Gorrión Molinero Passer montanus El tamaño más pequeño y su
apariencia más frágil diferencian bien al Gorrión Molinero. Passer
montanus, del común. Ambos sexos tienen el plumaje igual y los rasgos
más notorios son el píleo, nuca
y lados del cuello de color pardo
achocolatado fuerte, el babero negro de la garganta y parte superior del
pecho, más pequeño que en el macho de Gorrión Común y más aún que en
Passer hispanoliensis y, sobre todo, la muy notoria, aunque pequeña,
mancha negra de las plumas auriculares que destaca bien sobre el blanco
plumaje de la cara. Las partes superiores son pardo amarillentas, listadas
de negro en las plumas escapulares y en la base del cuello, mientras la
espalda y el obispillo son pardo amarillento uniforme. El resto de las alas
es pardo oscuro con dos bandas estrechas blanquecinas formadas por las
puntas de las plumas cobertoras. El vientre y el pecho son blancos o blanco
grisáceos. Los jóvenes se parecen
bastante a los adultos, pero la cabeza es más grisácea y, observados en la
mano, se aprecian bien puntas negras en las plumas. En las partes superiores
no hay tonos rojizos, sino pardos, y la cara es más gris, no tan blanca. Las
bandas de las alas son menos visibles y su tono es beige. En la primavera el pico
es negro, cambiando su pardo negruzco en el otoño e invierno con tinte
amarillento en la base de la mandíbula inferior. Los tarsos y los pies son
pardos en general, pálidos, mientras el iris de los ojos es oscuro. No existe mucha
diferencia en las costumbres entre las diversas especies de gorriones. Sin
embargo, hay que decir que el Gorrión Molinero es más tímido y, aunque
también frecuenta huertos de frutales cercanos a granjas y caseríos, procura
mantenerse algo alejado de las viviendas y del hombre. Habita alamedas
arboladas, parques, grandes jardines y ocasionalmente campos rocosos y
lugares cercanos a la costa y acantilados. No obstante, en estos últimos es
escaso y las parejas están dispersas. En otoño e invierno es gregario,
formándose grandes bandos que pueden unirse a otros de fringílidos y vagar
por los campos y rastrojeras. No pocas veces vive en compañía del Gorrión
Común, pero, a diferencia de éste, prefiere posarse en árboles. También
frecuenta tejados de pajares y cobertizos en la campiña, pero, sobre todo,
sotos fluviales. Su vuelo es más ágil que el de otros gorriones y a menudo
se muestra muy inquieto volando de uno a otro árbol. Su característica nota es
un breve, pero fuerte, ¡¡chip!! o ¡¡chi-ip!!, emitido en tono alto y
penetrante. Cuando salen volando o pasan sobre nosotros los bandos o la
pareja solitaria, lanzan un áspero y repetido ¡¡teck-teck!! Pocas veces se
le puede oír cantar. Cuando lo hace, emite una serie ininterrumpida de
chirridos o gorjeos disonantes no exentos muchas veces de cierta
musicalidad. Fijándose bien, su voz es muy monótona y podría expresarse como
¡¡cherr-tujuit!! Walpole-Bond (1938) interpreta su canto como repetición
«con gran gusto», son sus palabras, de las sílabas ¡¡tui-it-it-it-it-chit!!
Varios machos pueden cantar a coro, pero, en general, este pájaro prodiga
poco su voz y es más corriente que cada macho cante esporádicamente y por
separado. Normalmente se le puede oír durante todo el año desde finales de
enero hasta noviembre. En la época de la reproducción es un pájaro
verdaderamente ruidoso (marzo, abril y mayo). Prácticamente permanece
silencioso desde la segunda quincena de julio hasta finales de septiembre. La alimentación es
variada. Lo mismo come semillas de cereales cultivados que de plantas
silvestres y muchos insectos y arañas. Probablemente es de todos los
gorriones el que más insectos devora. Las manifestaciones del
celo tienen en el Gorrión Molinero algunas diferencias con las del Gorrión
Común. Más silencioso, al cortejar a la hembra levanta las plumas de la
cabeza y el cuello, sus alas rozan el suelo y la cola se despliega en
abanico. La hembra toma parte de estas manifestaciones imitando al macho en
sus carreras circulares. Los nidos son construidos
normalmente en el interior de agujeros en árboles y también en los
edificios, rocas o aprovechando otros viejos de urracas, cornejas y, sobre
todo en los túneles del Avión Zapador, Riparia riparia, con el que
coincide muchas veces en su hábitat. Los árboles con agujeros medio ocultos
por la hiedra le atraen especialmente. También otros nidos son hechos debajo
de las tejas y aleros e incluso tuberías de desagüe. Los que están al
descubierto tienen forma esférica, con un agujero de entrada lateral, pero
habitualmente poseen poco techo y están formados simplemente por tallos
secos, hierba y paja, forrados en su interior con plumas y plumón. Ambos
sexos los construyen y se parecen mucho a los del Gorrión Común, pero son
algo más pequeños. Hasta abril no hay nidos completamente terminados. En
marzo son ocasionales. Las primeras puestas son escasas a finales de abril y
más corrientes en la primera decena de mayo. Cada puesta consta
habitualmente de cuatro-seis huevos, no pocas veces de tres y muy raras las
de dos y siete. Son más oscuros que los del Gorrión Común y también más
pequeños en promedio. El color de la cáscara es el blanco grisáceo, pero
