Búho Chico Asio otus El Búho Chico Asio otus
está entre las aves de presa menos conocidas, sin duda a causa de sus
costumbres eminentemente nocturnas, a ser poco activo y no emitir su voz con
la frecuencia con que lo
hacen otras aves de su misma familia, como el
Cárabo Europeo Strix aluco. Aunque a distancia el
plumaje de los adultos presenta un aspecto general pardo grisáceo no
precisamente muy llamativo, cuando se le puede observar de cerca y en buena
luz se aprecian en él matices en la coloración ciertamente llamativos. Las
partes superiores, dorso de las alas y la espalda son pardo doradas, rayadas
de negro y marrón oscuro y estriadas finamente de blanco. El disco facial es
muy notorio, pardo pálido con un anillo o borde negruzco, mientras la
garganta y la frente son blancas. Sobre la cabeza destacan mucho y llaman en
seguida la atención dos mechones de plumas a modo de orejas de color marrón
oscuro con bordes blancos o parduzcos y que le dan al búho un aspecto
auténticamente diabólico. Las partes inferiores son pardo amarillentas o
doradas, rayadas sobre todo en la parte superior del pecho de marrón oscuro.
Menos marcado es el rayado del resto. Entre los ojos anaranjado vivo y el
pico negruzco hay una zona de plumón blanco que forma una destacada equis.
La cola es parda o grisácea, con franjas marrones, normalmente cinco son las
visibles. Las patas y pies están cubiertos con plumas cortas de color pardo
pálido. No es frecuente poder
verlo en vuelo y entonces se puede confundir con el Cárabo porque un detalle tan conspicuo como las largas plumas de los lados
de la cabeza u orejas, no puede apreciarse por llevarlas recogidas. También
podría confundirse con el Búho Campestre Asio flammeus, pero existen
en realidad pocas oportunidades para poder ver este pájaro en Iberia. Este
Búho tiene aspecto más rechoncho y su coloración es más parda. El
Búho Chico es un pájaro extraño del que en realidad se conoce poco, a pesar
de haber sido objeto de numerosos estudios. Las hembras no se distinguen de
los machos a simple vista y parece necesario acudir a su disección para
determinar los sexos. Los jóvenes del año se diferencian poco de los
adultos. Unicamente las plumas de la cabeza, garganta y vientre conservan su
aspecto de plumón.
Cuando permanece posado durante el día lo hace casi siempre bien erguido y
pegado al tronco de un árbol de forma que, a no ser que se ponga una
especial atención, puede confundirse con la rugosa corteza de los árboles y
pasar desapercibido. Prefiere bosques de coníferas, pero también ocupa otro
tipo de árboles. Así durante la reproducción se ven a menudo en robles y
castaños en toda la zona Cantábrica, buscando cobijo en el invierno en
especies arbóreas de hoja perenne. También se ocultan en nidos abandonados o
viejos de urracas y cornejas. Al volar lo hace con notable habilidad,
zigzagueando por entre las ramas de los árboles de manera que apenas toca
aquéllas y no produciendo ningún ruido. Rara vez puede ser observado al
descubierto. La voz del Búho Chico es
la más tétrica de cuantas se escuchan en el mundo de los pájaros. No sé si a
ello contribuirá su nocturnidad o la forma inesperada en que la emite. Así
como otras aves lanzan sus gritos cuando el observador está lejos y se
interrumpen al aproximarnos a ellas, el Búho Chico grita inesperadamente aún
cuando estemos a pocos metros de él y y por supuesto ya nos haya visto. En
celo emite muy a menudo un prolongado ¡¡tú-ju-ju-juju-ju-ju!! que por el
profano puede ser confundido con el grito similar del Cárabo Europeo, aunque
éste lo prodiga en todas las estaciones del año y a menudo durante horas.
