Morus bassanuss
No es exagerado decir que
no existe ave marina más espectacular en su conducta que el Alcatraz
Atlántico Morus bassanus. Aunque este pájaro no se reproduce en la
Península Ibérica, es en cambio muy abundante, tanto en el otoño como en el
invierno, a lo largo de nuestras costas, especialmente en las
cántabro-atlánticas. El plumaje de los adultos
es de color blanco níveo, excepto el tercio final de las alas que es negro,
y este plumaje, que ofrece un gran contraste, ya es lo suficientemente
llamativo en un pájaro que mide más de 90 cm. de longitud y casi 180 cm. de envergadura. Los jóvenes son muy diferentes en la coloración. En el
primer año de vida son de color marrón moteados profusamente de blanco en el
dorso, con los bordes posteriores y puntas de las alas más oscuros, lo mismo
que las rectrices de la cola, que tiene la forma de cuña. En los adultos en
plumaje nupcial la cabeza y cuello son amarillos, matiz que se puede ver
bien a distancia. El fuerte pico, largo, es gris azulado con ribetes negros
en la base en los adultos y grisáceo oscuro uniforme en los jóvenes. Las
patas, con los pies palmeados, son marrones con líneas de color verde
azulado. El Alcatraz Atlántico
tiene el cuerpo en forma de puro o torpedo y su silueta es inconfundible y
en seguida llama la atención cuando se le ve volar formando largas líneas,
generalmente lejos de la costa, pero con vientos fuertes más cerca de las
rompientes o encima mismo de ellas. Además de su color característico,
también lo es su forma de vuelo, con las alas completamente extendidas y
rígidas, que bate poco profundamente y la mayoría de las veces planea
justamente por encima de las olas. El pico, además de muy fuerte, es largo,
midiendo casi 11 cm. desde las plumas de la base y con él captura peces de
gran tamaño en sus zambullidas. Estas son muy espectaculares y el Alcatraz
las efectúa continuamente desde gran altura, muchas veces hasta 45 m., pero
las zambullidas normales son desde 15 ó 20 m. Para ello el pájaro en una
primera etapa pliega incompletamente las alas para pegarlas completamente al
cuerpo en los últimos metros de su caída, con lo que penetra en el agua
profundamente y con gran limpieza, frecuentemente no levantando espuma ni
salpicaduras. En casi todas las zambullidas obtiene presa y es raro que
aquéllas fracasen. Sale del agua con gran rapidez e inicia nuevamente el
vuelo de forma que sorprende para un pájaro de tan grandes proporciones. Aunque desde lejos el
Alcatraz Atlántico da idea de ser un gran pájaro, visto de cerca aún parece
mucho mayor y, en los adultos, el ribete de color negro que rodea a los ojos
les da aspecto de enmascarados. Como no alcanza el plumaje de adulto hasta
el quinto o el sexto año, pasa entretanto por plumajes intermedios de blanco
y marrón oscuro o negro que proporcionan a los inmaduros después del segundo
año de vida un aspecto curioso, como si tuvieran las plumas a parches. Sin
duda se trata de una especie inconfundible para cualquier observador desde
la costa o acantilado marino. En Iberia comienzan a
verse los alcatraces en el mes de agosto, aunque no son raras las
observaciones de inmaduros en los últimos días del mes de julio. Estos
jóvenes son los primeros en pasar en una dispersión posgenerativa a lo largo
de las costas cantábricas, volando invariablemente en líneas hacia el Oeste.
