Roquero Solitario

Monticola solitarius

No es fácil que el Roquero Solitario Monticola solitarius se deje observar de cerca mucho tiempo. Segundos tan sólo. Pronto se oculta de nuestra vista y encontrar su nido es todo un acontecimiento para el naturalista aficionado que puede tener así la oportunidad de contemplar a un macho de este mirlo azul como se le llama en muchos lugares. En plena época de reproducción su plumaje es gris azulado en el cuerpo y negro pizarroso en las alas y cola. A partir del otoño este color se ve empañado por la presencia de numerosas plumas que tienen bordes y zonas parduzcas y que le pueden durar hasta bien entrada la primavera. La hembra es pardo azulada por encima y muy rayada por debajo, formando pequeñas ondas de color pardo sobre un fondo más claro. Los ojos son marrones y el pico, que es largo y delgado, tiene color negro. Los jóvenes son grisáceos y pardo oscuros sin rasgos muy distintivos.

El Roquero Solitario es un pájaro que no puede ser confundido con el Mirlo Común. Aunque a distancia el color oscuro puede originar confusión, el diferente habitat ocupado por ambas especies y sobre todo las actitudes del Roquero Solitario resultan significativas. Normalmente solitario, se le puede observar en roquedos, pedrizas, acantilados marinos, canteras abandonadas, cortados rocosos situados entre bosques a todos los niveles, desde la costa hasta la más alta cumbre, pero eludiendo terrenos llanos y mesetas de montaña, lo que le diferencia del Roquero Rojo que prefiere cumbres y coronaciones de roquedos También vive en construcciones abandonadas, viejos castillos y puede ser observado en los tejados de casas que están próximas a canteras y paredones rocosos. No es infrecuente que en una misma cantera abandonada se encuentren dos o tres parejas anidando, por lo que sus territorios se sobreponen. Esto da pie para pensar que la especie no es tan solitaria como indica su nombre, estimación también comentada por Elósegui para quien además el pájaro parece inclinado a vivir en zonas secas. Beven (1968) cree que el Roquero Solitario es muy tímido en zonas alejadas y remotas de las montañas, pero que en el sur de Europa vive en ciudades y pueblos, incluso ocupando monumentos erigidos en plazas y lugares de gran tránsito. Su territorio parece ser muy pequeño y sorprende cómo en él puede encontrar el alimento suficiente durante casi todo el año corre por las rocas con gran facilidad y desde un lugar alto vigila el suelo, lanzándose repentinamente para capturar cualquier insecto o lagartija Se posa pocas veces en árboles a no ser en arbustos que nazcan en la pared rocosa, pero en algunos lugares no rehuye en primavera un posadero bien al descubierto como puede ser un poste alto o un árbol.

Canta muy agradablemente y su voz recuerda a la del Mirlo Común, pero emitida en tono más alto La melodía es muy corta, no tan rica como la de aquél y llega a ser monótona de tan repetida. Comienza a cantar muy pronto. A menudo vuela hacia lo alto y canta repitiendo la misma estrofa. En cuanto se le oye es fácil de descubrir porque siempre busca un lugar dominante. Tiene mucha querencia para ello a un mismo posadero. Si no sobre una roca, puede vérsele en una raíz saliente de la tierra al borde del cortado rocoso. Si está alarmado emite un repetido ¡¡tchak, tchak!! y también un lastimero y prolongado ¡tsiii! que recuerda algo al mismo sonido del Petirrojo Erithacus rubecula cuando se aproxima al nido y encuentra algún motivo de alarma. También lanza notas como ¡¡uit, uit!! y que Beven compara a las del Trepador Azul Sitia europaea.

Caza sus presas al acecho, permaneciendo inmóvil vigilando una grieta donde da el sol y que él con un sexto sentido sabe que está ocupada por una lagartija que pronto asomará. También captura muchos insectos, gusanos, orugas, saltamontes y posiblemente pequeños ratones. Cuando vive en acantilados costeros es frecuente verlo en las rocas picoteando entre las algas, presumiblemente recogiendo pequeños moluscos y crustáceos.

La construcción del nido comienza en Iberia ligeramente antes en el Sur. A partir de la mitad de abril ya están los pájaros ocupados en el transporte del material. Escogen un agujero en un muro, el fondo de una pequeña cueva o una grieta en el cortado rocoso. También se encuentran nidos debajo de una piedra suelta que sobresale sobre la vertical de la pared Muy somero, el nido está formado por hierba seca y forrado de hierba más fina. Su parte inferior está hecha con raicillas y casi siempre esta estructura queda muy bien escondida en un lugar inaccesible. En los primeros días de mayo todos los nidos tienen huevos La puesta normal es de 4-5, pero también se encuentran menores y solo ocasionalmente hay nidos con 6 huevos El color de la cáscara es azul pálido muy manchada con finísimos puntos rojizos como de sangre, que a menudo se acumulan en el extremo ancho formando como una corona. Algunos están completamente limpios de manchas y en casi todos los nidos se encuentra uno así Las medidas dadas por Etchecopar y Hué como promedio son de 27,5 x 20,5 mm. (1967). La incubación realizada por la hembra casi siempre, con esporádicas apariciones del macho que no debe llegar a incubar plenamente, dura 14-16 días. Los pollos son alimentados por ambos adultos con presas que hacen presumir una salida del nido muy prematura. Beven (1968) da detalles obtenidos de fotografías realizadas en Portugal por England y Peach en las que se pueden ver las grandes presas, que positivamente los pollos no pueden deglutir sin que los adultos las despedacen. Estas eran muy frecuentemente gruesas lagartijas, pero también orugas. A los 16 días abandonan el nido y quedan entre las piedras, cayendo a menudo hasta la base del roquedo, no volando  hasta cumplir los 23-25 días.

En la Península Ibérica e islas Baleares el Roquero Solitario es sedentario, aunque no existe duda de que los jóvenes del año deben moverse en varias direcciones a partir de septiembre o quizá antes, cuando todavía los adultos pueden eventualmente estar ocupados en una segunda cría.

En Europa cria en toda Iberia, sur de Francia y Suiza, en Italia, los Balcanes y las islas mediterráneas. Probablemente parte de la población europea emigra a Africa para invernar, sobre todo en el Norte y Oeste de este Continente. En el norte de Africa también cría la misma subespecie europea definida como solitarius. En el Sahara es frecuente en el invierno y hay observaciones y capturas en los oasis de Figuig, Tassili, Hoggar, etc. Mayaud y Balsac (1962) citan tres capturas obtenidas más allá del Sahara: Iridji, Senegal y Koulikoro. Moreau (1972) lo señala en Tchad, en las mismas localidades que Roquero rojo Para él no ofrece dudas que en el Sudán las dos subespecies paleárticas de este pájaro se sobreponen Lo mismo sucede en Somalia y Eritrea. Quizá alguna parte de la población ibérica cruce el Estrecho, pero los escasos anillamientos realizados (solamente 11 hasta 1972) no permiten aún esperar recuperaciones que nos aclaren lo que por ahora es una simple suposición.