Alcaudón Dorsirrojo

Lanius collurio

Ocupando el tercio norte de la península, el Alcaudón Dorsirrojo Lanius collurio presenta localmente la mayor densidad de todos los que se reproducen en la Península Ibérica. Posee un plumaje vistoso que no permite la confusión al identificarlo, en especial el macho. El píleo y la nuca son gris azulado pálido, la espalda y plumas escapulares castaño rojizo, el obispillo gris azulado y la cola tiene la pareja de rectrices centrales negras con puntas pequeñas blancas; el resto de las rectrices también tiene color negro, pero en la base hay una variable proporción de blanco, más extenso en las rectrices exteriores. La superficie total de las partes inferiores es pardusca o beige claro con un fuerte tinte rosado y las plumas infracobertoras caudales son blancas. El pico es negro y la mandíbula superior ganchuda en la punta, pero no parece tan fuerte como el del Alcaudón Común Lanius senator.

La hembra posee un plumaje menos destacado, pardo rojizo por encima y beige debajo sin la franja negra a través de los ojos. Las partes superiores están rayadas tenuemente de pardo oscuro formando como ondas cortas o escamas y este mismo dibujo es más marcado en las partes inferiores, en especial en los flancos y laterales de la garganta y el pecho sobre un fondo general blanco o cremoso. La cola es pardo oscura y las dos rectrices externas de cada lado descubren bordes blancos.

Los jóvenes tienen un tono general pardo o beige rojizo densamente rayados por encima con líneas cortas onduladas. Por debajo son de color crema, teniendo cada pluma una ondulación o raya curvada negruzca, formando como escamas, que faltan, sin embargo, en el vientre y en las plumas infracobertoras de la cola. El resto del plumaje se parece al de la hembra adulta, salvo las secundarias de las alas que tienen bordes beige o rojizos. El rayado del Alcaudón Común joven es mas abierto, menos angulado.

Su costumbre de posarse siempre al descubierto y, normalmente, los machos muy próximos al nido, facilitan la observación. También es fácil de distinguir cuando vuela. Sus alas puntiagudas y la larga cola, así como el vuelo bajo tendido, para elevarse repentinamente hacia el alto posadero, son rasgos inconfundibles. Si vuela largas distancias se aprecian bien las profundas ondulaciones que traza en el aire que, de otro modo, cuando vuela de un arbusto a otro próximo o desde el suelo a un poste, no son apreciadas. Muy a menudo planea con alas bien extendidas, en especial si va a posarse en el suelo para recoger una presa. Se posa con preferencia en un arbusto bajo, un poste de la conducción eléctrica, una cerca, alambrada, cables e incluso se ve con frecuencia en ramas de árboles sobre todo en zonas de fuerte insolación, como los campos del norte de la región leonesa donde abunda. Allí puede ser fácilmente observado desde la misma carretera. Permanece quieto mucho tiempo observando atentamente el suelo o vigilando el paso de cualquier insecto volador mientras mueve la cola arriba y abajo o a los lados, muy despacio. Cuando divisa una presa en el suelo se lanza en línea oblicua hacia ella. A veces se cierne sobre el suelo antes de posarse. Otras vuela rápido en persecución de un insecto que pasa, al que captura con facilidad. Sin embargo, en el suelo falla la recogida de presas con bastante frecuencia. Resulta curioso observar cómo despliega la cola y la agita más rápidamente si descubre en el suelo una presa que le parece más apetecible. Vigilando con los prismáticos se le puede ver cómo ladea la cabeza y mira francamente hacia abajo, esperando el momento más propicio para lanzarse al suelo. Permanece poco tiempo en él y pronto sube el posadero o vuela lejos hacia un arbusto o un alambre de espino. Allí si la presa es dura y difícil de despedazar, la clava en una espina o en la púa de un alambre, supliendo así la desigualdad que existe entre su fuerte pico y las patas, no lo suficientemente fuertes como para sujetar una gran presa. Si ésta es pequeña o débil, en el mismo posadero la sujeta con el pie mientras la desgarra y come. A menudo, en caso de insectos pequeños y blandos, los come de una vez. En los habituales posaderos siempre se puede ver junto con las deyecciones, una gran cantidad de egagrópilas, algunas de buen tamaño, que dan una idea clara de la clase de alimentación de este pájaro.

