Cigüeña Blanca

Ciconia ciconia

 Poca descripción necesita un ave tan conocida y popular en la mayor parte de la Península Ibérica como la Cigüeña Blanca Ciconia ciconia. Los adultos de ambos sexos tienen el plumaje del cuerpo y alas totalmente blanco, excepto las plumas primarias y secundarias de las alas que son de color negro azabache. También la cola es blanca. Pero si la coloración del plumaje resulta inconfundible sus largas patas rojas Y el pico igualmente de color rojo son caracteres muy distintivos Solamente los tarsos miden de 19,5 a 24 cm, y el pico recto y afilado, en forma de puñal, está entre 14 y 19 cm. de longitud.

Las cigüeñas jóvenes tienen las patas y el pico de color pardo rojizo y se identifican fácilmente por poseer, además, un tinte marrón o parduzco en las plumas escapulares y en las cobertoras alares. Después del primer invierno las diferencias con las cigüeñas adultas son muy ligeras.

La silueta de vuelo de la Cigüeña Blanca es inconfundible El cuello bien extendido hacia adelante y las largas patas sobresaliendo ampliamente por detrás de la cola, son detalles muy conspicuos que añadir al diseño de alas y cola y al color del plumaje blanco y negro. Solamente, y en una somera observación desde lejos, su coloración puede originar confusión con el Alimoche Común Neophron percnopterus, pero las patas y la cola de aquélla bien sobresalientes disipan toda duda. El cuello, cuando se le ve de perfil en vuelo, está ligeramente más bajo que el plano del cuerpo

Al volar, bate las alas lentamente y planea y se remonta a favor de las corrientes de aire hasta alcanzar una gran altura. Su vuelo es elegante y espectacular y al planear lleva las alas muy rígidas. Camina por el suelo con paso lento y deliberado, quizá se podría decir también que con majestuosidad, aunque su apariencia no es la que tiene al volar. Suele estar bien erguida, alcanzando una notable altura, con frecuencia no inferior a 85 cm. También se encoge, plegando el cuello sobre la espalda y entre los hombros, con el pico dirigido hacia abajo y casi oculto entre las plumas de la garganta y cuello. Normalmente permanece posada largo tiempo sobre una sola pata y pasa varias horas peinando el plumaje, bien en un árbol, un edificio alto, en el suelo y más a menudo en el propio nido.

Es una especie eminentemente sociable que vive casi siempre cerca de las viviendas humanas y que le sigue en su trabajo, en la labranza de la tierra y cerca del ganado que pasta. En estos casos es confiada y parece casi un animal doméstico. Sin embargo, resulta a veces bastante tímida y asustadiza. Aunque es pájaro muy protegido y querido en los pueblos, los avances en la higiene y limpieza ponen en peligro muchos nidos porque en realidad llegan a ser pájaros molestos y sucios cuando anidan en tejados.

A pesar de que durante la emigración se asocian grupos familiares de cigüeñas, normalmente durante el resto del año se las ve solitarias o en parejas. Y si varias de ellas anidan cerca unas de otras pueden congregarse en buen número para alimentarse en una charca o tierra de cultivo.

La Cigüeña Blanca es un pájaro muy silencioso y únicamente se le escuchan débiles sonidos guturales cuando se posa en el nido o un silbido si es molestada o está atemorizada. Aunque no es precisamente una expresión vocal, el rápido y rítmico golpear de las mandíbulas es el sonido más oído cerca de los nidos de cigüeñas. Este rápido golpeteo llega a ser casi como un trino en tono muy alto con modulaciones en su intensidad y lo acompaña con movimientos singulares, curvando el cuello hacia atrás de tal forma que la parte superior de la cabeza toca la espalda, y volviendo a llevarlo hacia adelante y abajo y nuevamente sobre la espalda. La garganta inflada actúa entonces como caja de resonancia. Esencialmente es una manifestación de la excitación del pájaro y no tiene funciones solamente como expresión de saludo entre los miembros de la pareja. Aunque, con frecuencia, una sola de las cigüeñas golpea sus mandíbulas, tambien es normal que ambas lo hagan a la vez o ante la aproximación al nido de otra Cigüeña con intenciones hostiles.

La Cigüeña Blanca Ciconia ciconia se alimenta fundamentalmente de ranas, renacuajos que captura en charcas y lagunejas con aguas someras, tritones, lagartijas, culebras de agua, lombrices de tierra, culebras, peces, gusanos e insectos. Entre estos, los ortópteros (Gryllo­talpa, langostas, saltamontes, etc.), los odonatos y sus larvas, coleópteros (especialmente escarabajos acuáticos, moluscos (caracoles), crustáceos variados y también pollos y huevos de pequeños pájaros que anidan en el suelo o entre vegetación acuática. De forma ocasional parece tener preferencia por micromamíferos que se muevan en el radio de acción de su fuerte pico. Jourdain cita ratones de campo, musarañas, gazapos y muy pequeños lebratos. En sus cuarteles de invierno la Langosta Schistocerca gregaria constituye su principal alimento y sus movimientos están íntimamente ligados a los de ella, como luego se verá.

