Cigüeña Blanca Las cigüeñas jóvenes tienen las patas y el pico de color pardo rojizo y
se identifican fácilmente por poseer, además, un tinte marrón o parduzco en
las plumas escapulares y en las cobertoras alares. Después del primer
invierno las diferencias con las cigüeñas adultas son muy ligeras. La silueta de vuelo de la Cigüeña Blanca es inconfundible El cuello bien
extendido hacia adelante y las largas patas sobresaliendo ampliamente por
detrás de la cola, son detalles muy conspicuos que añadir al diseño de alas
y cola y al color del plumaje blanco y negro. Solamente, y en una somera
observación desde lejos, su coloración puede originar confusión con el
Alimoche Común Neophron percnopterus, pero las patas y la cola de
aquélla bien sobresalientes disipan toda duda. El cuello, cuando se le ve de
perfil en vuelo, está ligeramente más bajo que el plano del cuerpo Al volar, bate las alas lentamente y planea y se
remonta a favor de las corrientes de aire hasta alcanzar una gran altura. Su
vuelo es elegante y espectacular y al planear lleva las alas muy rígidas.
Camina por el suelo con paso lento y deliberado, quizá se podría decir
también que con majestuosidad, aunque su apariencia no es la que tiene al
volar. Suele estar bien erguida, alcanzando una notable altura, con
frecuencia no inferior a 85 cm. También se encoge, plegando el cuello sobre
la espalda y entre los hombros, con el pico dirigido hacia abajo y casi
oculto entre las plumas de la garganta y cuello. Normalmente permanece
posada largo tiempo sobre una sola pata y pasa varias horas peinando el
plumaje, bien en un árbol, un edificio alto, en el suelo y más a menudo en
el propio nido. Es una especie eminentemente sociable que vive casi
siempre cerca de las viviendas humanas y que le sigue en su trabajo, en la
labranza de la tierra y cerca del ganado que pasta. En estos casos es
confiada y parece casi un animal doméstico. Sin embargo, resulta a veces
bastante tímida y asustadiza. Aunque es pájaro muy protegido y querido en
los pueblos, los avances en la higiene y limpieza ponen en peligro muchos
nidos porque en realidad llegan a ser pájaros molestos y sucios cuando
anidan en tejados. A pesar de que durante la emigración se asocian
grupos familiares de cigüeñas, normalmente durante el resto del año se las
ve solitarias o en parejas. Y si varias de ellas anidan cerca unas de otras
pueden congregarse en buen número para alimentarse en una charca o tierra de
cultivo. La Cigüeña Blanca es un pájaro muy silencioso y
únicamente se le escuchan débiles sonidos guturales cuando se posa en el
nido o un silbido si es molestada o está atemorizada. Aunque no es
precisamente una expresión vocal, el rápido y rítmico golpear de las
mandíbulas es el sonido más oído cerca de los nidos de cigüeñas. Este rápido
golpeteo llega a ser casi como un trino en tono muy alto con modulaciones en
su intensidad y lo acompaña con movimientos singulares, curvando el cuello
hacia atrás de tal forma que la parte superior de la cabeza toca la espalda,
y volviendo a llevarlo hacia adelante y abajo y nuevamente sobre la espalda.
La garganta inflada actúa entonces como caja de resonancia. Esencialmente es
una manifestación de la excitación del pájaro y no tiene funciones solamente
como expresión de saludo entre los miembros de la pareja. Aunque, con
frecuencia, una sola de las cigüeñas golpea sus mandíbulas, tambien es
normal que ambas lo hagan a la vez o ante la aproximación al nido de otra
Cigüeña con intenciones hostiles. La Cigüeña Blanca Ciconia ciconia se alimenta fundamentalmente de ranas, renacuajos que
captura en charcas y lagunejas con aguas someras, tritones, lagartijas,
culebras de agua, lombrices de tierra, culebras, peces, gusanos e insectos.
