Papamoscas Gris

Muscicapa striata

No puede decirse que el plumaje del Papamoscas Gris Muscicapa striata sea un rasgo destacado para su identificación. Sin embargo, resulta fácil de identificar tanto por su conducta, cuando desde un posadero se lanza rápidamente en persecución de un insecto al que captura, produciendo con ambas mandíbulas un curioso chasquido, como por su actitud mientras se mantiene posado en un alambre del tendido eléctrico, una cuerda, un poste, una cerca e incluso en las ramas exteriores de cualquier árbol. El plumaje de las partes superiores es pardo grisáceo uniforme, rayado de oscuro en el píleo. Las partes inferiores son blancas teñidas de pardo pálido en el pecho y los flancos y la garganta rayada de pardo oscuro. Las alas y la cola son marrones y no tienen ninguna mancha blanca que les de relieve especial. El pico es fino y muy ancho en la base; los tarsos y los pies son negros y de aspecto débil; el iris de los ojos es pardo oscuro. A los lados de las comisuras del pico y por encima tiene unas cerdas fuertes que, indudablemente, le ayudan en la captura de insectos al vuelo. No hay diferencias apreciables entre macho y hembra, si atendemos a la coloración del plumaje.

Los jóvenes tienen un aspecto general moteado. Las partes superiores son pardo oscuras, teniendo los centros de las plumas un color beige o crema y en las partes inferiores blancas cada pluma con bordes pardo oscuros, lo que da a este pájaro un aspecto moteado más que rayado.

El Papamoscas Gris habita con preferencia campo abierto, campiña con huertos de frutales y tierras cultivadas, proximidades de cuadras y encierros de ganado, viviendas humanas, cobertizos, parches, tejadillos, emparrados, bosquetes, jardines y parques, incluso en el interior de ciudades pobladas. Es realmente una especie de costumbres discretas que pasa muy desapercibida y, sin embargo, no resulta difícil de observar. Se posa siempre al descubierto, con mucha preferencia por cables de conducción eléctrica o en cercas. Vuela rápido en persecución de un insecto trazando en el aire giros repentinos para volver normalmente al mismo posadero o a otro próximo. Cuando se posa en árboles lo hace en ramas bajas, eludiendo casi siempre las más altas. Al observarlo posado se nota en seguida que parece tener la cabeza ligeramente encogida entre los hombros. Permanece bastante tiempo inmóvil vigilando desde su percha y a menudo es muy manso, permitiendo el acercamiento una vez que se acostumbra a nuestra presencia. Sacude las alas y la cola, pero no con mucha insistencia. Aquéllas son muy largas y este rasgo se le aprecia bien al volar y cuando se posa, ya que en una acción instintiva las sacude bien desplegadas. Normalmente vuela en cortas distancias y entonces da la sensación de errático y débil. No obstante, cuando lo hace lejos traza marcadas ondulaciones, pero es rápido y vuela con potencia. Fuera de la época de la reproducción es un pájaro solitario o todo lo más puede observársele en parejas. Nunca gregario. A menudo crepuscular capturando insectos, sobre todo mosquitos y mariposas nocturnas. Pocas veces se posa en el suelo y casi siempre lo hace para recoger una presa que se le había caído.

Su canto es débil, pero gorjeante y agradable. Muy breve se le escucha pocas veces. Normalmente sólo en los primeros días después de su llegada, cuando indudablemente las hembras todavía no están presentes. A menudo su voz es tan débil que probablemente a una distancia superior a 20 metros ya no se oye. Tucker (1940) señala que un gorjeo dulce y agradable, que emite algunas veces mezclado con el canto, no se escucha más allá de 8 metros. Aunque en buenas condiciones de tranquilidad y pocos ruidos este suave gorjeo puede alcanzar mayor distancia. La realidad es que el Papamoscas Gris canta poco y lo hace siempre con apresuramiento. Mucho más frecuente es escuchar su nota de alarma ¡¡chic-tché-ché!! o ¡¡sch, chré-chré!! que emite cuando está cebando a los pollos y se siente vigilado. Si la hembra es levantada del nido mientras incuba o llega a él con cebo y no se atreve a entrar por la proximidad de intrusos, lanza un fino y prolongado ¡¡ziiii...!! o ¡¡siiii!! con tono lastimero y que se parece bastante a la misma nota del Petirrojo Erithacus rubecula en las mismas circunstancias.