Durante la época de la cría vive en poblados, no lejos de campo abierto, y la presencia de lugares húmedos no muy apartados es fundamental en su biología. Allí captura toda la gama de pequeños animales citados arriba y ocasionalmente arroja una egagrópila que contiene numerosos residuos no digeribles. Si el tiempo es caluroso y las charcas y campos están secos, la Cigüeña se ve obligada a una alimentación a base de insectos, cuyos caparazones y partes quitinosas no digiere, por lo que las egagrópilas arrojadas son duras y compactas. Si el tiempo es lluvioso o en la zona abundan charcas y aguazales, su alimentación, eminentemente acuática, no es difícil de digerir, y huesos y espinas de peces y otros animales son disueltos completamente en su aparato digestivo. Rara vez se aleja mucho de donde está situado el nido y rehúye bosques y montañas.

Un macho que llega a un nido, inmediatamente comienza a rehacerlo y espera en él la llegada de la hembra, que lo suele hacer pocos días después (normalmente 2 ó 3). Se dice que la unión es durante toda la vida y si alguno de ellos ha perecido durante el invierno se forma una nueva pareja, juntándose normalmente el superviviente con otra Cigüeña, casi siempre joven, que cría por primera vez. Los nidos están emplazados en los lugares más altos y descubiertos, fácilmente accesibles para los pájaros. Esta tendencia a hacer el nido en sitios tan elevados es muy curiosa y se ha observado que la construcción cerca de él de un edificio más alto, una torre, chimenea o una simple antena de televisión, puede ser motivo de abandono. Los lugares donde el nido es construido varían desde una alta torre de iglesia, muy frecuente en Iberia, hasta un árbol, casi siempre en la copa, pero a veces hay varios nidos de diferentes parejas en el mismo árbol. También en almenas de viejos castillos, tejados, viaductos, postes, antenas, etc., e incluso se conocen casos de nidos en el suelo. Estos son usados año tras año y por la adición de nuevo material cada temporada de cría, pueden llegar a alcanzar un considerable volumen, aunque los agentes atmosféricos dan buena cuenta de ellos con frecuencia. La caída de un nido en el otoño con fuerte viento resulta espectacular. En algunos lugares se incita a la nidificación de las cigüeñas colocando soportes adecuados en los tejados o en las torres de edificios que las cigüeñas adoptan con gusto.

El macho que ha ocupado el nido y comenzado a reconstruirlo no se aparta apenas de él hasta la llegada de la hembra. Solamente lo hace por cortos intervalos y, a veces, sucede que a uno de ellos llega otra Cigüeña del mismo sexo que ocupa el nido. Entonces se inician las frecuentes luchas a picotazos entre dos machos que a menudo terminan con la muerte de uno de ellos Casi siempre el primer ocupante vence en la lucha, a no ser que sea víctima de un picotazo inesperado.

El cortejo nupcial incluye curiosas posturas y golpear de una mandíbula sobre otra, en la forma que ya ha sido descrita al hablar de los sonidos por las cigüeñas. La cabeza llevada hacia atrás sobre de espalda, la cola abierta en abanico, la rabadilla u obispillo elevada hasta el nivel de la espalda y continuos aleteos de las dos alas es la manifestación representada con insistencia por el macho y que en ocasiones también la hembra sigue. Con la puesta y por lo tanto el comienzo de la reproducción, no se interrumpen estas manifestaciones que, aunque atenuadas, pueden ser observadas frecuentemente en el nido.

La construcción de un nuevo nido puede ocupar a las cigüeñas en un duro trabajo durante una semana. Al principio aportan ramas gruesas que pueden tener hasta cuatro cm. de diámetro y que forman la plataforma base o el cimiento. Sobre estas ramas colocan otras pequeñas, tierra, barro, hierba, dejando una concavidad en el centro, forrada interiormente de hierba, musgo, papeles, trapos, plásticos, plumas, trozos de arpilleras y otros desperdicios. De este modo queda el nido muy compacto, pero muy pequeño en proporción a los que normalmente se ven en los campos y pueblos ibéricos, no superando un espesor de 30-40 cm. y un diámetro de 80 cm.