Entre estos, los ortópteros (Gryllotalpa, langostas, saltamontes,
etc.), los odonatos y sus larvas, coleópteros (especialmente escarabajos
acuáticos, moluscos (caracoles), crustáceos variados y también pollos y
huevos de pequeños pájaros que anidan en el suelo o entre vegetación
acuática. De forma ocasional parece tener preferencia por micromamíferos que
se muevan en el radio de acción de su fuerte pico. Jourdain cita ratones de
campo, musarañas, gazapos y muy pequeños lebratos. En sus cuarteles de
invierno la Langosta Schistocerca gregaria
constituye su principal alimento y sus movimientos están íntimamente ligados
a los de ella, como luego se verá. Durante la época de la cría vive en poblados, no
lejos de campo abierto, y la presencia de lugares húmedos no muy apartados
es fundamental en su biología. Allí captura toda la gama de pequeños
animales citados arriba y ocasionalmente arroja una egagrópila que contiene
numerosos residuos no digeribles. Si el tiempo es caluroso y las charcas y
campos están secos, la Cigüeña se ve obligada a una alimentación a base de
insectos, cuyos caparazones y partes quitinosas no digiere, por lo que las
egagrópilas arrojadas son duras y compactas. Si el tiempo es lluvioso o en
la zona abundan charcas y aguazales, su alimentación, eminentemente
acuática, no es difícil de digerir, y huesos y espinas de peces y otros
animales son disueltos completamente en su aparato digestivo. Rara vez se
aleja mucho de donde está situado el nido y rehúye bosques y montañas. Un macho que llega a un nido, inmediatamente comienza
a rehacerlo y espera en él la llegada de la hembra, que lo suele hacer pocos
días después (normalmente 2 ó 3). Se dice que la unión es durante toda la
vida y si alguno de ellos ha perecido durante el invierno se forma una nueva
pareja, juntándose normalmente el superviviente con otra Cigüeña, casi
siempre joven, que cría por primera vez. Los nidos están emplazados en los
lugares más altos y descubiertos, fácilmente accesibles para los pájaros.
Esta tendencia a hacer el nido en sitios tan elevados es muy curiosa y se ha
observado que la construcción cerca de él de un edificio más alto, una
torre, chimenea o una simple antena de televisión, puede ser motivo de
abandono. Los lugares donde el nido es construido varían desde una alta
torre de iglesia, muy frecuente en Iberia, hasta un árbol, casi siempre en
la copa, pero a veces hay varios nidos de diferentes parejas en el mismo
árbol. También en almenas de viejos castillos, tejados, viaductos, postes,
antenas, etc., e incluso se conocen casos de nidos en el suelo. Estos son
usados año tras año y por la adición de nuevo material cada temporada de
cría, pueden llegar a alcanzar un considerable volumen, aunque los agentes
atmosféricos dan buena cuenta de ellos con frecuencia. La caída de un nido
en el otoño con fuerte viento resulta espectacular. En algunos lugares se
incita a la nidificación
de las cigüeñas colocando soportes adecuados en los tejados o en las torres
de edificios que las cigüeñas adoptan con gusto. El macho que ha ocupado el nido y comenzado a
reconstruirlo no se aparta apenas de él hasta la llegada de la hembra.
Solamente lo hace por cortos intervalos y, a veces, sucede que a uno de
ellos llega otra Cigüeña del mismo sexo que ocupa el nido. Entonces se
inician las frecuentes luchas a picotazos entre dos machos que a menudo
terminan con la muerte de uno de ellos Casi siempre el primer ocupante vence
en la lucha, a no ser que sea víctima de un picotazo inesperado. El cortejo nupcial incluye curiosas posturas y
golpear de una mandíbula sobre otra, en la forma que ya ha sido descrita al
hablar de los sonidos por las cigüeñas. La cabeza llevada hacia atrás sobre
de espalda, la cola abierta en abanico, la rabadilla u obispillo elevada
hasta el nivel de la espalda y continuos aleteos de las dos alas es la
manifestación representada con insistencia por el macho y que en ocasiones
también la hembra sigue. Con la puesta y por lo tanto el comienzo de la
reproducción, no se interrumpen estas manifestaciones que, aunque atenuadas,
pueden ser observadas frecuentemente en el nido. La construcción de un nuevo nido puede ocupar a las
cigüeñas en un duro trabajo durante una semana. Al principio aportan ramas
gruesas que pueden tener hasta cuatro cm. de diámetro y que forman la
plataforma base o el cimiento. Sobre estas ramas colocan otras pequeñas,
tierra, barro, hierba, dejando una concavidad en el centro, forrada
interiormente de hierba, musgo, papeles, trapos, plásticos, plumas, trozos
de arpilleras y otros desperdicios. De este modo queda el nido muy compacto,
pero muy pequeño en proporción a los que normalmente se ven en los campos y
pueblos ibéricos, no superando un espesor de 30-40 cm. y un diámetro de 80
cm. En sucesivos años se irá completando la gran
estructura hasta alcanzar a veces un espesor de casi 2 metros y con un peso
que puede llegar a medio quintal. Ambos adultos aportan el material para la
construcción, pero el macho realiza la mayor parte de este trabajo,
quedándose la hembra en el nido donde entrelaza las ramas y forra su
interior. En el mes de marzo a partir de la mitad del mes y más a menudo en
abril, comienza la puesta que normalmente consiste en 4 huevos, aunque 3 y 5
no son infrecuentes. También se han comprobado puestas de un solo huevo, de
6 e incluso de 7. Jourdain señala que algunos huevos e incluso jóvenes
recién nacidos, cuando la puesta es muy grande, son lanzados por los adultos
fuera del nido en un caso insólito de control de la natalidad, en función de
la potencial alimentación de la zona. Los huevos son de forma variable,
blancos, a veces brillantes, y el promedio obtenido para 103 por Jourdain
fue de 73,2 x 51,8 mm. con un máximo de 81,5 x 46,5 mm. y 71,7 x 55,7 mm. y
mínimo de 65,6 x 49,6 mm. Son dejados con intervalos de 48 horas y la
incubación por ambos sexos que se alternan comienza con la puesta del
primero o del segundo huevo. Parece comprobado que la hembra realiza la
incubación por la noche ella sola y que el macho releva solamente de día.
