Tórtola Turca Streptopelia decaocto La gran expansión
experimentada por la Tórtola Turca Streptopelia decaocto que desde el
Asia Menor invadió Europa oriental, ha llegado al fin a la Península
Ibérica, tal como los ornitólogos
españoles esperaban ya hace años (Bernis,
1967, Castroviejo, 1972, Noval, 1967). En estos momentos la especie cubre ya
casi todos los países del continente europeo, ocupando en ellos mayor o
menor extensión como luego veremos. De mayores proporciones que la Tórtola
Europea Streptopelia turtur, se distingue bastante bien por el color
más uniforme de su plumaje, pardo grisáceo o rosado por encima, con un
estrecho collar negro que cubre solamente la mitad posterior del cuello y
que resulta ser el rasgo más conspicuo. Las plumas primarias de las alas son
muy oscuras, marrón grisáceas. Las partes inferiores y la cabeza son más
pálidas con un suave tinte rosado, algo más intenso en el pecho. La cola es
larga y las rectrices externas tienen las «esquinas» blancas que son muy
visibles cuando las des pliega, acción muy frecuente en esta tórtola. Por
debajo, la mitad final es blanca, contrastando mucho con el resto oscuro.
Los ojos son rojos, lo mismo que las patas. Sus actividades son muy
similares a las demás tórtolas. Es notablemente más mansa que la Tórtola
Europea y fuera de la época de la reproducción resulta muy gregaria,
formando pequeños grupos que comen en el suelo de campos, carreteras y con
preferencia por suelos libres de vegetación. No son infrecuentes bandos de
hasta 50 individuos y muy a menudo se posan al descubierto en cables del
tendido eléctrico, postes, cercas, antenas de televisión, chimeneas, aleros,
muros, palomares, etc. Vive en plena campiña, sobre todo en zonas suburbanas
de ciudades grandes y pequeñas y en muchos pueblos, incluso en el interior
de parques y jardines, aunque estén en zonas superpobladas y de intenso
tráfico. Los pequeños jardines de casas de campo con vegetación arbustiva
baja y coníferas de adorno parecen atraerle especialmente. Los hayedos de
montaña media son frecuentados en el otoño y se nota bien que los bosques de
esta especie próximos a zonas costeras ofrecen a las tórtolas turcas una
gran querencia. En vuelo emite una
llamada que podría representarse como un rápido ¡¡kuirr!! y su canto
habitual es tan monótono como el de la tórtola doméstica, pero suena
diferente ¡¡kuúkuú-kuú!!, aunque resulta difícil expresarlo y es, por
supuesto, muy subjetivo. La reproducción de la
Tórtola Turca comienza a principios del mes de marzo, alcanzando incluso
hasta finales de octubre. En este largó período reproductor crían dos, tres
y aún cuatro veces. De forma excepcional un nido de tórtola con huevos puede
ser encontrado en cualquier mes del año. Cada puesta consiste en dos huevos
blancos moderadamente brillantes que miden en promedio 30,1 x 23,2 mm. Los
nidos son una somera plataforma de palos y tallos secos de plantas, muy
plana y que no se comprende cómo puede soportar los huevos sin que caigan a
través de las hendiduras. Sin embargo, algunos nidos se ven bien forrados en
su interior con hierba seca muy fina. Casi todos están en arbustos densos y
en árboles de hoja perenne, sobre todo coníferas. Rara vez en edificios,
pero ya hay casos de nidos en muros de viejas construcciones derruidas.
Ambos adultos se alternan en la incubación que dura 14 días. El plumón de
los pollos al nacer es escaso y de color amarillento pajizo y parece más
bien pelo; la piel es oscura y el pico rosa pálido. Atendidos y alimentados
por los padres, dejan el nido a los 18-19 días, pero no vuelan hasta cumplir
las 3 semanas. La expansión hacia el
Occidente europeo, iniciada con carácter de suceso ornitológico a partir de
1928 siguió a los intentos de colonización iniciados desde 1700 y que no
llegaron a cuajar realmente hasta 1900 en que esta tórtola se expandió ya
francamente por los países Balcánicos y el bajo Danubio. En 1952 llegaron a
Gran Bretaña y su presencia allí, comiendo en las carreteras con palomas
domésticas, tuvo carácter de gran acontecimiento para los naturalistas. A
Francia llegó en 1950, pero no es hasta 1959 que ya anida en gran número en
el Nordeste. En Suecia el primer nido es encontrado en 1951 y en 1962 ya
había allí sedentarias 2.000 tórtolas. En la Península Ibérica
las primeras observaciones que se tienen noticia fueron realizadas en
Asturias, en junio de 1960 (Castroviejo, 1972). Años después las citas son
frecuentes y en jardines y parques de ciudades cantábricas (Gijón,
Santander, Torrelavega, El Ferrol, Ribadeo) su presencia es detectada en
meses primaverales. González Morales (1974), da los primeros detalles sobre
la nidificación de esta tórtola en Santander. En 1974 dos parejas criaron en
una palmera situada en unos jardines del centro urbano, malográndose al ser
derribados los nidos por los podadores municipales. Uno de los nidos tenía
dos pollos. La
colonización de Europa Occidental por la Tórtola Turca es un fenómeno
curioso que merece un somero comentario. La especie es sedentaria y posee
una gran fidelidad al lugar donde ha criado el año anterior de manera que
puede volver a ocupar el mismo árbol o arbusto año tras año, aunque no sea
la misma pareja del año anterior (Beretzk y Keve, 1973). Las jóvenes se
desplazan con frecuencia en el otoño y son siempre las que realizan la
propagación y consiguiente colonización. De acuerdo con el anillamiento, la
mayor parte de las tórtolas colonizadoras son jóvenes del año o todo lo más
de un año de edad. Se han comprobado desplazamientos que van desde 100 a
1.000 km. dentro de Europa. No es una especie migradora y parece estar claro
que solamente una pequeña proporción de jóvenes tórtolas es la que se aleja
de su área de nacimiento para colonizar nuevas tierras. |