Cigüeña Negra Ciconia nigra
Entre las especies menos
conocidas que viven en Iberia está, sin duda, la Cigüeña Negra Ciconia
nigra. Su tamaño es casi el mismo que el de la Cigüeña Blanca Ciconia
ciconia. El color del plumaje
de la cabeza, cuello, pecho, dorso de alas
y espalda es marrón muy oscuro, casi negro visto a distancia, con reflejos
metálicos en plumaje nupcial muy destacados y las mejillas dorado oscuro.
También el cuello y el dorso tienen tonos verdosos y violáceos. La cola es
marrón negruzca y el vientre y parte inferior del pecho son blancas. El pico
y las patas son rojos bermellón, coral en la estación de cría, y la piel
libre de plumas alrededor de los ojos, rojo muy vivo. En invierno la
brillantez del color se pierde y sobre todo el pico y las patas son entonces
marrón rojizas. Las cigüeñas negras
jóvenes tienen las plumas de la cabeza y cuello de color marrón punteadas de
blanco. Las partes superiores también marrones tienen tonos más claros y
están ligeramente teñidas con brillo metálico. La parte inferior del pecho y
el vientre son blancos. La Cigüeña Negra presenta
en vuelo la misma silueta que la blanca, pero el color de las alas vistas
por debajo es completamente negro, aunque de hecho existe una zona blanca en
las axilares que no se separa bien del color blanco del cuerpo en una rápida
observación. También es conspicua la cola negra. Su aspecto es más ágil y
bate las alas un poco más rápidamente. A pesar de su parecido
físico y en general de todas sus características, difícilmente pueden
encontrarse pájaros pertenecientes al mismo orden y familia que sean más
dispares en su actitud frente a los seres humanos. Así como la Cigüeña
Blanca anida siempre cerca de las habitaciones humanas, esta otra especie
busca zonas apartadas, con preferencia bosques en los que no esté lejos
alguna marisma, charca, laguna o curso fluvial. Es muy tímida y casi siempre
se la ve solitaria o en parejas. Su situación en Iberia está muy mal
estudiada, y como la especie es muy escasa y está protegida por la Ley, las
probabilidades de observar los nidos son muy escasas. Se alimenta casi
exclusivamente de materia animal, principalmente pequeños peces, anguilas,
ranas y renacuajos. También captura culebras, lagartos y lagartijas,
tritones, larvas de insectos y lombrices de tierra. Los insectos no forman
una gran parte de la biomasa consumida, pero Odonata, Hemiptera, Coleóptera
y otros, deben ser presa fácil en sus hábitats. Su presencia frecuente en
aguas someras de charcas y lagunas le permite atrapar una buena cantidad de
escarabajos acuáticos. Se citan como ocasionales presas a los ratones de
campo, musarañas, etc. Contrariamente a lo que
sucede con la silenciosa Cigüeña Blanca, esta otra Cigüeña es bastante más
expresiva y posee varias notas con sonido gutural que podríamos expresar con
Tucker (1940) como un chirrido fino «¡¡gchi-li, gchi-li!! que resulta
difícil de describir y que es muy variable en su audición. A la llegada de
un intruso al nido emiten un « flii-ji-flii-ji-flijiii!!» Aunque los nidos de
Cigüeña Negra suelen estar colocados en árboles a notable altura, también
los hacen en la Península Ibérica en bordes de roquedos y entrantes de
acantilados. Normalmente están solitarios y la más próxima pareja puede
anidar a muchos kilómetros de distancia. Los nidos recién construidos son de
pequeño tamaño y recuerdan a los primitivos de la Cigüeña Blanca, son planos
y están hechos con palos sobre los que colocan tierra y hierba. El interior
tiene musgo en buena cantidad. Un alto pino, un roble viejo, etc., y sobre
todo a altura superior a 12 metros es el lugar preferido para el
emplazamiento de los nidos. La construcción es realizada por ambos adultos,
aunque el macho aporta la mayor parte del material. En esta época,
normalmente en los últimos días de marzo los pájaros representan una
complicada ceremonia, moviendo el cuello hacia los lados y ondulándolo como
si se tratara de una serpiente. A la vez la cola se abre en abanico y se
muestran las plumas blancas bajo su nacimiento. La curiosa costumbre que
posee la Cigüeña Blanca de golpear las mandíbulas, apenas es practicada por
la Cigüeña Negra y desde luego no lleva la cabeza hacia la espalda como
aquélla. Casi todas las puestas
son efectuadas por la exigua población ibérica en el mes de abril y
consisten en 4 o 5 huevos de color blanco o blanco azulado sin marca alguna.