En sucesivos años se irá completando la gran estructura hasta alcanzar a veces un espesor de casi 2 metros y con un peso que puede llegar a medio quintal. Ambos adultos aportan el material para la construcción, pero el macho realiza la mayor parte de este trabajo, quedándose la hembra en el nido donde entrelaza las ramas y forra su interior. En el mes de marzo a partir de la mitad del mes y más a menudo en abril, comienza la puesta que normalmente consiste en 4 huevos, aunque 3 y 5 no son infrecuentes. También se han comprobado puestas de un solo huevo, de 6 e incluso de 7. Jourdain señala que algunos huevos e incluso jóvenes recién nacidos, cuando la puesta es muy grande, son lanzados por los adultos fuera del nido en un caso insólito de control de la natalidad, en función de la potencial alimentación de la zona. Los huevos son de forma variable, blancos, a veces brillantes, y el promedio obtenido para 103 por Jourdain fue de 73,2 x 51,8 mm. con un máximo de 81,5 x 46,5 mm. y 71,7 x 55,7 mm. y mínimo de 65,6 x 49,6 mm. Son dejados con intervalos de 48 horas y la incubación por ambos sexos que se alternan comienza con la puesta del primero o del segundo huevo. Parece comprobado que la hembra realiza la incubación por la noche ella sola y que el macho releva solamente de día. También sucede a veces que la puesta de los huevos es cada 24 horas, pero una semana para completarla es un período de tiempo normal.

El trabajo que sobre el nido efectúa la hembra es muy notable. Cada huevo que pone requiere la renovación del material que forra el nido, probablemente en orden a permitir que exista un drenaje adecuado para el agua de lluvia, pues es bien conocido qué cantidad de chubascos tienen que soportar los nidos de cigüeñas en la muy lluviosa primavera ibérica. La incubación dura de 32 a 34 días y el nacimiento del último pollo puede estar distanciado fácilmente diez días del primero, con lo que las diferencias en el crecimiento son, a menudo, muy grandes. Las cigüeñas cuidan con gran celo a sus hijos y siempre una de ellas permanece en el nido. En días de fuerte sol procura con las alas entreabiertas protegerlos. Sin embargo, el mayor peligro para los jóvenes lo constituyen las lluvias repentinas y torrenciales que pueden ahogarlos dentro de tan voluminosa bañera si no es lo suficientemente porosa para desalojar rápidamente el agua embalsada.

Ambos adultos aportan el alimento regurgitándolo en el nido donde los pollos lo picotean. Normalmente este alimento es una pasta informe en la que están incluidas ranas, peces, materia vegetal, etc. Al nacer, los pollos están cubiertos con un plumón blanco corto, poco denso, faltando totalmente en algunas partes del cuerpo. A la semana de nacer ya aparece el segundo plumón que es más largo y apretado, naciendo también en las partes antes calvas. El pico es negruzco y las patas cambiantes en pocos días en su coloración: primero rosas, luego grises y después amarillas. A las pocas horas de su nacimiento ya instintivamente echan hacia atrás la cabeza y golpean las mandíbulas. Con frecuencia lanzan un ligero e insistente maullido y silban, siendo por lo tanto más aficionados a emisiones vocales que los adultos. En lugares calurosos los adultos aportan agua en el pico. No obstante, es frecuente que los jóvenes permanezcan en el nido muy acalorados con el pico abierto ampliamente. Al principio, cada hora las cigüeñas adultas aportan alimento al nido. A las dos o tres semanas sus regurgitaciones son más distanciadas, seguramente no inferiores a dos horas.

Las jóvenes cigüeñas vuelan por primera vez a partir de los 55 días, pero más a menudo no antes de 60 días y muy ocasionalmente a los 52 días en lugares muy favorables con abundante alimentación. Aunque vuelan con los padres y se alejan del lugar, vuelven al nido a dormir y en noches claras se observa gran actividad allí, cebando los adultos como en pleno día.

La Cigüeña Blanca tarda en general cuatro o cinco años en adquirir la madurez sexual, pero numerosos casos de reproductoras de tres años se producen casi todos los años en Iberia. En Alemania se comprobó una Cigüeña criando a los dos años de edad (Schnetter y Zink 1960) en 1957 en Baden. Sin embargo, los dos pollos nacidos murieron a los doce días de vida al no ser capaz la Cigüeña hembra de cebarlos ella sola, puesto que el macho joven falló en la aportación de alimento, sin duda por falta de madurez. También existen otros casos de cigüeñas tempranas y en algunos de ellos la reproducción se completó con éxito.