La costumbre que el Alcaudón Dorsirrojo tiene de clavar en espinas, púas y ramitas duras y finas de arbustos o en los pinchos metálicos del alambre de espino de las cercas sus presas, es común con otros alcaudones. Muchos ornitólogos han estudiado esta conducta en detalle. Se va a seguir aquí las experiencias de Owen (1948) y Beven y England (1969), entre otros, quienes han realizado un exhaustivo trabajo que se resume en lo fundamental. La costumbre de clavar insectos en púas hay que considerarla desde dos puntos de vista. Por un lado está el conseguir el desgarro de la presa que no puede ser sujetada con eficacia con los patas. Por otro, el que las presas capturadas sirvan como reserva de comida y en este sentido, el lugar donde son colocadas constituye una auténtica despensa. El Alcaudón lleva su presa cogida con el pico por la cabeza y la clava en la espina, si es insecto, atravesándola por el tórax o la cabeza y si es un micromamífero o un pájaro, la clava por la garganta. Parece comprobado que esta conducta es innata y no aprendida. Muchos pájaros jóvenes e incluso viejos clavan a veces objetos no comestibles como hojas, flores y trozos de goma. La despensa es formada con mayor frecuencia durante la época de la cría y normalmente está siempre cerca del nido. Según Owen, puede ser hecha antes de que el nido haya sido construido. Muchos machos que alimentan a la hembra que incuba lo hacen recogiendo las presas de estas despensas. Sin embargo, es muy frecuente que en zonas donde la abundancia de insectos es grande y continuada durante toda la reproducción, los alcaudones no hagan despensa alguna y sólo ocasionalmente se ayudan de espinos para comer las presas. De acuerdo con Bannerman (1953) las hembras muestran muy poco interés por estas presas acumuladas y rara vez puede una ser observada tratando de comer allí. Casos aislados existen y así los cita, Beven y England. Sin embargo, Owen estima como muy probable que la hembra sea más dada a comer en la despensa que el propio macho, cuya función quedaría únicamente limitada al abastecimiento de la despensa con las presas que no puede comer por estar harto. En una experiencia realizada por él clavando un pájaro muerto en una despensa, inmediatamente llegó la hembra a comerla, pero al no estar en posición adecuada la dejó. Entonces llegó el macho que desclavó el pájaro y lo colocó en posición correcta. De este modo, ambos, macho y hembra, comieron la presa rápidamente. Cada pareja puede mantener no sólo una despensa sino varias, todas cerca del nido. Owen encontró hasta seis para una sola pareja. Alguna, situada a 140 metros de distancia.

La mayoría de los machos de Alcaudón Dorsirrojo observados en Iberia cazaban las presas y volaban directamente con ellas al nido. Curiosamente, muchas veces en compañía de la hembra cuando los pollos estaban ya emplumados. Nunca un macho de alcaudón recogió una presa de un espino y voló a cebar con ella a los pollos ni a la misma hembra mientras incubaba. ¿Qué hay que deducir de todo esto? Que muchas de las observaciones a que se refieren Beven y England e incluso Owen, están hechas en aviarios, lo que indudablemente falsea los datos y la conducta real del pájaro. Meinertzhagen (1959) opinaba que la formación de despensas era un hábito innecesario e inútil de estos pájaros. A pesar de haber observado muchas parejas de alcaudones nunca vio a ninguno volver a comer de las presas clavadas en espinos. Lo que está completamente claro es que Lanius collurio clava sus presas en toda época, independientemente de que esté emparejado o no. El mismo Owen señala alcaudones clavando presas durante la migración. Williamson (1949) observó a un dorsirrojo clavando un abejorro Bombus sp. en un alambre de espino de una cerca en la isla Fair (Shetiand) en el mes de septiembre.

Ash (1970) realizó un completo estudio sobre Lanius collurio con observaciones directas en el campo. En su experiencia, las presas sobrantes o que el Alcaudón no puede comer por diversas circunstancias son clavadas o almacenadas. El no fue capaz, sin embargo, de encontrar ninguna de las despensas; a lo más, únicamente presas clavadas aquí y allí en arbustos separados e incluso en el mismo. Tampoco consiguió encontrar ninguna despensa en el territorio de muchas parejas, lo que parece confirmar que no todos los alcaudones tienen tendencia a almacenar comida.

