Cuchara Común Spatula clypeata Uno de los patos más
abundantes de los inviernos ibéricos es el Cuchara Común
Spatula clypeata, el conocido Paleto de La Mancha y el Picolao o
Chuchón de las Marismas andaluzas. De tamaño
más pequeño que el Anade
Azulón, su plumaje no es menos vistoso. Los machos adultos tienen la cabeza
verde botella oscuro, muy brillante, que contrasta mucho con el color blanco
de las plumas dorso-laterales del pecho, base del cuello, borde anterior de
la parte trasera y rectrices de la cola. El dorso, en sólo una línea
estrecha, es sepia oscuro con reflejos verdosos en el obispillo y plumas
cobertoras de la cola. Las largas escapulares son muy vistosas, de color
verde oscuro, blanco y pardo o blanquinegras. Los costados y el vientre son
pardo acastañados y la parte posterior negra. Si estas combinaciones de
colores son vistosas y llamativas cuando el pato está posado en el agua, no
lo son menos cuando vuela y puede ser visto por encima. Las plumas
cobertoras alares son azuladas y el amplio espejuelo que alcanza a todas las
plumas secundarias, es verde brillante ribeteado de blanco. Las primarias
son grises. Pero la nota más distintiva la constituye el pico en forma de
espátula, muy grande y de color negro que en el macho puede medir hasta 7
cm. y en las hembras 6,5 cm. Las patas y pies son rojo-anaranjado y el iris
amarillo claro, muy visible sobre el fondo verde de la cabeza. Las hembras son pardas
por encima, moteadas o mejor sombreadas en distintos tonos. Posadas en el
agua, el pico de la misma forma que el del macho es distintivo, pero su
color es pardo oscuro o marrón. Al volar se descubren las escapulares azul
pálido y el espejuelo verde ribeteado de blanco. Las rectrices de la cola
son blancas y sobre los ojos, naciendo en la base del pico, tienen una línea
blanquecina que casi alcanza la nuca. Las patas son anaranjadas y el iris
castaño. Los inmaduros se parecen
a las hembras, con las plumas cobertoras de las alas de color azul muy
apagado, más en las hembras. Mejor diferenciación de los sexos es el iris de
los ojos que es amarillo en los machos jóvenes y pardo en las hembras. Los machos en eclipse
tienen el plumaje pardo como las hembras, pero la cabeza es algo más oscura
lo mismo que el dorso. Conserva el iris amarillo pero no el color del pico
que es entonces pardo oscuro, y le faltan además las pequeñas manchitas
oscuras que posee en los bordes laterales el de las hembras adultas. La identificación de este
ánade no ofrece dificultad alguna para cualquier observador. No sólo por la
estructura del pico, sino por el color del plumaje descrito y por la manera
de volar. A gran distancia se aprecia la forma espatulada del pico y sobre
todo la gran cantidad de blanco que ostenta en el plumaje. Cuando se eleva
del agua, las alas hacen un sonido parecido a un matraqueo o tamborileo, muy
diferente del de otros patos (Scott). Aunque el Cuchara Común
no es una especie muy abundante en la Península Ibérica durante la
reproducción, sí ha sido bien estudiado aquí y resulta ser un pato muy
popular. Cuando nada lo hace muy
calado en el agua, el cuello recogido y el pico apuntando hacia abajo. Al
llegar a la Península Ibérica, el plumaje de los machos no es aún muy
destacado y muchos son los que aún tienen el plumaje en eclipse. Algunos no
lo completan hasta diciembre y la mayoría ya visten su vistosa librea en
octubre. Los jóvenes también son lentos en cambiar su apagado plumaje por el
de adultos y esto no sucede hasta enero o febrero, estando casi terminado el
cambio en abril. Tucker (1940), estima que en este pato los plumajes
intermedios o de transición se ven más a menudo durante todo el año que en
la mayoría de los demás patos de superficie. Es un pato muy activo,
moviéndose de aquí para allí sobre el agua y volando en seguida a poco que
se le moleste. Los grupos y parejas cambian continuamente de lugar y vuelan
con rapidez con ágiles batidos de alas, pero es torpe andando por la Tierra.
