Bisbita Arbóreo Anthus trivialis Cuando en el mes de marzo
el primer Bisbita Arbóreo Anthus
trivialis llega a la Península Ibérica comienza inmediatamente a hacerse
notar con su incesante canto emitido en su vuelo de celo tan
característico
de subir volando y bajar «en paracaídas» hasta un posadero elevado donde
podemos decir que «remata» su canción. Es por ello fácil de identificar. Sin
embargo, su plumaje pardo, rayado de oscuro en el dorso y pálido, casi
blanco o beige, en las partes inferiores, que están también rayadas de pardo
oscuro a lo largo del pecho y moteadas en la parte baja de éste, obligan a
una atenta observación y examen de sus rasgos muy detenido para
diferenciarlo a corta distancia o en la mano del Bisbita Pratense Anthus
pratensis, más grácil, más moteado y faltándole el tono dorado de los
lados del pecho que caracteriza al plumaje del Bisbita Arbóreo. La uña del
dedo posterior es más corta y el pico ligera mente más fuerte, pero las
rectrices externas también son blancas igualmente visibles cuando el pájaro
inicia el vuelo. El Bisbita Arbóreo tiene
tendencia a posarse en postes, arbustos, ramas de los árboles, cables del
tendido eléctrico, rocas, etc. A primera vista produce la impresión de un
pájaro más fuertemente constituido que el Bisbita Pratense y más estático.
Es decir, al aproximarnos a él permanece alerta, pero inmóvil observándonos,
mientras el Bisbita Pratense permite que nos acerquemos mucho y suele
mientras tanto continuar andando entre la hierba como indiferente a nuestra
presencia. Como los demás bisbitas
su apariencia de aláudido es el rasgo más notorio cuando lo vemos posado en
el suelo comiendo entre la hierba de los campos, de forma que el nombre no
corresponde exactamente con su conducta y preferencias. En el suelo camina
con soltura y a menudo en postura erguida, más que el muy parecido Bisbita
Pratense. A intervalos corre con rapidez. Quizá el nombre se debe a que
tiene también tendencia a posarse en el extremo de la rama de un árbol y no
rehuye bosquetes de frutales y arboledas. Realmente es un pájaro tranquilo
que permanece inmóvil posado en un árbol, un cable o en el mismo suelo. No
forma bandos, sino que prefiere comer en solitario salvo en época de cría
que las parejas pueden estar muy juntas. Ocasionalmente se ven pequeños
bandos de 4-6 bisbitas y no los grupos mayores que caracterizan en otoño al
Bisbita Pratense. Holman lo considera como furtivo y tímido y en verdad que
lo es. Cuando se descubre su nido es difícil que se aproxime a él si el
intruso no se aleja bastante. Su voz de alarma se escucha entonces
insistentemente, pero ninguno de los adultos hace intención de aproximarse y
permanecen durante horas con el cebo en el pico. El canto es francamente
agradable y persistente. Se trata de una frase de 3-4 notas musicales que
emite en vuelo. Desde un posadero se eleva en silencio y al alcanzar
determinada altura comienza el canto que culmina, descendiendo en paracaídas
con las alas extendidas hasta el mismo posadero u otro próximo y que puede
ser un poste, la rama de un árbol o una piedra y rara vez el suelo. Existen
variaciones individuales en el canto, pero también son muy acusadas estas
diversas interpretaciones de una zona o región a otra. Incluso hay notables
diferencias entre bisbitas viviendo en campiña próxima al nivel del mar y
los que habitan zonas de montaña. Las notas son repetidas continuadamente a
veces por periodos de 8 segundos y finalizan con un ¡¡síu-síu-síu...!! que
recuerdan a un canario. También canta desde la rama de un árbol o arbusto y
entonces no es tan completo y prolongado. Nada más llegar a la Península
Ibérica ya cantan persistentemente por toda la campiña. Los últimos días de
marzo nos traen este alegre y fuerte canto que tiene un gran poder de
propagación y se oye a notable distancia. Excepcionalmente también canta
desde el suelo. No siempre el canto es largo y sostenido. A menudo lanza
sólo una estrofa. También en vuelo se le escucha un inconfundible y agudo
¡¡tíís!! difícil de expresar por escrito y que es distinto del emitido por
el Bisbita Pratense. La nota de alarma, escuchada normalmente durante la
época de cría y casi siempre cerca del nido, es un suave y metálico ¡¡sip!! Se alimenta
principalmente de insectos cogidos en el suelo, sobre todo pequeños
coleópteros, muchos dípteros, himenópteros y sus larvas, arañas, etc. Ceba a
los pollos en el nido con dipteros fundamentalmente. Después de segada la
hierba de los campos captura muchos ortópteros, sobre todo pequeños
saltamontes. El celo se manifiesta
pronto. A los pocos días de llegar y presumiblemente cuando todavía no lo
han hecho las hembras, los machos comienzan a cantar, iniciando el vuelo
desde un posadero alto, no emitiendo el canto hasta que casi llega al final
de su ascensión, planeando después y lanzando repetidos y apasionados
¡¡chiu, chiu...!! Anida en una depresión en
el suelo y siempre aprovechando el abrigo de un matojo, una planta o
simplemente entre la hierba, pero de manera que ésta misma sirva como visera
o cúpula. La situación de los nidos es poco variable. Casi siempre en el
suelo pero algunos quedan en el mismo lado o borde de taludes bien cubiertos
de hierba. El material está compuesto casi exclusivamente de hierba y tallos
finos secos. Tiene un buen tamaño y la base está formada por musgo. El
interior está forrado de hierba muy fina y pelos. Normalmente estos nidos no
están en campo abierto, sino en zonas con árboles y arbustos dispersos, en
helechales, huertos, zonas de monte recién quemado después de una corta de
árboles y también linderos de bosques, buscando con preferencia zonas de
hierba cercanas a otras con calvas. Parece claro que sólo la hembra
construye el nido y lo hace ciertamente con gran discreción, volando al
descubierto en contadas ocasiones y recogiendo el material en las cercanías.