También sucede a veces que la puesta de los huevos es cada 24 horas, pero
una semana para completarla es un período de tiempo normal. El trabajo que sobre el nido efectúa la hembra es muy
notable. Cada huevo que pone requiere la renovación del material que forra
el nido, probablemente en orden a permitir que exista un drenaje adecuado
para el agua de lluvia, pues es bien conocido qué cantidad de chubascos
tienen que soportar los nidos de cigüeñas en la muy lluviosa primavera
ibérica. La incubación dura de 32 a 34 días y el nacimiento del último pollo
puede estar distanciado fácilmente diez días del primero, con lo que las
diferencias en el crecimiento son, a menudo, muy grandes. Las cigüeñas
cuidan con gran celo a sus hijos y siempre una de ellas permanece en el
nido. En días de fuerte sol procura con las alas entreabiertas protegerlos.
Sin embargo, el mayor peligro para los jóvenes lo constituyen las lluvias
repentinas y torrenciales que pueden ahogarlos dentro de tan voluminosa
bañera si no es lo suficientemente porosa para desalojar rápidamente el agua
embalsada. Ambos adultos aportan el alimento regurgitándolo en
el nido donde los pollos lo picotean. Normalmente este alimento es una pasta
informe en la que están incluidas ranas, peces, materia vegetal, etc. Al
nacer, los pollos están cubiertos con un plumón blanco corto, poco denso,
faltando totalmente en algunas partes del cuerpo. A la semana de nacer ya
aparece el segundo plumón que es más largo y apretado, naciendo también en
las partes antes calvas. El pico es negruzco y las patas cambiantes en pocos
días en su coloración: primero rosas, luego grises y después amarillas. A
las pocas horas de su nacimiento ya instintivamente echan hacia atrás la
cabeza y golpean las mandíbulas. Con frecuencia lanzan un ligero e
insistente maullido y silban,
siendo por lo tanto más aficionados a emisiones vocales que los adultos. En
lugares calurosos los adultos aportan agua en el pico. No obstante, es
frecuente que los jóvenes permanezcan en el nido muy acalorados con el pico
abierto ampliamente. Al principio, cada hora las cigüeñas adultas aportan
alimento al nido. A las dos o tres semanas sus regurgitaciones son más
distanciadas, seguramente no inferiores a dos horas. Las jóvenes cigüeñas vuelan por primera vez a partir
de los 55 días, pero más a menudo no antes de 60 días y muy ocasionalmente a
los 52 días en lugares muy favorables con abundante alimentación. Aunque
vuelan con los padres y se alejan del lugar, vuelven al nido a dormir y en
noches claras se observa gran actividad allí, cebando los adultos como en
pleno día. La Cigüeña Blanca tarda en general cuatro o cinco
años en adquirir la madurez sexual, pero numerosos casos de reproductoras de
tres años se producen casi todos los años en Iberia. En Alemania se comprobó
una Cigüeña criando a los dos años de edad (Schnetter y Zink 1960) en 1957
en Baden. Sin embargo, los dos pollos nacidos murieron a los doce días de
vida al no ser capaz la Cigüeña hembra de cebarlos ella sola, puesto que el
macho joven falló en la aportación de alimento, sin duda por falta de
madurez. También existen otros casos de cigüeñas tempranas y en algunos de
ellos la reproducción se completó con éxito. La Cigüeña Blanca Ciconia ciconia ocupa en Europa gran parte de la Península Ibérica,
nordeste de Francia, Países Bajos, las dos Alemanias, Polonia, Austria,
Hungría, los Balcanes excepto la mitad meridional de Grecia, Dinamarca y
Rusia occidental (Estonia, Letonia, Lituania, Ucrania). Falta completamente
en Gran Bretaña e Irlanda, Escandinavia, Italia, Islas del Mediterráneo y la
mayoría de Francia, donde localmente se han producido
nidificaciones esporádicas. A este respecto, Bernis (1966) comenta: «Llama
mucho la atención la falta de cigüeñas criando en casi toda Francia. Esta
laguna zoogeográfica tan chocante se extiende desde Holanda y Alsacia hasta
el Valle del Ebro, en España. Dentro de tan amplio vacío sólo se conocen
nidificaciones harto esporadicas y en general inconstantes que de acuerdo
con Mayaud se refieren concretamente a 9 Departamentos del Nordeste de
Francia (aparte de los de Alsacia y el del Mosela), 2 Departamentos del
Noroeste de Francia, 1 del Sudoeste (Vendée) y otro del Sudeste
(Bouches-du-Rhon) y la mayor parte son nidificaciones fugaces o pretéritas» La población europea es mayor en conjunto y a pesar
de una drástica disminución en varios países, puede rondar actualmente las
50-70.000 parejas. Al hacer un estudio de la Cigüeña Blanca forzosamente
hay que dedicar gran parte del mismo a sus migraciones y a la invernada en
