Carricero Tordal Acrocephalus arundinaceus Nadie que haya escuchado
el canto del Carricero Tordal Acrocephalus arundinaceus puede dudar
de que el nombre castellano está muy bien puesto y designa al pájaro de
forma perfecta. Su gran
tamaño, un verdadero gigante entre los habitantes
alados de las marismas, con pico y patas robustas y sobre todo su
inconfundible y fuerte voz, lo identifican inmediatamente. Las partes
superiores son pardo oscuras muy uniformes y carentes de rayas. Las partes
inferiores pardo anaranjadas excepto la garganta muy blanca y el vientre
blancuzco. La cola es ancha y redondeada y llama la atención cuando se le ve
volar porque con frecuencia la despliega. Las rectrices son pardo oscuro y
se aprecian en ellas, teniendo el pájaro en la mano que las puntas son más
pálidas. Los sexos tienen el plumaje igual. Las patas y los pies son pardo
grisáceos. El pico es marrón oscuro por encima y en el extremo de la
mandíbula inferior, con el resto de color carne rosada. Los ojos sepia
amarillentos, bien visibles cuando el pájaro alarmado nos mira desde lo alto
de un carrizo. No hay pájaro más notorio
en una marisma o carrizal que éste. Desde que llega en el mes de abril hasta
que nos deja en agosto y septiembre se hace visible continuamente y el canto
se escucha a considerable distancia y a pesar de ser bastante áspero y
monótono es emitido con una entonación tan curiosa y una cadencia tan
singular que llega a gustar. Sus hábitos y acciones son parecidas a las del
Carricero Común, pero se le ve mucho más al descubierto encaramado en lo
alto de los carrizos que se doblan con frecuencia bajo su peso. Vuela bajo
por encima de los carrizos con titubeante acción, pero batiendo las alas con
rapidez y llevando la cola desplegada. Como desafortunadamente sucede hoy en
todas partes son pocas las marismas y carrizales que se libran de un tendido
eléctrico por encima. En esos hilos se posan los carriceros tordales muy
frecuentemente y desde ellos también cantan. Esta acción es más común en
migración. Quizá una alta densidad de migrantes establecidos en una pequeña
extensión de carrizos obliga a que los pájaros busquen posaderos fuera de
ellos. De este modo también se les ve en árboles y arbustos que rodean los
carrizales. Cuando está alarmado y
siempre parece que éste es su estado habitual, en cuanto lo distinguimos
lanza un duro ¡¡tack!! y un sonido que recuerda al croar de una rana. Su
canto, emitido desde posadero alto, a la vista y con insistencia, es un
repetido ¡¡karra-karra-karrakik!! seguido de un croar más bajo
¡¡kerk-jerkjerk!!, intercalando agudos silbidos y trinos. Cuando se le
escucha entre la vegetación y no se le puede ver canta como el Carricero
Común, en tono muy bajo y muchas veces me ha sorprendido al comprobar que el
que cantaba no era el pájaro que yo esperaba ver. Se escucha de noche y de
día, pero más a menudo por la mañana temprano y por la tarde. En las tardes
de primavera con calma atmosférica el canto tiene un gran poder y alcance y
se escucha a menudo desde distancias de 400 y 500 metros. Comienza a cantar
a partir de su llegada a Iberia y no se interrumpe hasta los últimos días de
julio. Antes y después su voz es oída de forma ocasional. En el Sur de la
Península los que arriban temprano en los primeros días de abril ya cantan
normalmente con intensidad. Como otros carriceros se
alimenta de insectos típicos de las marismas y sus larvas: Coleópteros
(especialmente Donacia), Diptera (Tipulidae), Odonata (Aeshua),
ephemeroptera (Ephemeridae) y Lepidoptera (sobre todo larvas). Hasta
aquí las especies mencionadas por Jourdain (1940). Pero se ven comer muchos
pequeños caracoles e incluso pescar en aguas someras sujetándose bien con
las patas en la base de un carrizo (Phragmites) los pequeños alevines
de Lisa (Mugil spp.). También Jourdain señala que en migración otoñal
consumen una buena cantidad de frutos de arbustos silvestres, lo que es
común con otras especies de pájaros de marismas. A partir de la mitad de
mayo ya comienzan a construir sus nidos. A menudo en una pequeña marisma con
una extensión de una Ha. puede haber 2-3 parejas de forma que parece que se
van a estorbar unas a otras. Pero los pájaros procuran hacer los nidos
equidistantes y es raro que uno esté al lado de otro. El nido es construido
solamente por la hembra, un pájaro excesivamente tímido y que rara vez puede
ser vista al descubierto. En uno de los nidos observados estaba situado
justamente sobre aguas someras al lado de la caseta de refugio de unos
cazadores. Es bastante más grande, sin embargo, muy parecido, si no igual en
la forma al del Carricero Común. La hembra trabajaba muy rápidamente y se
pudo contemplar cómo y con qué habilidad enrollaba en cinco tallos de
carrizo (Phragmites) las hojas de estos y algún junco, anudándolos de
forma especial. Sobre ellos colocaba y luego apretaba con el pico muchas
inflorescencias secas de juncos y de carrizo. El macho contemplaba la
operación pero no intervenía. Solamente alguna vez se sentaba en el nido
vacío y se revolvía en él como queriendo hacer más redondeado su interior.
