Oenanthe oenanthe
La Collalba Gris,
Oenanthe oenanthe, es inconfundible en plumaje primaveral. Los machos
tienen el dorso gris y las alas negras. También la cabeza es gris y sobre
los ojos hay una lista estrecha blanca, muy visible porque separa el píleo
de las plumas negras de los lados de la cara que ocultan los ojos y forman
como un antifaz. La frente es blanca y en ella confluyen las listas del
mismo color que pasan sobre los ojos. Sin duda el obispillo de color blanco
puro es el rasgo más visible aun a buena distancia, porque se une con el
blanco de las rectrices de la cola sobre las que contrasta mucho el negro de
la ancha banda terminal y las dos rectrices centrales que son negras hasta
cerca de su base. De este modo queda formado un dibujo de T ancha invertida
que resulta muy conspicuo, incluso visto desde lejos, ya que la Collalba
sacude la cola constantemente en una acción característica. No todas las
collalbas tienen la misma superficie negra en las plumas de la cola. Las
jóvenes normalmente tienen más que los pájaros adultos, no infrecuentemente
el negro les llega en la pareja de rectrices centrales hasta la misma base
de la cola, lo que es muy raro en los adultos. Un macho adulto en verano e
invierno tiene una superficie negra en las rectrices centrales que puede
alcanzar una longitud entre 28 y 40 mm; el resto de las rectrices sólo 16-24
mm; los pájaros jóvenes hasta cumplir el año, ligeramente más. Las partes
inferiores del cuerpo, desde la garganta para abajo, son de color ocráceo
pálido o beige, aclarándose al llegar al vientre y a las plumas
infracobertoras de la cola. Las hembras poseen una
coloración mucho más apagada y por lo tanto son menos llamativas. Por encima
el tono tiende al pardo y las alas no son negras sino marrones muy oscuras,
lo mismo que las plumas auriculares; la lista superciliar es amarillenta o
crema y las partes inferiores variables en la intensidad del color beige o
pardo ocráceo claro. La garganta tiene un tono más claro y el pecho más
oscuro, pero existe considerable variación. El obispillo y el diseño de la
cola son como en el macho, pero en ellas el color negro es marrón oscuro,
detalle que se aprecia con el pájaro en la mano únicamente. Realmente en
hembras con el plumaje gastado en verano, puede haber confusión en la
determinación de sexos, porque las partes superiores llegan a veces a ser
grisáceas. Los machos y hembras en
plumaje invernal se parecen al perder aquéllos la coloración gris del dorso.
Las jóvenes collalbas se asemejan a las hembras en el otoño y el obispillo
es de un blanco sucio o crema, lo mismo que las rectrices. Los colores
oscuros están menos acentuados que en los machos adultos y la línea
superciliar apenas es visible. En algunas partes del cuerpo, como en el
pecho, vientre y obispillo, las puntas oscuras de las plumas les dan una
ligera apariencia moteada. La Collalba Gris
Oenanthe oenanthe
se reproduce a través de todo el continente europeo desde Noruega y Rusia al
Norte hasta Gran Bretaña e Irlanda al Oeste y los países mediterráneos al
Sur. En muchas zonas, algunas extensas, cría localmente y con preferencia en
altos niveles y falta en Mallorca, Menorca y quizá en Cerdeña. En la Península Ibérica
la Collalba Gris es ave de zonas áridas, terrenos secos, amplios espacios
cultivados, lugares pedregosos, praderas de montaña con hierba corta y rocas
diseminadas y no infrecuentemente a alturas hasta de 2.000 metros, pero rara
más arriba. En Navarra y otras regiones prefiere la estepa cerealista a
niveles medio y bajo. También le atraen las dunas con vegetación rala y los
taludes terrosos y acantilados costeros de poca altura. Durante la migración
se ve por todas partes y con especial densidad en praderas de la costa y en
terrenos intermarealés de rías, en dunas costeras y cerca de los acantilados
y faros. Inconfundible, dejándose
observar a corta distancia, pero no permitiendo la aproximación, volando
entonces lejos, normalmente no a más de 50-60 metros y sólo de forma
ocasional durante la cría a 100 metros. Es un pájaro incansable que se mueve
continuamente, posándose al descubierto sobre una roca o elevación del
terreno; tan pronto permanece inmóvil un buen rato como realiza vuelos
cortos y rápidos en persecución de insectos que pasan cerca de su posadero.
Se mueve por el suelo muy rápidamente, parándose en una pequeña eminencia
del terreno, permaneciendo erguida y vigilante un breve instante para
realizar a continuación un corto vuelo, no sin antes echar el cuerpo hacia
adelante, como cogiendo impulso para volar, en una acción característica, o
el desplegado de la cola que mueve arriba y abajo. Muy adicta a zonas donde
existan muros de piedras sueltas sin masa que las una, se posa sobre ellas y
allí permanece inmóvil si se siente observada. Vuela a baja altura y también
se posa en ramas de arbustos espinosos con preferencia. Muy a menudo lo hace
a ras del suelo. Muy rara vez se ve posada en un árbol. Durante la cría las
parejas se hallan muy repartidas y diseminadas. En migración las collalbas
viajan solitarias o en parejas. Durante el día pueden verse varias
relativamente juntas en una zona apropiada. La Collalba Gris es una especie
eminentemente «conservadora». El observador puede tener la seguridad de que
la misma zona será ocupada por una pareja en el transcurso de los años.
