Avoceta Común Recurvirostra avosetta
El largo y grácil pico
curvado hacia arriba identifica sin lugar a dudas a la Avoceta Común
Recurvirostra avosetta. Este pájaro tiene también un plumaje muy
destacado por la combinación de blanco y negro repartido por las alas de
manera caprichosa. Las primarias son negras, así como parte de las
cobertoras alares, formando, cuando se ve el pájaro con las alas extendidas,
cuatro bandas oblicuas sobre el dorso de aquellas que son muy conspicuas en
vuelo, sobre todo por el contraste que hacen con el resto del plumaje blanco
y del tono ligeramente gris de parte de las secundarias. Desde la frente, a
través de los ojos y cayendo hacia la nuca, el plumaje es también negro y
este color cubre parte del cuello por detrás y llega hasta su base. Los ojos
son rojos, muy destacados a pesar del fondo negro de la cara; el pico es
negro y las patas gris azuladas. No tiene dedo posterior y sí solamente uno
pequeño e incipiente. Cuando vuela se ven bien sus alas apuntadas en el
extremo, aunque más anchas que las de la Cigüeñuela, pero el color blanco y
negro tan particularmente repartido, le dan un aspecto como de mariposa. El
cuello lo lleva parcialmente recogido y las patas sobresalen notablemente
por detrás de la cola. La Avoceta camina con
cierto garbo, pero no con la gracia de la Cigüeñuela y su paso es bastante
más rápido. Come en aguas someras moviendo la cabeza de un lado a otro como
si quisiera hacer pasar el agua a través de su pico entreabierto. También
vadea en aguas más profundas. En aguas profundas, si
pierde pie, nada con gran facilidad muy boyantemente y a veces cala el
cuello como lo hacen los patos de superficie de forma que solamente
sobresale del agua la parte trasera. A partir de agosto cuando los bandos
empiezan a llegar a la Costa Cantábrica, camino de las tierras del Sur para
invernar, es fácil observar su vuelo sobre las aguas de bahías y playas. Los
grupos de avocetas suben y bajan volando al unísono como si de un solo
cuerpo se tratara. Tan pronto sobresalen por encima de la línea del
horizonte como vuelan a ras del agua y con frecuencia después de más de 30
minutos de simular que van a posarse lo hacen al fin en un bloque compacto.
Cuando caminan por tierra no se posan sobre ramas de árboles secos ni sobre
zonas elevadas, prefieren terrenos llanos y fangosos. Descansan sobre una
sola pata, manteniendo la otra encogida bajo el plumaje y también se sientan
a menudo en el suelo sobre los tarsos. Si nos acercamos al bando, antes de
volar todas a la vez comienzan a hacer un curioso movimiento con el cuello.
Lo estiran y encogen manteniendo el cuerpo casi inmóvil hasta que todas
vuelan. Los bandos que se ven normalmente en migración están formados casi
siempre por 12-30 avocetas. La Avoceta tiene
preferencia por lugares fangosos, marismas litorales, terrenos recuperados
al mar, arenales, estuarios, isletas y limos que descubre la bajamar. En
migración se posa con frecuencia en la mar no lejos de la costa, pero come
en los estuarios de las rías. Se alimenta sobre todo de
materia animal formada por minúsculos insectos, larvas, moluscos (Limnaea,
Rissoa, Tapes), crustáceos (Crangon), anélidos (Nereidae, Lumbricidae). Su
forma de recoger todos estos pequeños animales en aguas someras es curiosa:
mueve el pico de lado a lado como si barriera la superficie del agua, aunque
también remueve las aguas fangosas y el limo. Su voz más común consiste
en una nota melodiosa ¡¡luuit!! que emite muy a menudo y en varios momentos
de su vida diaria. Cuando se alarma el mismo sonido es repetido
insistentemente con ligeras variaciones en el tono. Si ha comenzado la
puesta de los huevos la alarma es intensa en cuanto el observador se
aproxima o también otro pájaro de su mismo tamaño o mayor. Entonces su voz
suena áspera, un ¡¡críu!! o ¡¡crí-iuu!! prolongado. En estado de
tranquilidad completa y si varias avocetas están juntas y balacean sus
cuellos y cabezas se oye un repetido y débil ¡cuitcuit...! a corta
distancia. La conducta de las
avocetas en los días que preceden al emparejamiento y la cría es muy curiosa
