Carbonero Palustre

Poecile palustris

Llama la atención del Carbonero Palustre Poecile palustris, este nombre que parece indicar cierta preferencia por lugares húmedos. No se ha observado que Poecile palustris estuviera en mayor número cerca de charcas o aguazales próximos o en el interior de bosques. Su preferencia por bosques de especies caducifolias o mixtos de coníferas y árboles de hoja ancha está bien comprobada y en ellos alcanza óptimas densidades, pero, eso si, hay que admitir que su distribución es irregular y bosques de las mismas características a ojos del hombre pueden tener poblaciones de palustris muy dispares, hasta faltar completamente en uno y en próximo a no menos de 10 km. ser abundante o por lo menos numeroso

 En tamaño y apariencia se parece mucho al Carbonero Garrapinos, pero es ligeramente más grácil, quizá debido a poseer un poco más larga la cola: 48-57 mm. frente a 44-49 mm. de aquél. Sin embargo, la falta de la mancha blanca que el garrapinos posee en la nuca y de las dos de las alas formadas por las puntas de las plumas coberteras, son detalles muy notorios aun viendo el pájaro moviéndose por entre los árboles. Más de cerca se aprecia bien que el mentón y la parte superior de la garganta son negras, pero en conjunto la mancha negra no es tan extensa como en la otra especie. De este modo el Carbonero Palustre parece un pájaro con el colorido más uniforme, el píleo negro intenso que se extiende por la nuca, las partes superiores pardo grisáceas, y las inferiores gris blancuzco sin el contraste de los carrillos blancos. El pico es negro, las patas y pies gris azulado y el iris de los ojos pardo oscuro. Los sexos son semejantes en el color del plumaje. Los jóvenes poseen un píleo menos negro, espalda más gris y partes inferiores más blancas y ofreciendo por lo tanto mayor contraste.

No existen apreciables diferencias en la conducta de esta especie en el interior de los bosques si la comparamos con las similares de otros páridos. Poecile palustris tiene tendencia a revolotear y frecuentar zonas más bajas en el bosque que los demás páridos y es fácil observarlo a alturas inferiores a 3-5 metros, incluso en la vegetación arbustiva. Sin duda es un pequeño y notorio pájaro puesto que tiene una llamada característica que no puede pasar desapercibida para ningún atento observador: un alto y sonoro ¡¡pit-chíu!! que repite y resulta inconfundible. También variantes de este sonido ¡¡pit-chi-chíu!! y sobre todo un ¡¡chikeidii!! o mejor ¡¡chik-keidi!! Normalmente su característica llamada tiene una terminación áspera ¡¡chak-chak!!, pero no siempre. El canto consiste en un monótono y repetido sonido ¡¡chip-chip-chip!! o también ¡¡chipi-chipi-chipi!! con variaciones. Normalmente canta desde el mes de enero hasta la mitad de mayo y luego lo hace intermitentemente, permaneciendo muy silencioso en agosto y oyéndosele en días soleados de otoño e invierno nuevamente. Sin embargo, su presencia también puede ser detectada por un ¡¡tsii-tsii-tsii...!! que repite mientras deambula por entre las ramas.

La alimentación está basada en los insectos, pero como los demás páridos en larvas y pupas de lepidópteros, aunque quizá esta especie sea más dada a comer numerosas semillas y frutos silvestres. En los bosques de la Cordillera Cantábrica y en los Pirineos no hay duda que los «fayucos» (fruto del Haya) son parte importante de su dieta otoñal.