Forma grandes bandos muy a menudo, sobre todo en migración. Pero una vez
llegados a una marisma o laguna se dispersan, viéndose entonces en parejas y
grupos de 6-12 individuos. Se alimenta en aguas someras, nadando despacio
con la cabeza baja sobre el agua y el pico casi horizontal chapoteando
continuamente en ella. De este modo filtra el agua y el limo, reteniendo en
su pico a través de las laminillas que como púas de un peine tiene en sus
bordes, toda la materia vegetal comestible y los organismos vivos. La
presencia de insectos acuáticos le atraen mucho y allí chapotea con
insistencia, agrupándose muchos patos en un mismo lugar. Se cala en el agua
menos que los demás patos y pocas veces trata de alcanzar el fondo dejando
sólo fuera la parte trasera. Se zambulle también poco, aunque en ocasiones y
posiblemente debido a la inesperada aparición de insectos entre la
vegetación acuática del fondo lo hace muy continuadamente. Tucker, citando a
Oldham, señala casi 30 zambullidas de un pato adulto en pocos minutos,
permaneciendo hasta 6-7 segundos sumergido, aunque más que zambullidas como
hacen otras anátidas, esta especie nada oblicuamente bajo el agua. El Cuchara Común es
bastante silencioso, pero los machos al volar emiten un breve sonido en tono
bajo ¡¡tuk, tuk!!. Las hembras son más ruidosas emitiendo voces no muy
diferentes de los demás patos y que son en realidad el conocido graznido de
la mayoría de las anátidas. Cuando llega a la
Península Ibérica se distribuye por extensas marismas, charcas, lagunas,
embalses y albuferas. Pocas veces se le ve en la mar formando bandos, pero
sí muy a menudo en parejas mezclado con otras anátidas más costeras. Durante
el día permanece en el mismo centro de embalses y masas de agua sesteando y
al anochecer vuela directamente a comederos habituales, produciéndose el
caso curioso de que en muchas colas de embalses y charcas comen de noche
cucharas comunes que proceden de masas de agua lejanas o próximas y a estas
van a comer los de aquellas. De este modo el trasiego nocturno de estos
patos resulta muy intenso y la facilidad con que detectan el agua es
asombrosa. También comen de día y al atardecer en márgenes de rías y así se
ven a menudo durante el invierno en el norte de Iberia. En los últimos días del
invierno comienza a manifestarse el celo que no es tan espectacular como en
otras anátidas y parece quedar reducido a nadar uno frente a otro, macho y
hembra, elevando y bajando la cabeza y colocándola al nivel del agua
manteniendo en posición horizontal el pico. Algunos grupos de parejas nadan
juntas en círculo, cabeza con cola y con los picos medio sumergidos. Esta
actitud no se sabe exactamente si responde a una cooperación en la forma de
alimentarse o si se trata de un ceremonial relacionado con el cortejo
nupcial. La nidificación comienza
en abril, pero la mayor parte de las puestas son efectuadas en mayo. Los
nidos son construidos en campos próximos al agua, entre juncos, carrizos y
otras plantas, normalmente bastante expuestos y siempre en el suelo. Un
hueco o agujero en lugar seco es rellenado con plantas y hierbas también
secas, con preferencia que esté al abrigo de alguna planta o contiguo a
hierba alta. También añade plumas y plumón, este de color pardo o marrón con
zonas más claras muy similar al usado por el Anade rabudo, pero las plumas
lo distinguen bien. La puesta oscila entre 9 y 11, pero 6 y 14 son números
también comprobados (Ogilvie, 1975). Son de forma ovalada, blanco crema, a
menudo teñidos de verde muy claro u oliváceos. Ogilvie da como promedio de
medidas para 275 huevos 52 x 37 mm., el mismo obtenido por Jourdain para 100
huevos colectados en Gran Bretaña. La incubación, sólo por la hembra,
comienza con la puesta del último por lo que los pollos nacen casi
simultáneamente a los 21-25 días; más a menudo dura aquélla 22 días. Son muy
parecidos a los de Anade Azulón, pero el pico es más blando en los bordes y
la mandíbula superior es apreciablemente más ancha. El plumón es más oscuro
en la parte dorsal y las manchas amarillas son más claras y difusas. En la
cabeza y el cuello se notan zonas más rojizas que las de los de Anade
Azulón. A los pocos días la forma del pico es dato inconfundible para la
identificación. A los 40-45 días ya están completamente emplumados y al año
de edad ya son capaces de reproducirse. El Cuchara Común es una
especie que está muy extendida en Europa, reproduciéndose en Islandia
solamente un pequeño número de parejas, Sur de Suecia, Islas Británicas,
donde se considera como escaso, y desde Francia, Holanda y norte de Alemania
a través del resto del Continente alcanza Siberia, faltando en los países
mediterráneos. La reproducción de Anas clypeata en España pasa por
variadas vicisitudes y resulta muy dependiente de la abundancia o escasez de
lluvias primaverales. Sin embargo, parecen existir otros factores aún no
bien determinados que contribuyen a una espectacular nidificación. Las