y ha sido objeto de buenos estudios por muchos ornitólogos. Se resume aquí
datos de Turner, Huxley, Oordt, Makkink, Bannerman y sobre todo de Olney
(1970). El temperamento de la Avoceta fácilmente irritable contrasta mucho
con el de la Cigüeñuela con la que coincide frecuentemente en el mismo
habitat durante la reproducción. Inmediatamente que las parejas de avocetas
se concentran en el lugar anualmente elegido para la nidificación, comienzan
a agruparse, formando círculos y manteniendo las cabezas bajas y los picos
justamente sobre de la superficie del agua o ligeramente bajo ella. Todas se
miran inmóviles durante unos pocos minutos y pronto comienzan a moverse
balaceando la cabeza y levantando primero una pata y después otra a la vez
que emiten con voz débil un rápido ¡cuit-cuitcuit! que aumenta de ritmo
paralelamente al crecimiento de la excitación de los pájaros. Este es el
comienzo de una conducta agresiva con la que tienden a repeler imaginarios
ataques de su oponente. Estas ceremonias pueden comenzar en aguas someras o
en la tierra. El número de avocetas que normalmente están implicadas en
estas situaciones agresivas oscila de 3 a 12 y rara vez 15 y 18. Observando
atentamente los grupos pronto se distinguen las parejas. Uno y otra se
mueven lentamente y giran para volver a enfrentarse hasta que uno abre las
alas y parece iniciar un ataque que el otro pájaro rehuye. A pesar de ello
muchas veces no puede evitar golpes de alas y del pico de su oponente, pero
estas luchas son en realidad mas un simulacro y pocos daños se derivan de
ellas. Temporalmente calmadas las avocetas, inician la formación de un nuevo
grupo que repite las mismas secuencias. A veces una de las aves se sienta y
comienza con el pico a recoger piedras pequeñas que va colocando a su
alrededor. Otras, una avoceta que parece en el colmo del furor
repentinamente mete el pico debajo de un ala y simula dormir. También sucede
a menudo que los pájaros recogen en el suelo objetos y trozos de plantas
secas y los lanzan a los lados y hacia atrás. El significado de estas
reuniones y reverencias no puede conocerse bien, por supuesto. Sobretodo
porque lo mismo se forman antes de la construcción del nido como en
presencia de la puesta ya completa o estando los pollos comenzando a
emplumar. La agresividad de que hace gala la Avoceta frente a otras se
extiende hacia las demás especies de pájaros que viven en su mismo habitat.
Los que se aproximan al nido pueden sufrir alguna forma de intimidación. La
más corriente consiste en abrir las alas de pie sobre el nido si está
incubando y al acercarse más el intruso retrocede lentamente sin cerrar las
alas y emitiendo su voz áspera ¡¡ccc-criuerr!! Si hay pequeñas avocetas
recién nacidas cerca, los adultos pueden simular estar heridos aleteando
desesperadamente tratando de distraer al depredador. El griterío que las
avocetas forman en sus colonias es muy intenso y verdaderamente ensordecedor
si el observador trata de aproximarse a los nidos. Los pájaros parecen en
pocos momentos volverse locos y vuelan con las patas colgando, simulando
ataques y casi llegando a rozar la cabeza del molesto visitante. La más
curiosa de todas sus expresiones parece que es cuando las parejas se separan
de los grupos y el macho abre las alas y pasa una por encima del cuerpo de
su pareja a la vez que ambos se picoten en el cuello. Resulta, pues,
sorprendente ver con qué rapidez pasan estos pájaros de la agresividad al
amor. Las avocetas anidan en
colonias casi siempre muy numerosas, pero también en pequeños grupos de
parejas en marismas, aguazales, lagunas y charcas o en zonas de fango medio
seco. Casi siempre se juntan a otras especies que también crían en colonias
como charranes y pagazas en Iberia. Los nidos son en general una
construcción muy somera formada por vegetación recogida en la zona y
acumulada alrededor de una pequeña excavación en el terreno. Más a menudo
las avocetas aprovechan un hueco en el suelo y mientras incuban ponen
alrededor piedreciIlas y tallos de plantas que están dispersos aquí y allí.
