Curruca Mirlona Occidental Sylvia hortensis Realmente ésta es una de
las currucas menos conocida. El nombre de Curruca Mirlona Occidental Sylvia
hortensis representa bien una de sus principales características por la
que primero conocemos
la presencia de este pájaro. Su canto, es un gorjeo
emitido en tono alto y con vigor, bastante agradable y en el que intercala
notas estridentes y silbidos que recuerdan la voz del Mirlo Común Turdus
merula o quizás más la del Zorzal Común Turdus philomelos. Tucker
expresó los repetidos gorjeos de la curruca mirlona como ¡¡chiuiruu!! y
¡¡titiiu!! Los emite con insistencia no menos de 4-6 veces, mezclando con
ellos otros sonidos y silbidos imitados de especies que viven cerca. Canta
moviéndose entre el follaje de árboles y arbustos, deteniéndose y pasando
rápidamente a lanzar un duro áspero o matraqueante ¡¡trrrrr...!! y después
el típico ¡¡tak, tak...!! de las currucas si algún peligroso vecino,
incluido el hombre, se acerca a su territorio o al nido. Su plumaje es muy poco
destacado. Superficialmente puede ser confundida con un macho de Curruca
Capirotada Sylvia atricapilla, pero es más grande, más gris por
encima, con el oscuro píleo difuminándose en la nuca y no quedando cortado
como en aquélla, que lo tiene negro. También se extiende muy por debajo de
los ojos. El píleo no es netamente negro sino pardo-negruzco con tinte
grisáceo. Los ojos, muy llamativos, tienen color amarillento claro o pajizo,
de lejos parecen blancos. La cola es muy cuadrada y las rectrices centrales
gris negruzcas con franjas atenuadas gris blancuzcas y todas, excepto la
pareja central, con puntas muy reducidas de color blanco. La penúltima de
cada lado tiene el extremo blanco más extenso y la pareja exterior un borde
blanco extenso y notorio. El mentón y la parte superior de la garganta son
de color blanco que continúa por el resto de las partes inferiores, pero a
la altura del pecho o un poco antes se inicia un tinte rosado, más bien
beige rosado más intenso en los flancos. Las hembras se diferencian por
tener las partes superiores, incluido el píleo, menos oscuras y en general
su dorso no es tan gris sino más parduzco. La coloración de la cabeza de
esta especie es variable de unos individuos a otros, sin que parezca tener
en ello influencia la edad. También las hembras tienen menos rosado el
plumaje de las partes inferiores. Los jóvenes poseen un tono más parduzco
uniforme por encima, más oscuro que en las hembras adultas y por debajo son
mucho más blancas. A partir de febrero y hasta mayo sufren una muda completa
intensificándose la coloración de la cabeza. Tanto machos como hembras
tienen el pico de color gris pizarra, casi negro, con la base de la
mandíbula inferior gris. Es bastante fuerte y el extremo está ligeramente
curvado. Las patas y los pies son gris acero o pizarra y también pardo
grisáceos. La curruca mirlona vive
con preferencia en encinares, alcornocales, matorrales de zonas áridas o
secas, olivares, jardines aislados en campiña con cultivos extensivos o
cerealícolas. Ocasionalmente se escucha en riberas arboladas. También en
naranjales y limoneros. Prefiere moverse por árboles que escondida entre los
arbustos y matorrales. Sale poco al descubierto y normalmente, como se ha
dicho, se nota su presencia primero por el canto. En el Coto Doñana donde es
numerosa criando ocupa biotopo de Lentisco Pistacia Lentiscus. Se alimenta de insectos y
de sus larvas que captura en los troncos y las ramas de los árboles.
Lepidóptera (mariposas y orugas), Díptera, Himenóptera, etc., y también
muchos frutos silvestres a partir del mes de agosto. Como otras currucas es
aficionada a comer higos y cerezas. Bannerman (1954) describe cómo Witherby
comprobó, con motivo de una plaga de orugas de la Ocneria dispar en
el centro de España que atacaba las encinas haciéndoles perder las hojas,
que las currucas mirlonas, que estaban en pleno período de cría, comían las
peludas orugas. Sin embargo, el mismo Witherby admite que las orugas verdes
eran las preferidas por este pájaro. Beven (1971), que observó varios nidos
en Portugal, señala como el principal alimento llevado al nido los
saltamontes verdes, a los que previamente habían quitado las patas. A pesar
de ello los pollos tenían una considerable dificultad para tragarlos.
También insectos palo (Phasmidae) y ocasionalmente pequeñas bayas
negras. A finales de abril muchas
parejas están ya establecidas en su territorio y comienzan la construcción
del nido. No obstante, hasta mayo no es fácil encontrar alguno.
