Chotacabras Europeo Caprimulgus europaeus Muchos son los pájaros que
con su llegada a nuestros campos y bosques desde las lejanas tierras
africanas nos anuncian la llegada del buen tiempo. Sin embargo, ninguno como
el Chotacabras
Europeo
Caprimulgus europaeus es tan sensible al
afianzamiento de temperaturas, a la desaparición de las heladas y a la
prolongación de las lluvias. El plumaje es altamente
mimético y se confunde bien con la corteza de las ramas de los árboles donde
se posa o en el suelo entre la vegetación y la hojarasca. Sus partes
superiores son grises, densamente rayadas de negro y con finas y curvadas
rayitas y manchas pardas. Las plumas del píleo, nuca y escapulares tienen
color negro y rayas o franjas pardo rojizas. Las plumas escapulares poseen
unas manchitas beige que cuando el pájaro está posado le dan un aspecto
curioso, como si tuviera unas hileras de dientes amarillos a cada lado del
cuerpo, lo que contribuye a hacer que su plumaje sea todavía más fácil de
confundir en el entorno vegetal o terroso. La cara alrededor de los ojos, el
mentón y la garganta, son de color pardo amarillento y en la parte baja de
esta última se advierte bien una pequeña mancha blanquecina o amarillenta.
El pecho es pardo grisáceo muy densamente rayado en finas ondulaciones
negras. Las alas son de color pardo grisáceo y los machos tienen en las tres
primarias exteriores unas grandes manchas blancas que son muy visibles en vuelo. Las hembras poseen un plumaje semejante, pero difieren en que
carecen de las manchas blancas en las alas y en las rectrices de la cola.
Los machos tienen, además de las tres manchas blancas en cada ala que son
variables en tamaño, las puntas de las dos rectrices de cada lado de la cola
blancas o blanco beige, detalle que resulta muy notorio al volar. Ambos,
macho y hembra tienen una raya blanca o amarillenta que naciendo en la base
del pico atraviesa la cara bajo los ojos y se prolonga hasta los lados del
cuello. La cabeza es ancha y aplastada y el pico corto y débil, provisto en
las comisuras de unas duras cerdas y cuando abre la boca asombra por la
garganta excepcionalmente ancha. Las alas tienen forma alargada y puntiaguda
y la larga cola profusamente manchada con barras transversales pardo
negruzcas es cuadrada en su terminación y al desplegarla forma un abanico de
diez rectrices. Los ojos son muy grandes y de color pardo. Si se
puede coger en la mano se aprecia en seguida la suavidad de su plumaje lo
que le permite volar muy silenciosamente y sobre todo llaman mucho la
atención sus cortísimas patas. La longitud de las manchas blancas que los
machos tienen en los extremos de las rectrices exteriores de la cola: 23-31
mm. de longitud y que no son siempre blancas sino con frecuencia teñidas de
parduzco, probablemente en Chotacabras de edad no superior a un año. Los
machos viejos poseen un plumaje extraordinariamente vistoso cuando llegan a
Iberia en los últimos días de abril. Las manchas o «dientes» de las alas y
la bigotera de la cara son de un beige amarillento muy llamativo y la mancha
blanca de la garganta es muy blanca. Los
chotacabras jóvenes se parecen a las hembras adultas, pero en conjunto son
más grises. En septiembre y octubre mudan incompletamente (no las plumas de
las alas y la cola) y en enero-febrero sufren una muda completa, después de
la cual el macho joven no puede ser fácilmente distinguido del adulto de más
de un año. El
Chotacabras Europeo
vuela de forma errática, probablemente cuando va en
persecución de insectos, porque a menudo también tiene un vuelo rápido y
directo. Es silencioso y fantasmagórico puesto que se trata de una especie
netamente crepuscular y nocturna en sus actividades. Con buena luz de la
luna y permaneciendo inmóvil el observador, se puede ver a estos pájaros dar
vueltas con suavidad sobre una zona favorable por la abundancia de insectos,
alternando batidos de alas con planeos y tratando de acercarse con
precauciones a focos de luz donde innumerables mariposas nocturnas son
atraídas. Estas son capturadas abriendo ampliamente la boca, pero sólo en el
momento de acercarse a ellas y no llevándola continuamente abierta como a
menudo se ha creído. En un buen número de países europeos se da a este
pájaro nombres relacionados con una supuesta costumbre de chupar la leche de
las cabras directamente de sus ubres. No sólo el nombre científico, sino
también en nuestro idioma, el inglés popular, alemán, francés, italiano,
catalán, griego, etc. son indicativos de esta falsa actividad que se le ha
imputado.
