Camachuelo Común
Pyrrhula pyrrhula El brillante colorido del
plumaje del Camachuelo Común, Pyrrhula pyrrhula, son algunas de las
cualidades que atraen la atención de este pájaro.
El macho tiene la cabeza
de color negro intenso y brillante, que desde la nuca y por debajo dé los
ojos rodea el pico formando bajo él, en el mentón, un corto y redondeado
babero. Los lados de la cara, cuello, flancos, garganta y pecho son de un
vivo rojo asalmonado. La espalda es gris azulada, la cola y las alas negras
y el obispillo o rabadilla blanco puro, lo mismo que el vientre y las plumas
infracobertoras caudales. En las alas hay una franja blanco-grisácea muy
visible. En el macho la última secundaria tiene la mitad interior roja. En
la hembra, la misma pluma posee coloración sólo rojiza o rosada. Tanto las
alas como la cola tienen intenso brillo y un matiz azulado muy marcado. El
pico es una de las características más acusadas en este pájaro. Muy ancho,
corto y redondeado, la mandíbula superior con el culmen curvado y los bordes
afilados, tiene color negro, excepto la base de la mandíbula inferior
pardusca. Los tarsos y los pies son pardos y el iris de los ojos también
pardo. La hembra tiene el color
negro de la cabeza, más mate y alas y cola menos azuladas que el macho y
espalda gris, pero a la altura de las plumas cobertoras hay un tinte
pardusco que puede desaparecer progresivamente por desgaste y muchas hembras
en la primavera y el verano llegan a ser tan grises por encima como los
machos. La franja gris claro de las alas está algo más difuminada y en
determinadas posturas del pájaro con alas plegadas queda casi completamente
oculta. El obispillo, vientre y plumas infracobertoras de la cola son
también blancas, pero la garganta, lados de la cara, el cuello y el pecho,
tienen un matiz pardo rosado intenso en el otoño e invierno que en muchas
hembras pasa al café claro en la primavera. Los jóvenes no tienen la
cabeza negra, sino pardo oscura, lo mismo que la espalda y plumas
escapulares. El obispillo es blanco con un ligero tinte beige. En las partes
inferiores el color general pardusco está mezclado con amarillento, que es
más pálido en el vientre. Las alas y la cola son negras como en los adultos
y la franja alar es muy marcada y posee tono beige blancuzco. El plumaje de
adultos lo adquieren entre agosto y octubre, mudando las plumas del cuerpo,
pero no las rectrices de la cola, las plumas primarias y secundarias de las
alas ni las cobertoras. El Camachuelo Común
habita bosques de especies caducifolias, coníferas, zonas con arbustos y
árboles dispersos, huertos y plantaciones de frutales, eludiendo normalmente
campo abierto, rastrojeras y eriales. Frecuenta sotobosques, riberas
arboladas, jardines y parques, incluso en zonas urbanas y es más abundante
en lugares próximos a cursos de agua. Es un típico pájaro de la campiña
norteña que se reproduce desde el nivel del mar hasta el límite de los
bosques de montaña. En la primavera prefiere zonas sombrías de los bosques
de Haya, Roble, Abedul, Aliso, y linderos de bosques de coníferas. En
algunas zonas tiene querencia por los grupos de fresnos. Al comienzo de la
primavera y ya en los últimos días invernales, los huertos de frutales y
plantaciones extensivas de melocotoneros, ciruelos, manzanos y cerezos le
atraen especialmente. En el otoño es muy dado a comer sobre arbustos y
matorrales frutos y bayas, y algunos como la zarza le proporcionan alimento
hasta los últimos días del año. Entonces frecuenta más la campiña abierta,
los jardines y huertos. Pocas veces solitario, es
gregario a partir de julio-agosto. Primero son grupos familiares de jóvenes
que vagan cerca de su lugar de nacimiento. En agosto son muchos los que se
observan formando pequeños bandos de cuatro-ocho pájaros jóvenes, entre los
que con frecuencia hay algún adulto, a menudo un macho. Las hembras adultas
son menos gregarias y más solitarias. Hasta los últimos días de diciembre
los grupos de camachuelos jóvenes del año, ya mudados y adultos, vagan
juntos, formando en sitios favorables por la abundante alimentación
concentraciones de 8-20 individuos. Los camachuelos se mueven
entre los árboles y el follaje o los arbustos, realizando vuelos cortos y
acompañándolos con continuas llamadas que mantienen unido el grupo. Al volar
largas distancias de un bosque a otro o entre arboledas de un mismo valle o
ladera, lo hacen con marcadas ondulaciones, pero su vuelo es directo.