Las capturas más frecuentes incluyen sobre todo grandes insectos. Muchos pequeños pájaros y sus jóvenes o pollos, a veces éstos capturados en el propio nido, incluso los que lo hacen en el interior de agujeros como los páridos. Ash cita entre los mamíferos a la Musaraña de cola cuadrada, pero no hay duda que debe comer también otras especies sobre todo las más pequeñas. Entre los pájaros figuran pardillos, jilgueros, currucas, escribanos, lavanderas, mosquiteros, carboneros y herrerillos, etc. Jourdain cita petirrojos, chochines, golondrinas y pollos de perdices, zorzales y mirlos. Además de las musarañas captura ratones de campo e incluso se cita algún murciélago. También pequeños batracios, lagartijas, lombrices de tierra, arañas, etc.

Como todos los alcaudones, tiene una gran variedad de sonidos, muchos ásperos y breves, pero otros más musicales y suaves. Generalmente emite un gangoso ¡¡guerr, guerr!! de largo alcance o un ¡¡chek, chek!! áspero de alarma. Cuando el macho llama a la hembra lanza un casi sibilante ¡¡chiak!! que pudiera estar en relación con el gangoso ¡¡guerr!! señalado antes. La hembra contesta con voz más débil, apenas audible. La alarma de los pollos y jóvenes se expresa con un agudo y repetido ¡¡chik-chik-chik!!.

Ambos adultos cantan. El macho lo hace muy a menudo desde que llega hasta terminada la reproducción. Su voz es suave y dulce y realmente gorjea muy agradablemente, intercalando notas que recuerdan al Pardillo Común Carduelis cannabina. La hembra canta más suavemente, pero no es menos agradable, aunque lo hace pocas veces y resulta difícil de escuchar. Se dice que muchos de los sonidos que emiten son imitaciones del canto de otros pájaros. Realmente todos los pájaros incorporan a su repertorio notas y voces que nos recuerdan las de otros, pero no por ello hay que pensar que se trata de imitaciones.

La llegada de los alcaudones dorsirrojos a sus territorios en Iberia se produce invariablemente entre la última semana (pocos) de abril y la primera quincena de mayo (la mayoría). Algunos años se observa un retraso grande y la mayor parte de ellos no aparecen hasta después del 10 de mayo. Las hembras se dejan ver muy poco y por el contrario los machos se hacen muy notorios. Hay que sospechar que éstos abundan más que las hembras y gran parte deben quedar desparejados.

Atacado de una inquietud súbita vuela de un arbusto a otro con batidos de alas muy rápidos y elevando el vuelo nada más intentar posarse como si las ramas quemasen. Observando con atención se descubre enseguida a la hembra posada muy cerca. La inmovilidad de que hacen gala estos pájaros parece a veces estudiada para pasar desapercibidas y desde lejos es fácil confundirlos con una hoja seca. Una vez que el macho calma sus ímpetus captura alguna presa y se la ofrece a la hembra. Aunque ésta permanezca alejada, pronto vuela hacia él y la recibe con el pico abierto y agitando mucho las alas, situación corriente también en otras especies de pájaros.

La postura mimética a que antes se aludía ha sido observada también por Ash. Para él pudiera tratarse de una modificación de la actitud de amenaza que el dorsirrojo dirige hacia potenciales depredadores. Sea o no hecha adrede, ciertamente permite a Lanius collurio pasar muy desapercibido.