Aunque como especie nocturna no es fácil de observar, sí se conocen bien sus
actividades durante la noche y en la reproducción porque es una especie que
siempre ha atraído la atención de los ornitólogos. A pesar de tener las
patas exageradamente cortas en proporción a su cuerpo largo y grande, puede
caminar por el suelo con cortos y rápidos pasos y llevando el cuerpo muy
horizontal, pero rara vez anda o corre. Si se le sorprende durante el día en
su posadero, muy a menudo el mismo día tras día, vuela rápidamente, pero no
se aleja mucho y desciende al suelo entre la vegetación más próxima. Se posa
muy a menudo a lo largo de la rama baja de un árbol confundiéndose
fácilmente con ella y pareciendo más que un pájaro, un abultamiento de la
propia corteza, tan agachado y quieto permanece. Se ha observado que hay dos
lugares que atraen especialmente su atención para reposar durante el día
antes de iniciar la reproducción e incluso durante parte de ésta.
Plantaciones de pinos jóvenes sobre todo de Pino insigne Pinus radiata
en las que se posa en las ramas más bajas, casi a nivel del suelo y sobre
todo a parches o zonas de monte o rastrojo que ha sido recientemente quemado
para destruir la maleza. En gran parte de su hábitat norteño (concretamente
en Asturias), después de una corta de eucaliptos Eucalyptus globulus
se suele quemar el terreno, las malezas y hojarasca. Estas son zonas óptimas
donde se estacionan los chotacabras en una densidad que sorprende y que nos
descubre que la población no es tan escasa como puede pensarse de lo
esporádico de su canto o de la dificultad de encontrar las puestas de
huevos. Es de suponer que los extensos helechales sirvan muy bien para
ocultar a estos pájaros lo mismo que los brezales y zarzas. Se ha
hablado del silencioso vuelo del chotacabras. Esto no es completamente
exacto. Ocasionalmente y si se acerca al observador mientras gira en el aire
se escucha un crujido que aparentemente es producido al chocar entre sí las
puntas de las alas. Coward (1928; señaló que teniendo en cuenta lo blandas
que son las plumas de este pájaro es prácticamente imposible que con ellas
produzca sonido tan áspero como un latigazo. Para él no había duda de que la
rapidez de subir y bajar las alas producía este chasquido probablemente de
origen muscular. Oldham (1924; creía, por el contrario, que cuando el
chotacabras elevaba las alas, sus extremos chocaban con fuerza sobre la
espalda, produciendc el extraño sonido. El
biotopo frecuentado por el chotacabras está constituido por bosques abiertos
de especies caducifolias y también de coníferas prefiriendo los claros con
vegetación arbustiva, helechos y otras plantas que nacen en zonas húmedas. A
menudo puede ser encontrado en espacios más abiertos y muestra una extraña
querencia por arenales en las cabeceras de las playas donde solamente se ven
algunos pinos dispersos. En estos amplios espacios se posa en los postes de
cercas y se observa con tendencia a ocupar el tope de los palos que sirven
como soporte a los montones de hierba (varas o facinas) y en los que se
suele colocar un bote de hojalata o un sombrero viejo. Los excrementos
descubren su posadero favorito fácilmente. Fuera de la época de la migración
se le ve solitario o en parejas. Durante aquélla y también antes de
iniciarla se reúnen en grupos y se posan al descubierto en zonas despejadas,
incluso desprovistas de vegetación. El
canto del chotacabras es uno de los hechos más notables que nos proporciona
la
observación de un bosque durante las noches primaverales. Describirlo no es
fácil. Quizá sirva decir que se trata de un runruneo sostenido cuyo tono se
eleva un momento para descender en seguida, tal como si el pájaro se alejara
o cambiara la dirección de su cabeza. Se ha comparado al sonido que produce
el carrete de una caña de pescar, pero más exacto seria decir que recuerda
el ruido de un motor que sonara apagado en la distancia. Se oye desde lejos
y el pájaro lo emite desde el suelo, sobre un muro de piedra, un poste de
madera de una cerca, o una piedra a baja altura. Si no es molestado canta
«sin respirar» hasta 5 minutos, pero más a menudo lo hace en períodos de 3
minutos, interrumpiéndose sólo un instante para continuar de nuevo. También,
ocasionalmente mientras vuela, pero entonces dura muy poco. Se ha dicho que
este canto es emitido mientras el pájaro está completamente inmóvil en su
posadero y lo hace con el pico cerrado. Así se había creído siempre y Tucker
