace el
Carbonero Garrapinos, su comportamiento cuando busca el alimento es en
cierto modo parecido al de los agateadores Certhia sp. Además de su
inquieto y nervioso ir y venir picoteando la corteza y las hojas, pronto
nos, llama la atención el movimiento de la cresta tan llamativa y que recoge
o levanta según sea su estado de ánimo. En los bosques prefiere lugares
sombríos y a no ser por sus gritos sería difícil descubrirlo. Aunque
es muy sedentario y su territorio durante la reproducción es muy pequeño, en
el otoño e invierno y afectando más a ejemplares jóvenes, se dispersa y sale
de los bosques, vagando algunos por los bordes o linderos de aquéllos y
también por la campiña abierta. No es tan sociable como otros páridos y
normalmente anda solitario o en parejas. A partir del mes de agosto los
jóvenes y algunos adultos se agrupan y aunque en número reducido se unen
también a otros herrerillos, agateadores y carboneros. Resulta difícil expresar
las voces de este pequeño pájaro. Continuamente lanza gritos finos y agudos,
no muy diferentes de los del Mito Aegithalus caudatus, pero en ningún
modo parecidos a los de otros páridos. Un ¡¡sii-sii-sii...!! persistente y
en tono alto es lo primero que atrae nuestra atención hacia el capuchino. Su
canto no es fácil de representar por escrito, pero pudiera ser algo así como
un trino insignificante y muy monótonamente repetido y que Stuart Smith
describió como no muy diferente a la voz del Herrerillo Común
¡¡tsi-tsi-tsi...chrrr-chrrr!! y que combina con una serie continuada de
¡¡sii-sii-sii...!! que recuerdan también la voz habitual de los reyezuelos
Regulus sp. La alimentación es en
gran parte insectivora. Los pequeños insectos y sus larvas, sin despreciar a
las arañas que encuentra entre la corteza de los árboles, son indudablemente
el fundamento de su dieta alimenticia durante los meses de primavera y
verano. Más adelante come abundantes semillas de las piñas maduras de
Pinus sylvestris y bayas y frutos de arbustos silvestres. Todos los
páridos comen una gran cantidad de insectos, pero fundamentalmente en forma
de larvas y pupas. La presencia de muchos insectos voladores en el verano
puede dar una falsa idea de las posibilidades alimenticias de estos pájaros
(Barnes, 1975). Esto provoca a veces una gran mortalidad en los jóvenes
herrerillos capuchinos que aún no son capaces de procurarse el alimento y en
algunos bosques se concentran, tratando de conseguir una buena provisión de
semillas. Así sucede en la Cordillera Cantábrica a partir de septiembre
cuando ya los «fayucos» están maduros. Los hayedos se ven entonces invadidos
de paridos que comen en los mismos árboles o mejor aún en el suelo en
octubre. La estación de la cría
para el Herrerillo Capuchino empieza pronto, aunque las puestas se retrasan
muy a menudo. En el mes de marzo el celo se puede detectar sólo
ocasionalmente, pero en los primeros días de abril muchas parejas están
establecidas en el bosque y los machos defienden su pequeño territorio, no
muy disputado por cierto, puesto que este pájaro no llega a alcanzar una
gran densidad. Los machos representan ante las hembras una especie de danza
circular, elevando al máximo su cresta y abriendo las alas, todo ello
acompañado de un trino continuo muy fino que las hembras contestan con otro
en tono más bajo. Una vez emparejados, el macho alimenta con frecuencia a la
hembra y ésta comienza ya las operaciones de construcción del nido. Como
sucede con los demás páridos ella es la que lleva la tarea completamente. El
macho la acompaña volando hasta los agujeros e inspeccionando su interior,
pero sin aportar material alguno y si lo hace, el hecho hay que considerarlo