Normalmente canta desde enero hasta mediados de abril, con mayor intensidad
a partir de los últimos días de febrero si no llueve. Fuera de la época de
la reproducción es muy silencioso. Otras notas emitidas cerca del nido o
cuando se alarma no difieren mucho de las de la Lechuza Común o del Cárabo
Europeo. El ornitólogo inglés Walpole-Bond (1938) nos abruma con una
exhaustiva descripción de las voces del Búho Chico en el que determina nada
menos que once sonidos diferentes para los adultos. Como otros búhos,
también produce chasquidos con el pico y las alas. La
captura de las presas que constituyen su dieta la efectúa exclusivamente
durante la noche y la potencia y agudeza de su vista deben tener pocos
rivales entre los demás pájaros. Los micromamíferos capturados son muertos
con un picotazo fuerte y preciso en la nuca que parte en dos el cráneo,
aunque también la presa puede morir con una fuerte presión de las garras. Los
estudios para determinar las presas tomadas por el Búho Chico son muy
numerosos y variables en cuanto a las especies capturadas, según la
microfauna de mamíferos de cada región o país. Ciñéndonos en lo referente a
la Península Ibérica al estudio efectuado por Araujo et al. (1973) podemos
asegurar que la dieta alimenticia de esta especie no difiere mucho de la de
la Lechuza común. En ella el componente fundamental lo constituyen los
roedores. Sin embargo, en la frecuencia con que consume otros vertebrados es
donde se encuentran algunas diferencias con Tyto alba. La escasa
representación de micromamíferos insectívoros, en particular las musarañas,
constituye una caracteristica destacada. Otra, la presencia en los restos
obtenidos de egagrópilas de gran número de pájaros pequeños. Ticehurst
(1939) estimaba que en Gran Bretaña el 79% de la comida estaba formada por
roedores y el 21 % restante por pequeños pájaros. Y respecto al nulo consumo
de musarañas, Ticehurst y luego Bannerman se extrañaban de ello, sobre todo
si tenemos en cuenta que en las Islas Británicas las musarañas son con mucho
los mamíferos más abundantes de su fauna. Se estimó entonces que el caso no
era fortuito, sino una natural aversión de los búhos hacia los sorícidos en
general. Algo desagradable debe haber en el sabor de estos animales cuando
ni siquiera los gatos los comen. Y este desagrado no debe estar muy lejos de
ser producido por la costumbre que tienen las pequeñas musarañas de comer
hormigas y otros insectos que poseen glándulas con líquidos irritantes. La recogida de
egagrópilas efectuada en varios puntos de la geografía peninsular por Araujo
y colaboradores, alcanzó un elevado número, unas 3.000. El análisis
efectuado del contenido de éstas es minuciosamente descrito por Rey (1973)
en el mismo trabajo a que nos referimos al principio. En cinco muestras
estudiadas se obtuvieron 6.347 Rodentia lo que representaba un porcentaje de
91,3%; 268 insectívoros con un 3,8% y 325 aves con el 4,6%. Tres murciélagos
y 2 Lagomorpha (gazapos), no modifican apenas las conclusiones. Detallando
más, los microtinos alcanzan el 80,9% del total, fundamentalmente la Ratilla
campesina Microtus arvalis y en zonas mediterráneas el Topillo común
Pitymys duodecimcostatus. Rey plantea el interrogante ante la
distribución de la Ratilla campesina en la Península Ibérica, de hasta qué
punto las mayores densidades del Búho Chico estarán condicionadas por su
presencia. En el resto de los grupos de presas destacan los murinos y de
ellos el Ratón de campo Apodemus sylvaticus y el Ratón casero Mus
musculus. Entre los insectívoros la Musaraña común Crocidura russula
sólo llega a un mínimo porcentaje del 3,4. La presencia de buen número de
aves en la dieta parece estar condicionada muchas veces por desfavorables
condiciones climáticas. Una espesa capa de nieve sobre el suelo, incapacita
prácticamente al Búho Chico para efectuar la captura de sus presas
habituales lo que obligadamente le inclinaría hacia los pequeños pájaros
cuya caza en esas condiciones no puede ofrecer dificultad alguna para ave de
vuelo tan ágil y silencioso. El gran número de especies de pájaros
capturados por el Búho formarían una relación interminable. Bástenos decir
que los gorriones son las presas más frecuentemente reconocidas. Los
insectos no están ausentes de la dieta alimenticia de esta especie. Entre
ellos los ortópteros y coleópteros son los invertebrados más a menudo
capturados. El Grillo cebollero Gryllotalpa gryllotalpa y los grillos
campestres Gryllus spp están entre los más abundantes de los
ortópteros. El Búho Chico es en
general un temprano nidificante. En el mes de febrero normalmente ya ocupan
su zona cada una de las parejas, con gran fidelidad por el sitio donde lo
hicieron el año anterior. En esos últimos días invernales sus vuelos sobre
el bosque son continuos y el macho lo
hace en círculos sobre el posadero de la hembra. Cuando llama con sus típico
ulular, aquella le contesta, pero en tono diferente. El nido típico de un
Búho Chico suele estar en el viejo de una Urraca, una Corneja, Paloma Torcaz
e incluso en el de un Gavilán. Araujo (1973) estima que, de acuerdo con sus
estudios, el mes de marzo ya registra la presencia de los búhos en sus
lugares de reproducción y que los nidos pertenecen casi siempre a córvidos.