Africa. Esta conducta ha sido estudiada de forma exhaustiva por numerosos
ornitólogos europeos, destacando entre ellos Bouet y Schüz. Pero para Iberia
y concretamente en España, es Bernis quien ha realizado el más completo
análisis con experiencia propia en el campo y también ha obtenido las más
acertadas conclusiones, estudiando el material aportado por múltiples
observadores y ornitólogos. A él seguiremos en una somera revisión que puede
dar una idea conjunta del comportamiento de las cigüeñas españolas y
portuguesas y, adicionalmente, del de las restantes europeas. La subespecie Ciconia c. ciconia
es la que se reproduce en Europa, distinguiendo Vaurie otra subespecie para
Asia, Ciconia c. asiática, algo más grande, siendo la diferencia
más conspicua el tamaño del pico. Atendiendo a los datos aportados por Bernis (1966), la población europea
de la subespecie ciconia era hace años del orden de 180.000 parejas
reproductoras, lo que, sin duda, implicaba una población del orden de más de
600.000 aves. Desafortunadamente estas cifras no son válidas para hoy,
puesto que la Cigüeña Blanca ha disminuido mucho en Europa por diversas
causas que luego se analizarán. Pero sirvan estos datos como referencia de
una época óptima para la Cigüeña que es difícil pueda volver a producirse. Para comprender mejor el mecanismo de migración de
las cigüeñas europeas se pueden distinguir en nuestro Continente tres
poblaciones: Cigüeñas occidentales, cigüeñas orientales y zona de
superposición o mixta. A la primera corresponden las aves que emigran con
rumbo hacia el Sudoeste, fundamentalmente a través de Francia y mitad
oriental de Iberia, sobrevolando el Estrecho de Gibraltar hasta alcanzar
Africa. Las cigüeñas de la segunda orientan su migración posnupcial hacia el
Sudeste europeo para sobrevolar el Estrecho del Bósforo. Dentro de la zona
que hemos dado en llamar mixta, unas cigüeñas toman rumbos posnupciales
hacia el Sudoeste, y otras, que incluso pueden reproducirse más a occidente,
vuelan hacia el Sudeste. En esta zona sobrepuesta se incluyen las
poblaciones de Dinamarca, norte de Holanda y casi toda Alemania occidental.
Iberia y Alsacia (Francia) quedan de lleno en la población occidental. Los
países de la Europa oriental, que reúnen en su conjunto la mayor parte de
las cigüeñas europeas, forman la que hemos llamado población oriental. Las cigüeñas que atraviesan el Estrecho de Gibraltar
y las muchas que pasan en amplio frente por zonas más al Este y al Oeste de
este punto, pertenecen, como se ha dicho, a la población occidental e
invernan al otro lado del Sahara en zonas áridas o semiáridas que se
extienden a uno y otro lado del paralelo 14° Norte. El anillamiento en
Iberia de un buen número de cigüeñas ha producido notables recuperaciones en
países del centro de Africa e incluso en la propia Sudáfrica. Esto ha dado
prácticamente la vuelta a toda una teoría generalizada de que nuestras
cigüeñas no viajaban más al Sur de los países del Golfo de Guinea y
solamente se admitía el hecho como extraordinariamente raro. Precisamente la
captura en Rodhesia en el mes de marzo de una que había sido anillada en
Alsacia fue causa de general sorpresa. En la primavera de 1923 fue cogida en
Sevilla una Cigüeña que llevaba clavada una saeta o flecha similar a la que
usan los negros unguru de la entonces Tanganika. La flecha se conserva en el
museo alemán de Radolfzell. Este caso fue expuesto como prueba de que las
cigüeñas llegaban por lo menos hasta el Africa Tropical oriental, pero
entonces se dudó de su fuerza argumental. El estado actual de los
conocimientos pone de relieve cuánto valor tiene este hecho verdaderamente
fortuito. Con los datos que ahora poseemos, aún insuficientes desde luego,
parece abrirse camino la probabilidad de que una importante población
occidental de cigüeñas se una a las orientales, de las que ya se conocía muy
detalladamente a través de un intensísimo anillamiento, su lugar de
invernada. Este comprendía una extensa zona que se iniciaba en el Delta del
Nilo y se concentraba en su curso alto (Nilo Blanco y Nilo Azul), región de
los Lagos, las dos Rodhesias y la Unión Sudafricana (parte oriental). Está,
pues, ahora claro que entre esta población oriental pasan el invierno buen
número de cigüeñas occidentales, pero es necesario intensificar el
anillamiento, sobre todo en Iberia, para establecer un status más completo
del que ahora se perfila. De este modo pueden explicarse casos de cigüeñas
occidentales que cambiaron la ruta en su viaje de regreso a Europa, sin duda
arrastradas por el flujo de las orientales desde el mismo centro de Africa.