La puesta normal es de 4-6 huevos, rara vez 7 y excepcionalmente 8. Su color
es muy variable y se han separado tres tonos básicos: rojizo, pardo y gris.
Sin embargo, hay todavía muchas más coloraciones que van desde el gris al
rosado, pasando por el azul, verde, beige, pardo y rojizo. Mayor aún es la
variación en el color de los puntos, manchas y rayas dispersas o
concentradas en un extremo que generalmente es el más ancho. Los más
corrientes tienen punteado negro, pardo oscuro, rojizo u oliváceo y su
aspecto es liso y brillante. Jourdain para 100 huevos medidos en Gran
Bretaña obtuvo un promedio de 20,72 x 15,55 mm. con un máximo de 22.5 x 16,3
mm. y un mínimo de 18,4 x 15,3 mm. Verheyen para Bélgica da una media de
20,5 x 15,3 mm. en 100 huevos allí colectados. En 10 huevos medidos en
Asturias el promedio fue de 20,3 x 15,8 mm. Las primeras puestas se
encuentran tarde, no antes del 15 de mayo. Las anteriores son excepcionales
y más a menudo no comienzan a poner hasta después del día 20. Algunos años
se comprueba que los bisbitas anidan pronto y muchos nidos tienen huevos el
10 de mayo. La hembra incuba durante 13 días (13-14 días, Jourdain; 12-13
días, Verheyen). Los pollos al nacer están cubiertos con un plumón largo de
color gris oscuro. El interior de la boca es anaranjado con los bordes y
barbas de la lengua y el paladar amarillos, pero no hay puntos oscuros en
aquélla. Ambos adultos ceban con insectos pico a pico y los pollos se
desarrollan tan rápidamente que, a menudo, dejan el nido al cumplir los 10
días. Corrientemente lo hacen a los 11-13 días si no son molestados y una se
comprobó una salida a los 9 días. No vuelan y por lo menos 7 días más
permanecen entre la hierba o la vegetación baja, donde siguen siendo
alimentados por los adultos. No es rara una segunda puesta. El nido es
difícil de descubrir puesto que a su especial estructura une el que los
adultos portando cebo se posan como hacen otros aláudidos a cierta distancia
y luego caminan por el suelo fuera de la vista del observador. El Bisbita Arbóreo es
numeroso en el norte Ibérico con especial densidad en la región asturiana a
todos los niveles, desde la misma orilla del mar hasta los 1.200 metros. A
partir de aquí las parejas se hallan muy dispersas próximas a linderos de
bosques y normalmente no suben por encima de los 1.600 metros. Los primeros
comienzan a observarse desde el 20 de marzo. Fechas anteriores de llegada
son también frecuentes, pero el mayor contingente arriba a nuestros campos
en la última semana del mes. Los nativos ya se han establecido en su
territorio en los primeros días de abril, aunque el paso es notorio hasta
bien entrado mayo. Por Marruecos comienzan a escucharse a partir de la mitad
de marzo. Payn (1938) lo señala en Tánger el 24 de marzo. Pineau y
Giraud-Audine registran su llegada precoz en Larache el 13 de enero y el 22
de febrero. El paso otoñal es allí acusado desde octubre al comienzo de
noviembre. A todo lo largo del occidente del Continente africano se hace
sensible su migración primaveral. Hay observaciones en Dakar el 10 de abril,
en El Aaiun (Sahara Occidental) en abril y mayo y en numerosos oasis del
Sahara en los mismos meses. Parece, pues, probable que la población Ibérica
es muy madrugadora en establecerse y comenzar sus espectaculares vuelos. Por
todo el Cantábrico se aprecia bien el paso primaveral y desde Ribadeo (Lugo)
hasta Fuenterrabía (Guipúzcoa), son muchos los bisbitas de los árboles que
permanecen estacionados durante el día sorprendiéndonos con su agradable
vuelo de canto. La migración otoñal se
hace sensible muy pronto. Los jóvenes se dispersan en cuanto son capaces de
valerse por sí mismos y se alejan mucho de la comarca natal. Normalmente en
los últimos días de julio son frecuentes las observaciones y capturas de
estos bisbitas, no rara vez formando pequeños grupos de 3-5 aves. Agosto
presenta ya un franco movimiento migratorio y el paso se hace muy sensible