Durante él no cesan de llamar y al posarse suelen sacudir las alas con un
movimiento espasmódico. Es pájaro activo e inquieto en las primeras horas de
la mañana y al atardecer, pero perezoso y somnoliento durante largos
intervalos. Con el plumaje esponjado pueden verse los grupos posados en
ramas desnudas mientras algunos gorjean tenuemente. En momentos de gran
actividad se posan en el tope de ramas de árboles o arbustos y desde allí
llaman insistentemente mientras mueven la cola de un lado a otro. Quizá el
tono bajo de su canto y el continuo movimiento errático no permiten al
observador casual fijar su atención y poder seguir sus costumbres. Solamente
se nota su presencia cuando quien conoce su llamada la escucha
ocasionalmente al transitar por la campiña o si le vemos volar a lo largo de
un matorral o seto o bien atravesando un camino o carretera, situaciones en
las que el blanco obispillo es un rasgo que inmediatamente llama la
atención. El Camachuelo se posa inmóvil y como encogido. Pero no siempre es
así; también permanece erguido y vigilando o inquieto, agitando las alas y
moviendo la cola, moviéndose acrobáticamente por entre el ramaje y adoptando
posturas que no parecen propias de un pájaro de aspecto pesado. Otras veces
revolotea cerca del suelo, manteniéndose en el aire casi cerniéndose sobre o
al lado de una planta o arbusto. En el suelo se posa con bastante frecuencia
y en él salta no muy ágilmente y se mueve ligeramente agachado. Normalmente es muy manso
cuando está en grupos. A partir de los últimos días de diciembre ya se
suelen ver las parejas solitarias y su timidez aumenta, pero mientras comen
en los frutales y arbustos aún permiten la aproximación del observador hasta
pocos metros. Es así fácil de observar y puede verse muy bien la técnica
empleada para comer los brotes tiernos de los árboles. No es un pájaro
sensible al frío, porque su alimentación variada y arbórea le permite
resistirlo fácilmente, pero sí lo es a la sed y al calor. Las zonas
cubiertas de nieve son abandonadas pronto, sin embargo, y el pájaro sabe
buscar y encontrar lugares ricos en alimento. Por la noche duerme en
arbustos densos, con especial querencia por el Laurel, y Espino Albar. No es
un pájaro madrugador y antes que él comienzan a moverse en la campiña el
petirrojo, mirlo y chochín, pero es el más activo de los fringílidos en las
primeras horas de la mañana. La típica nota de llamada
es un silbido corto emitido en tono bajo y lastimero y cuando está excitado,
elevando ligeramente el tono, unas veces a intervalos casi regulares y otras
juntando dos silbidos casi consecutivamente. A pesar de su aparente
debilidad, esta llamada se escucha a considerable distancia. Su poder de
concentración es muy grande y los pájaros no pierden el contacto entre sí en
ningún momento. Si uno de ellos observa que el otro no acude a su llamada
cuando él se aleja hacia otro lugar, insiste en ella y regresa, acercándose
paulatinamente al lugar donde el otro permanece estacionado. Este fenómeno
de intensa atracción es muy propio de los fringílidos, pero en ninguno tan
acusado como en el Camachuelo Común, lo que permite realizar su captura con
relativa facilidad. El hombre puede silbar en el mismo tono y el pájaro no
diferenciarlo y acudir con igual presteza. Los pájaros jóvenes, antes de la
muda en agosto-septiembre, responden 100 por 100 a la atracción de un
semejante. Esta disminuye progresivamente, alcanzando un mínimo en,
marzo-abril (40 por 100). Una vez formadas las parejas en diciembre-enero,
éstas son más reacias en acudir a la llamada de otras. Cada uno de los
camachuelos distingue bien la voz de su pareja, y una hembra o macho
emparejados en el invierno permanecen unidos, si sobreviven, hasta comenzar
la reproducción en abril. El anillamiento intenso, incluso con anillas de
colores, ha permitido comprobar que, a pesar de coincidir sobre un comedero
varias parejas, al disgregarse permanecen unidas las mismas. Cuando los camachuelos
comen sobre árboles o arbustos, al posarse cerca del nido para entrar en él
a cebar los pollos, o mientras examinan un lugar que parece infundirles
sospechas de peligro, lanzan unos débiles, pero muy audibles ¡ibib!