La Cigüeña Blanca Ciconia ciconia ocupa en Europa gran parte de la Península Ibérica, nordeste de Francia, Países Bajos, las dos Alemanias, Polonia, Austria, Hungría, los Balcanes excepto la mitad meridional de Grecia, Dinamarca y Rusia occidental (Estonia, Letonia, Lituania, Ucrania). Falta completamente en Gran Bretaña e Irlanda, Escandinavia, Italia, Islas del Mediterráneo y la mayoría de Francia, donde localmente se han producido nidificaciones esporádicas. A este respecto, Bernis (1966) comenta: «Llama mucho la atención la falta de cigüeñas criando en casi toda Francia. Esta laguna zoogeográfica tan chocante se extiende desde Holanda y Alsacia hasta el Valle del Ebro, en España. Dentro de tan amplio vacío sólo se conocen nidificaciones harto esporadicas y en general inconstantes que de acuerdo con Mayaud se refieren concretamente a 9 Departamentos del Nordeste de Francia (aparte de los de Alsacia y el del Mosela), 2 Departamentos del Noroeste de Francia, 1 del Sudoeste (Vendée) y otro del Sudeste (Bouches-du-Rhon) y la mayor parte son nidificaciones fugaces o pretéritas»

La población europea es mayor en conjunto y a pesar de una drástica disminución en varios países, puede rondar actualmente las 50-70.000 parejas.

Al hacer un estudio de la Cigüeña Blanca forzosamente hay que dedicar gran parte del mismo a sus migraciones y a la invernada en Africa. Esta conducta ha sido estudiada de forma exhaustiva por numerosos ornitólogos europeos, destacando entre ellos Bouet y Schüz. Pero para Iberia y concretamente en España, es Bernis quien ha realizado el más completo análisis con experiencia propia en el campo y también ha obtenido las más acertadas conclusiones, estudiando el material aportado por múltiples observadores y ornitólogos. A él seguiremos en una somera revisión que puede dar una idea conjunta del comportamiento de las cigüeñas españolas y portuguesas y, adicionalmente, del de las restantes europeas.

La subespecie Ciconia c. ciconia es la que se reproduce en Europa, distinguiendo Vaurie otra subespecie para Asia, Ciconia c. asiática, algo más grande, siendo la diferencia más conspicua el tamaño del pico.

Atendiendo a los datos aportados por Bernis (1966), la población europea de la subespecie ciconia era hace años del orden de 180.000 parejas reproductoras, lo que, sin duda, implicaba una población del orden de más de 600.000 aves. Desafortunadamente estas cifras no son válidas para hoy, puesto que la Cigüeña Blanca ha disminuido mucho en Europa por diversas causas que luego se analizarán. Pero sirvan estos datos como referencia de una época óptima para la Cigüeña que es difícil pueda volver a producirse.

Para comprender mejor el mecanismo de migración de las cigüeñas europeas se pueden distinguir en nuestro Continente tres poblaciones: Cigüeñas occidentales, cigüeñas orientales y zona de superposición o mixta. A la primera corresponden las aves que emigran con rumbo hacia el Sudoeste, fundamentalmente a través de Francia y mitad oriental de Iberia, sobrevolando el Estrecho de Gibraltar hasta alcanzar Africa. Las cigüeñas de la segunda orientan su migración posnupcial hacia el Sudeste europeo para sobrevolar el Estrecho del Bósforo. Dentro de la zona que hemos dado en llamar mixta, unas cigüeñas toman rumbos posnupciales hacia el Sudoeste, y otras, que incluso pueden reproducirse más a occidente, vuelan hacia el Sudeste. En esta zona sobrepuesta se incluyen las poblaciones de Dinamarca, norte de Holanda y casi toda Alemania occidental. Iberia y Alsacia (Francia) quedan de lleno en la población occidental. Los países de la Europa oriental, que reúnen en su conjunto la mayor parte de las cigüeñas europeas, forman la que hemos llamado población oriental.

Las cigüeñas que atraviesan el Estrecho de Gibraltar y las muchas que pasan en amplio frente por zonas más al Este y al Oeste de este punto, pertenecen, como se ha dicho, a la población occidental e invernan al otro lado del Sahara en zonas áridas o semiáridas que se extienden a uno y otro lado del paralelo 14° Norte. El anillamiento en Iberia de un buen número de cigüeñas ha producido notables recuperaciones en países del centro de Africa e incluso en la propia Sudáfrica. Esto ha dado prácticamente la vuelta a toda una teoría generalizada de que nuestras cigüeñas no viajaban más al Sur de los países del Golfo de Guinea y solamente se admitía el hecho como extraordinariamente raro. Precisamente la captura en Rodhesia en el mes de marzo de una que había sido anillada en Alsacia fue causa de general sorpresa. En la primavera de 1923 fue cogida en Sevilla una Cigüeña que llevaba clavada una saeta o flecha similar a la que usan los negros unguru de la entonces Tanganika. La flecha se conserva en el museo alemán de Radolfzell. Este caso fue expuesto como prueba de que las cigüeñas llegaban por lo menos hasta el Africa Tropical oriental, pero entonces se dudó de su fuerza argumental. El estado actual de los conocimientos pone de relieve cuánto valor tiene este hecho verdaderamente fortuito. Con los datos que ahora poseemos, aún insuficientes desde luego, parece abrirse camino la probabilidad de que una importante población occidental de cigüeñas se una a las orientales, de las que ya se conocía muy detalladamente a través de un intensísimo anillamiento, su lugar de invernada. Este comprendía una extensa zona que se iniciaba en el Delta del Nilo y se concentraba en su curso alto (Nilo Blanco y Nilo Azul), región de los Lagos, las dos Rodhesias y la Unión Sudafricana (parte oriental). Está, pues, ahora claro que entre esta población oriental pasan el invierno buen número de cigüeñas occidentales, pero es necesario intensificar el anillamiento, sobre todo en Iberia, para establecer un status más completo del que ahora se perfila. De este modo pueden explicarse casos de cigüeñas occidentales que cambiaron la ruta en su viaje de regreso a Europa, sin duda arrastradas por el flujo de las orientales desde el mismo centro de Africa. Bernis cita el de una que había sido anillada en Túnez y que fue comunicada en abril del tercer año desde Israel. Otro caso de traspaso de una zona a otra, se dio con una Cigüeña nacida en Alsacia que ya en septiembre de su año de nacimiento es recuperada en el Danubio bávaro, 200 km. al Este.