Al terminar su construcción había allí un tubo cilíndrico de hojas secas,
con copa profunda y en el fondo varios pelos largos humanos, de perro y una
pluma. La puesta oscila entre 3 y 6 huevos. Más a menudo 4 y 5 y son de
color azul verdoso en el fondo, pero muy manchados de puntos verdes,
cenicientos y violáceos, con frecuencia acumulados en el extremo más ancho
donde el conjunto da un tono violáceo. Jourdain y Rey dan para 100 huevos un
promedio de 22,56 x 16,24 mm. con un máximo de 24,8 x 16,3 mm. y un mínimo
de 21,2 x 15,3 mm. Verheyen para 100 huevos colectados en Bélgica da una
media de 18,5 x 13,6 mm. y Niethammer para Alemania da en 64 huevos un
promedio de 18 x 13,6 mm. En la Península Ibérica para 10 huevos se obtuvo
una media de 18,1 x 13,4 mm. Ambos sexos incuban alternándose, pero la
hembra parece ocupar el nido por la tarde y no lo deja hasta la mañana
siguiente. El macho acude al nido a cebarla con relativa frecuencia. Muchas
veces se acerca a él, pero no se sienta y solamente mira desde lo alto del
carrizo, abriendo el pico la hembra ¿amenazadoramente? hasta que el macho se
aleja. La incubación dura 12 días desde la puesta del último huevo. Jourdain
da 14-15 días y Verheyen 11-13 días. Los jóvenes al nacer carecen
completamente de plumón y tienen la boca amarilla con los dos puntos oscuros
de la base de la lengua muy conspicuos y típicos de Acrocephalus. Los
pollos salen muy pronto del nido, a los 12 días y si se les molesta o hay
fuerte viento o lluvia, pueden caer del nido a los 9 ó 10 días. Son entonces
colicortos y no vuelan hasta por lo menos los 16-18 días. Una sola cría
parece normal. El Carricero Tordal es un
pájaro muy querencioso de los lugares donde ha nacido o desarrollado su
primera nidificación y vuelve a una pequeña marisma, carrizal o márgen de
canal o río durante años si sobrevive. Su territorio es extraordinariamente
pequeño si atendemos al tamaño del pájaro y a su apariencia de ave potente y
pendenciera. En España no menos de 1.135 carriceros tordales fueron
anillados hasta 1972 y ha habido como consecuencia numerosas recuperaciones
en el mismo lugar del anillamiento en años siguientes. La especie se reproduce
abundantemente por toda Europa salvo en Escandinavia donde es muy local
Islandia y Gran Bretaña e Irlanda. Llega a Iberia a últimos de marzo, sólo
muy pocas aves, y, más corrientemente, empiezan a escucharse con intensidad
a partir de abril. La gran caída de migrantes en el norte de la Península se
produce en la primera semana de mayo. Inverna muy extendido por
Africa Tropical y por debajo de la línea ecuatorial. Moreau (1972) cita a
este pájaro como abundante en Senegal, Costa de Marfil, Togo en lugares
secos muy lejos de medios acuáticos según Douaud, 1957, Nigeria donde es muy
común en invierno en el sur del país en márgenes de cursos de agua con
arbustos y hierba alta, Tchad, Zaire, Katanga, Zambia y Rhodesia. Allí los
carriceros se establecen y defienden un territorio con canto tan intenso
como en primavera a su llegada a Europa. Aquí llega tarde normalmente. El
grueso de los migrantes alcanza Centroeuropa en la mitad de mayo. En los
oasis del norte del Sahara (Dupuy, 1970) se ve abundante a partir de últimos
de marzo, pero el paso no se interrumpe hasta finales de mayo. |