Sorprendentemente hay en la región muchos lugares que a ojos del ornitólogo
reúnen las mismas características. Pero tiene que ser siempre aquélla la
escogida por el pájaro. Bannerman dice que Baxter y Rintoul, dos ornitólogos
del sexo femenino que recorrieron cada parcela de las tierras escocesas
durante muchos años, pudieron comprobar que en un lugar determinado, siempre
el mismo, las collalbas grises anidaron 62 años consecutivamente (Baxter y
Rintoul, 1953) Pronto, en cuanto llega a
nuestros campos canta con frecuencia de forma agradable, emitiendo un corto
y modulado gorjeo que, a pesar de su tono, se puede escuchar a gran
distancia. Lo mismo cantan desde el suelo. casi siempre desde una pequeña
eminencia del terreno, como desde una roca, sobre la rama de un arbusto e
incluso desde los alambres del tendido eléctrico. Muy a menudo en vuelo y
también con preferencia desde montones de piedra suelta que los pastores o
campesinos utilizan para la delimitación de los campos. En las primeras
horas de la noche es ocasional, pero no tanto poco antes del amanecer.
Abril, mayo y junio son los meses en que canta insistentemente. En los
últimos días de junio su voz se escucha menos y en julio poco o nada en
zonas bajas y todavía persistentemente en la Cordillera Cantábrica y los
Pirineos. Además emite notas de alarma en todo tiempo mientras está en la
Península y que pueden representarse como un áspero y repetido
¡¡chak-chak!!. La Collalba Gris se
alimenta principalmente de insectos. Su método habitual de cazarlos es
permanecer inmóvil sobre una piedra o lugar elevado y lanzarse
repentinamente al suelo o bien en un corto y acrobático vuelo para capturar
alguno que pasa cerca. Jourdain cita coleópteros, dípteros, himenópteros,
lepidópteros, ortópteros etc. También pequeños moluscos y posiblemente
lombrices de tierra. Los pollos son cebados con insectos y muchos dípteros
son entonces transportados al nido por ambos adultos. Es curiosa una forma
de caza que se ve con frecuencia practicar por este pájaro. Como si fuera un
cernícalo, se cierne inmóvil en el aire a escasa altura del suelo, moviendo
sólo la cola para mantener su posición y mirando atentamente hacia abajo
hasta que repentinamente se lanza en picado sobre un insecto que ha
descubierto entre la hierba. Inmediatamente vuelve a elevarse, esta vez a
mayor altura, y su estabilidad en el aire supera con mucho a la del propio
cernícalo. A los pocos días de
llegar a Iberia, las collalbas comienzan las operaciones de nidificación y
los machos en cuanto las hembras están presentes, representan su celo en
curiosas acciones que van desde una persecución agresiva de la hembra hasta
la más sorprendente acción en la que ambos, macho y hembra, se acercan a una
pequeña depresión del terreno, un agujero o zanja y allí el macho, tal como
si se hubiera trastornado, comienza a saltar de un borde a otro con el
plumaje esponjado pareciendo entonces más que un pájaro una bola de plumas
que botase en el suelo y describiera en el aire un arco para luego echarse
ante la hembra cual si estuviera muerto con las alas caídas, la cola
desplegada y la cabeza pegada a tierra. Aunque estas ceremonias no siempre
son bien observadas, no hay duda que forman la parte principal del cortejo
que normalmente dura de 10 a 20 días, antes de que la puesta de los huevos
comience. Si tomamos como fecha de
partida para que ya algunas hembras estén en Iberia el día de San Patricio
(17 de marzo), habrá que calcular un mes más para poder encontrar los
primeros nidos con las puestas de huevos completas. Pero esto no es lo
normal y muy a menudo, aun en zonas favorables del sur de España, no se ven
nidos hasta la última semana de abril. En las cordilleras del Norte. muchas
collalbas todavía están comprometidas en sus representaciones nupciales en
mayo. El nido es normalmente
una bastante voluminosa estructura de hierba y raicillas secas con bordes
salpicados de musgo. El interior está forrado de raicillas, lana, pelo,
plumas, bien de alguno de estos materiales o de todos ellos a la vez.