También el interior puede estar forrado con hierba fina, pero con frecuencia
limpio de cualquier material. La puesta consiste normalmente en 4 huevos, a
veces 3 y muy ocasionalmente cinco. A. y P. Studer-Thiersch (1968) para 28
puestas en una laguna andaluza obtuvieron un promedio de 3,5 huevos. Allí
encontraron dos puestas con 1 huevo, tres con 2, tres con 3, diecinueve con
4 y una con 5. En 93 huevos medidos hallaron un promedio de 49,12 x 33,91
mm. Jourdain en 100 huevos de colección halló una media de 50,57 x 35,06 mm.
con uno muy grande de 55,6 x 34,5 mm. y otro muy pequeño, midiendo 48,3 x
31,2 mm. Hellebrekers en Holanda obtuvo en 56 huevos un promedio de 50 x
35,2 mm., el mismo que da Niethammer en Alemania. Verheyen en Bélgica para
solamente 16 huevos medidos da una media de 49,4 x 35,7 mm. Como vemos por
las medidas la forma es variable y los hay muy esféricos y también casi
piriformes. El color de la cáscara es amarillento con abundantes manchas
negras y grisáceas que muchas veces se concentran en la parte más ancha.
Tienen poco brillo o ninguno y hay variaciones en la coloración del fondo.
Las primeras puestas se observan en lugares favorables de Las Marismas y en
la Laguna de Fuente de Piedra (Málaga) en los últimos días de abril, pero
más a menudo en los primeros dias de mayo. Hay también puestas tempranas en
principios de abril e incluso en marzo, pero estas son excepcionales. En
lagunas de más al Norte la mayoría de las avocetas ponen a partir de
mediados de mayo. En la laguna de Gallocanta un 13 de junio Aragüés et al,
ya anillan pollos. Pero también el 22 del mismo mes se ven aún nidos con
huevos junto a pollos totalmente crecidos. Quiere esto decir que a la hora
de determinar fechas de puestas no puede perderse de vista que los nidos de
avocetas son frecuentemente víctimas de depredadores y de inundaciones o
subidas de nivel en las aguas de marismas. Se ven muchos huevos flotando en
el agua o abandonados. Ambos adultos incuban alternadamente por un período
de 22-24 días (Jourdain), 24-25 días (Verheyen), 25-26 días (Geroudet),
21-22 días (Campbell-Ferguson-Lees). En la Peninsula Ibérica invariablemente
23 días a partir de la puesta del segundo huevo. Los pollos son nidífugos y
al nacer están cubiertos con plumón de varias tonalidades en las partes
superiores. En la frente es blanco crema y en el resto de la cabeza tiene
color pardo grisáceo, moteado irregularmente con puntos marrones casi
negros. Desde la base de la mandíbula superior parte una línea negra
estrecha que atraviesa los ojos. De la nuca al dorso hay dos claras líneas
paralelas de color negruzco y dos manchas irregulares negras en el
obispillo. Las partes inferiores son blancas con tonos amarillentos o crema.
El pico está ligeramente curvado hacia arriba en la punta. Esta descripción
de los pollos puede ser necesaria si tenemos en cuenta su carácter nidifugo
y que con frecuencia se ven en las marismas donde hay colonias de Pagaza
Piconegra Gelochelidon nilotica y cigüeñuelas Himantopus
himantopus, mezclados por entre la vegetación rala o arbustiva. Son
capaces de comer ellos solos inmediatamente después de nacer, pero
normalmente los atienden ambos adultos durante no menos de 40-45 días. La
agresividad de los padres hacia los intrusos ya ha sido descrita
parcialmente y se mantiene mientras los jóvenes no son capaces de volar. La tasa de reproducción
en la Avoceta Común es baja debido a la gran cantidad de nidadas que se
pierden todos los años por las inesperadas inundaciones de las marismas.
También la recogida de huevos por lugareños y la depredación de algunas
gaviotas causa no poco daño a esta especie. Sin embargo, no parece reducirse
la población e incluso en Europa e Iberia hay nuevas colonizaciones todos
los años. La Avoceta es una especie
monotipica que se reproduce en zonas europeas aisladas entre sí Cría en el
sur de Suecia, Dinamarca y Países Bajos, este de Inglaterra, localmente en
las costas atlántica francesa y portuguesa, probablemente en la zona
pantanosa y los arrozales del Po en Italia y desde Centroeuropa hacia el
Sudeste (Cuenca del Danubio), llegando a través del Sudeste de la URSS hasta
Mongolia Interior En la Península Ibérica
anida en lagunas y marismas de la zona mediterránea, incluso tan al interior
como Gallocanta y cuenca del Ebro, aunque aquí es local y esporádica;
ocasional en el Duero y no tanto en las lagunas próximas a Villalpando
(Villafáfila, La Salina y Villarrín de Campos); muy abundante en las
Marismas del Guadalquivir y otras lagunas andaluzas; lagunas de la Mancha y
Tablas de Daimiel (Ciudad Real); Gallocanta en Zaragoza (Aragüés et al.