Pero como sucede con otras aves marinas, el tiempo atmosférico duro, es
decir, temporales del noroeste o vientos duros de travesía del Norte y
temporales en la mar, obligan a volar muy cerca de la costa a los
alcatraces, de forma que entonces pueden ser fácilmente observados. El vuelo
es regular con apenas un ligero batido de alas y casi siempre a muy baja
altura sobre las aguas, zambulléndose continuamente para pescar,
efectuándolo, como ya se ha explicado, con el cuerpo comprimido de forma que
ofrezca la menor resistencia posible al aire. Los adultos son más escasos en
las costas en estos primeros días del paso otoñal, siendo ya igualmente
numerosos en el mes de octubre. Aunque la principal zona de invernada de
estas aves está en las costas occidentales de Africa; cerca de los ricos
bancos de pescado, muchos permanecen en el Golfo de Vizcaya durante el
invierno y son los que se ven durante los temporales en nuestras costas. Esta especie se reproduce
en una zona reducida del Atlántico Norte, estando la mayoría de la población
mundial circunscrita a las islas del norte y noroeste de Escocia. Fuera de
la Gran Bretaña también existen colonias en Islandia, costas de Noruega y de
Bretaña. Se calcula que la
población europea de adultos alcanza la cifra de 194.000 parejas, de ellas
solamente en las pequeñas islas de St. Kilda (Boreray), al oeste de Escocia,
se han censado nada menos que 52.000 parejas reproductoras. En sus nidos de densas
colonias sobre repisas de acantilados marinos, los alcatraces depositan un
solo huevo en un nido que suele estar siempre tan cerca de otros, que parece
imposible que estos pájaros no se confundan al atender a sus crías. A los
tres meses los jóvenes alcatraces son abandonados por los padres. Entonces,
éstos inician una gran desbandada, abandonando las aguas próximas a las
colonias de cría, bajando a lo largo de las costas inglesas, adentrándose la
mayor parte de ellos en el Golfo de Vizcaya, pero siguiendo otros muchos
directamente en dirección a Finisterre (La Coruña), desde donde alcanzan las
costas africanas. Desde la Estaca de Bares en La Coruña y Cabo Peñas en
Asturias el paso de alcatraces en los meses otoñales es verdaderamente
espectacular. Huyskens y Maes (1971) han calculado como promedio de
migrantes hacia el Oeste, observando el paso desde la Estaca de Bares, de
80.000 alcatraces en los meses de septiembre y octubre. Los jóvenes ya han
alcanzado las costas africanas en los primeros días de noviembre. Son
millares los que se ven pescando cerca de las costas del Sahara, y hasta
Mauritania, aprovechando la enorme riqueza de pescado que existe en aquellas
aguas. En cambio son pocos los adultos que llegan más allá de Cabo Juby.
Estos se dispersan (los de más de dos años) por el Atlántico Norte. Por eso
es curioso notar que cuando los temporales de invierno, la mayoría de los
alcatraces que se ven en las costas cántabro-atlánticas son adultos,
empujados por la tempestad hacia la costa. Los alcatraces jóvenes llegan
ocasionalmente hasta el Senegal y son pocos los que penetran en el
Mediterráneo, donde, sin embargo, todos los años se realizan observaciones. Los pájaros adultos
comienzan a regresar a sus colonias de cría en el norte de Gran Bretaña en
los meses de enero y febrero. Aunque solamente pone un huevo; el Alcatraz
aumenta de forma notable desde que la recogida de huevos y la caza de
adultos fue abandonada. Basándose en la forma en
que los alcatraces capturan sus presas, los pescadores del Norte ibérico
colocan una tabla gruesa flotando en el mar con un pescado o despojo encima.
El Alcatraz se lanza rápidamente sobre él sin advertir la presencia de la
madera que al flotar entre dos aguas queda casi invisible, rompiéndose el
cráneo con el tremendo golpe. Las recuperaciones de
anillados, sobre todo los que lo han sido en Gran Bretaña abundan en todas
las costas. Así, existen recuperaciones de alcatraces anillados en las islas
del Canal de la Mancha, a los pocos días, en Asturias y La Coruña. También
hay recuperaciones de pájaros de la misma procedencia en las costas
mediterráneas (Alicante) y muchas más en las costas portuguesas de
alcatraces británicos (Beira Litoral, Douro Litoral, Algarve, Minho). La
mayoría de estas recuperaciones son efectuadas en épocas en que la pesca es
más activa, sobre todo en las costas cántabro-atlánticas. La disminución de
estas capturas en los meses invernales no es indicativo de escasez de
alcatraces sino de la disminución en la actividad pesquera. |