repetidos muy continuadamente. El canto es poco
destacado por carecer de notas musicales. Es realmente un gorjeo sostenido
intercalando notas raspantes y silbidos unas veces agudos y otras ásperos.
Tanto el macho como la hembra cantan, aunque aquél lo hace más a menudo,
pero la potencia de sus voces es muy similar. Cuando cantan inflan el
plumaje la mayoría de las veces; si están posados en la rama de un árbol y
observándolos de cerca se notan bien los estremecimientos del pecho y
garganta, que van al unísono con silbidos disonantes que continuamente
intercalan. La fuerza de este canto es pequeña y su poder de propagación
escaso. A una distancia superior a 50-60 metros ya no se oye. En condiciones
muy buenas, con fuerte humedad ambiental y sin viento, puede un macho en
abril y mayo ser escuchado desde 80-100 metros. A menudo, sin embargo, no se
oye a más de 30 metros. Canta todo el año, pero muy intermitentemente, y el
sol y la buena temperatura pueden influir mucho para que se escuche durante
el invierno. En ocasiones no se trata de verdadero canto, sino de un simple
gorjeo que los pájaros pueden emitir a coro mientras reposan en las ramas de
los árboles. Solamente se escucha a muy corta distancia, casi siempre
estando debajo mismo. Desde cerca y mirando atentamente se ve muy bien cómo
los continuos silbidos que parecen más bien suspiros les hacen inflar
exageradamente la garganta e hipar con fuerza. Cuando el Camachuelo se
irrita y se muestra agresivo con otro, lanza un sonido regañante imposible
de expresar por escrito, pero que tiene un fuerte tono nasal. Este pájaro come o
descabeza las yemas, botones florales, flores, semillas y frutos de
innumerables plantas, árboles y arbustos. Se ha observado comiendo Margarita
de los Prados, Diente de León, Hierba de San Roberto, Cardillo, Ortiga,
Avellano, Madreselva, Sauce, Zarzamora, Espino, Majuelo, Clemátida, Enebro,
Lechetrezna, Frambuesa, Agracejo, Filipéndola, Ciruelo Silvestre, Brezo,
Saúco, Tejo, Forsitia, Tojo, Pajarera, Mercurial, Botón de Oro, y
observaciones incontables por su abundancia sobre plantas gramíneas. Entre
los árboles, el Fresno, Abedul, Aliso, Alamo, Haya, Roble, Olmo, Serbal,
etc., y también incontables observaciones sobre Pinus sylvestris, Pinus
radiata y Pinus pinaster. Pero una especial mención hay que hacer de los
intensos ataques que los camachuelos realizan sobre melocotoneros silvestres
y cultivados, Prunus persica, en las últimas semanas del invierno.
También los ciruelos silvestres y cultivados y los manzanos sufren esta
depredación. La técnica de comer
brotes es muy especializada. Los bordes cortantes del pico facilitan la
labor de cortar o quitar yemas y botones florales. De ahí el nombre de
Cortabrotes, Quitabrotes, Esgromero y Picaflor, que se da en la región
asturiana a este pájaro. Por el mismo motivo se le llama Cotonero en la zona
de Baracaldo, Vizcaya (Ruiz de Azúa, 1961). Sin embargo, la forma especial
de su pico le impide comer normalmente los grandes cardos y no los pequeños.