Las cigüeñas de Europa oriental ya se indicó que ocupan la extensísima zona que va desde el Sudán hasta Sudáfrica. En algunos lugares del continente africano el paso de cigüeñas en migración resulta verdaderamente espectacular, volando a gran altura y concentrándose con frecuencia los grupos hasta formar bandos de millares de ellas. También aquí se producen raras dispersiones, entre las que cabe citar como muy sorprendentes una anillada en Alemania que derivó hasta la India; otra de Alemania oriental recuperada en Irak y varias centroeuropeas que alcanzaron la península arábiga.

Las cigüeñas marroquíes y argelinas, incluida la exigua población tunecina, tienen cierta tendencia a invernar en Africa central, donde ya han dado numerosas recuperaciones (Ubangui-Chari, Zaire, Uganda). Las cigüeñas de la zona europea que hemos denominado como mixta o sobrepuesta, poseen un comportamiento migratorio cambiante y parte de ellas se recuperan en Africa occidental y una muy importante población alcanza el centro y sur del Continente negro. La gran mayoría de las cigüeñas danesas parecen seguir la misma ruta que las orientales, pero también hay una minoría de recuperaciones en el occidente africano. Lo mismo sucede con las poblaciones alemanas del norte y centro, mientras las holandesas muestran más acusada tendencia a emigrar hacia el Sudoeste.

El comportamiento migratorio de las cigüeñas es variable con la edad. Ya se ha dicho que la madurez reproductora no es alcanzada antes de los tres-cuatro años de edad. En el primer año de vida la mayoría de las cigüeñas no vuelven a sus países natales, sino que permanecen en países más meridionales y probablemente muchas no abandonan sus zonas de invernada. En el segundo y tercer año repiten esta conducta, pero de forma más limitada, iniciando cortas migraciones que las aproximan o hacen llegar al lugar donde más tarde van a reproducirse. Es interesante lo que Bernis resume sobre el regreso al lugar del nacimiento de las cigüeñas. Cito textualmente: «Las cigüeñas maduras aparecen criando por primera vez en localidades más o menos distantes de la natal. Al igual que en bastantes otras aves migradoras, lo normal aquí no son retornos natales, sino nuevas colonizaciones de lugares diferentes, a veces distantes. La reocupación del nido natal es un episodio raro. Homberger (1954) da los siguientes porcentajes: retorno a localidad natal, 8 de recuperaciones; retorno a 0-10 km., 36; a 10-25 km., 22; a 25-50 km., 17; a 50-100 km., 9; 100-500 km., 7; más de 500 km., 1. La nidificación más alejada comprobada por dicho autor es de 600 km. de distancia. Otro naturalista, Zink (1963), por ejemplo, basado en lecturas de anillas a distancia, deduce que el 70% de las cigüeñas que anidan por primera vez, lo hacen a más de 50 km. de la localidad natal. Entre los casos más notables figura una Cigüeña de Brandenburgo (Alemania Oriental), que es controlada a los cinco años y nuevamente a los seis años, criando en un nido en Baden (Alemania Occidental). Se trata, por lo tanto, de una Cigüeña nacida oriental que pasa a criar en el área de las occidentales. Mucho más sorprendente es el caso citado por Mayaud (1965) de una Cigüeña anillada como pollo en Alsacia en 1958 que aparece criando en Marruecos en 1962».