La alimentación es casi completamente a base de insectos voladores, principalmente Díptera (Tipulidae), Lepidóptera, Hymenóptera, Coleóptera y Odonata. Las mariposas, tanto diurnas como nocturnas, forman la mayor parte de la dieta durante la reproducción. Los pollos son cebados con ellas de tal manera que cerca de los nidos el suelo está lleno de alas de mariposas. Se estima que, a partir del tercer día de vida de los pollos, las presas son en un 70 por ciento a base de Lepidóptera con especial predilección por Lasiocampa y Triphaena. Llama la atención que capture tantas mariposas nocturnas siendo así que éstas no suelen volar de día. Se supone que las descubre en sus escondites y las coge allí, no necesariamente mientras vuelan. Sin embargo, al atardecer sólo ceba con ellas. Jourdain admite que en el otoño pueda comer cierta cantidad de frutos silvestres, con especial predilección por los del Serbal Sorbus aucuparia.

Resulta muy difícil de observar el cortejo nupcial de este pájaro. Cuando ya la hembra parece haber elegido el lugar donde van a criar, el macho canta más a menudo y vuela como con cierta violencia, posándose en un poste y elevando, completamente desplegada, ora un ala ora la otra. Jourdain y Tucker asimilan al cortejo el que la hembra sea cebada por el macho. Esto sucede muy a menudo en el Papamoscas Gris, pues de hecho, incluso mientras incuba la hembra, el macho llega en un rápido vuelo hasta el borde del nido permaneciendo en él sólo una fracción de segundo. Tan rápido es que probablemente no llega a posarse y ceba a la hembra manteniéndose en el aire.

El Papamoscas Gris es un migrador que suele llegar bastante tarde a su lugar de reproducción en Iberia. Existe, sin embargo, una considerable diferencia entre los primeros que se ven en el paso primaveral y la llegada de los nativos. Sólo contadas parejas se han establecido en los primeros días de mayo. Más corrientemente no lo hacen hasta después del día 15 y en la zona Cantábrica muy corrientemente no antes del día 20. Ambos adultos construyen un nido con musgo, hierba fina seca, pelusa de lana, telarañas y alguna hoja. El interior suele estar forrado con pelos y plumas. El material es muy variado y dependiente del lugar de emplazamiento del nido. Alguna vez se ven en ellos papeles y si están en zona sombría tienen incorporados líquenes y la cantidad de musgo es mayor. Aunque los dos sexos participan en su construcción o arreglo, la hembra lo hace mucho más asiduamente y mientras ella se ocupa de hacerlo, el macho permanece posado cerca, pero rara vez interviene. La colocación de los nidos es muy variable. Normalmente bajo techado en un porche, alero de tejado, sobre el codo de un canalón, en el interior de un almacén sobre una estantería de madera, en el interior de un viejo recipiente, en el hueco de un árbol, entre enredaderas, en una grieta de un muro, sobre un emparrado, en el agujero de la pared de una casa, detrás de corteza de árbol a punto de desprenderse, etc. En realidad en cualquier lugar que le ofrezca un soporte y siempre buscando la proximidad de las viviendas humanas y a cubierto de la lluvia. La altura sobre el suelo de los nidos de Papamoscas Gris es muy variable. Desde 50 centímetros hasta 4 metros se han visto a todos los niveles. Un mismo nido puede ser usado consecutivamente año tras año por la misma u otra pareja si en el invierno no es destruido. En el codo de un canalón de desagüe bajo un alero se pudo comprobar su reproducción durante 5 años seguidos. El nido llegó a tener una altura de 15 cm. por la continua adición de material, casi siempre musgo. Y lo curioso del caso es que los pájaros se sintieron atraídos al lugar por la simple colocación previa en el canalón de un puñado de musgo.