Wright y Summers (1960) y Newton (1964-1972) estiman que cada Camachuelo
puede cortar los brotes de un árbol frutal a razón de 30 o más por minuto.
En el invierno la forma de comer es sistemática: un pájaro se posa en el
tope de una rama y trabaja hacia el tronco arrancando las yemas hasta que al
llegar al tallo leñoso vuela hasta el extremo de otra rama. Los destrozos
que causa donde es abundante parecen ser cuantiosos y a causa de ello es muy
perseguido en varios países europeos. El campesino del norte de Iberia
conoce esta situación, pero nunca el pájaro ha sido tan abundante como para
hacer temer que los daños sean irreparables. El Camachuelo Común
difiere mucho en su comportamiento durante el celo de los demás fringílidos.
Siguiendo a Newton (1972) hay que considerar en general: a) La conducta
sexual persiste durante todo el año, dominando las hembras a los machos. b)
Las relaciones entre ambos miembros de la pareja se desarrollan con una
absoluta discreción y lejos de cualquier mirada del observador, que pocas
veces puede sorprenderlas; una pareja adulta que sobreviva al invierno
volverá a criar junta. c) Los camachuelos son muy silenciosos y pasan
fácilmente inadvertidos durante la cría. d) Los nidos están dispersos y
solitarios. No hay conducta territorial evidente, ni defensa del territorio,
ni conducta colonial. La pareja puede ignorar a un Camachuelo enjaulado
colocado junto al nido. e) No hay vuelos de manifestación de celo. f) El
canto posee una gran variación individual, es muy suave y carece de
significado agresivo o territorial. El cortejo nupcial puede
empezar con un ataque simulado o efectivo de la hembra sobre el macho, que
significa la formación definitiva de la pareja. En lo sucesivo faltará toda
agresividad entre ambos adultos. Se ha observado muy a menudo la suavidad y
el mimo con el que se conducen. El macho se acerca caminando de lado hasta
la hembra con el pico dirigido hacia ella y la cola doblada hacia un lado,
hasta que su pico toca el de ella. Después salta hacia un lado y vuelve a
repetir el gesto, que se hace mutuo. Esta situación es acompañada con
imperceptibles silbidos que probablemente sólo pueden ser bien escuchados
manteniendo los pájaros en cautividad. Pero no siempre hay una manifestación
vocal y este cortejo puede ser totalmente silencioso. Pronto el macho
regurgitará semillas en el interior del pico de la hembra, que inflando el
plumaje se agacha y gira de un lado a otro. Cuando la construcción del nido
se aproxima, los machos ofrecen pequeños tallos o raicillas a la hembra. Son
ellos realmente quienes eligen el lugar donde se emplazará el nido. Este
será después empezado por la hembra utilizando realmente poco material,
están formados por abundantes tallos de Brezo, forrados en su interior con
crines vegetales; tiene además, una pequeña proporción de plumón vegetal;
briznas de hierba seca, y crines animales. Jourdain y Harrison (1940, 1975)
describen nidos formados por tallos, musgo y líquenes, forrados en su
interior con pelo y raicillas. Construidos por la hembra, a la que acompaña
el macho en la recogida del material, pero no ayuda, están situados a una
altura del suelo que varía entre 30 y 200 cm. Muy a menudo a 1,5 metros y
siempre bien ocultos en el interior de un matorral, seto o arbusto espinoso.
En conjunto su estructura es pequeña y sólo de forma ocasional se encuentran
algunos de considerable volumen. El diámetro normal no sobrepasa 10 cm., y
la copa, poco profunda, 2,5-3 cm. Realmente son muy planos y someros. La
puesta normal de cuatro-cinco huevos no es efectuada antes de la última
decena de abril y más corrientemente a partir de los primeros diez días de
mayo. Puestas anteriores son siempre raras, y nidos todavía con huevos sin
eclosionar a finales de mayo son frecuentes. Su color es el verde azulado
pálido, y en el extremo ancho, sobre manchas difusas violáceas, hay puntos y
manchitas redondeadas negras o marrón amoratado. Algunos no tienen manchas y
el tono verde azulado es muy brillante. Jourdain, para 100 huevos colectados
en Gran Bretaña, obtuvo un promedio de medidas de 19,54 x 14,49 mm., con un
máximo de 22,1 x 13,6 mm y un mínimo de 17,2 x 13 mm. Estos corresponden a
la subespecie pileata, que vive en las Islas Británicas. Para la
subespecie pyrrhula
da el mismo autor en 65 huevos (24 por Rey) una media de 20,42 x 14,69 mm.
