Carricerín Común

Acrocephalus schoenobaenus

Con el dorso pardo rayado de negro lo mismo que el píleo, el Carricerín Común Acrocephalus schoenobaenus no puede ser confundido con ninguna otra especie a no ser con el Carricerín Real en cuya descripción ya se señalaron las diferencias más notables que pueden servir bien para distinguirlos. El obispillo de Schoenobaenus es pardo acastañado o quizá de color ante y contrasta bien con el dorso y cola, ésta de color pardo terroso. La raya superciliar no es blanco puro, sino ligeramente crema o amarillenta, y aunque se dice que de anchura uniforme, algunos, no pocos, la tienen más ancha en la región postocular.

Vive habitualmente en carrizales y vegetación acuática, zonas encharcadas con abundancia de juncos y maleza de riberas. En migración se ve con preferencia en carrizales de marismas y riberas, pero durante la cría también ocupa zonas alejadas del agua, zarzales, arbustos e incluso en plantaciones y tierras cultivadas.

Su presencia puede ser descubierta en migración primaveral por el canto continuo que emite desde el fondo de la vegetación y por las repentinas salidas al exterior que realiza, volando casi en vertical entre uno y dos metros con la cola desplegada y de una forma característica, dejándose caer otra vez en el mismo lugar o un poco más allá. Cuando se le asusta vuela a muy corta distancia de forma errática hasta que se «zambulle» en los carrizos.

El canto es un vigoroso gorjeo formado por frases que repite dos o tres veces seguidas, mezcladas con sonidos musicales y otras notas raspantes. Canta oculto entre la vegetación, al descubierto sobre el tallo de un carrizo y en vuelo, probablemente de manifestación de celo. Cuando llega en abril canta continuamente y lo hace incluso de noche. En la marisma de Playaundi (Fuenterrabía) antes de amanecer ya se escuchaban algunos y por la densidad de los cantores se conocía enseguida cómo había sido la «caída» de migrantes primaverales en las primeras horas de la madrugada. Como notas de alarma emite un matraqueo repetido ¡tec-tec-tec-tec!

Anida entre carrizos a baja altura, no necesariamente cerca del agua, a veces en otras plantas como ortigas y arbustos que bordean aguazales y en márgenes de otras zonas húmedas. Construido por la hembra con hojillas alargadas secas de carrizos, hierbas, raicillas y casi siempre con algo de musgo en la base, está forrado interiormente con pelo y plumón de Sauce (Salix) e incluso con algunas plumas, muy pocas. La puesta comienza normalmente en los últimos días de mayo (Fuenterrabía en la primera semana de junio) y está formada por 5 huevos invariablemente, a veces 6 y rara vez 4 y 7. Son de color amarillento, pero tan densamente punteados de verdoso o pardo amarillento que el fondo queda así enmascarado. En el extremo ancho suele haber una pequeña raya marrón. Jourdain da como promedio de medidas para 100 huevos obtenidos en Gran Bretaña 17,72 mm. x 13,13 mm. con un máximo de 19,8 x 13,2 mm. y un mínimo de 15,7 x 13,4 mm. La hembra realiza la mayor parte de la incubación, aunque el macho colabora por cortos periodos. A los 13-14 días nacen los pollos que no tienen plumón y como otros Acrocephalus presentan en los laterales de la lengua dos puntos oblongos negros, muy visibles en la garganta amarillo anaranjada. Pronto salen del nido después de ser atendidos por los adultos durante 10-14 días. Si no se les molesta permanecen frecuentemente hasta 15 días en él, pero es raro que un fuerte viento o cualquier otra causa no los obligue a salir antes. Dos crías en la temporada parecen normales en muchos casos.

Se alimenta el Carricerín Común fundamentalmente de insectos larvas y lombrices de tierra y pequeños caracolillos. También se dice que comen algunos frutos de arbustos. Los pollos en el nido son alimentados con larvas de lepidópteros sobre todo.

El Carricerín Común se reproduce por toda Europa, excepto en la mayor parte de Iberia, islas mediterráneas, Grecia y parte de Escandinavia e Islandia. En la Península Ibérica se descubrió anidando en junio de 1967 en la marisma de Playaundi (Fuenterrabia) y en los densos carrizales de la isla de Santiago (desembocadura del Bidasoa). Encontrar los nidos fue tarea difícil porque los machos dejan de cantar o lo hacen muy poco nada más emparejarse y resulta muy difícil localizarlos. Tres nidos fueron examinados pero en la zona había una regular densidad de parejas. La llegada allí en los primeros 15 días de abril es aún escasa, pero a finales de mes y en mayo se intensifica el paso y estos pájaros pululan entre los carrizos. Guipúzcoa parece ocupar el extremo sudoeste de su área europea de cría, aunque sería necesario realizar alguna prospección más detenida de las grandes marismas de Santoña (Santander) donde se ve abundante en paso, pero puede reproducirse y los datos que se tienen  sobre él allí, estando presente en junio, parecen razonables. También en los carrizos del río Urola en Bedúa (Zumaya) canta mucho en mayo y en las excepcionales «caídas» de migrantes entre el 28 y el 30 de abril de cada año es una de las especies más abundantes.

Los pasos se notan mucho en casi toda Iberia. En primavera el Carricerín Común pasa por el oriente de la Península a partir de primeros de abril, pero más intensamente en los últimos días y en mayo como ya he dicho. En el otoño a partir de la última decena de agosto se ve en los carrizales guipuzcoanos y en la cuenca del río Ebro. Su presencia es constante en septiembre y parte de octubre. Sin embargo, la migración otoñal es menos notoria y parece escasa en algunas zonas que se ven favorecidas por un abundante paso primaveral. En el norte de Marruecos se registran los primeros a principios de agosto y hay capturas en Mogador los días 4, 5, 17 y 21 (Riggenbach, Lozano). En la región del río Muluya se nota la llegada y el paso desde la mitad de septiembre hasta bien entrado noviembre. Pero nunca es abundante. En cambio en primavera el flujo migratorio hacia el Norte es muy notorio en los oasis del Sahara sententrional. Se dice que esta especie puede sobrevolar grandes distancias sin detenerse hasta alcanzar su cuartel de invierno. De hecho el aumento de peso por acumulación de grasa en un pájaro tan pequeño es enorme, como se ha comprobado en los observatorios de aves en Gran Bretaña. En muchos lugares se han pesado pájaros que alcanzaban 20 y 21 gramos antes de iniciar la migración otoñal. En Africa inverna a través de todo el Trópico y es frecuente en Nigeria, Uganda y en otros países más al Sur como Zaire, Rodesia, etc. Anillado en grandes cantidades en Europa hay ya numerosas recuperaciones. La que parece muy interesante es una muy occidental de un pájaro inglés capturado en el Algarve portugués el 17 de noviembre, fecha extremadamente tardia de ser cierto el dato.