Marismas del Guadalquivir eran el lugar tradicional donde siempre se veían
parejas con crías. A partir de 1963 Bernis admitió la nidificación en la
provincia de Ciudad Real y posteriormente y en plena primavera se vieron en
diferentes lugares de La Mancha muchas parejas, sin duda en plena
reproducción. En 1970 se pudo comprobar en una laguna de aquella zona la
presencia en agosto de 2.000 cucharas comunes (Alcyon, 1971) lo que es una
cifra muy notable no registrada hasta entonces. En el Delta del Ebro
(Maluquer, 1971) la cría de este pato parece ser escasa, pero está bien
comprobada con el hallazgo de nidos (Pons, 1962). Lo mismo podría decirse de
la Albufera de Valencia y de otras zonas húmedas peninsulares. Distribuidas
por aquí y allí, muchas parejas se reproducen casi todos los años y no debe
minimizarse la población ibérica de este pato que parece estar claramente en
expansión. Netamente migrador, el
Cuchara Común realiza grandes desplazamientos que el anillamiento masivo ha
puesto bien de manifiesto. Lo mismo en sus zonas de cría que al paso en
todos los países europeos, se ha realizado una captura muy abundante en
pateras ya tradicionales entre las que destacan las de Holanda. En aquel
país un abundante anillamiento proporcionó numerosas recuperaciones de las
que muchas lo fueron en la Península Ibérica. Más de 50 ánades de esta
especie anillados allí, acabaron muertos en las cacerías de patos españolas,
la gran mayoría en la Albufera y vedados valencianos de Silla y Sueca. Desde
septiembre hasta marzo del siguiente año se obtienen recuperaciones de
cucharas comunes anillados en Bélgica, Alemania, Escocia, Inglaterra, etc. También en España se ha
anillado, aunque todavía en no gran cantidad. No obstante ha habido
interesantes recuperaciones que ponen de manifiesto lo que ya se ha repetido
varias veces sobre el comportamiento migrador y la dispersión posnupcial de
casi todas las especies de patos. En la Reserva de Doñana se anilló una
hembra adulta en enero de 1971 y en agosto del siguiente año fue recuperada
en el norte de la URSS a 5.500 km. de distancia en dirección Nordeste. Otro anillado en el mismo lugar y
fecha como macho adulto, recorrió 4.800 km. hasta el norte de la URSS donde
fue capturado en plena nidificación. Una hembra en su primer año, que
invernaba en España y fue anillada en diciembre en Doñana, en agosto del
siguiente año ya había terminado la reproducción en Kirov, URSS a 4.660 km. al Nordeste. En La Laguna,
Baeza (Jaen), F. y D. Lubián anillaron una hembra en julio de 1971 que fue
capturada en pleno invierno, en Holanda en diciembre de 1972. El Cuchara Común se
comporta pues, como un gran migrador y realiza para ello recorridos de gran
longitud a través de la zona Paleártica. Muchos de los que se reproducen en
el norte de Rusia y Siberia, mudan en la desembocadura del Volga al Sur de
Rusia. Desde allí se dispersan en todas direcciones, pero parece, a juzgar
por la gran población de invernantes que existe en la Europa occidental, que
una gran parte se dirigen hacia el Oeste y Sudeste. Estimo que la población
ibérica invernante es la más copiosa como resultado de las cifras obtenidas
en los diferentes censos. La mayor concentración está en las tradicionales
zonas húmedas de Andalucía y Levante. Pero existe también una no
despreciable población dispersa por las rías norteñas y gallegas, estuarios
portugueses y lagunas y embalses interiores. Los Fournier, en su viaje
relámpago por las costas cántabro-atlánticas, estimaron un mínimo de 950 de
estos patos, con un máximo en la Ría de Allones de 450. Pagezy y Trotignon
(1972) vieron en el estuario del Tajo (Portugal) durante el invierno 1968-69
no menos de 500 clypeata. En el censo de aves
acuáticas realizado en España en enero de 1972 se calculó una población de
invernantes no inferior a 29.000 cucharas comunes. Las Marismas del
Guadalquivir con 11.000 y la Albufera y vedados valencianos con 8.700
concentraban la mayoría. También había buenos contingentes en el Delta del
Ebro (4.000), pantanos y lagunas extremeñas (500), pantanos y lagunas de La
Mancha y Castilla La Nueva (3.130) y embalses del Hondo y salinas de Sta.
Pola y San Pedro del Pinatar en el Levante (1.155). En el censo aéreo
realizado sobre Las Marismas y lagunas andaluzas por Hafner, García y
Walmsley en noviembre de 1973 y enero de 1974, las cifras contadas
alcanzaron a 17.000 en noviembre y 14.000 en enero. Por su parte Muntaner et
al. en el Delta del Ebro, estimaron una población invernante en 1973-74 de
9.916 clypeata. Muchos de los cuchara
paleárticos pasan a Africa para invernar (Bernis, 1972; Moreau 1972).
Algunos alcanzan Ghana, Senegal y Tchad. En Senegal invernan regularmente,
pero puede decirse que por centenares, no por millares. En el norte de
Nigeria están presentes sólo de enero a marzo, lo que parece indicar que se
trata de una llegada tardía o esporádica. Bernis cita la presencia en el
Lago Tchad en enero de 1971 de 10.500 cucharas y 1.000 en el delta del
Senegal. |