Consecuentemente con una llegada tardía, la construcción del nido no empieza antes de la última semana de mayo y muy corrientemente en los primeros días de junio. Se sospecha que solamente el macho aporta el material, consistente casi siempre en fuertes tallos y hojas secas para la base y hierba seca y líquenes para el cuerpo del nido. El interior tiene un forro de material muy variable que puede ser musgo, plumas, pelos, líquenes, etc. La mayor parte de los nidos están en arbustos bajos, matorrales de zarzas, plantas de Tojo, pequeños árboles y espinos. Nunca muy escondidos y con frecuencia tan expuestos que pronto se adivina que no va a tener éxito la nidificación. La altura del nido sobre el suelo es variable. Ash (1970) que examinó 239 nidos, con solamente 23 excepciones (el 10 por ciento), los demás estaban en arbustos espinosos. Para él la elección puede ser debida a que estas plantas le proporcionan buena protección contra depredadores. Pero también puede influir un factor en la elección. Sucede que el hábitat ocupado por la especie está profusamente ocupado por zarzales, tojares y espinos. Muy a menudo, como sucede en ambas vertientes de la Cordillera Cantábrica, estos arbustos crecen aislados en campos llanos o laderas de escasa pendiente, sin que exista otra posibilidad para el Alcaudón que anidar en uno de ellos. Lo que gana en defensa del nido dentro de un arbusto espinoso, lo pierde en estrategia al colocarlo ¡¡en el único sitio donde puede haber un nido!! Ash encontró el mayor número de nido en plantas de Tojo (el 46 por ciento, equivalente a 111 nidos) y 16 nidos más estaban también en Tojo mezclado con alguna otra especie vegetal. En acebo había 37, lo que suponía el 15 por ciento del total. Otras plantas eran zarzas, espinos y rosales silvestres. La mayoría de los nidos estaban situados entre 60 y 90 cm., una altura muy baja que no se da en Iberia tan frecuentemente.

La puesta consiste normalmente en 3-5 huevos, alguna vez 7 y muy rara vez 2. Ash encontró un porcentaje del 39 por ciento, en los nidos por él examinados, con 4 huevos, 35 por ciento con 5 huevos, 12 por ciento con 6 y 11 por ciento con 3. Las puestas menores corresponden a repeticiones por depredación de la primera. Una hembra de Alcaudón Dorsirrojo puede hacer tres puestas en una temporada si las anteriores son depredadas antes del nacimiento de los pollos. La variación en el color es muy grande, desde el rosado al pardo, el verde pálido crema y también blanco. En Iberia, la mayoría tienen la cáscara de un tono blanco amarillento o beige claro con manchas pequeñas y puntos, formando una corona casi siempre en el extremo más ancho, pero a veces también en el centro. Este punteado puede ser pardo, rojizo, verdoso, violáceo y a menudo azulado. Son lisos y con brillo y existe también bastante variación en la forma, desde muy elípticos o alargados hasta casi esféricos. Jourdain para 100 huevos colectados en Gran Bretaña obtuvo un promedio de 22,9 x 17,11 mm. con un máximo de 25,4 x 18 mm. y un mínimo de 20,9 x 16,5 mm. D´Almeida en 8 colectados en el norte de Portugal encontró un promedio de 23 x 17 mm. con medidas extremas de 22,9 a 23,6 x 17 a 17,2 mm. Verheyen en 100 de Bélgica obtuvo una media de 22,6 x 16,8 mm. Diez colectados en Asturias-León dieron un promedio de 22,9 x 16,6 mm.

La incubación comienza antes de que la hembra haya completado la puesta, normalmente al poner el penúltimo. Dura normalmente 14 días (Ash, 13-15 días) y es efectuada exclusivamente por la hembra que es alimentada en el nido con gran asiduidad por el macho, aunque parece que no es infrecuente que ésta salga y se dirija a alguno de los lugares donde hay presas clavadas por el macho. Los pollos al nacer están desnudos de plumón y tienen el interior de la boca de color amarillo anaranjado con las comisuras amarillo pálido, sin puntos oscuros en la lengua. Durante la primera semana la hembra permanece sentada en el nido y no se mueve en todo el día, sobre todo si el tiempo es lluvioso, cebando solamente el macho. Cuando ya los pollos tienen 8 días, ambos adultos se alternan. La permanencia en el nido es muy corta. A los 12 días pueden dejarlo y refugiarse entre la vegetación arbustiva, pero normalmente no lo hacen hasta los 14-16 días si no son molestados. Ash señala un periodo en el nido inferior a 16 días. En uno minuciosamente vigilado por él los pollos volaron a los 14 días y 23 horas desde el nacimiento del primero y entre 13 y 14 días desde el nacimiento del último. La duración del ciclo de reproducción desde que los pájaros comienzan a construir el nido hasta que vuela el último pollo es de aproximadamente 41 días.