Los obtenidos en Asturias (raza iberiae) dan un promedio de 18,9 x
14,1 mm., con un máximo de 21,9 y 13,4 mm. y mínimo de 17 x 13,1 mm. Mestre
Raventós, para 28 huevos medidos en nidos del valle de Camprodón (Gerona),
obtuvo una media de 19,84 x 14,83 mm., con medidas extremas de 22,4-18,1 x 15,8-13,5 mm. La incubación corre a
cargo completamente de la hembra, que es atendida en el nido por el macho.
Este llega a él en silencio y durante este período los pájaros son
extraordinariamente discretos, pasando muy desapercibidos, incluso cuando el
nido está situado a escasos metros de una vivienda humana o en un jardín. La
duración de la incubación es de doce-catorce días, comenzando a partir de la
puesta del último huevo. La hembra guarda una extraordinaria fidelidad al
nido y a menos que éste sea manipulado no lo abandona. Algunas son
extrañamente sensibles a la presencia humana y otras apenas se inmutan. Los
pollos al nacer tienen plumón bastante largo y espeso de color gris
negruzco. El interior de la boca es rosado, con abundantes puntos
gris-violáceos en los lados de la garganta. Las comisuras son amarillo
pálido. La hembra permanece sentada sobre el nido hasta que los pollos
tienen seis días. A partir de entonces ya no es sólo el macho quien aporta
la alimentación. Ambos vuelan en su busca y juntos acuden también al nido,
cebando a la vez a pollos distintos y retirando indistintamente el saco
fecal, pues, como sucede con el Picogordo, esta especie también mantiene el
nido muy limpio. Cada ceba se produce a intervalos de dieciocho-veinte
minutos como promedio y está formada casi siempre por semillas diminutas sin
triturar, que ambos pájaros conducen en las bolsas situadas a los lados de
la garganta. En la época de la cría los adultos las desarrollan en el fondo
de la boca, a los lados de la lengua, y cuando están completamente llenas y
extendidas llegan por debajo de la quijada hasta el cuello, apreciándose muy
bien cuando los pájaros llegan al nido. La garganta está entonces claramente
abultada y las plumas erizadas ligeramente, lo que no es extraño teniendo en
cuenta que en conjunto las dos bolsas pueden almacenar un centímetro cúbico
de comida. Newton (1972), que examinó detenidamente camachuelos capturados
en el invierno, no fue capaz de descubrir la menor señal de estas bolsas,
por lo que probablemente es al comienzo de la primavera, y con el celo,
cuando se inicia su formación. Los pollos son alimentados por regurgitación,
para lo que los adultos realizan unas contorsiones previas y el plumaje de
los lados de la garganta queda a menudo despeinado. Los primeros días parece
probable que las semillas sean mezcladas con alguna larva o insecto (Newton,
1972). A los catorce-dieciocho días dejan el nido bien emplumados y
revoloteando hasta ramas próximas. Si son molestados pueden caer del nido a
los doce días. Harrison da un período muy variable entre doce y dieciocho
días. Newton señala quince-diecisiete días de estancia en el nido. Dos crías
son normales cada temporada, pero tres pueden producirse alguna vez. Los
pollos que terminan de emplumar en agosto son, sin duda, de la segunda
puesta, pero en años muy favorables una pareja puede anidar por tercera vez
a finales de agosto y tener pollos volanderos en la primera semana de
octubre. Muchos pollos mueren a poco de abandonar el nido y la supervivencia
de los demás es difícil. Puesto que muchos adultos, en agosto, septiembre y
octubre permanecen retirados u ocultos a causa de la muda, sucede casi
siempre que solamente son jóvenes los que se ven vagando por la campiña.