El flujo migratorio posnupcial de las cigüeñas occidentales (ibéricas sobre todo), después de sobrevolar el Estrecho de Gibraltar, se interna en Marruecos en un amplio frente para alcanzar los países del Africa occidental. Esto que parece claro en principio no lo es tanto a la hora de entender cuál es la ruta seguida por las cigüeñas españolas que se han recuperado en el centro y sur de Africa. Ya advertía Bernis en 1959 lo poco que se sabía de la migración posnupcial, sobre todo si comparamos los datos a nuestro alcance con los existentes para el paso prenupcial. Bernis estimaba en 1973 que la migración posnupcial entre julio y septiembre, podría verter por encima de Gibraltar unas 60-80.000 cigüeñas. En el recuento de migrantes efectuado en el verano-otoño de 1972, no se llegó a las 17.000 cigüeñas. Bernis, que dirigió este censo, estima que muchas se escaparon al recuento, en parte por haber atravesado el Estrecho durante el mes de julio, antes de iniciarse las observaciones, y también, quizá, porque algunas grandes bandadas pudieron haber despegado desde más al Oeste del lugar ocupado por los ornitólogos. Bernis afirma asimismo, que los cómputos de cigüeñas ibéricas calculados por él en 1959 en particular los de la población ibérica, son hoy algo altos. Señala, además que el 90% de las cigüeñas comunes que atraviesan por Gibraltar, son ibéricas. De más allá de los Pirineos sólo acuden cigüeñas a Gibraltar desde Alsacia, Holanda y partes de Alemania occidental, no suponiendo estas poblaciones más de 2-3 millares de aves. La mayoría de ellas llegan a la Península Ibérica por ambos extremos de los Pirineos. En las provincias Vascongadas y Navarra el paso de cigüeñas en agosto y septiembre es abundante, pero siguiendo una ruta muy oriental dentro del País Vasco que sobrevuela Irún Oyarzun y campos de Jaizubia, entre las Peñas de Aya y el Monte Jaizquíbel. De forma ocasional se desvía este flujo hacia el Oeste, a lo que sin duda puede contribuir algún cambio meteorológico. Su presencia en otras zonas cantábricas más al Oeste es esporádica, pero no faltan observaciones en Vizcaya, Santander y Asturias.

Mucho más acusado y abundante es el paso posnupcial por el levante español. Existen muy numerosas observaciones y capturas en Gerona, Barcelona, Valencia, pero con frecuencia lejos de la costa, en pleno mar. Su presencia (posadas sobre edificios de pueblos y ciudades de la región catalana) sorprende como un suceso raro. Lo mismo ocurre en el Delta del Ebro donde hay alguna observación y sólo una captura en marzo de 1954 de una anillada en Alemania (Maluquer 1971). Por toda la mitad oriental ibérica existen numerosas capturas de cigüeñas europeas occidentales y en esas provincias se concentran también la mayoría de las observaciones. Bien es verdad que la Cigüeña es respetada en el occidente de la Península Ibérica y en la práctica no se caza allí, pero no en la zona oriental donde no anida y parece que se caza de forma furtiva. Lo mismo sucede en las Marismas del Guadalquivir, en las que existen numerosas recuperaciones de cigüeñas de Holanda, Alsacia, Alemania, etcétera.

La Cigüeña Blanca es un inmigrante muy temprano y son frecuentes todos los años las noticias que hablan de la llegada de estas aves a determinados lugares del centro y sur de Iberia en plenas Navidades y aun antes. Esto es ciertamente anormal y algunas de estas cigüeñas pueden ser invernantes que ocasionalmente se desplazan hacia el Norte, y al hacerse visibles, provocan el comentario general.

Dos corrientes principales de migración prenupcial se inician en los países del Golfo de Guinea, donde parece que invernan la mayoría de las cigüeñas ibéricas. Una sigue a lo largo de Mauritania, entrando en este país desde el Senegal y Malí, hacia el Norte, alcanzando el Sahara occidental y el sudoeste de Marruecos. Desde diciembre a febrero son ingentes las cantidades de cigüeñas que pasan muy cerca de la costa, bordeando por el Oeste las estribaciones del Atlas marroquí. Muchas de ellas siguen hacia el Norte y atraviesan en bandos el Estrecho de Gibraltar. La otra corriente indicada, sin duda menos intensa, alcanzaría Argelia y Túnez por Ahaggar e In-Salah, en pleno desierto del Sahara. A ella se unirían algunas que no sobrepasan la Cordillera del Atlas y que, pertenecientes a la población argelina, buscan sus zonas de nidificación, desviándose hacia el Nordeste.

