Gorrión Común Passer domesticus El Gorrión Común,
Passer domesticus, es, sin duda, entre los pequeños pájaros el más
conocido. Los machos tienen el píleo gris oscuro, la nuca de color castaño y
la garganta negra. Las partes
superiores son pardas rayadas de negro,
castaño y beige y los carrillos tienen un tono blanquecino o gris claro
variable según la época. Las partes inferiores son blancas manchadas de
beige y con imperceptibles rayas parduscas. El color negro de la garganta se
extiende variablemente hasta el pecho y con frecuencia está manchado de
blanco o no es negro, sino marrón o mitad y mitad. El obispillo es grisáceo
con tonos pardos y las rectrices de la cola son pardo negruzcas. Las plumas
cobertoras medias tienen puntas beige blancuzcas que forman una notoria
franja alar. Las hembras carecen de
colores marcados y el plumaje es pardo uniforme rayado de negro en el dorso.
En muchas hay un tinte oliváceo en la espalda, careciendo del marcado
castaño de los machos. Detrás de los ojos es bien notoria una raya o lista
beige pálido. Las partes inferiores son pardogrisáceas, pero el vientre es
más blanco y en el pecho se aprecia a menudo una débil marca negruzca. Los gorriones jóvenes se
parecen a las hembras adultas, pero en la cabeza y obispillo tienen moteado
pardo-oscuro y las alas, cola y espalda son más pálidas. Los machos se
distinguen ya por tener sobre el pecho blanquecino una mancha gris-negruzca. El color del pico es
variable con la estación. Los machos lo tienen negro a partir de febrero y
hueso-pardusco, más amarillo en la base, desde octubre a enero. La hembra,
como los machos en el invierno. Los jóvenes, con el extremo amarillo y la
base pardonegruzca. Los tarsos y los pies son pardos y el iris de los ojos
color avellana. No puede decirse mucho
sobre el Gorrión Común que no conozcamos de tanto verlo junto a nosotros. En
general, es la especie que vive más cerca del hombre, habitando sus mismas
viviendas y siendo un huésped abundante de tejados de granjas, caseríos,
graneros, hórreos, almacenes y edificios de ciudades y pueblos. Prefiere
zonas cultivadas, pero también es numeroso incluso en las calles de las
ciudades más pobladas, en las que se hace muy notorio al amanecer, posándose
en las aceras y la calzada en busca de los desperdicios. También es
abundante en jardines, parques y alamedas de ciudades, donde los bandos son
a menudo muy numerosos, comiendo en el suelo con palomos domésticos. Tiene aspecto pesado,
pero se mueve ágilmente en el suelo, saltando y manteniéndose agachado
cuando come o recoge alimento entre la hierba o la tierra. Vuela a velocidad
variable. Tan pronto parece inseguro como lo hace con inusitada rapidez,
unas veces onduladamente y otras directo hacia un posadero. Captura insectos
al vuelo persiguiéndolos ágilmente. Es muy gregario en todo tiempo, incluso
durante la reproducción, y los bandos pueden llegar a alcanzar enormes
proporciones en el otoño e invierno. En la práctica cría colonialmente,
agrupándose varias parejas para hacerlo en huecos o aleros de tejados. Se
suele ver junto con fringílidos, vagando por los campos y bordes de
carreteras y caminos. Pocas veces un Gorrión Común es observado solitario a
no ser que esté enfermo o disminuido. Penetra con gran osadía en el interior
de viviendas y almacenes, sobre todo en éstos cuando almacenan grano,
semillas o hierba. En primavera tiene una inexplicable predilección por
destruir flores, sobre todo las que tienen color amarillo (Tucker, 1940).
Durante la noche duerme en plantas arbustivas altas, enredaderas que suben
por un muro, árboles de parques y jardines, sobre todo palmeras y magnolios,
debajo de las tejas de edificios, etc. Como se pueden concentrar en un
dormidero varios centenares de gorriones, todos se aprietan unos contra
otros, formando un grupo muy compacto y ruidoso. Cuando acuden al dormidero
lo hacen desde diferentes puntos de la campiña y entonces el griterío es muy
grande. Bastante antes del anochecer comienza la concentración y lo que
tiene de madrugador le falta de trasnochador. Algunos se acostumbran a la
presencia del hombre y en las grandes ciudades pueden llegar a ser muy
mansos y a comer en la mano, pero en el campo son desconfiados y
pendencieros, luchando los machos entre sí muy frecuentemente, pero no las
hembras y los jóvenes, que son más reposados y menos guerreros. Muy ruidoso, sobre todo
en primavera y verano, desde que las primeras luces del alba comienzan a
apuntar, su nota más común es un repetido e insistente ¡¡trrri!! o
¡¡chrip!!, emitido con énfasis diferente desde un monótono sonido hasta otro
agresivo y acelerado. Los machos en la primavera tienen parecida voz, pero
claramente disílaba ¡¡chirssip!! También un agudo y fuerte ¡¡chiip!!, que
puede lanzar a coro con otros machos y por intervalos largos. Ocho o diez
notas de éstas pueden ser en realidad su canto primaveral. En la práctica es
ruidoso todo el año, pero con especial intensidad desde febrero a julio. Su alimentación es muy
variada y diferente según el hábitat ocupado. En zonas cultivadas las
semillas y granos de cereales constituyen probablemente el 60-80 por 100 del
total. En pueblos y ciudades comen más insectos de lo que parece y restos
que hay en calles y plazas, muchos vegetales, pan, etcétera. Se ven a menudo
gorriones con escolopendras y ciempiés que capturan entre la madera y las
vigas de tejados y desvanes. La fruta no es despreciada y tampoco larvas,
lombrices de tierra y arañas. El cortejo de los machos,
que comienza pronto, es espectacular realmente. Varios de ellos trinan
fuerte alrededor de una hembra que permanece como asustada, mientras
aquéllos levantan sus picos manteniendo las alas abiertas, rozando el suelo
con sus extremos y elevando la cola en abanico hasta que consiguen irritar a
la hembra, que los dispersa picoteándolos. Curiosamente la confusión que se
produce en estos cortejos es tanta que no hay forma de saber con qué macho
se va a quedar la hembra cortejada y cuando ya está emparejada no es extraño
que su macho corteje a otras hembras. Estas expresiones, con frecuencia
seguidas de violencia, se pueden producir solamente entre varios machos sin
que parezca que la causa de ellas sea la presencia de una hembra que no se
ve en las proximidades. No está muy claro en Iberia que el número de machos
sea superior al de hembras y en muchas zonas más bien se nota lo contrario.