Bernis cita el de una que había sido anillada en Túnez y que fue comunicada
en abril del tercer año desde Israel. Otro caso de traspaso de una zona a
otra, se dio con una Cigüeña nacida en Alsacia que ya en septiembre de su
año de nacimiento es recuperada en el Danubio bávaro, 200 km. al Este. Las cigüeñas de Europa oriental ya se indicó que
ocupan la extensísima zona que va desde el Sudán hasta Sudáfrica. En algunos
lugares del continente africano el paso de cigüeñas en migración resulta
verdaderamente espectacular, volando a gran altura y concentrándose con
frecuencia los grupos hasta formar bandos de millares de ellas. También aquí
se producen raras dispersiones, entre las que cabe citar como muy
sorprendentes una anillada en Alemania que derivó hasta la India; otra de
Alemania oriental recuperada en Irak y varias centroeuropeas que alcanzaron
la península arábiga. Las cigüeñas marroquíes y argelinas, incluida la
exigua población tunecina, tienen cierta tendencia a invernar en Africa
central, donde ya han dado numerosas recuperaciones (Ubangui-Chari, Zaire,
Uganda). Las cigüeñas de la zona europea que hemos denominado como mixta o
sobrepuesta, poseen un comportamiento migratorio cambiante y parte de ellas
se recuperan en Africa occidental y una muy importante población alcanza el
centro y sur del Continente negro. La gran mayoría de las cigüeñas danesas
parecen seguir la misma ruta que las orientales, pero también hay una
minoría de recuperaciones en el occidente africano. Lo mismo sucede con las
poblaciones alemanas del norte y centro, mientras las holandesas muestran
más acusada tendencia a emigrar hacia el Sudoeste. El comportamiento migratorio de las cigüeñas es
variable con la edad. Ya se ha dicho que la madurez reproductora no es
alcanzada antes de los tres-cuatro años de edad. En el primer año de vida la
mayoría de las cigüeñas no vuelven a sus países natales, sino que permanecen
en países más meridionales y probablemente muchas no abandonan sus zonas de
invernada. En el segundo y tercer año repiten esta conducta, pero de forma
más limitada, iniciando cortas migraciones que las aproximan o hacen llegar
al lugar donde más tarde van a reproducirse. Es interesante lo que Bernis
resume sobre el regreso al lugar del nacimiento de las cigüeñas. Cito
textualmente: «Las cigüeñas maduras aparecen criando por primera vez en
localidades más o menos distantes de la natal. Al igual que en bastantes
otras aves migradoras, lo normal aquí no son retornos natales, sino nuevas
colonizaciones de lugares diferentes, a veces distantes. La reocupación del
nido natal es un episodio raro. Homberger (1954) da los siguientes
porcentajes: retorno a localidad natal, 8 de recuperaciones; retorno a 0-10
km., 36; a 10-25 km., 22; a 25-50 km., 17; a 50-100 km., 9; 100-500 km., 7;
más de 500 km., 1. La nidificación más alejada comprobada por dicho autor es
de 600 km. de distancia. Otro naturalista, Zink (1963), por ejemplo, basado
en lecturas de anillas a distancia, deduce que el 70% de las cigüeñas que
anidan por primera vez, lo hacen a más de 50 km. de la localidad natal.
Entre los casos más notables figura una Cigüeña de Brandenburgo (Alemania
Oriental), que es controlada a los cinco años y nuevamente a los seis años,
criando en un nido en Baden (Alemania
Occidental). Se trata, por lo tanto, de una Cigüeña nacida oriental que pasa
a criar en el área de las occidentales. Mucho más sorprendente es el caso
citado por Mayaud (1965) de una Cigüeña anillada como pollo en Alsacia en
1958 que aparece criando en Marruecos en 1962». El flujo migratorio posnupcial de las cigüeñas
occidentales (ibéricas sobre todo), después de sobrevolar el Estrecho de
Gibraltar, se interna en Marruecos en un amplio frente para alcanzar los
países del Africa occidental. Esto que parece claro en principio no lo es
tanto a la hora de entender cuál es la ruta seguida por las cigüeñas
españolas que se han recuperado en el centro y sur de Africa. Ya advertía
Bernis en 1959 lo poco que se sabía de la migración posnupcial, sobre todo
si comparamos los datos a nuestro alcance con los existentes para el paso
prenupcial. Bernis estimaba en 1973 que la migración posnupcial entre julio
y septiembre, podría verter por encima de Gibraltar unas 60-80.000 cigüeñas.