El Carbonero Palustre es una especie muy sedentaria y al parecer de costumbres conservadoras. Cada pareja defiende un territorio reducido y a él acude año tras año para anidar, haciéndolo en el mismo agujero o hueco de árbol. Si uno de los miembros de la pareja perece durante el invierno es el otro, macho o hembra, quien permanece allí hasta que se empareja nuevamente. También se ha observado en apoyo de estas actitudes conservadoras cuan rutinarios son estos pájaros, usando el mismo árbol como posadero desde el que lanzan su conocido grito ¡¡pit-chíu!! Aunque prefieren hayas Fagus sylvatica, robles Quercus spp. y abedules Betula verrucosa, al comienzo de la primavera se ven en la zona Cantábrica próximos a huertos de frutales, en especial manzanales extensos. Los nidos suelen estar a alturas variables desde el nivel del suelo entre raíces de árboles caídos o grietas hasta alturas superiores a 3 metros, pero más a menudo entre 50 y 150 cm. El agujero de entrada si está en un árbol es normalmente muy pequeño y casi parece imposible que un pájaro pueda entrar por él con tanta facilidad. Ocasionalmente ambos, macho y hembra, agrandan grietas y muy pequeños agujeros dándoles una forma ligeramente oval, pero de ninguna manera redondeando y suavizando los bordes como hacen los pájaros carpinteros. Algunos nidos son construidos en huecos o hendiduras en rocas grandes o en taludes rocosos dentro de los bosques, incluso aunque aquéllas sean de pequeño tamaño. A partir de la segunda decena de abril ya las hembras comienzan a rellenar la cavidad con musgo y lana si es asequible, pero también pelos, crines y alguna pluma. Las primeras puestas se encuentran ya entre el 15 y el 20 de abril, pero más corrientemente en los últimos días del mes y en la primera semana de mayo. Ponen casi siempre 6-8 huevos, pero no son raras las puestas de 5 y se citan (Jourdain) de 9 y 11. Su color es blanco con punteado pardo rojizo y hay algunos casi completamente blancos, sin marca alguna o todo lo más con un ligero punteado en el extremo más ancho. Jourdain para 100 huevos colectados en Gran Bretaña obtuvo un promedio de medidas de 15,79 x 12,31 mm. con un máximo de 16,6 x 13,2 mm. y un mínimo de 14,2 x 11,7 mm. La incubación corre a cargo de la hembra y hay que admitir con WalpoleBond que el macho está siempre cerca e incluso interviene en la eclosión de los huevos, retirando las cáscaras. Los pollos nacen después de 13 días (Jourdain), 12-15 (Verheyen). Realmente resulta difícil estimar en esta especie el período exacto, aunque ahora que ya utiliza cajas nido artificiales puede estudiarse mejor. Como en otros páridos, las hembras de Poecile palustris permanecen unas horas sentadas en el nido antes de comenzar definitivamente a incubar. Las entradas en el nido de los machos únicamente tienen por objeto la alimentación de aquéllas. Los pollos al nacer tienen un plumón muy corto y ralo de color pardo grisáceo; el interior de la boca es pardo amarillento. Ambos adultos los alimentan con orugas e insectos y a los 16 días dejan el nido, pero no son capaces de volar por lo menos hasta los 21 días.
Es especie paleártica que se reproduce discontinuamente en el Occidente desde el sur de Escandinavia, Gran Bretaña y norte de Iberia hasta los Urales y por toda Centroeuropa. Falta en Islandia, Irlanda, Escocia (muy local), costas mediterráneas, Finlandia y norte de Rusia. En la Península Ibérica cría desde Cataluña hasta el extremo occidental de la Cordillera Cantábrica, probablemente alcanzando ya la provincia de Lugo. En Cataluña son numerosas las observaciones en otoño e invierno en la provincia de Gerona y también en el norte de la de Barcelona (Maluquer, 1964). Garzón (1972) observa una pequeña bandada formada por 6-8 ejemplares en la Sierra Cebollera (Soria-Logroño) a 1600 de altitud en plena nevada, buscando alimento en los grandes chopos Alnus sp. Castroviejo vio un ejemplar en un bosque mixto de roble-abedul en la Sierra de los Ancares (Lugo) a 1100 m. de altitud. En los bosques de hayas del Pirineo es escaso en algunos y casi numeroso en otros, pero siempre con densidad inferior a la de otros páridos presentes. En Guipúzcoa y Álava es local y vive en alturas superiores a 1.000 metros. En todos los bosques de la Cordillera Cantábrica Poecile palustris está presente, con mayor densidad en los hayedos y robledales asturianos, siendo en algunos de ellos francamente numeroso. Falta completamente en la zona costera o hay parejas aisladas reproduciéndose en manzanales (pomaradas) y en bosques de determinadas sierras aisladas que corren cerca del litoral cantábrico o terminan en él (Cordilleras del Cuera y Sueve, Asturias).

Vaurie (1959) asimila los carboneros palustres de la Península Ibérica a la raza típica palustris. Los ejemplares capturados en la Peña Gorbea (Murguía, Alava) y Villoslada de Cameros (Logroño), estudiados por Garzón (1972) tenían una coloración muy uniforme y en 9 medidos se obtuvo una longitud alar entre 60 y 66 mm.