Esta situación parece presentarse en algunos países europeos con relativa
frecuencia. Quizá los espectaculares cortejos en círculo de varios machos a
una sola hembra y la general timidez de ésta atraigan la atención más sobre
aquéllos y falseen las estimaciones. La reproducción comienza
casi siempre en mayo. Las colonias de cría están formadas normalmente por
6-20 parejas y los machos viejos ocupan casi siempre nidos o restos de nidos
del año anterior, mientras los jóvenes los construyen completamente. Nidos
en abril son escasos, pero no reproducciones en otoño e incluso en meses
invernales. Anida en cualquier agujero de una pared, terraza, tejado, debajo
de tejas en aléros de madera, huecos o agujeros de árboles o en nidos viejos
de Avión Común, Delichon urbica. También en el Sur entre las ramas
secas de los voluminosos nidos de otras especies, como las cigüeñas, incluso
de aves de presa. Ambos sexos construyen con hierba seca o paja un nido
desordenado que rellenan o forran con plumas generalmente de gallina
doméstica, pelos o crines. Cuando lo hacen al descubierto está tapado por
encima con hierba seca y tiene un agujero de entrada a un lado. En el centro
y sur de Iberia es frecuente encontrar en ellos mucha lana. Cada puesta está
formada normalmente por tres-cinco huevos y algunas veces, no pocas, seis.
Rara vez más. Se citan (Jourdain, 1940) de siete y ocho. Son de color blanco
grisáceo y están uniformemente moteados en toda su superficie con puntos de
color pardo oscuro y violáceo. En otros estas manchas se acumulan en el
extremo más ancho y hay en todos o casi todos los nidos uno de color más
claro y sin marcas. Algunas hembras los ponen azulados cubiertos de
manchitas grises, otras blancos con punteado escaso y disperso de color
pardo grisáceo. Muchos tienen manchitas alargadas parduscas en toda la
superficie y las formas son variadas. Diez medidos en Asturias dieron un
promedio de 21,1 x 15,9 mm., con un máximo de 22,8 x 16 y un mínimo de 20,1
x 15,1 mm. La incubación, principalmente por la hembra, pero el macho
colaborando por cortos intervalos, comienza al completar la puesta y dura
once-trece días (doce-catorce días, Jourdain; once-catorce días, Harrison).
Al nacer los pollos carecen de plumón y el interior de la boca es
rosa-amarillento y no hay puntos oscuros en la lengua; las comisuras son
amarillo-pálido. Ambos adultos los ceban sobre todo con insectos, a veces de
gran tamaño durante no menos de quince días. Los jóvenes no son
independientes hasta por lo menos haber cumplido veintiséis-veintiocho días.
Tres crías cada temporada parecen normales y, como ya he dicho, no es raro
encontrar nidos en pleno invierno. En la práctica se ha comprobado la
reproducción del Gorrión Común en comarcas meridionales en casi todos los
meses del año. El Gorrión Común se
reproduce por toda Europa, faltando en Islandia y en las montañas
septentrionales de Escandinavia. En Italia e islas de Córcega, Cerdeña y
Sicilia y sudeste de Francia es reemplazado por el Gorrión Italiano,
Passer domesticus italiae, que Vaurie asimila a subespecie de Passer
domesticus y que hibridiza con la raza típica. Italiae, difiere
por tener toda la parte superior de la cabeza de color castaño, no gris. En
todo su hábitat, Passer domesticus se comporta como sedentario y
divagante o errático en otoño e invierno, con quizá una mayor tendencia a
intensificar sus movimientos hacia el Sur en el Norte de su área geográfica.
Su abundancia en todas partes es extraordinaria y los bandos recorren los
campos y rastrojeras de toda la Península Ibérica a partir del mes de agosto
e incluso desde finales de julio los jóvenes. Los jóvenes del año son los
que efectúan desplazamientos más largos, mientras los viejos permanecen
cerca o en el lugar de nidificación. Comportamiento diferente poseen los que
viven en el interior de pueblos y ciudades, que ni unos ni otros se mueven
mucho de los tejados y calles próximos a los nidos. Campos, caminos,
veredas, lugares polvorientos, son sitios de preferente concentración de
gorriones, que realizan continuos e intensos baños de polvo. Los gorriones
de la mayor parte de Iberia tienen plumaje más pálido que los del Norte y
resto de Europa. No pocas veces se ven melanismo y albinismo completo o
parcial entre ellos. |