(1940) lo aseguró al describir su voz. Pero la fotografía vino una vez más
en ayuda de la ciencia y John Markham, obtuvo la evidencia de un macho que
en julio de 1960 fue fotografiado cantando en plena noche sobre el tope de
un poste, que habitualmente usaba para ello. Inmediatamente que se posaba en
él y permaneciendo erguido sobre sus cortas patas iniciaba el canto con el
pico entreabierto y después de 20-30 segundos de permanecer de pie, iba
gradualmente agachándose hasta quedar echado sobre el pecho y vientre sin
una pausa en su canto. Naturalmente en una atenta audición se aprecian
variaciones individuales en los cantos, pero esto solamente cuando se pueden
escuchar a corta distancia. Aparte
del conocido canto descrito, los chotacabras emiten otros sonidos, más
notorios en los machos. Así éstos al volar lanzan con frecuencia un agudo
¡¡ku-ík!! y las hembras también, pero en pocas ocasiones. Si ambos están
alarmados, el macho lanza un rápido y alto ¡¡quick-quick-quick!! y la
hembra, y a veces el macho, un ¡¡chak!!.
Parece que está bien establecido que el chotacabras se empareja de por vida
y dos adultos pueden volver varios años consecutivos al mismo lugar para
anidar. Los vuelos demostrativos del celo comienzan en cuanto los pájaros
ocupan la zona. El macho vuela a baja altura y produce el chasquido
característico que ya se ha descrito antes, a menudo hasta 20-25 veces. Pero
corrientemente en tandas de 12-14, interrumpidas porque la hembra, que
permanece posada, también contesta con estos extraños batidos de alas. El
chotacabras no construye nido alguno y se limita a depositar los huevos en
el suelo limpio de vegetación, a veces en un ligero hueco no excavado por el
pájaro y normalmente siempre buscando la proximidad de un palo o trozo de
madera seca. No precisamente este nido debe estar en el interior del bosque
o en un claro del mismo. Muy corrientemente en helechales, brezales,
vegetación rala de terrenos arenosos y en robledales y hayedos, no próximo a
los troncos de los árboles, pero sí cerca de montones de hojas secas o al
abrigo de plantas de Tojo. Alguna vez se pueden encontrar puestas al abrigo
de un muro de piedra de los que circundan sotobosques en plena campiña. La
puesta normal es de 2 huevos, pero ocasionalmente se encuentran de uno solo
e incluso de 3. Las puestas de 4 huevos deben corresponder indudablemente a
dos hembras, aunque se asegura que alguna vez eran de una sola. El color es
blanco, ligeramente grisáceo o cenicientos y cubiertos con manchas, puntos,
rayas finas y nubecillas de colores variados, desde el pardo amarillento, o
rojizo pálido hasta el violáceo, repartidos por toda la superficie, algunos
de ellos densamente manchados y otros no tanto. Todos son muy miméticos y en
el suelo son difíciles de descubrir a no ser que el pájaro sea levantado por
casualidad. Jourdain, para 100 huevos obtenidos en Gran Bretaña da un
promedio de medidas de 31,88 x 22,46 mm. con un máximo de 36,5 x 21 mm. y
uno mínimo de 28,6 x 20 mm. D'Almeida para 10 huevos colectados en el norte
de Portugal obtuvo un promedio de 31 x 19,1 mm. con máximos y mínimos de
30,4 a 31,5 x 21,2 a 23,2 mm. Son dejados con intervalos de 36 horas y la
hembra incuba durante el día, siendo relevada al atardecer por el macho que
también lo hace al alba. Walpole-Bond (1938) señala que cuando se levanta a
una hembra que incuba, ésta se lanza a un vuelo errático y como jadeante en
presencia de los intrusos y tratando de atraer hacia ella la atención o bien
se eleva como un helicóptero verticalmente hasta 5 metros de altura y allí,
planeando y cerniéndose sobre el lugar, permanece unos segundos hasta que
opta por posarse no muy lejos, pero bien a cubierto. Cuando los pollos están
a punto de nacer o lo han hecho ya, el chotacabras simula estar herido y
aletea desesperadamente en el suelo con por lo menos un ala extendida. La
incubación dura 18 días y los pollos al nacer están cubiertos casi
completamente de un plumón pardo rojizo en el extremo y beige pálido junto a
la piel. Son alimentados por ambos adultos, pero normalmente antes de que
puedan volar, la hembra ha realizado su segunda puesta no lejos del lugar y
es entonces el macho quien ceba solo. A los 16-18 días ya son capaces de
realizar cortos vuelos y siguen siendo alimentados por el macho o ambos
adultos si es la segunda cría, siempre con insectos «pico a pico», durante
por lo menos 30-34 días.