Dentro de estos movimientos típicos migratorios se han observado otros en sentido contrario al que debería predominar según la estación. Esta situación puede ser en parte temporal, como sucede con otras especies de aves, que producen con frecuencia lo que llamamos corrientemente «contrapase» y que suele estar motivado por condiciones meteorológicas desfavorables que el pájaro adivina antes que el hombre. También la presencia de bandos de cigüeñas inmaduras que no llevan una dirección definida y que con su vagabundeo pueden originar confusión en los observadores. Además, hay que destacar aquí la gran influencia que tiene en la biología africana de la Cigüeña Blanca Ciconia ciconia la Langosta Schistocerca gregaria. En Africa, bandos de cigüeñas persiguiendo a nubes de langostas parece ser un espectáculo frecuente, y aunque no puede decirse que la migración del ave esté determinada por la del insecto, sí admitiremos desviaciones y vagabundeos provocados por éste. Es bien conocida la gran afición que a la captura de acrididos tienen las cigüeñas. Bernis insiste también en que las cigüeñas occidentales inician sus dos vuelos migratorios, el prenupcial y el posnupcial, bajo el signo de una sequía más o menos prolongada que imprime un sello ecológico diferente en las respectivas regiones de partida.

Así como el viaje prenupcial es rápido y las cigüeñas invierten en él cerca de un mes, volando cada día un promedio de 100-200 km., el posnupcial parece ser más lento, aunque faltan datos fidedignos para determinarlo. Sin embargo, la carencia de observaciones hace pensar también que las cigüeñas podrían alcanzar sus cuarteles de invierno al sur del Sahara en un solo vuelo sobre el desierto. En las recuperaciones de aves anilladas existen algunas que hacen presumir un viaje otoñal rápido por la ruta más corta.

En pleno invierno, normalmente en diciembre, ya muchas cigüeñas ocupan sus nidos en Marruecos, completándose la ocupación en enero. En Iberia la migración comienza ya a ser apreciable en el Sur a primeros de enero. En la segunda mitad de enero y primera de febrero la mayoría han ocupado sus nidos. En Europa occidental las cigüeñas llegan a los nidos desde finales de febrero a fines de marzo.

La Cigüeña Blanca ha sido uno de los pájaros que con más intensidad se han anillado, sobre todo en proporción a su población. De este modo se conocen ahora innumerables datos y conclusiones sobre las que está basado todo lo escrito anteriormente. Bernis (1966) resume las actividades anilladoras en España desde su comienzo en 1927, utilizando anillas de la Central Ornitológica de Budapest. De 1934 a 1936 se inició el anillamiento por iniciativa del Ingeniero Marina de varios centenares de cigüeñas en Avila, Ciudad Real y Córdoba. A partir de 1957 los anillamientos corrieron a cargo de la Sociedad Española de Ornitología y hasta 1972 se habían anillado un total superior a las 8.000 cigüeñas que dieron muy interesantes recuperaciones en diversos países africanos. A la vez se centralizaron las que aquí se capturaban anilladas en los restantes países europeos, disponiéndose así de un extraordinario material de primera mano para la realización de estudios sobre la migración de esta especie.

No se puede hacer aquí una relación de todas las recuperaciones habidas hasta la fecha de las cigüeñas anilladas en Iberia, pero sí un resumen significativo.

A pesar de cuanto se dijo sobre la vuelta a sus lugares de nacimiento de las cigüeñas, existen recuperaciones que indican una gran querencia a su zona natal. Una anillada como pollo en el nido en Navalmoral de la Mata (Cáceres) en mayo de 1962, fue encontrada muerta en un tejado en el mismo lugar a los 6 años y 9 meses. En Almaraz (Cáceres), se anilló también como pollo en junio de 1966 una que a los 3 años y 2 meses se encontró muerta allí mismo y una tercera, anillada pollo igualmente en Almaraz en mayo de 1968, murió electrocutada en el mismo lugar un año y 10 meses después.

Existen numerosos casos de desviaciones de la ruta normal de las cigüeñas ibéricas que van y vienen a Africa. Así, una anillada en Medina Sidonia (Cádiz) en junio de 1968, fue recuperada en julio del siguiente año al este de Argelia. Otra más, anillada en el mismo lugar también como pollo en junio de 1970 aún fue más lejos: se recuperó en Sousse (Túnez) en febrero de 1971. En Cartago (Túnez) igualmente se capturó en febrero de 1969 una que había sido anillada como pollo en junio del año anterior en Villamesías (Cáceres).

