Linaria cannabina La apariencia del Pardillo
Común, Linaria cannabina, es la de un pájaro con el plumaje pardo
acastañado, si lo observamos de lejos. De cerca se aprecian bien en el macho
el castaño vivo de la espalda, la cabeza grisácea, las rectrices exteriores
de la cola blancas y, sobre todo, muy acentuado en la primavera y en el
final del invierno, el color rojo sangre o escarlata de parte de la frente y
del píleo y en el pecho. Las alas y la cola son marrones o pardo negruzcas.
Las plumas primarias tienen bordes blancos que destacan mucho sobre el
general fondo oscuro. El mentón y la garganta son beiges con rayas oscuras,
casi negras. Los flancos tienen un matiz beige vivo, sobre el que se ve bien
un rayado de color castaño. Las variaciones individuales son considerables,
y el desgaste del plumaje puede cambiar los tonos de la coloración. A menudo
algunos poseen la garganta casi blanca, y al volar su apariencia es la de un
pájaro claro. Los bandos en vuelo alto dan la sensación de estar formados
por pájaros con el plumaje en cierto modo blanco plateado. Algunos nos
sorprenden por poseer en la cabeza (frente y píleo) y en el pecho un color
dorado rojizo. Sin duda, alguna carencia de la dieta alimenticia tiene la
culpa de este extraño colorido, puesto que no pocos pardillos que mudan en
cautividad pierden el rojo y después de la muda completa de agosto-octubre
aparece en su lugar un tono beige dorado. Las hembras poseen un
plumaje más apagado. Falta el color castaño vivo de la espalda y plumas
cobertoras de las alas y el rojo de la cabeza y el pecho, siendo este último
muy rayado de pardo. Los jóvenes pardillos se
parecen a las hembras adultas en el invierno. Son menos rayados y en las
partes inferiores más pálidos y con líneas más finas y menos marcadas.
Pronto se distinguen los machos de las hembras, porque aquéllos son
notoriamente más castaños en el dorso. En general, el plumaje otoñal de los
machos es poco destacado y el rojo de la cabeza y el pecho está a menudo
cubierto parcialmente por el beige o gris de las plumas. En todos, adultos y
jóvenes, la cola es muy ahorquillada y larga. El pico, corto y cónico, pardo
oscuro, con la base de la mandíbula inferior grisácea. Los tarsos y los pies
son pardo oscuros, y el iris de los ojos muy oscuro, pardo negruzco. El Pardillo Común es
habitual en campo abierto, laderas de monte bajo, tojares sobre todo,
terrenos que han sido cultivados y están abandonados o en reposo estacional,
plantaciones y viveros de árboles, eriales, zonas de rala vegetación a alto
nivel con arbustos dispersos, montañas, etc. Normalmente rehuye el arbolado
denso y muy rara vez se le puede observar cerca de sotobosques, pinares,
árboles caducifolios, etc. . Sin embargo, en campiña abierta utiliza con
frecuencia árboles dispersos o secos como posadero, y a ellos pueden tener
extraordinaria querencia los bandos y grupos de parejas que crían en la
zona. En el invierno los bandos vagan por campos costeros, rastrojeras,
marismas y terrenos agrícolas, aunque sean pequeñas huertas, viéndoseles
entonces cerca de casas de campo y granjas. No son, sin embargo, tan dados a
acercarse a las viviendas humanas, y las aldeas y pueblos son sobrevolados
sin que jardines y parques les atraigan más que como posadero ocasional. No
obstante, es pájaro común a partir del otoño en riberas y campos de las
afueras de las ciudades. Es una de las especies
más abundantes de nuestra campiña que ha pasado por numerosas vicisitudes.
Desde una casi completa desaparición en toda la zona Cantábrica en los años
comprendidos entre 1912 y 1940, hasta un resurgimiento que se hace ahora muy
notorio, puesto que las pequeñas colonias de cría proliferan en todas las
laderas montañosas. En el suelo se comporta
como los demás fringílidos. Salta al caminar y se agacha más aún al comer,
pero también si intuye algún peligro se yergue inmóvil dispuesto al vuelo.