Durante la noche la caza de insectos es muy intensa y Collinge en 62
estómagos determinó que los lepidópteros estaban en un 49 por ciento, los
coleópteros en un 38 por ciento y los dípteros el 13 por ciento. El
Chotacabras Europeo
se reproduce en toda Europa excepto en Islandia y la mitad
septentrional de Fenoescandia. En la Península Ibérica es más frecuente en
laderas arboladas de montañas desde los 800 metros hasta los 2.000 metros,
pero no falta en zonas bajas, páramos y campo abierto. En el Norte es ave
también de campiña, ocupando bajos niveles, incluso se le puede escuchar en
cabeceras de playas solitarias algunas de las cuales tienen pinos plantados
en la misma arena. De cualquier manera se halla muy disperso y no parece
abundante en ninguna parte, aunque localmente en linderos de bosques de
robles y hayas es especialmente numeroso. Llega
a nuestro país a partir del 10 de abril en buen número pero en años
favorables se le puede escuchar antes. Primera observación: 1 de abril para
Guipúzcoa y Asturias. Llegada masiva desde el 15 de abril hasta los primeros
días de junio. Los nativos se establecen en los últimos días de abril y
primeros de mayo. Desde el 12-18 de este mes se encuentran en los bosques
españoles las primeras puestas. A
partir de la última semana de julio se nota el paso otoñal que dura todo el
mes de agosto y septiembre. Algunos se ven todavía en la primera semana de
octubre en el Sur. Los nativos desaparecen en septiembre. En estos meses
muchos perecen atropellados en las carreteras donde se posan o chocando
contra los faros de los automóviles en días de niebla o fuerte lluvia. La
subespecie Caprimulgus europaeus europaeus habita casi toda
Europa, llegando por el sur hasta los Pirineos donde se confunde con la raza
meridionalis
que vive en toda la Península Ibérica. Esta subespecie es similar a
europaeus
pero de tamaño menor y en conjunto su plumaje es más pálido, sólo
ligeramente, más gris por encima y menos beige debajo y en el macho los
puntos blancos de las plumas primarias de las alas son más grandes. La
subespecie europaeus del norte de Europa inverna tan lejos como
Sudafricana, donde es vista regularmente en el invierno paleártico. La única
prueba de que esta subespecie pueda pasar o invernar en Africa Occidental la
dio una captura en Sierra Leona en marzo de 1930. (Bannerman, 1953). En
cambio es abundante en los pasos en toda el Africa Oriental y en un amplio
frente cruza el Sahara y los países del norte de Africa durante la
primavera, habiendo también numerosas observaciones en abril y mayo del
Sahara occidental y Marruecos. En las Baleares, Whistler y Ticehurst
obtuvieron un espécimen de la raza europaeus el 13 de mayo. El paso
primaveral de este pájaro a través del Estrecho de Gibraltar es algo
notorio, pero no tanto como en las islas del Mediterráneo central (Malta y
Sicilia) donde se capturan por millares a partir de la última semana de
abril. Los especímenes capturados en el Camerún pertenecían todos a la raza
meridionalis. De esto puede deducirse que la población ibérica no estará
lejos durante el invierno de los países del Golfo de Guinea. Ejemplares de
esta subespecie se han señalado para Gambia, Togo además de los ya citados
del Camerún. También hay datos del centro y este de Africa (Congo, Sudán,
Kenia, Mozambique), pero probablemente la mayoría pertenecen a chotacabras
meridionalis
que se reproducen en los Balcanes y Ukrania, mientras los observados o
capturados en el Africa Occidental deben proceder ante todo de Iberia y
noroeste de Africa. Una hembra anillada en junio en Bohemia
(Checoslovaquia), fue comunicada a los cuatro años desde Jaén en enero |