Relativamente pequeño, ambos adultos toman parte en su construcción. La base
está formada por tallos y ramitas secas mezcladas con hierba también seca y
raicillas. A menudo se encuentra dentro una buena cantidad de semillas de
las plantas con las que han formado la estructura. El interior tiene plumón
vegetal y pelos. En el sur de Iberia anida en cualquier clase de arbustos e
incluso en árboles. Se han encontrado nidos en olivos, sauces, madroños,
tojos, espinos, naranjos y excepcionalmente en higueras. Algunos de los
nidos tenían su armazón ligado con telas de araña. Muchos nidos están junto
al tronco, pero en naranjos prefieren hacerlos en ramas laterales bien
ocultos. La mayoría de las puestas están formadas por 4-5 huevos. Seis
también son observados en ocasiones y muy rara vez 3. Su color es blanco muy
débilmente teñidos de azulado. Algunos son totalmente blancos, pero casi
siempre tienen muchos puntos, pecas y manchitas dispersas por la superficie
de color pardo, oliváceo, negro, gris, azulado, etc. Estas marcas son
variables en densidad. Las de mayor extensión suelen concentrarse en el
extremo más ancho. Jourdain para 100 huevos da un promedio de medidas de
19,01 x 14,41 con un máximo de 21,5 x 14,5 mm. y un mínimo de 17,5 x 13,6
mm. Puestas en los primeros días de mayo en la mitad sur de Iberia no son
raras. Más corrientemente se encuentran completas a partir de la segunda
decena de aquel mes y algunas parejas no construyen el nido hasta los
últimos días de mayo o los primeros de junio. Ambos adultos toman parte en
la incubación que dura 12-13 días. La hembra permanece mucho más tiempo en
el nido que el macho. Los pollos al nacer carecen de plumón y el color de su
piel es rosado oscuro. El interior de la boca es amarillo anaranjado con dos
puntos oscuros en la base de la lengua y otros dos más pequeños y más
pálidos en el extremo. Las comisuras son amarillas o amarillo verdosas,
generalmente muy pálidas. Durante 14-16 días alimentan ambos padres a los
pollos que, si son molestados, pueden dejar en buenas condiciones el nido a
los 12-13 días, pero no volar. Esto lo hacen antes de los 20 días de edad,
pero siguen siendo cebados. Normalmente hay una segunda cría en la
temporada. Sylvia hortensis
se reproduce en el noroeste de Africa y por la Península Ibérica llega hasta
el sur y centro de Francia. Cría también en Italia, en los Balcanes y es
irregular en el Sudoeste de Suiza. En Iberia no es escasa y localmente en el
Sur es numerosa. Allí está su hábitat principal, quedando en el Norte muy
pocas parejas. Cada vez parece más escasa esta curruca en la zona
Cantábrica, donde incluso llegó a ser ave bien conocida en el paso
primaveral. En especial en los últimos días de abril. Es más bien especie
mediterránea criando en Baleares y también extendiéndose desde el Sur hasta
el norte de Portugal. En Galicia es escasa y dispersa y lo mismo en Asturias
y Santander. En el País Vasco se reproducen muy pocas parejas. En Navarra
abunda más en las Riberas. Especie netamente
migradora, llega a Iberia en la segunda quincena de abril, pero hay
frecuentes observaciones anteriores, incluso en el mes de marzo, por lo que
realmente puede decirse que es pájaro que se presenta temprano en nuestros
campos. Belman (1973) señala que la migración primaveral en el Coto de
Doñana se acusa ya a finales de marzo. En la primavera de 1970 se capturaron
allí 28 Sylvia hortensis, la primera el 23 de marzo seguida por
cuatro más el 26. La última observada en paso primaveral lo fue el 1.° de
mayo. La migración prenupcial ha sido observada en Marruecos a partir de los
últimos días de marzo. Payn (1938) la ve en Tánger el 18 de marzo. El paso a
través de Iberia se acusa poco. La población europea que debería pasar por
nuestros campos es escasa puesto que la densidad que tiene en Francia y
Suiza es muy baja, países a donde podrían dirigirse la mayoría de las
currucas que se ven en el extremo occidental de los Pirineos en abril y
mayo. El paso otoñal es todavía menos acusado. Comienza a notarse en el mes
de agosto y la mayoría han terminado de pasar el 15 de septiembre. Pineau y
Giraud-Audine (1974) no la notan en otoño por el noroeste de Marruecos,
aunque tampoco tienen muchos datos para la primavera; solamente raramente
vista entre el 26 de marzo y el 24 de abril. Mead (1975) la ve
irregularmente desde agosto hasta la mitad de septiembre en Tras-os-Montes
(Nordeste de Portugal). El paso otoñal en Doñana se nota en la primera
quincena de septiembre. Entre el 3 y el 17 de este mes Belman capturó allí
20 mirlonas. Para él esta última fecha probablemente marca el final del paso
de otoño en el sudoeste de España, ya que después de ese día no se consiguió
capturar ningún ejemplar más. Sylvia hortensis
inverna en el Africa Tropical Occidental. Moreau (1972) la sitúa en Senegal,
pero no en Gambia ni en Mali. El hecho de que haya un solo registro de
Nigeria parece indicar que la zona de invernada se halla más al Norte, quizá
en el borde septentrional del Sahel, llegando por el Este hasta Tchad y
Sudán. |