En los pinares Asio otus es uno de los primeros pájaros que llegan y puede elegir entre nidos de
Cuervo, Corneja, Grajilla y Urraca. La estructura de los nidos viejos es
aprovechada, recubriendo el interior con plumas propias y también en algunos
casos plumas y acículas de pino o simplemente éstas. Las especies arbóreas
utilizadas en el centro-norte de la Península Ibérica son fundamentalmente
Pino negral Pinus pinaster,
Pino silvestre Pinus silvestris, Pino piñonero
Pinus pinea, Alcornoque Quercus suber, Encina
Quercus ilex, etc. En la zona norte de Iberia los nidos utilizados son sobre todo de
Gavilán Común Accipiter
nisus y de Urraca Pica pica y están situados
bien en un gran Castaño Castanea
satyva o un delgado Roble Quercus robur como en un alto Abedul Betula
verrucosa o un gran matorral de Laurel Laurus nobilis y
Zarza
Rubus spp entremezcladas estas especies con otras muchas
plantas trepadoras silvestres. Bannerman asegura que los días en que se
creía que el Búho Chico criaba sólo en árboles han pasado a la historia. Y a
continuación se refiere a un buen número de hallazgos de estos nidos
terrestres. Otros lugares insólitos también pueden ser descubiertos. En
Holanda, por ejemplo, se han encontrado criando en las cestas de mimbre que
se cuelgan para que anide el Anade Azulón Anas platyrhynchos. La puesta suele consistir
normalmente en cuatro o cinco huevos, pero las de tres no son raras. Seis e
incluso ocho parecen excepcionales. Son de color blanco y con poco brillo.
Las medidas obtenidas por Jourdain en 110 huevos recogidos en Gran Bretaña
dieron un promedio de 40,9 x 32,7 mm. Araujo en 14 huevos medidos en los
nidos por él estudiados en Iberia central, obtuvo un promedio de 41,7 x 32,8
mm. La incubación se inicia normalmente con la puesta del primer huevo.
Estos son dejados en días alternos y fácilmente se deduce de ello que los
pollos nacen con una gran diferencia de edad. La incubación se efectúa por
ambos sexos si seguimos las fidedignas observaciones de Walpole-Bond (1938),
quien asegura el hecho con ejemplares muertos mientras incubaban y que
fueron abiertos para la comprobación del sexo, puesto que como ya hemos
visto, los plumajes no se diferencian. Sin embargo, otros autores, quizá sin
la debida comprobación, estiman que es la hembra quien realiza casi todo el
trabajo. A los 25-27 días comienzan a nacer los pollos que están cubiertos
con un plumón blanco, corto y
muy denso alcanzándoles hasta las uñas de los pies. Durante la incubación
uno de los adultos adopta un posadero fijo próximo al nido (Araujo), en
general en una rama del mismo árbol. Este Búho realiza también funciones de
vigilancia, pues al aproximarse al nido los observadores inmediatamente les
atacaba, dando rápidas pasadas sobre sus cabezas. El primer pollo en nacer
abandona el nido aproximadamente a los 23-25 días, aunque fechas anteriores
(20 días) parecen bien comprobadas. Sin embargo, su estado no es
precisamente como para independizarse y no vuelan, volviendo al nido para
ser cebados y continuar allí el desarrollo. Dada la forma de incubar los
adultos, las diferencias entre los pollos ya se ha dicho que son muy
dispares y a veces sucede que cuando un Búho joven está completamente
emplumado, en el mismo nido otro de sus hermanos puede aún estar con el
primer plumón. Araujo especula y en ello coinciden varios ornitólogos, con
la posibilidad de que el Búho Chico ponga un huevo bastante más tarde que
los otros. Esto no es un hecho nuevo en el mundo de los pájaros. Una especie
bien estudiada, el Aguilucho Pálido Circus cyaneus, también tiene esa
particularidad, aunque no siempre. En el nido los jóvenes
búhos son alimentados con presas que aportan ambos adultos. Los
micromamíferos son normalmente tragados enteros, pero presas mayores y los
pájaros no. Así, con frecuencia las ratas son descabezadas y comidas en dos
o varias veces. Los pájaros son parcialmente desplumados. En las egagrópilas
están casi siempre ausentes las plumas de las alas y cola y a menudo también
falta el cráneo. Los pequeños búhos hinchan
el plumaje y bufan cuando se les intenta coger. Los demás pájaros sienten