Jourdain da el promedio de medidas para 96 huevos de colección,
probablemente muchos cogidos en Iberia, de 65,5 x 48,7 mm. con un máximo de
74,3 x 47,5 mm. y 69,4 x 51,7 mm. y un mínimo de 61 x 48 mm. y 60,3 x 45,2
mm. Son puestos con intervalos de dos días, incubando ambos sexos
alternadamente, aunque parece que la hembra realiza la mayor parte de este
trabajo. Empieza con la puesta del primer huevo, aunque algunos ornitólogos
también dicen que no incuban hasta después de poner el segundo huevo. De
este modo el período es variable y está mal calculado, oscilando entre 32 y
45 días. Los pollos al nacer están cubiertos con plumón blanco según
Witherby y no se diferencian de los de la blanca. Alimentados por ambos
adultos que regurgitan la comida en el fondo del nido, no están emplumados
completamente hasta que han cumplido 65-70 días. Una sola puesta al año es
lo normal y no existe evidencia de repeticiones en caso de depredación de la
primera. La Cigüeña Negra
Ciconia nigra
se reproduce en Europa oriental y central desde el norte de Alemania y
Dinamarca hasta los Estados Bálticos y los Balcanes, extendiéndose por Rusia
y alcanzando Asia media y central hasta Corea. En Iberia la nidificación
de esta especie ha sido bien comprobada y afortunadamente para la
supervivencia de esta Cigüeña, la mayoría de los nidos están situados a gran
altura en acantilados y roquedos de las sierras de Salamanca, Extremadura y
Andalucía en lugares prácticamente inaccesibles o en grandes árboles. Se
cita muy local en otras provincias en época estival, pero debemos de tener
en cuenta que la nidificación allí no está comprobada y que igual que la
Cigüeña Blanca, muchas inmaduras vagabundean por zonas distantes de su
habitual área de reproducción. La población ibérica actual es muy exigua y
debido al peligro de total exterminio está ahora protegida por la Ley y su
caza y captura, así como conservación de pieles, recogida de huevos y pollos
se han prohibido. Su status en la Península
Ibérica está confuso y además de estos datos de nidificación en provincias
del occidente, hay que señalar los que proceden del vecino Portugal, donde
se da como reproductora tan al Norte como en la provincia de Tras os Montes. Aunque la población
ibérica es considerada como sedentaria y sin duda se ven cigüeñas negras
todo el año, esta población debe ser muy exigua porque un buen contingente
de las que aquí se reproduce pasan a Africa a invernar. La población
posnupcial ibérica fue estimada por Bernis (1974) en poco más de 600 aves,
lo que, de acuerdo con su criterio, correspondería en años de cría normal a
poco más de 150 parejas. Bernis admite que algunas parejas críen en la
provincia de Zamora y quizá en la de León. Lo que no está claro es si las
escasas que llegan de más allá de los Pirineos en época otoñal alcanzarán
también Africa o serán las que se ven en Iberia durante el invierno. En Europa es ya ave
francamente escasa. En Dinamarca ha desaparecido prácticamente y en Alemania
occidental y oriental no rebasará en la actualidad las 50 parejas.
Probablemente el resto de la población europea oriental no pasará de las 500
parejas en la actualidad, aunque es aventurado dar cifras de una especie tan
esquiva y que anda solitaria y desperdigada por extensos aguazales y
marismas Por el Bósforo pasan la mayor parte de estas cigüeñas buscando sus
cuarteles de invierno en Africa Tropical La falta de recuperaciones de las
que se habían anillado en España hasta 1972 (67), no nos permite aventurar
una hipótesis con fundamento. Moreau (1972) escribe que la presencia de
cigüeñas negras paleárticas es difícilmente detectable en Africa porque
desde Malawi hasta Sudáfrica crían algunas y estima que son pocas las
europeas que alcanzan el Ecuador. Probablemente, además, la mayoría pasa los
meses invernales en el Sudán y en las cercanías del lago Tchad. Realmente la
población europea es tan exigua que su presencia en las inmensas planicies
africanas puede pasar bien desapercibida y los nativos no la distinguirán
fácilmente de la blanca. El paso de cigüeñas
negras a través de la Península se acusa de forma esporádica y no parece que
exista un flujo constante todos los años. Las citas procedentes de Aragón,
Navarra y Ciudad Real caen en agosto y septiembre. |