está enmascarado porque las manchas parduscas son muy densas y cubren muy
corrientemente casi toda la superficie. Como sucede con otros gorriones, la
variedad es muy grande y resulta difícil dar aquí algo más que una idea. Hay
huevos atípicos que poseen la cáscara muy pálida y punteado muy fino,
pardusco, casi imperceptible. Otros están profusamente marcados de manchitas
violáceas y, en general, hay muchos con dibujos abigarrados uniformemente
repartidos, de color pardo siena o violeta. Jourdain, para 100 huevos de
origen británico, da una media de 19,3 x 14,01 mm. con un máximo de 20,8 x
13,3 mm y un mínimo de 17,5 x 13 mm. Ambos sexos incuban durante doce-trece
días (doce-catorce, Jourdain), y los pollos, al nacer, carecen de plumón,
teniendo el interior de la boca de color rosa no muy brillante, notandose
algunas veces un punto oscuro en el extremo de la lengua; las comisuras son
de color amarillo pálido. Ambos padres los alimentan con muchos y grandes
insectos, y el desarrollo es rápido, saliendo del nido a los doce-catorce
días. Pronto son independientes y, aunque continuamente piden comida, por lo
menos hasta cumplir el mes, ya son capaces de procurársela ellos a los
veinticinco días. Dos crías en cada temporada son normales, pero en gran
parte de Iberia las parejas alcanzan a realizar por lo menos tres puestas. Los jóvenes gorriones,
una vez que los padres han comenzado otra nidificación o cuando ya son
independientes, forman grandes bandos que, en principio, permanecen cerca
del lugar donde nacieron, pero pronto recorren los campos de labor uniéndose
con fringílidos, gorriones comunes y gorriones morunos. En el mes de agosto
los bandos están ya formados por jóvenes y adultos que han criado, y, en una
somera observación, resulta difícil separarlos. Esta trashumancia de otoño e
invierno dura hasta marzo, en que paulatinamente van volviendo a sus lugares
de origen. Passer montanus se
reproduce en gran parte del continente europeo, pero falta en Finlandia y
mitad septentrional de Suecia y Noruega, país este último en donde es local
en la zona costera hasta el Cabo Norte. Falta también en Islandia y sur de
los Balcanes. En muchos lugares de su amplia área es local o se reproduce en
número muy escaso y disperso. En otros es numeroso o casi numeroso. En la
Península Ibérica parece tener una mayor densidad en Castilla Rioja, el Sur
y Levante. Por lo menos en estas zonas se ven bandos más numerosos, que, sin
embargo, pueden estar formados por migrantes europeos o trashumantes de la
propia Iberia. En el norte de la Península las parejas están dispersas y las
colonias son menos numerosas que en el centro-sur. Pero no falta en la mayor
parte de la campiña. Más escaso es en Portugal, donde no cría en extensas
zonas, y es local junto a la frontera con España. Hay, no obstante, una
considerable variación en el número de parejas que se reproducen de un año a
otro. Lugares donde una colonia de seis-doce parejas ha criado bien una
primavera, pueden quedar desiertos al siguiente año sin explicación
aparente. En Baleares es visitante
ocasional durante la migración. Las citas son antiguas y algunas poco
seguras. Se aprecia en extensas zonas del centro y este de Iberia un
creciente aumento del número de parejas que anidan. Muchos de los nidos
artificiales colocados en bosques y en plena campiña son ocupados por este
pájaro, aparentemente por falta de agujeros naturales, que son siempre
preferidos a setos, enredaderas y tejados. En 1971 y 1972 nada menos que
10.434 pollos fueron anillados en estos nidos. La Sociedad Española de
Ornitología anilló, hasta 1972, no menos de 14.587 Passer montanus,
pero no hubo recuperaciones lejanas de interés que comentar. En el tercio
oriental parece mostrarse como muy sedentario, y probablemente el erratismo
y la trashumancia afecten más a los más jóvenes del año. En general,
Passer domesticus y Passer montanus se excluyen. Este último es
el gorrión típico de la campiña, y donde una especie anida, normalmente la
otra no lo hace. En el norte de su área de reproducción europea la migración
hacia el Sur es un fenómeno regular y notorio, por desarrollarse a la luz
del día. Muchos de estos pájaros siguen las costas, y los movimientos son
intensos por campos y rastrojos, formando bandos separados o juntos con
fringílidos y embencidos. En la Península Ibérica el paso otoñal por ambos
extremos de los Pirineos es también notorio y abundante en octubre, pero no
tanto en primavera (marzo y abril). Al norte de África llegan
accidentalmente (Balsac y Mayaud, 1962). Pineau anilló un ejemplar en
octubre de 1973 en Tanger. Thevenot (1974) capturó uno cerca de Larache en
octubre de 1972. Esta cita es, sin duda, un claro caso de erratismo hacia el
Sur de gorriones de la población ibérica. Thouy (1974) anilló un nuevo
ejemplar en abril de 1973. Cuando fue cogido estaba en compañía de Passer
domesticus y Passer hispanofiensis. Observaciones posteriores en
Marruecos permiten asegurar que existe una indudable expansión hacia el sur
del área de erratismo invernal, aunque también pudiera tratarse de simples
casos de vagabundeo accidental (Thévenot y Thouy). |