Esto falsea la ratio adultos-jóvenes y hace imposible dar un cálculo de
valor. Newton, para una estación corta (dos crías), en Inglaterra estimó una
ratio de adultos a jóvenes de uno tres y en una estación larga (tres crías)
de uno cinco. Pyrrhula pyrrhula
se reproduce en gran parte de Europa, faltando en Islandia, norte de
Escandinavia y países mediterráneos. En la Península Ibérica cría
exclusivamente desde Galicia hasta la provincia de Gerona, pero no desciende
su área de reproducción al sur de la Cordillera Cantábrica, salvo en el
extremo occidental, que alcanza el valle del Sil, y en Galicia, que baja
hasta Orense y toca el norte de Portugal. En bosquetes y sotobosques de
laderas meridionales de la Cordillera Cantábrica es escaso y su densidad
realmente baja. Las estribaciones meridionales de los Pirineos albergan una
población no escasa, pero dispersa, que llega al Este casi hasta la misma
orilla del Mediterráneo. Escasean las parejas en el Pirineo Aragonés y en el
de Lérida, pero su nidificación está comprobada. Más abundante parece ser en
Camprodón, Gerona (Mestre Raventós, 1971). Allí construyen sus nidos sobre
plantas de Boj, situados bajo arboledas de fresnos, y robles, y también en
espacios abiertos. Vaurie (1959) distingue para Europa varias razas.
Pyrrhula p. pyrrhula, la de mayor tamaño, con medidas alares
88-97 mm. los machos y 87-95 mm. las hembras (Svensson, 1975), ocupa
Noruega, Suecia, Finlandia, Rusia, gran parte de Alemania (excepto el
Oeste), países Bálticos, Francia oriental (Vosgos, Jura y Alpes), Suiza,
norte de Italia, Europa central y los Balcanes. Pyrrhula p. europaea
es parecida a la anterior, pero algo más pequeña, con medidas alares
variables de 77-88,5 mm. (77-83, oeste de Francia; 79-84, Holanda) y
colorido más apagado debajo, y el gris de la espalda más pardusco en las
hembras. Vive en Alemania occidental, Dinamarca, Holanda, Bélgica y
occidente francés, llegando hasta los Pirineos, donde no sube hasta bosques
de montaña. Pyrrhula p. pileata vive exclusivamente en Gran Bretaña,
es similar en tamaño a europaea, pero el color rojo ligeramente menos
intenso y las hembras más parduscas por debajo. Para Iberia se define la
raza Pyrrhula pyrrhula iberiae, los machos con coloración por debajo
rojo bermellón y las hembras distintivamente más pálidas y más grises por
encima y debajo que la subespecie europaea. En 50 machos adultos
capturados entre noviembre y enero en Asturias se obtuvieron medidas alares
de 78-84 mm. (promedio, 81,08 mm.). Solamente tres bajaron de 80 mm. y uno,
que midió 78 mm., era extremadamente pequeño y muy pálido, teniendo un pico
con longitud de 6 mm. (normal, 8-9 mm.). El promedio de pesos en 23 machos
capturados en noviembre y diciembre fue de 21,91 gr. (19-28). Veintisiete
hembras adultas cogidas de noviembre a enero dieron entre 76 y 82 mm. de medida alar (promedio,
79,15). Solamente nueve llegaron o superaron los 80 mm. Doce pesaron en
promedio 21,25 gr. (19,7-23,5). Sólo una bajó de 20 gr. y todas fueron
capturadas entre noviembre y diciembre. Sesenta y cinco jóvenes sin sexar,
cogidos en junio, julio y agosto, dieron medidas alares entre 77 y 86 mm.,
con promedio de 80,59 mm. Solamente uno midió 86 mm. y correspondía a una
captura en 6 de junio, dos de 85 mm. y 43 estaban por encima de 80 mm.