Es más tímido y no permite el acercamiento, a no ser durante la época de la
reproducción. Mucho más gregario, no solamente las parejas viven agrupadas
en el otoño e invierno, sino que durante la primavera varias de ellas anidan
muy juntas, formando auténticas colonias de envergadura variable que pueden
ir desde 2-3 parejas hasta 50 o más. Se posan al descubierto en árboles
aislados, pero prefieren arbustos bajos y sobre todo alambradas de cercas.
Su vuelo resulta inconfundible, rápido y ondulado, pero no realmente
directo. Si levantamos un bando que come en un campo, a menudo gira sobre
nuestras cabezas o simplemente se eleva unos metros sobre el suelo y se posa
un poco más lejos, bien en el suelo o en arbustos, donde permanecen
inmóviles observando al intruso hasta que éste se aleja. Entonces no todos a
la vez, sino uno a uno, van descendiendo nuevamente hasta el campo o el
rastrojo. No es raro verlos en compañía de otros fringílidos y emberícidos,
pero los grandes bandos están casi siempre formados por pardillos solamente. Al volar, el Pardillo
Común lanza una nota muy característica e inconfundible, que tiene quizá un
sonido metálico: ¡quit-quit-quit...! Al posarse y notar peligro para su nido
emite un lastimero ¡tsuiit! El canto es uno de los más ricos en notas y
agradables que un pájaro nos puede deparar. Su musicalidad es tan grande que
las notas aflautadas, combinadas con otras que parecen más bien
interpretadas con un instrumento de cuerda, no pueden ser aquí descritas, ni
siquiera en forma aproximada. Normalmente canta bien al descubierto, con
preferencia sobre la rama alta de un arbusto no muy crecido, pero también lo
hace en una lateral. Varios machos pueden formar un coro cerca de la colonia
o bien al final del invierno, cuando ya muchos presentan evidentes señales
de celo. En vuelo canta también y lo hace sostenidamente. No tiene un gran
poder de transmisión, pero en la campiña silenciosa la limpieza de sus notas
suple cualquier debilidad en la propagación. Alguna vez canta desde el
suelo. Lo hace durante todo el año, pero con verdadera fuerza e insistencia
a partir de la segunda semana de marzo hasta finales de julio. Hay períodos
en plena primavera en que el canto sufre un cierto desvanecimiento. En el
verano, desde agosto hasta octubre, el canto es más esporádico, y durante el
invierno, desde noviembre a primeros de enero, la mayoría de los machos se
mantienen silenciosos y sólo emiten al volar su típica llamada. Más que ningún otro
fringílido, el Pardillo Común es muy dependiente de la abundancia o escasez
de semillas de plantas parásitas y gramíneas que crecen en los campos y
rastrojos. Aunque el nombre latino indica claramente que esta especie está
ligada al Cáñamo, Cannabis, la realidad es que en Europa pocas
oportunidades tiene de comer las semillas de esta planta. De acuerdo con
Newton (1972), las semillas de las plantas de las familias Cruciferae,
Polygonaceae,
Chenopodiaceae y Compositae, son las favoritas. No puede
hacerse aquí una valoración exacta de lo fundamental en la dieta, porque hay
que tener en cuenta el especial biotopo de cada población de pardillos.
Stellaria, Poa, Taraxacum, Rumex, Ranunculus, Sinapis, Carduus, Cirsium,
Polygonum, Chenopodium, Artemisia, etc., están entre las plantas que
proporcionan la mayor parte de las semillas que comen los pardillos. Unas
directamente de la planta, encaramándose en ella, como sucede con los
cardos, y otras en el suelo, donde van formando una capa que no es
precisamente muy visible a los ojos humanos, pero sí a los de estos pájaros,
que en todos los campos encuentran siempre algo que comer. Adicionalmente
también comen insectos, pero sobre todo sus larvas, y con ellas alimentan en
los primeros días a los pollos. No es muy aficionado a comer, sin embargo,
frutos de arbustos y árboles, ni siquiera los brotes de éstos. No es muy espectacular la
demostración que los machos efectúan ante las hembras en la época del celo.