como excepcional. Como en todos estos pájaros las condiciones climatológicas
influyen mucho en el comienzo de la reproducción. De hecho en Iberia existe
una neta separación entre los herrerillos capuchinos que se reproducen en
zonas cálidas del Sur y los que viven en la Meseta Norte o en bosques
caducifolios del Pirineo y la Cordillera Cantábrica. Puede haber distancias
de 15-25 días en el comienzo de la nidificación en favor de éstos. Nidos ya
completos, pero aún sin puestas de huevos en los últimos días, de marzo no
son raros; en la primera semana de abril pueden encontrarse con frecuencia y
en el Sur es una fecha muy temprana hacia mediados de abril para encontrar
la primera puesta, pero no en el Norte. En zonas de mayor altitud, bosques
de montañas y zonas sometidas a frecuentes heladas lo normal es que las
primeras puestas sean ya observadas a partir de principios de mayo. En
hayedos de montaña, bosquetes y en campiña arbolada de la zona Cantábrica,
las puestas son dejadas a partir de los últimos días de abril. Las que se
encuentran recientes a primeros de junio sin duda son repeticiones por
depredación de la primera. Algunas parejas realizan, sin embargo, dos crías
en la temporada. La hembra excava un agujero en la parte superior de lo que
queda de un viejo tronco que el viento ha desgajado y roto. Es decir, allí
donde la madera se ha comenzado a pudrir o está severamente apolillada,
rompe con facilidad. Normalmente prefiere trabajar en un árbol o tocón que
posea una altura desde el suelo de 120 a 180 cm. y aunque pone especial
cuidado en llevar lejos los trozos de madera y el serrín, pronto se nota al
pie del tronco que un Herrerillo Capuchino ha estado allí trabajando. Muchos
de los agujeros que excava están en lugares que antes fueron trabajados
incompletamente por Picus viridis o por Dendrocopos major
(Pito Real y Pico Picapinos). La entrada a la cámara donde se va a situar al
nido no es precisamente un modelo de geometría circular, sino más bien una
abertura «estrellada» llena de muchas astillas a medio quitar y sin estar
mínimamente redondeada. Una de estas construcciones si resiste el invierno
es ocupada consecutivamente año tras año. En un bosque de caducifolias basta
con que exista un solo tronco cortado y agujereado para que en él
invariablemente aniden los capuchinos todos los años. Muy frecuentes son los
nidos a menor altura y Bannerman (1953) considera que alturas ideales son
desde 60 a 240 cm. Las cavidades donde va a estar el nido no son muy
profundas porque el pájaro en su trabajo puede alcanzar zona de madera sana
que le cuesta mucho trabajo agujerear y desiste. Normalmente sigue la
dirección de la madera carcomida y de este modo la cavidad tiene
anfractuosidades y abultamientos. La hembra trae considerable cantidad de
musgo y lana y también el macho aporta a veces alguna cantidad de líquenes
que obtiene en los árboles próximos. Las puestas son de 5-7 huevos y rara
vez más, pero las de 8 no lo son tanto. Las que se han citado de 12 huevos
deben corresponder a dos hembras usando el mismo nido, situación como
sabemos no infrecuente en estos páridos. Verheyen da como cifras extremas 4
y 11 huevos. Y señala que algunos nidos pueden estar situados en el mismo
suelo al abrigo de raíces o en huecos naturales y otros en nidos viejos de
pájaros carpinteros. Los huevos son blancos con puntos castaño rojizos y
manchitas del mismo color, a menudo agrupadas en el extremo más ancho.
Algunos son extrañamente todos blancos con apenas puntos perceptibles.
Jourdain para 100 huevos colectados en Escocia obtuvo un promedio de 16,27 x
12,74 mm. con un máximo de 17,7 x 13,3 mm. y un mínimo de 14,6 x 12,3 mm.