En el recuento de migrantes efectuado en el verano-otoño de 1972, no se
llegó a las 17.000 cigüeñas. Bernis, que dirigió este censo, estima que
muchas se escaparon al recuento, en parte por haber atravesado el Estrecho durante
el mes de julio, antes de iniciarse las observaciones, y también, quizá,
porque algunas grandes bandadas pudieron haber despegado desde más al Oeste
del lugar ocupado por los ornitólogos. Bernis afirma asimismo, que los
cómputos de cigüeñas ibéricas calculados por él en 1959 en particular los de
la población ibérica, son hoy algo altos. Señala, además que el 90% de las
cigüeñas comunes que atraviesan por Gibraltar, son ibéricas. De más allá de
los Pirineos sólo acuden cigüeñas a
Gibraltar desde Alsacia, Holanda y partes de Alemania occidental, no
suponiendo estas poblaciones más de 2-3 millares de aves. La mayoría de
ellas llegan a la Península Ibérica por ambos extremos de los Pirineos. En
las provincias Vascongadas y Navarra el paso de cigüeñas en agosto y
septiembre es abundante, pero siguiendo una ruta muy oriental dentro del
País Vasco que sobrevuela Irún Oyarzun y campos de Jaizubia, entre las Peñas
de Aya y el Monte Jaizquíbel. De forma ocasional se desvía este flujo hacia
el Oeste, a lo que sin duda puede contribuir algún cambio meteorológico. Su
presencia en otras zonas cantábricas más al Oeste es esporádica, pero no
faltan observaciones en Vizcaya, Santander y Asturias. Mucho más acusado y abundante es el paso posnupcial
por el levante español. Existen muy numerosas observaciones y capturas en
Gerona, Barcelona, Valencia, pero con frecuencia lejos de la costa, en pleno
mar. Su presencia (posadas sobre edificios de pueblos y ciudades de la
región catalana) sorprende como un suceso raro. Lo mismo ocurre en el Delta
del Ebro donde hay alguna observación y sólo una captura en marzo de 1954 de
una anillada en Alemania (Maluquer 1971). Por toda la mitad oriental ibérica
existen numerosas capturas de cigüeñas europeas occidentales y en esas
provincias se concentran también la mayoría de las observaciones. Bien es
verdad que la Cigüeña es respetada en el occidente de la Península Ibérica y
en la práctica no se caza allí, pero no en la zona oriental donde no anida y
parece que se caza de forma furtiva. Lo mismo sucede en las Marismas del
Guadalquivir, en las que existen numerosas recuperaciones de cigüeñas de
Holanda, Alsacia, Alemania, etcétera. La Cigüeña Blanca es un inmigrante muy temprano y son
frecuentes todos los años las noticias que hablan de la llegada de estas
aves a determinados lugares del centro y sur de Iberia en plenas Navidades y
aun antes. Esto es ciertamente anormal y algunas de estas cigüeñas pueden
ser invernantes que ocasionalmente se desplazan hacia el Norte, y al hacerse
visibles, provocan el comentario general. Dos corrientes principales de migración prenupcial se
inician en los países del Golfo de Guinea, donde parece que invernan la
mayoría de las cigüeñas ibéricas. Una sigue a lo largo de Mauritania,
entrando en este país desde el Senegal y Malí, hacia el Norte, alcanzando el
Sahara occidental y el sudoeste de Marruecos. Desde diciembre a febrero son
ingentes las cantidades de cigüeñas que pasan muy cerca de la costa,
bordeando por el Oeste las estribaciones del Atlas marroquí. Muchas de ellas
siguen hacia el Norte y atraviesan en bandos el Estrecho de Gibraltar. La
otra corriente indicada, sin duda menos intensa, alcanzaría Argelia y Túnez
por Ahaggar e In-Salah, en pleno desierto del Sahara. A ella se unirían
algunas que no sobrepasan la Cordillera del Atlas y que, pertenecientes a la
población argelina, buscan sus zonas de nidificación, desviándose hacia el
Nordeste. Dentro de estos movimientos típicos migratorios se
han observado otros en sentido contrario al que debería predominar según la
estación. Esta situación puede ser en parte temporal, como sucede con otras
especies de aves, que producen con frecuencia lo que llamamos corrientemente
«contrapase» y que suele estar motivado por condiciones meteorológicas
desfavorables que el pájaro adivina antes que el hombre. También la
presencia de bandos de cigüeñas inmaduras que no llevan una dirección
definida y que con su vagabundeo pueden originar confusión en los
observadores. Además, hay que destacar aquí la gran influencia que tiene en
la biología africana de la Cigüeña Blanca Ciconia ciconia la Langosta Schistocerca gregaria. En