Normalmente levantan las rojas plumas del píleo a la vez que dejan colgando
las alas ligeramente abiertas y la cola bien desplegada, de manera que
queden bien patentes las manchas blancas de las rectrices exteriores.
Juntamente con esta demostración, los machos cantan intensamente. Su voz se
oye también en vuelo cuando descienden desde una altura normalmente no
superior a 10 metros, manteniendo las alas rígidas hasta posarse en un
arbusto bajo. El Pardillo Común es un
reproductor que madruga mucho en sus manifestaciones de celo. Algunos ya en
febrero se separan de los bandos y se establecen en su territorio habitual.
Si ya han criado el año anterior, vuelven al mismo lugar. Las parejas
jóvenes no se alejan mucho de la zona donde nacieron, y algún joven
emparejado con un adulto del año anterior puede criar exactamente en el
mismo lugar donde nació. La construcción de los nidos empieza casi siempre
en la primera o segunda semana de abril, pero ocasionalmente se ven nidos
terminados en los últimos días de marzo. La temporada de cría puede decirse,
sin embargo, que no comienza con intensidad para esta especie hasta la mitad
de abril, y en la primera semana de mayo todas las parejas están
comprometidas incubando o terminando el nido. Este, situado en general a
baja altura, está normalmente no más alto de un metro, casi siempre a 30-60
cm. y ocasionalmente en el mismo suelo entre matas de hierba. Cualquier
arbusto es bueno para anidar este pájaro, pero prefiere el Tojo Ulex
donde lo hay y también el Brezo Calluna vulgaris. Generalmente forma
pequeñas colonias de 4-12 parejas y ocasionalmente más. Nidos en taludes
bajos se encuentran algunas veces, y hay parejas especializadas en anidar
siempre de esta forma. El nido es construido exclusivamente por la hembra,
utilizando tallos secos, musgo y hierba. El interior está forrado con pelo y
lana, ésta a menudo suelta; también hay plumón y alguna pluma. La puesta
normal es de cuatro-seis huevos, pocas veces siete y habitualmente cuatro o
cinco. Su color es azul pálido o blanquecino con ligero tinte azulado,
manchados con puntos y rayas de tono violeta rojizo, rosáceo, a menudo
agrupados en el extremo más ancho. Algunos tienen manchitas moradas casi
negras. Otros pueden ser solamente blancos o azules y sin marcas o éstas muy
imperceptibles. Jourdain, para 100 huevos colectados en Gran Bretaña, obtuvo
un promedio de medidas de 18,04 x 13,31 mm., con un máximo de 19,8 x 13,6
mm. y un mínimo de 17,5 x 12 mm. D'Almeida, en 35 recogidos en el norte de
Portugal, encontró una media de 17,2 x 12,9 mm., con extremos de 15,6 a 18,7
x 12 a 13,5 mm. La puesta es efectuada con intervalos de veinticuatro horas
y la hembra comienza la incubación a partir del tercero. El macho acude a
veces al nido, pero no colabora en la incubación. A los once-doce días
(diez-doce, Jourdain; diez-catorce, Harrison; once-doce, Newton) nacen los
pollos cubiertos de plumón bastante largo y denso de color gris humo. El
interior de la boca es rosa, no hay manchas oscuras en la lengua y las
comisuras son rosa pálido. Durante cinco-siete días la hembra se sienta en
el nido para cubrir a los pollos y los cuatro primeros días apenas los ceba,
corriendo a cargo del macho la aportación de alimento. Desde el quinto día
ceban ambos y, como sucede con otros muchos fringílidos, es frecuente que
ambos adultos acudan a cebar juntos. Permanecen en el nido once-trece días
(once-doce, Newton). Dos crías son normales en cada estación y no
infrecuentes tres. En condiciones favorables pueden encontrarse nidos de
pardillos hasta los primeros días de septiembre.