Cincuenta y seis fueron pesados. Correspondían a capturas de julio y agosto
y estaban entre 16 y 22 gr., con un promedio de 20,10 gr. Sólo uno pesó 16
gr. En San Miguel de Artadi, Zumaya (Guipúzcoa), siete machos cogidos en
noviembre y diciembre daban un promedio alar de 80,42 mm. (80-81) y 13
hembras en los mismos meses con promedio de 78,61 mm. (76-81). Pedrochi
(1975), para dos machos capturados en el Pirineo Aragonés en diciembre, da
85 y 88 mm. y para dos hembras en noviembre, 81 y 83 mm. No existe evidencia
de que estos pájaros del Pirineo fueran nativos. Del examen de las medidas
alares y pesos obtenidos en Asturias con camachuelos jóvenes, indudablemente
nativos antes de la muda, se aprecia bien un promedio alar ligeramente
superior al de los adultos, normal en los jóvenes que todavía no sufrieron
desgaste en las plumas primarias. Conocido es, además, que el peso de los
jóvenes es inferior al de los adultos en varios gramos a poco de abandonar
el nido. El promedio obtenido en julio-agosto (20,10 gr.) se acerca mucho al
de los adultos en otoño-invierno (21,58 gr.). En el País Vasco la mayor
parte de las recuperaciones de camachuelos anillados fueron obtenidas en el
mismo lugar del anillamiento, autorrecuperaciones, o en zonas relativamente
próximas. Solamente en un caso un pájaro (¿origen francés?), anillado en
Zumaya en octubre, fue muerto en Anglet, Francia, 70 km. al Norte-Nordeste, cuatro
meses después. Por el contrario, otro Camachuelo anillado y soltado junto
con el anterior, fue recuperado a los tres meses en el mismo lugar del
anillamiento. En Asturias la
recuperación más lejana del lugar de anillamiento, dentro de la región,
alcanzó solamente 7 km. al Sur. Sin embargo, se ha
producido una recuperación extraordinaria. Un Camachuelo macho, anillado en
su primer año el 7 de diciembre de 1969 (medida alar, 81 mm.), en
Villaviciosa, fue encontrado muerto (?) en Blain, Loire Atlantique, Francia,
más de 800 km. en línea de tierra al Norte-Nordeste, el 12 de abril del
siguiente año. ¿Puede deducirse de esta recuperación que existe una plena
relación o identificación entre la población de la Bretaña francesa,
Occidente francés, estimada por Mayaud y Vaurie como Pyrrhula p. europaea
(siete machos del oeste de Francia, 77-83 mm. (79,6) de medida alar) y la
del norte de España presumiblemente Pyrrhula p. iberiae (?). Quizás
se trate de un caso aislado de migrador con retorno a su lugar de
nacimiento. El anillamiento debe proseguir para aclarar éste y otros puntos
confusos. En la misma línea es muy importante la captura por Pedrochi
(1975), el 3 de diciembre de 1971 en San Juan de la Peña (Huesca), de una
hembra que por su gran tamaño y medida alar (95 mm.) fue identificada, sin
duda, como perteneciente a la raza Pyrrhula p. pyrrhula del norte de
Europa. El mismo ornitólogo cita otras capturas en el mismo lugar de
supuestos pájaros nativos con medidas muy inferiores. Aunque olas de frío
inesperadas en Europa pueden provocar desplazamientos hacia el Sur
anormales, quizá esto no explicaría suficientemente los dos casos anteriores
y habría que interpretarlos como simple trashumancia invernal. Las
poblaciones escandinavas de Pyrrhula p. pyrrhula realizan una
verdadera migración hacia el Sur y son varios los que anillados en Finlandia
han sido recuperados en Polonia y Checoslovaquia. Existe, pues, un flujo
migratorio que puede llegar a los Pirineos y norte de Italia. En Francia
(Yeatman, 1965) se señala cierto paso migratorio en el norte del país. Aquí,
sin embargo, el sedentarismo parece claramente acusado en la población de
los valles. De 21 recuperaciones de anillados en Asturias y Guipúzcoa, 18 lo
fueron exactamente en el mismo lugar del anillamiento. Muchos juveniles
controlados mediante anillas de colores permanecieron en el lugar y anidaron
allí al siguiente año. Insistiendo sobre los cortos movimientos de los
pájaros que habitan los valles, se ha observado, en un plano general, mayor
inquietud y erratismo en camachuelos jóvenes. Los grupos de dos-ocho
inmaduros permanecen invariablemente juntos en los meses otoñales, vagando
por la campiña y juntándose ocasionalmente con otras parejas y pájaros
solitarios, disgregándose si el grupo es muy numeroso y orientándose con su
melancólica llamada. Los camachuelos que
habitan bosques caducifolios de alta montaña en la Cordillera Cantábrica y
Pirineos parecen presentar un carácter diferenciado con las poblaciones ya
estudiadas de los valles y niveles altitudinales por debajo de 600 metros.