por el Búho Chico una gran aversión y a menudo se descubre su presencia por
el griterío que aquéllos organizan alrededor del posadero del Búho. En
especial el Arrendajo Garrulus glandarius y los carboneros y
herrerillos Parus spp. Una vez terminada la
reproducción los pequeños búhos siguen a sus progenitores y forman grupos
familiares durante los meses otoñales. A veces estos se unen entre sí y
alcanzan cifras sorprendentes, buscando todos cobijo en un determinado árbol
que suele ser algún pino u otra especie de hoja perenne. Araujo señala que
de un Pino piñonero le salieron nada menos que 21 búhos chicos e insiste en este
carácter gregario de la especie durante el otoño, observando un máximo de 23
búhos y un mínimo de 12. Naturalmente que estas concentracionés estaban
favorecidas por un biotopo adecuado y árboles que ofrecían una gran
cobertura vegetal en todo tiempo. En el norte de Iberia donde la especie
está bastante más diseminada, las concentraciones son menores y siempre se
limitan a una sola familia. Su sedentarismo en la zona cantábrica es grande
y únicamente cabe señalar desplazamientos dentro de la misma zona, buscando
refugio en especies no caducifolias. El
Búho Chico es un pájaro que mantiene su densidad estable en los bosques de
Iberia y que no puede considerarse especie abundante. Sin embargo, existe
una mayor concentración en los pinares de la Meseta castellana que en áreas
próximas a la costa mediterránea, atlántica y cantábrica. En Guipúzcoa se
apreciaba un no desdeñable paso primaveral en el mes de marzo. Cuando al
amanecer iniciaban sus vuelos migratorios hacia el Norte los pinzones
vulgares
Fringilla coelebs y las lavanderas boyeras Motacilla flava,
podían verse también búhos chicos que sembraban la alarma en los bandos de
migrantes. El
Búho Chico es una especie muy extendida por Europa, no faltando
prácticamente en ningún país y siendo más abundante en el centro del
Continente que en los países mediterraneos y faltando completamente en
Islandia y mitad norte de Escandinavia. También se dio siempre como ausente
de algunas islas mediterráneas, Córcega, Cerdeña y archipiélago de las
Baleares. Pero en la isla de Mallorca ha sido ya bien comprobada su
nidificación (Mayo 1970) que puede ser regular, aunque escasa. También tanto
en Mallorca como en Menorca parece ser visitante otoñal e invernal. Los anillamientos han
sido abundantes en toda Europa y han dado consecuentemente numerosas
recuperaciones más al Sur. Así, se ha podido comprobar que la mayor parte de
la población de jóvenes búhos del año en Escandinavia, emigra hacia países del centro y centro oeste europeo.
En las Islas Británicas se han observado grupos numerosos volando cerca de
las costas y muchos han sido recogidos a bordo de buques pesqueros que
navegaban por el Mar del Norte. En la costa Este de Inglaterra son
frecuentemente observados en grupos. Lo mismo sucede en Holanda y Alemania.
La llegada del otoño trae un buen contigente de búhos chicos emigrantes. Más
al Sur, en Francia e Iberia se han realizado capturas de anillados tan
lejanos como uno que lo había sido en el sur de Suecia y fue capturado en
León en pleno invierno (enero). En el conjunto de las recuperaciones se
observa una cierta tendencia de esta especie a emigrar hacia el Sudoeste.
Sin duda Iberia recibe un no despreciable contingente de migrantes, pero su
número debe estar muy condicionado por la meteorología en los países del
norte de Europa. Araujo (1973) estima que la población ibérica debe ser sedentaria «aunque más o menos propensa a nomadismos o desplazamientos posnupciales, que, quizá, afectan sólo a los jóvenes o inmaduros». El anillamiento en España ha sido por ahora escaso. Hasta 1973 solamente 39 búhos, todos ellos jóvenes y pollos. Las recuperaciones obtenidas fueron dos. Uno anillado como pollo en Carbajo (Cáceres) en abril de 1973, fue cazado en Fátima (Portugal) a 160 km al Oeste. Otro, anillado también en la provincia de Cáceres como pollo en abril, fue cazado en Vilar Formoso (Portugal) a 68 km al Noroeste en febrero del siguiente año. Estas recuperaciones parecen confirmar en parte la tendencia a la dispersión posgenerativa de los jóvenes. |