Linaria cannabina
es especie abundante en Europa a todos los niveles, desde playas y dunas
costeras hasta el límite de la vegetación a alturas que superan los 2.500
metros. Falta en la mitad septentrional de Escandinavia y en Islandia. En la
Península Ibérica abunda en todas las regiones y superada una baja densidad,
cuyas causas no se conocen, es ahora uno de los pájaros más comunes en todo
el norte ibérico. En Europa, Vaurie (1959) admite una variación clinal en la
coloración del plumaje y en el tamaño que va desde el Norte al Sur. Las
variaciones son muy ligeras y no muy constantes. Los pardillos del área
mediterránea son de tamaño menor y ligeramente más pálidos. A la vez hay
considerable variación individual dentro de la población ibérica en la
superficie ocupada por el color rojo de la cabeza y el pecho de los machos. El Pardillo Común es
sedentario, aunque sometido a movimientos de otoño e invierno en partes de
su área europea de reproducción. Generalmente los adultos que ya han criado
se mueven menos y su erratismo suele ser de corto radio. En los jóvenes hay
ya una franca trashumancia a partir de agosto y una gran parte emigra hacia
el Sur, recorriendo grandes distancias dentro del Continente europeo. Desde
Escandinavia inician los bandos una franca dirección hacia el Oeste y
Sudoeste, que sigue las costas del Mar del Norte y del Canal de la Mancha y
penetrando en Francia atraviesan su mitad occidental, llegando a Iberia y el
norte de Africa. En esta corriente o flujo de migrantes hay pardillos
belgas, ingleses, escoceses, alemanes, etc., como se comprueba con la gran
cantidad de recuperaciones de anillados en casi todo el ámbito nacional. Al
ser un pájaro muy capturado para enjaular, sus movimientos migratorios se
han estudiado bien. El paso por las Landas francesas, Navarra y el País
Vasco es acusado anualmente, sobre todo en pleno día. El paso otoñal es
fuerte a partir de finales de agosto, pero con especial intensidad desde los
primeros días de octubre hasta últimos de noviembre. En primavera se aprecia
bien desde el 10-15 de marzo y durante todo el mes de abril e incluso en
algunos días de mayo. Los pardillos vuelan en grupos de 5-50 individuos,
aunque hay a menudo bandadas muy numerosas. Newton (1972) considera que este
pájaro es caprichoso en sus migraciones. Pardillos ingleses, que un invierno
permanecen en su zona de reproducción, pueden emigrar al año siguiente y
viceversa. Otros se alejan de la ruta principal y alcanzan zonas alejadas
como Asturias, Galicia, norte de Portugal, norte de Italia y Cerdeña. En las
costas cantábricas existe un considerable movimiento por campos y playas del
litoral, aunque no hay evidencia de que la mayoría no sean nativos. Estos
efectúan desplazamientos hacia el Sur, pero, sin duda, no todos. Uno,
anillado en Santa Colomba (León) el 15 de mayo como adulto macho, fue
capturado en otoño en Benamejí (Córdoba), a 600 km. al Sursudeste. Otro, marcado en julio en Soria, fue encontrado en
diciembre siguiente en Alhama (Granada), a 550 km. al Sur. En Melilla fue
recuperado en octubre un Pardillo anillado en Castillejos de Iniesta
(Cuenca) dos meses antes. Esta travesía del Mediterráneo pudiera
corresponder a un pájaro nativo en Iberia. Muchos de los que llegan al norte
de Marruecos, donde Pineau y Giraud-Audine (1976) observan bandos mixtos con
jilgueros de 4-5.000 individuos, son pardillos de origen europeo y entre
ellos no pocos ibéricos. A través del estrecho de Gibraltar su paso es muy
notable. Thiollay y Perthuis (1975), en veinte días de octubre, observan el
paso de 10.949, con mayor intensidad desde el 13 al 20, fechas en las que
pasaron la mayoría de los contados desde únicamente dos puntos cerca de la
costa española (Sierra del Algarrobo, Algeciras y Cerro de Cazalla, Tarifa).
En toda Iberia es uno de los pájaros más abundantes desde octubre a marzo.
En Baleares, además de una importante población nativa que cría en todas las
islas, hay gran cantidad de invernantes procedentes de Centroeuropa, como se
ha comprobado con las recuperaciones de anillados. |