Africa, bandos de cigüeñas persiguiendo a nubes de langostas parece ser un
espectáculo frecuente, y aunque no puede decirse que la migración del ave
esté determinada por la del insecto, sí admitiremos desviaciones y
vagabundeos provocados por éste. Es bien conocida la gran afición que a la
captura de acrididos tienen las cigüeñas. Bernis insiste también en que las
cigüeñas occidentales inician sus dos vuelos migratorios, el prenupcial y el
posnupcial, bajo el signo de una sequía más o menos prolongada que imprime
un sello ecológico diferente en las respectivas regiones de partida. Así como el viaje prenupcial es rápido y las cigüeñas
invierten en él cerca de un mes, volando cada día un promedio de 100-200
km., el posnupcial parece ser más En pleno invierno, normalmente en diciembre, ya
muchas cigüeñas ocupan sus nidos en Marruecos, completándose la ocupación en
enero. En Iberia la migración comienza ya a ser apreciable en el Sur a
primeros de enero. En la segunda mitad de enero y primera de febrero la
mayoría han ocupado sus nidos. En Europa occidental las cigüeñas llegan a
los nidos desde finales de febrero a fines de marzo. La Cigüeña Blanca ha sido uno de los pájaros que con
más intensidad se han anillado, sobre todo en proporción a su población. De
este modo se conocen ahora innumerables datos y conclusiones sobre las que
está basado todo lo escrito anteriormente. Bernis (1966) resume las
actividades anilladoras en España desde su comienzo en 1927, utilizando
anillas de la Central Ornitológica de Budapest. De 1934 a 1936 se inició el
anillamiento por iniciativa del Ingeniero Marina de varios centenares de
cigüeñas en Avila, Ciudad Real y Córdoba. A partir de 1957 los anillamientos
corrieron a cargo de la Sociedad Española de Ornitología y hasta 1972 se
habían anillado un total superior a las 8.000 cigüeñas que dieron muy
interesantes recuperaciones en diversos países africanos. A la vez se
centralizaron las que aquí se capturaban anilladas en los restantes países
europeos, disponiéndose así de un extraordinario material de primera mano
para la realización de estudios sobre la migración de esta especie. No se puede hacer aquí una relación de todas las
recuperaciones habidas hasta la fecha de las cigüeñas anilladas en Iberia,
pero sí un resumen significativo. A pesar de cuanto se dijo sobre la vuelta a sus
lugares de nacimiento de las cigüeñas, existen recuperaciones que indican
una gran querencia a su zona natal. Una anillada como pollo en el nido en
Navalmoral de la Mata (Cáceres) en mayo de 1962, fue encontrada muerta en un
tejado en el mismo lugar a los 6 años y 9 meses. En Almaraz (Cáceres), se
anilló también como pollo en junio de 1966 una que a los 3 años y 2 meses se
encontró muerta allí mismo y una tercera, anillada pollo igualmente en
Almaraz en mayo de 1968, murió electrocutada en el mismo lugar un año y 10
meses después. Existen numerosos casos de desviaciones de la ruta
normal de las cigüeñas ibéricas que van y vienen a Africa. Así, una anillada
en Medina Sidonia (Cádiz) en junio de 1968, fue recuperada en julio del
siguiente año al este de Argelia. Otra más, anillada en el mismo lugar
también como pollo en junio de 1970 aún fue más lejos: se recuperó en Sousse
(Túnez) en febrero de 1971. En Cartago (Túnez) igualmente se capturó en
febrero de 1969 una que había sido anillada como pollo en junio del año
anterior en Villamesías (Cáceres). Las recuperaciones de cigüeñas ibéricas que han
producido más sensación en los estudiosos de la biología de estas aves, son
sin duda las habidas en países del Africa central y del Sur. Desde el famoso
y curioso incidente de la Cigüeña asaetada ya descrito, se sospechaba la
invernada de una parte de la población de nuestras aves en el corazón del
Continente africano. Pero la recuperación en Kildare, Natal (Sudáfrica) en
abril de 1970 del esqueleto de una Cigüeña anillada en Tarifa (Cádiz) el 25
de mayo de 1969 como pollo en el nido, causó una verdadera sorpresa y el
dato es de gran valor ornitológico. También en Zambia en abril de 1969 se
había capturado una Cigüeña ibérica anillada en junio del año anterior en El
Gordo (Cáceres). Otra anillada como pollo en Casas Viejas (Cádiz) fue
capturada en Bulawayo (Rodhesia) en marzo de 1970. Y otra más en el Zaire
(Luluabourg) en mayo de 1971 y a 5.500 km. al Sur-Sudeste de su lugar de
anillamiento en Villanueva de la Serena (Badajoz) en mayo de 1967.