calculan que en 1973 criaron allí en la zona de Bello y Tornos no menos de
200 parejas). En el Delta del Ebro Maluquer (1971) estima su reproducción
como muy irregular y en cantidad variable, pero nunca elevada; probablemente
hay años en que no llega a criar o lo hace sólo en pocos nidos aislados y no
en colonias. Allí parece que las subidas en el nivel de las aguas pueden
destruir muchas nidadas. En 1970 se comprobó la nidificación en la Punta de
la Banya y Maluquer relata cómo varios pollos fueron encontrados muertos y
muchos huevos y nidos abandonados. En otras zonas húmedas, marismillas y
colas de embalses, crían parejas aisladas o muy pequeños grupos,
favoreciendo mucho a las salinas litorales. La mayor parte de las
avocetas que se reproducen en el norte de Europa descienden hacia el Sur y
Sudoeste para invernar. La emigración comienza pronto a juzgar por los
bandos que se ven en el Golfo de Vizcaya y sobre todo en las costas
atlánticas francesas y cantábricas en los primeros días de agosto. Desde
estas fechas y durante todo septiembre y octubre no cesan de pasar en grupos
de aves normalmente no superiores a 35-50 individuos. Con tiempos duros del
Norte pueden verse más numerosas y en el Cantábrico llegan parte de las que
invernan por las bahías francesas de Vendée y Charente-Maritime. En la
Península Ibérica las zonas clásicas de invernada de avocetas se centran en
los estuarios del Tajo y Sado (Portugal) y en las Marismas del Guadalquivir.
En enero de 1973 muchas se veían en salinas litorales del Levante. En la
desembocadura del río Odiel había 600 y 210 en las Marismas del
Guadalquivir. En las costas y rías gallegas son muy escasas. En las de
Portugal puede haber normalmente más o menos 3.000. Muchas avocetas
anilladas en Dinamarca, Holanda, Alemania, Suecia, Francia y Bélgica fueron
capturadas en diversos lugares de la geografía peninsular. Las
recuperaciones comienzan en agosto con un máximo en los meses invernales
(Bernis, 1966) y caen principalmente en las costas atlánticas portuguesas
(estuarios del Tajo y Sado sobre todo). También en el Norte hay capturas y
recuperaciones. De estas he comprobado en Guipúzcoa una holandesa cazada en
Irún en septiembre y otra cogida en Elgorriaga en enero que había sido
anillada en Alemania. También en el norte de
Africa se acusa la llegada de numerosas avocetas. Muchas pueden ser de
origen ibérico, pero también se ha comprobado por el anillamiento que
abundantes aves europeas invernan en Marruecos. Una no despreciable
población inverna en Senegal y Gambia, y hay citas para Nigeria y la Zona de
Inundación del Níger. La migración prenupcial dura en el noroeste africano
desde marzo a mayo y algunos años se ven muchas por la costa de Tánger. Este
movimiento primaveral se acusa pronto en las Marismas del Guadalquivir donde
la población invernante se mantiene a pesar de que muchas ya han marchado
hacia el Norte. En el Cantábrico el paso primaveral transcurre a gran
distancia de la costa y pocas son las que entonces se ven en los estuarios
de las rías. Hasta 1972 se habían
anillado en España por la Sociedad Española de Ornitología 469 avocetas que
sólo produjeron cuatro recuperaciones lejanas, pero una de ellas resultó ser
muy interesante: en las lagunas de Alcázar de San Juan (Ciudad Real) se
anilló como pollo una Avoceta en junio de 1969 que fue encontrada muerta el
28 de abril de 1972 en Holanda, a no menos de 1.550 km. al Nortenoroeste. Se
trataba sin duda de un caso claro de colonización a distancia. Probablemente
un individuo arrastrado hacia el Norte en migración primaveral por grupos de
invernantes. Puede pensarse, pues, que la población ibérica es sedentaria en
parte, con grupos de clara dispersión posgenerativa dentro de la Península y
a través del Estrecho hacia el noroeste de Africa. Pero no pueden
descartarse los casos como el relatado arriba y que una continuidad en el
anillamiento demostrará que no son tan raros como parecen ahora. La
dispersión de las jóvenes avocetas españolas puede alcanzar direcciones
insospechadas. Así, una anillada como pollo también en una laguna de Alcázar
de San Juan en mayo de 1969 fue capturada en los primeros días de agosto del
mismo año en la Bahía de Somme (Noroeste de Francia). |