en la última decena del mes y sobre todo en los primeros 15 días de
septiembre. Bisbitas dispersos se ven hasta bien entrado octubre en toda la
Península Ibérica. La llegada a las costas del Norte es espectacular algunos
días y los pajareros que capturan «chises» como allí se denominan, meten en
el saco Anthus trivialis y Anthus pratensis sin diferenciarlos. Sobre
todo se nota la llegada otoñal de este pájaro en las campiñas costeras con
especial densidad cerca de los faros. En Cabo Peñas (Asturias) y Estaca de
Bares (La Coruña) en mañanas nubladas de septiembre son millares los que
pululan por los campos. El flujo se mantiene en octubre, pero con menor
intensidad y todavía hasta la mitad de noviembre pueden ser observados
algunos. Bernis (1971) cita un migrante otoñal muy temprano, a primeros de
julio. Realmente es difícil determinar con exactitud el comienzo en la
migración otoñal de esta especie desde que está bien comprobada la
dispersión posnupcial de los jóvenes. A lo largo de toda la costa atlántica
portuguesa se hace sensible el paso del Bisbita Arbóreo desde los últimos
días de agosto. En el Sudoeste es un migrante común por todos lados en
septiembre y se observa cómo vuela mar adentro desde Cabo San Vicente con
rumbo Sur y Sur-sudeste. Estamos ante una especie que efectúa migración
diurna y nocturna. Probablemente más ésta que aquélla. Durante el día
prefiere las primeras horas de la mañana y por la noche se escucha hasta la
madrugada en muchas localidades del Cantábrico, Pirineos occidentales y
provincias de Huelva, Cádiz y Málaga. La zona de invernada del
Bisbita Arbóreo está al otro lado del Sahara en pleno Africa Tropical
occidental. Desde el Senegal al Oeste hasta Kenia al Este y Rhodesia al Sur
hay bisbitas de procedencia europea. En Senegal se nota paso otoñal,
evidentemente buscando los pájaros zonas húmedas más al Sur. Pocos invernan
allí, pero en febrero ya se ven por todas partes iniciando la emigración
hacia el Norte. Hay una recuperación de uno anillado en Bélgica en Costa del
Marfil en diciembre. Resulta difícil separar los bisbitas de origen europeo
de los asiáticos que indudablemente superponen su área de invernada en parte
del Africa Oriental. Las observaciones de
bisbitas arbóreos invernando en zonas mediterráneas son difíciles de probar,
a no ser con capturas que de momento no se han producido. Para Bernis (1971)
no es arriesgado dudar de las observaciones invernales. Admite, sin embargo,
que algunos puedan invernar en países del norte de Africa. En Marruecos
occidental, Smith cita dos observaciones el 9 de diciembre y 5 de enero. Las
que hay para Iberia necesitan confirmación con capturas, puesto que no
resulta fácil para el no especialista distinguir este bisbita de otros,
sobre todo del Pratense Anthus pratensis tan abundante en el invierno
peninsular. No hay que descartar, sin embargo, la posibilidad de algún
invernante en el Sur de Iberia. Anthus trivialis es pájaro con
una amplia distribución en Europa. Falta, no obstante, en gran parte de los
países mediterráneos, en todas las islas de este mar, en Irlanda y norte de
Escocia y en Islandia. Su densidad es buena y atendiendo a la cifra dada por
Merikallio para Finlandia, donde admite una población de 1.650.000 parejas,
lo que daría una emigración otoñal de 26 pájaros por kilómetro cuadrado, y
si lo aplicamos sobre el área total de cría de 14 millones de kilómetros
cuadrados, la población total que llegaría a Africa podría ser del orden de
los 370 millones de parejas. (Moreau, 1972). La recuperación de
bisbitas anilladas es abundante en el otoño, especialmente en septiembre y
octubre. Así, hay francesas en Cáceres y Vizcaya; inglesas en Portugal
(Beira Litoral sobre todo); belgas en Portugal, Vizcaya, Guipúzcoa, Alicante
y Navarra; holandesas en Cádiz, Ribatejo, Beira Litoral, y Vascongadas;
alemanas en Douro Litoral, Valencia, Lérida, Beira Baja, y Cádiz; noruega en
Extremadura portuguesa y sueca en Guipúzcoa. |