Las recuperaciones de cigüeñas ibéricas que han producido más sensación en los estudiosos de la biología de estas aves, son sin duda las habidas en países del Africa central y del Sur. Desde el famoso y curioso incidente de la Cigüeña asaetada ya descrito, se sospechaba la invernada de una parte de la población de nuestras aves en el corazón del Continente africano. Pero la recuperación en Kildare, Natal (Sudáfrica) en abril de 1970 del esqueleto de una Cigüeña anillada en Tarifa (Cádiz) el 25 de mayo de 1969 como pollo en el nido, causó una verdadera sorpresa y el dato es de gran valor ornitológico. También en Zambia en abril de 1969 se había capturado una Cigüeña ibérica anillada en junio del año anterior en El Gordo (Cáceres). Otra anillada como pollo en Casas Viejas (Cádiz) fue capturada en Bulawayo (Rodhesia) en marzo de 1970. Y otra más en el Zaire (Luluabourg) en mayo de 1971 y a 5.500 km. al Sur-Sudeste de su lugar de anillamiento en Villanueva de la Serena (Badajoz) en mayo de 1967. Luluabourg es una localidad congoleña situada en la provincia de Kasai, al noroeste de Katanga.

La invernada en los países del occidente africano y del Golfo de Guinea está acreditada por capturas en Malí, Senegal, Nigeria, Alto Volta, Ghana, Togo y Costa del Marfil de cigüeñas anilladas en la Península Ibérica. Aunque muchas de ellas son pájaros jóvenes no reproductores, alguna alcanzó la edad de 14 años y otra los 7 años. En Malí, donde hay numerosas recuperaciones, alguna no había cumplido aún los 6 meses de edad. También en Ghana y Alto Volta se capturaron dos más con 6 meses de vida solamente.

Las recuperaciones de cigüeñas europeas en la Península Ibérica abundan y, consecuentemente, se sabe ahora mucho sobre las rutas seguidas. En el paso posnupcial ya se dijo que la mayoría caen en provincias levantinas y en general casi todas en la mitad oriental de Iberia. El paso prenupcial produce, sin embargo, un esquema diferente, pues varias capturas se obtienen en provincias de la mitad occidental, algunas tan norteñas como en la provincia de Lugo, en pleno invierno (enero), Bernis cita recuperaciones curiosas que ponen de manifiesto hasta qué extremo se han estudiado las cigüeñas en algunos países europeos. Así, en 1963, en marzo, se encontró muerta una que poseía una historia notable. Este ave había sido anillada en Ludwigshafen (Alemania) en 1950. Observando a distancia con potente óptica los nidos, fue controlada en el nido en Landau en 1957, 1958, 1959 y 1960. Nuevamente observada su anilla cuando regentaba un nido en Neustadt, en 1961, y de nuevo en otro nido al siguiente año 1962, en Gemersheim. Estas localidades quedan todas próximas entre sí. En conjunto las recuperaciones en Iberia se refieren fundamentalmente a aves alemanas, holandesas y alsacianas, pero también hay capturas de cigüeñas checas, danesas y polacas, sin duda casos típicos de migrantes desviados de su ruta normal hacia el Sudeste europeo.

La disminución de cigüeñas en toda Europa es un hecho cierto y en verdad lamentable. En algunos lugares causa verdadera alarma el creciente despoblamiento de zonas y la gran cantidad de nidos que quedan abandonados. Las causas son varias y su análisis requeriría un excesivo espacio. En Iberia y en general en Europa el drenaje de zonas húmedas y su roturación para diversos cultivos así como las sequías, aunque éste es un fenómeno de siempre, pero que ahora se combina con el anterior, son causas importantes en sí como para rebajar la densidad de las poblaciones de ciconia, pero no para diezmar como lo hace el creciente uso de insecticidas y herbicidas en los campos y las pulverizaciones con productos tóxicos sobre lagunas y estanques. Sin embargo, estimo que las causas principales de esta disminución hay que buscarlas en sus cuarteles de invierno en Africa. Al igual que otras especies de pequeños pájaros, las cigüeñas han sufrido las consecuencias de la extremada sequía producida durante 9 años consecutivos en la zona africana del Sahel. Pero aún es mayor allí la contaminación por los plaguicidas que son usados de forma masiva y, lo que es peor, indiscriminada, rociando extensas zonas donde incluso no es necesario su uso. La especial afición de la Cigüeña por la langosta es también otra de las causas de su merma en las poblaciones al introducirse en un medio contaminado y que es sistemáticamente combatido desde avionetas con pulverizaciones que impresionan por su extensión y efectos. También la caza practicada en numerosos países africanos puede contribuir en no poca medida a este descenso en el número de las cigüeñas europeas, sobre todo si tenemos en cuenta lo fácil que resulta aproximarse a un ave prácticamente semidoméstica.

En pequeña medida, pero valiosa, sin embargo, resulta la protección que se dispensa a la especie en todos los países europeos. Incluso en zonas donde el campesinado podría parecer indiferente, no es así y se procura facilitar la nidificación con estructuras adecuadas que, afortunadamente, son admitidas por los pájaros sin recelo.

La Cigüeña Blanca es ave protegida por la Ley en España y su caza y captura, tráfico, comercio y exportación de ejemplares vivos, así como de sus huevos, crías y restos, incluída la preparación en piel o naturalizadas, está prohibida.