Niethammer en Alemania encontró un promedio de medidas para 61 huevos de
16,5 x 12,4 mm. La incubación dura 12-14 días y es realizada exclusivamente
por la hembra, pero el macho se acerca al nido con relativa frecuencia para
alimentarla. Los pollos al nacer están parcialmente cubiertos con plumón
pardo grisáceo. El interior de la boca es amarillo y no hay puntos blancos
en la lengua. Ambos adultos los alimentan con insectos y en especial con
larvas y pupas de Lepidópteros. La mortalidad de jóvenes cristatus en
los nidos es muy grande en zonas de excesiva pluviosidad y en ellas se
produce, por lo menos en el norte de Iberia, con más frecuencia la doble
cría. A los 18 días ya salen del nido y colicortos quedan entre la
vegetación próxima. Si no son excesivamente molestados o a causa de una
deficiente alimentación dejan el nido a los 21 días. Sucede también que
muchos machos no alimentan a los pollos o lo hacen muy poco y de esta manera
la hembra se ve y desea para sacarlos adelante. Respecto a la
reproducción en Iberia de esta especie, resulta interesante traer aquí lo
que Bannerman (1953) escribe. Así como la típica raza de Herrerillo
Capuchino Lophophanes cristatus cristatus es un reproductor prematuro y los
nidos pueden ser encontrados en el norte de Europa cuando aún la nieve no ha
desaparecido de los bosques y campos, es notable el hecho de lo tarde que la
raza ibérica Lophophanes cristatus weigoldi empieza a criar en Andalucía.
Irby da como promedio el 10 de mayo en los bosques de alcornoques y pinos y
Congreve recogió huevos de esta especie tan tarde como el 27 de mayo. En
estas fechas en Asturias, por ejemplo, ya todos los nidos tienen pollos casi
totalmente emplumados. Incidentalmente, Congreve descubrió capuchinos
haciendo uso de agujeros de Pico picapinos para anidar, aunque usualmente
prefieren los extremos agujereados de las cañas del Alcornoque Quercus
suber. En bosques de estos árboles no es raro encontrar nidos tan altos
como a 10 metros del suelo y cuando, como señala Jourdain, es colocado el
nido en los cimientos de otro de Milano real, la altura puede ser
considerablemente mayor. El Herrerillo Capuchino
ocupa en Europa extensas áreas, desde Escocia (no en el resto de las Islas
Británicas) hasta los Urales al Este, Escandinavia, Finlandia y Rusia al
Norte, Iberia al Sur y a través de Francia y Centroeuropa hasta los
Balcanes. Existen variaciones geográficas en la coloración y nuestras
poblaciones son más grises que las del resto de Europa. Vaurie (1959) separa
en Iberia Lophophanes cristatus mitratus que posee en la espalda tonos
parduzcos sobre el gris y que ocupa aquí los Pirineos (color un poco más
pálido), Galicia (pasando gradualmente a la subespecie weigoldi en el
sur de esta región), España del centro y sudeste, pasando a weigoldi
en el sudeste en la costa de Murcia y en las montañas al oeste de Murcia
(Cazorla, Segura). La raza cristatus weigoldi es más pequeña, muy
similar en coloración y tamaño á la que vive en Escocia, pero no tan oscura;
es más gris, menos olivácea en la espalda y con los bordes pálidos de las
plumas del píleo y cresta más blancos. Ocupa Portugal y sur de España; aquí
a lo largo de la costa andaluza desde la del Atlántico y hacia el Norte
hasta Sevilla y por el Mediterráneo en Málaga y Granada, pasando a la raza
mitratus en Almería y Murcia. Witherby (1928) establece para la
subespecie weigoldi también la Sierra de Gredos, pero él mismo y
después Vaurie, encontraron la vecina población de la Sierra de Guadarrama
como perteneciente a mitratus. El Herrerillo Capuchino
es una especie muy sedentaria; esto no descarta movimientos erráticos en
otoño y primeros días del invierno que no lo llevan muy lejos de su hábitat
normal. En la Península Ibérica se ha incrementado su población en los
últimos años. Probablemente las extensas plantaciones de coníferas hayan
contribuido a ello y ahora ocupa con profusión bosques y bosquetes de todas
las regiones en variada densidad. Hasta 1972 se habían anillado en España
por la Sociedad Española de Ornitología no menos de 1.048 capuchinos y por
el Icona hasta la misma fecha 885, la mayoría como pollos en cajas nido
colocadas artificialmente. |