La puesta es variable entre 3 y 5 huevos. Las más corrientes son de 3 y 4 y alguna hay de 6. También las se han visto de 2 huevos, pero siempre en estos casos puede mediar la depredación. La cáscara es lisa y carece de brillo. Su color es azul o verde muy pálido generalmente, pero algunos tienen un tono general beige, muy moteados y manchados por toda la superficie de pardo rojizo o violáceo. Los puntos y manchas de estos colores muestran una tendencia a concentrarse en el extremo más ancho y en la mayor parte de los huevos, calificados siempre como «muy pintos», resulta difícil de descubrir el fondo. Jourdain para 100 huevos colectados en Gran Bretaña obtuvo un promedio de medidas de 18,63 x 13,9 mm. con un máximo de 20,2 x 14,3 mm. y un mínimo de 17,1 x13 mm. Verheyen para 100 recogidos en Bélgica da una media de 19 x 14,1 mm. En Alemania, Niethammer encontró un promedio en 84 huevos de 18,4 x 13,6 mm. Diez colectados en Asturias estaban en un promedio de medidas de 19,1 x 14 mm. La mayor parte de las puestas no son efectuadas, se refiere al norte ibérico, antes de la última semana de mayo. Son excepcionales entre el 15 y el 20 de mayo. Raras entre el 20 y el 25 y ya frecuentes a partir de esa fecha. La hembra realiza la mayor parte del trabajo de incubación, mientras el macho acude varias veces al día a cebarla. Este permanece allí por cortos períodos solamente. A los 13 días nacen los pollos (12-14 días, Verheyen y Jourdain, 11-15 días, Harrison) cubiertos parcialmente por un plumón sedoso gris negruzco. El interior de la boca es amarillo anaranjado y las comisuras blancuzcas. No hay puntos oscuros en la lengua. El desarrollo es muy rápido y ambos adultos los ceban con insectos y mariposas pico a pico. La hembra acude más regularmente, pues se ha observado que el macho permanece ausente por largos períodos. A menudo ambos coinciden con cebo en las cercanías del nido. Muchas de las mariposas son desprovistas de sus alas antes de introducirlas en la garganta de los pollos frotándolas contra la rama donde se posan, pero otras son tragadas con alas y todo. Si no se les molesta, dejan el nido al cumplir los 13 días. Cualquier situación anormal hace que se lancen fuera de él a los 12 días. De este modo muchos pollos se malogran, porque al caer al suelo desde tanta altura son fácil presa de los gatos domésticos. Una segunda cría es normal a partir de la mitad de julio e incluso antes. Si ha habido depredación de la primera puesta, inmediatamente efectúan otras de repuesto y entonces no hay segunda reproducción. Los 3-4 primeros días después del nacimiento de los pollos, la hembra permanece sentada sobre ellos casi todo el día y para cebarlos utiliza los insectos que el macho aporta. Después de dejar el nido, ambos padres alimentan a los jóvenes por lo menos durante otros 16-20 días, sucediendo a menudo en la primera cría que mientras la hembra incuba la segunda puesta es el macho quien continúa solo atendiendo a los papamoscas jóvenes, que pronto se dispersan y desaparecen de la zona, no sin antes dejar bien grabado en su imaginación el lugar donde han nacido para volver a él al año siguiente con una enorme fidelidad, como se comprueba con el anillamiento. Ya se ha referido a la ocupación consecutiva por la misma pareja de idéntico nido año tras año. Si uno de los adultos perece en la invernada en Africa, el otro vuelve al nido antiguo emparejándose con otro papamoscas, que puede ser uno de los jóvenes nacidos en el mismo nido el año anterior. En una zona reducida donde hace años se anillaron varias polladas de papamoscas, se comprobó al siguiente año que la mayoría de las parejas que criaban en ella estaban anilladas y aunque sólo algunos fueron capturados para comprobación, no existe duda de que todos los pájaros habían vuelto a criar al lugar donde nacieron.