Walpole-Bond señala como muy raro, pero es un hecho comprobado, que las
hembras añaden durante la puesta y aun en la incubación más material para
forrar el interior del nido. Este es construido muy a menudo en un agujero,
que puede ser la madriguera de un conejo y a veces bastante al interior, de
forma que no se ve desde fuera, en un hueco de un muro, en grietas de rocas,
desagües de alcantarillas, tramos finales de drenajes, tubos de uralita o
gres abandonados, vasijas, envases de hojalata abandonados en playas y
campos, debajo de grandes piedras o al abrigo de ellas, huecos en el suelo
protegidos por un arbusto, entre la piedra suelta de canteras abandonadas,
etc.. Verheyen (1967) cita nidos bajo grandes raíces de plantas. Ambos sexos
trabajan en la construcción del nido. La hembra lo hace con más dedicación.
La puesta normal parece ser de 6 huevos, pero en la Península Ibérica no son
raras las de 5. Ocasionalmente 7 y más escasas de 3 y 4 huevos. Estas suelen
encontrarse muy a menudo como segundas puestas en la temporada. El color de
los huevos es azul pálido, quizá mirando mucho pueda apreciárseles un
ligerísimo tono verdoso, y no tienen marcas casi nunca; a veces unos
pequeños puntos pardo rojizos. Walpole-Bond y Jourdain citan puestas de 8
huevos como excepcionales, tanto como las de 3. Para 100 huevos medidos,
Jourdain obtuvo en Gran Bretaña un promedio de 21,2 x 15,9 mm. con un máximo
de 24,8 x 15,4 mm. y un mínimo de 19 x 15,3 mm. Niethammer para 62
colectados la mayoría en Alemania obtuvo un promedio de 20,3 x 15,4 mm. En
el Benelux los promedios son sensiblemente iguales como es lógico en una
zona tan reducida y de idénticas características: Verheyen para 100 huevos
determinó promedio de 21 x 15,5 mm. La incubación es
efectuada en su mayor parte por la hembra, aunque el macho la releva a
menudo, pero por cortos períodos. A los 14 días nacen los pollos cubiertos
parcialmente con denso y largo plumón de color gris oscuro. El interior de
la boca es anaranjado pálido y no hay puntos oscuros en la lengua. Ambos
adultos los alimentan con asiduidad, llevando cada vez en el pico varios
insectos y a los 15-16 días los pollos, colicortos aún, salen del nido y se
ocultan entre las piedras. Si se les molesta lo hacen antes, no raramente a
los 12 días. Ya son tan tímidos como los adultos que pocas veces se dejan
observar incubando. En cuanto el observador se acerca a 10 metros del nido,
la hembra vuela alarmada. En los últimos días de mayo son frecuentes los
pollos volanderos de Collalba Gris en muchas partes de Iberia, pero en las
cordilleras no antes de la primera semana de junio. Resulta difícil describir
las zonas ibéricas donde este pájaro resulta más numeroso. Se halla tan
diseminado que no parece abundar más que en las laderas y campas de las
cordilleras, pero inesperadamente podemos encontrar alguna pareja
establecida en una playa, al lado de dunas o taludes terrosos. Falta en
extensas zonas del Levante español que, aparentemente, podrían ser
favorables para la reproducción de esta Collalba. Anida, sin embargo, según
Moreau en Ibiza y Formentera. Pero como mejor conocen muchas personas a este
pájaro es por su carácter eminentemente migrador. Nunca en grupos o bandos y
sí normalmente solitario o en parejas diseminadas, aparece en nuestras
costas en los últimos días de febrero. Presumiblemente ninguna de estas
collalbas pertenecen a la población ibérica que arriba a partir de la mitad
de marzo. Los pájaros nacidos en mayo comienzan a dispersarse y a emigrar
entre el 15 y el 20 de julio. No obstante, no hay marcha masiva hasta
agosto, los jóvenes a primeros de mes y los adultos a partir de la segunda
semana. La llegada de migrantes del Norte europeo comienza a hacerse
sensible en la última semana de agosto, continúa durante septiembre y ha
terminado hacia la mitad de octubre. Collalbas retrasadas pueden verse en
nuestros campos costeros en noviembre y posiblemente las escasas
observaciones de diciembre haya que atribuirlas a invernantes que no llegan
a marchar a Africa. Balsac y Mayaud (1962) estiman que las collalbas que se
ven en el norte de Africa a partir de los primeros días de agosto pertenecen
a la población ibérica, viéndose algunas todavía en diciembre. En primavera
comienzan a pasar desde finales de febrero, pero la gran masa de migrantes
atraviesa el occidente marroquí en marzo y abril. Los cuarteles de invernada
en Africa de las diferentes subespecies europeas de collalbas se superponen
por lo menos en parte. Moreau estima que el occidente africano reúne una
población invernante, sobre todo desde Sierra Leona hasta el Senegal.
Oenanthe oenanthe se extiende más al Sur y a oriente, notándose el paso
a través de Gambia y siendo abundante en Nigeria, Tchad y Sudán y más al Sur
en el Congo y Tanganika. Solamente escasas alcanzan Zambia o Malawi y pocas
Somalia. Moreau estima en 125 millones la población de collalbas grises que
llega en el otoño a invernar a Africa. |