El biotopo montañés es diferente y la vecería de algunas especies arbóreas y
el frío y la nieve obligan a una verdadera trashumancia a los camachuelos
que ocupan sobre todo zonas meridionales de las montañas, invadiendo
entonces lugares alejados de los que ocupan durante la reproducción. Los que
viven en laderas y bosques situados en la parte septentrional de la
Cordillera Cantábrica están sujetos a un erratismo de corto radio,
permaneciendo en valles interiores donde la alimentación es abundante sobre
plantas arbustivas primero y árboles después. Las medidas alares obtenidas
por Bernis para pájaros de Lugo y Salamanca dan en siete machos 79-88 mm.
(83) y en dos hembras 80-81 mm. (80,5), tan altas como las encontradas por
Pedrochi en el Pirineo aragonés. Sabido es que los camachuelos de montaña
poseen alas más largas (Vaurie, 1959). Esto parece asegurar la trashumancia
que se acentúa en inviernos muy fríos, que obligaría a los pájaros a seguir
sotos fluviales. Observaciones de camachuelos dispersos se han realizado en
el Centro, Oeste, Sur y Levante (Huelva, Cáceres, Palencia, Salamanca,
Valladolid, Burgos, Soria, Barcelona, Cádiz, Madrid, Málaga, Zaragoza,
Valencia, Portugal, etc.). Incluso Giraud-Audine descubrió el 6 de noviembre
de 1973, en la proximidad del Bosque Diplomático, cerca de Tánger,
Marruecos, un macho que nuevamente Pineau volvió a ver el día 10 del mismo
mes. Esta es la primera observación para Marruecos. La mayoría de estas
observaciones son, no obstante, de finales de otoño o plenamente invernales,
pero puesto que el Camachuelo es habitualmente enjaulado, cabe la
posibilidad de que algunas de ellas se refieran a escapes de cautividad.
Lack (1944) ha creído ver influencias hormonales en estas cortas
migraciones. Sin embargo, las reacciones de los pájaros son primarias y es
difícil establecer con seguridad qué obliga a pájaros de una misma especie e
incluso nacidos en el mismo nido a comportamientos completamente opuestos.
Geroudet (1964) considera para Suiza años de camachuelos y años en los que
esta especie escasea. Para él hay cierta periodicidad bianual, pero con
algunas irregularidades. Las causas no parecen tener relación con el rigor
mayor o menor de la estación invernal, pero sí con la fructificación de las
coníferas de montaña. Una abundante producción de frutos en estas especies
ocasionaría ausencia de camachuelos en zonas de bajo nivel y viceversa. De
aquí la existencia de años o inviernos de camachuelos y años sin ellos. El
mismo ornitólogo se pregunta si las irrupciones en el llano no serán
ocasionadas por una superpoblación periódica. Este no parece ser el caso,
hasta ahora, de la región Cantábrica y Pirenáica Es muy probable que el
diferente comportamiento entre Europa e Iberia deba atribuirse al clima más
templado aquí, que no impide la existencia de abundante alimentación sobre
frutos silvestres y no estaría ligado a la fructificación de una sola
especie vegetal. Muchos árboles silvestres no padecen en el norte de Iberia
la acusada vecería que es norma en países europeos de más al Norte. |