Muscicapa striata ocupa toda Europa, faltando en el extremo Norte de Escandinavia y en Islandia. En varias zonas mediterráneas, incluyendo Iberia, es local o falta también completamente. En la Península Ibérica es numeroso en el Norte, reproduciéndose por todas partes desde Galicia hasta Cataluña, pero con mayor densidad en toda la zona Cantábrica. Falta en la mayoría de las provincias centrales, en zonas áridas y secas y en Levante, donde las parejas son esporádicas y están muy dispersas. Vaurie (1959) señala como raza tipo Muscicapa striata striata criando en toda Iberia. En las islas Baleares se reproduce Muscicapa striata balearica de coloración notablemente más pálida y con medida alar más corta; en 12 machos obtiene un promedio de 80 mm. (76,5-83 mm.). En un pájaro de coloración tan uniforme hay que aguzar mucho la vista y realizar comparaciones con varios a la vez para admitir diferencias de matices en el plumaje. Variaciones individuales, sin embargo, existen y se pueden observar de vez en cuando dentro de la misma subespecie tipo striata.

La llegada primaveral de los papamoscas grises se produce a partir de la segunda decena de abril, pero supuestamente todos deben ser migrantes en viaje hacia el Norte. El paso comienza a hacerse sensible en el sur de Iberia no antes del 20 de abril. Entonces son todavía pocos los que se ven por la campiña andaluza. El gran grueso de los migrantes llega entre el 28 de abril y el 15 de mayo. Payn los observa en Tánger el 20 y 22 de abril, pero todavía en mayo pasan muchos por el Sahara Occidental (en el Aaiun Valverde lo observó del 4 al 25 de mayo). La migración otoñal puede comenzar con la marcha de los primeros jóvenes en él mes de agosto y se extiende por un considerable espacio de tiempo hasta la primera semana de noviembre. Muchos supuestos invernantes en la Península Ibérica son sólo migrantes retrasados, lo que es normal en esta especie.

Muscicapa striata striata inverna (de acuerdo con Vaurie, 1959) en Africa hasta Sudáfrica (Provincia de El Cabo). La subespecie striata balearica ha sido observada invernando en Costa del Marfil, Camerún y Namibia. Una enorme masa de papamoscas grises viajando por separado llegan a la extensa zona donde invernan en Africa, que prácticamente comprende una gran parte del Continente negro desde los Trópicos hasta el lejano Sur. El área total de cría en el Paleártico se calcula en 10 millones de km. cuadrados. De la estimación que Merikallo realizó para Finlandia de anidar allí 900.000 parejas, Moreau (1972) deduce una población invernante en Africa de 280 millones de papamoscas grises, calculando una migración otoñal de 16 pájaros por km. cuadrado. Solamente una minoría de estos papamoscas parecen invernar al norte de los trópicos y éstos evitan las zonas más secas. En Costa del Marfil son muy comunes desde la mitad de septiembre hasta el final de abril siguiente (según Thiollay), viéndose en el Senegal solamente en migración. En Togo se ven en octubre y noviembre, pero no después, y en Nigeria son aves de paso en primavera y otoño. En el Congo hay pocas observaciones y capturas en pleno invierno y las recuperaciones de anillados, siete de ellos procedentes de Finlandia, 6 fueron en abril y uno en noviembre. En Angola es común en invierno. La invernada en el sur de Iberia parece comprobada y hay observaciones de papamoscas grises en lugares de suave temperatura del Sur y Sudoeste. Los datos más concretos son los facilitados por Ree (1973), quien en la Reserva de Doñana observó esta especie entre el 4 y el 8 de diciembre, probablemente el mismo pájaro implicado en las 3 observaciones. Ni Balsac y Mayaud (1962) ni Pineau y Giraud-Audine (1976) se mencionan como invernantes en Marruecos.