Luluabourg es una localidad congoleña situada en la provincia de Kasai, al
noroeste de Katanga. La invernada en los países del occidente africano y
del Golfo de Guinea está acreditada por capturas en Malí, Senegal, Nigeria,
Alto Volta, Ghana, Togo y Costa del Marfil de cigüeñas anilladas en la
Península Ibérica. Aunque muchas de ellas son pájaros jóvenes no
reproductores, alguna alcanzó la edad de 14 años y otra los 7 años. En Malí,
donde hay numerosas recuperaciones, alguna no había cumplido aún los 6 meses
de edad. También en Ghana y Alto Volta se capturaron dos más con 6 meses de vida solamente. Las recuperaciones de cigüeñas europeas en la
Península Ibérica abundan y, consecuentemente, se sabe ahora mucho sobre las
rutas seguidas. En el paso posnupcial ya se dijo que la mayoría caen en
provincias levantinas y en general casi todas en la mitad oriental de
Iberia. El paso prenupcial produce, sin embargo, un esquema diferente, pues
varias capturas se obtienen en provincias de la mitad occidental, algunas
tan norteñas como en la provincia de Lugo, en pleno invierno (enero), Bernis
cita recuperaciones curiosas que ponen de manifiesto hasta qué extremo se
han estudiado las cigüeñas en algunos países europeos. Así, en 1963, en
marzo, se encontró muerta una que poseía una historia notable. Este ave
había sido anillada en Ludwigshafen (Alemania) en 1950. Observando a distancia con potente
óptica los nidos, fue controlada en el nido en Landau en 1957, 1958, 1959 y
1960. Nuevamente observada su anilla cuando regentaba un nido en Neustadt,
en 1961, y de nuevo en otro nido al siguiente año 1962, en Gemersheim. Estas
localidades quedan todas próximas entre sí. En conjunto las recuperaciones
en Iberia se refieren fundamentalmente a aves alemanas, holandesas y
alsacianas, pero también hay capturas de cigüeñas checas, danesas y polacas,
sin duda casos típicos de migrantes desviados de su ruta normal hacia el
Sudeste europeo. La disminución de cigüeñas en toda Europa es un hecho
cierto y en verdad lamentable. En algunos lugares causa verdadera alarma el
creciente despoblamiento de zonas y la gran cantidad de nidos que quedan
abandonados. Las causas son varias y su análisis requeriría un excesivo
espacio. En Iberia y en general en Europa el drenaje de zonas húmedas y su
roturación para diversos cultivos así como las sequías, aunque éste es un
fenómeno de siempre, pero que ahora se combina con el anterior, son causas
importantes en sí como para rebajar la densidad de las poblaciones de
ciconia, pero no para diezmar como lo hace el creciente uso de insecticidas
y herbicidas en los campos y las pulverizaciones con productos tóxicos sobre
lagunas y estanques. Sin embargo, estimo que las causas principales de esta
disminución hay que buscarlas en sus cuarteles de invierno en Africa. Al
igual que otras especies de pequeños pájaros, las cigüeñas han sufrido las
consecuencias de la extremada sequía producida durante 9 años consecutivos
en la zona africana del Sahel. Pero aún es mayor allí la contaminación por
los plaguicidas que son usados de forma masiva y, lo que es peor,
indiscriminada, rociando extensas zonas donde incluso no es necesario su
uso. La especial afición de la Cigüeña por la langosta es también otra de
las causas de su merma en las poblaciones al introducirse en un medio
contaminado y que es sistemáticamente combatido desde avionetas con
pulverizaciones que impresionan por su extensión y efectos. También la caza
practicada en numerosos países africanos puede contribuir en no poca medida
a este descenso en el número de las cigüeñas europeas, sobre todo si tenemos
en cuenta lo fácil que resulta aproximarse a un ave prácticamente
semidoméstica. En pequeña medida, pero valiosa, sin embargo, resulta
la protección que se dispensa a la especie en todos los países europeos.
Incluso en zonas donde el campesinado podría parecer indiferente, no es así
y se procura facilitar la nidificación con estructuras adecuadas que,
afortunadamente, son admitidas por los pájaros sin recelo. La Cigüeña Blanca es ave protegida por la Ley en
España y su caza y captura, tráfico, comercio y exportación de ejemplares
vivos, así como de sus huevos, crías y restos, incluída la preparación en
piel o naturalizadas, está prohibida. |