En Iberia ocupa una franja que comprende el tercio norte de Portugal, Galicia, Asturias y norte de León, Cantabria, País Vasco parte de las provincias de Burgos, Logroño y Soria, Navarra, Huesca, Lérida y Gerona. En la mitad oriental de su área es mucho menos numeroso que en el resto donde hay zonas con una densidad alta y constante desde por lo menos hace 25 años. El número de parejas que anidan en el norte Ibérico no parece experimentar disminución alguna por el momento. Sí se aprecia, sin embargo, una marcada oscilación de unos años a otros, pero los lugares que un año quedan desiertos, son nuevamente ocupados al siguiente. Concretamente 1975 y 1976 han registrado una llegada masiva de dorsirrojos que en algunos lugares, tomando observaciones en línea atendiendo a posadero en cables del tendido eléctrico, puede haber un macho cada 150-200 metros. Alberdi solamente encontró una pareja en los campos y lomas de los alrededores de Guipúzcoa en mayo de 1976, zona donde en 1967 eran francamente abundantes y anidaban no menos de 20 parejas. El biotopo ha sido totalmente modificado con la construcción de una autopista y muchas naves industriales, amén de un gran incremento en el trasiego de personas y vehículos. Como normalmente los alcaudones ya llegan al territorio emparejados, son muchos los jóvenes machos que quedan sin formar pareja. Estos permanecen en el lugar, cantando muy a menudo, recordando mucho las notas melodiosas del Alcaudón Común Lanius senator. Ninguno parece defender territorio y no se observa agresividad entre adultos y jóvenes no emparejados.

El Alcaudón Dorsirrojo es un típico migrador otoñal hacia el Sudeste. La mayoría de los que se reproducen en Europa Occidental vuelan hacia el Oriente, alcanzando los Balcanes y el Mar Egeo. Desde aquí y sobrevolando el Mediterráneo oriental penetran en Egipto por un frente que de acuerdo con Moreau (1961) alcanza desde Trípoli hasta el Canal de Suez. Prácticamente ninguno entra en Africa al Oeste de los 200 E. El límite Oeste en el interior del Continente negro está marcado por Darfour en el Sudán y el Tchad donde se ven pasar en gran número. Lo mismo sucede en Uganda hasta el mes de diciembre. La mayoría de ellos llegan hasta el Africa Austral y son frecuentes las observaciones invernales en Sudáfrica, Namibia, Rhodesia y zonas próximas a Mozambique. En Namibia sobreponen algún biotopo con Lanius minor, pero en general Lanius collurio prefiere zonas no tan áridas y descubiertas y es allí menos abundante.

El movimiento de regreso hacia Europa se acusa sensiblemente por toda la costa oriental africana desde Mozambique hasta Somalia y Eritrea. En Tchad, Uganda y Sudán son casi desconocidos en primavera, aunque uno que había sido anillado en Alemania, se recuperó en el sur del Lago Victoria en el mes de abril. Por Tanzania el paso hacia el Norte es muy acusado. Los pájaros, pues, vuelan en primavera mucho más al Este que lo hacen en el otoño, alcanzando la Península del Sinaí, Palestina, Chipre y Turquía para flexionar hacia el Oeste al llegar al Continente europeo. Este movimiento oriental está bien reflejado en algunas recuperaciones de alcaudones anillados en Europa. Uno de origen alemán fue capturado en abril en Eritrea. Otro más, anillado en Suecia, se recogió en Arabia meridional en abril y hay recuperaciones también primaverales en el Líbano de alcaudones anillados en Hungría y Finlandia; en Siria de Alemania, Suiza, Holanda, Finlandia e Italia; en Chipre de Yugoslavia y en Turquía de Suiza y Alemania. De acuerdo con estas recuperaciones está claro que este pájaro efectúa la llamada «migración en lazo» (Bernis, 1971). En primavera hay recuperaciones que demuestran también el rumbo hacia el Este-sudeste de los alcaudones dorsirrojos. Una hembra anillada el 20 de agosto en Grado (Asturias) fue capturada el 17 de septiembre siguiente en Padua (Italia) lo que significa una línea de vuelo francamente hacia el Este. Otra, anillada en Las Landas (Francia) se recupera igualmente en el norte de Italia. Otras más de origen francés, dan recuperaciones en el centro de Italia y en el Peloponeso.