Accipiter gentilis
El Azor Común Accipiter
gentilis
es uno de los pájaros de presa de nuestros bosques menos conocido, pero, sin
embargo, cuando se le puede observar es muy espectacular en todas sus
acciones. Posee una estructura de ave fuerte y poderosa con un tamaño medio,
no mayor que un Busardo Ratonero
Buteo buteo, y es de conducta y hábitos extraordinariamente
reservados. El color del plumaje de
los adultos de ambos sexos es casi igual, pero con ligeras diferencias que
únicamente pueden ser matizadas si los pájaros son observados de cerca. Por
encima tienen color marrón grisáceo con las partes inferiores blancuzcas
profusamente rayadas horizontalmente de pardo oscuro casi negro. La cabeza
es muy oscura, lo que hace destacar mucho una línea superciliar blanca o
blancuzca que, arrancando desde la cera del pico, pasa sobre los ojos y
llega hasta la nuca. La cola es marrón pizarroso o pardo pálido con las
puntas de las rectrices blancas, una banda ancha terminal y tres o cuatro
más estrechas de color sepia o marrón oscuro, que están distribuidas
regularmente en ella. Las plumas bajo el
nacimiento de la cola (infracobertoras caudales) tienen color blanco puro y
son muy visibles cuando el pájaro está posado, ya que con frecuencia están
extendidas y también cuando el Azor Común vuela por entre los árboles lo
primero que queda en la retina del observador es el color blanco tan
conspicuo. Las hembras tienen el
plumaje un poco más apagado con los tonos menos vivos y siendo menos
grisáceas en las partes superiores. Los ojos de ambos sexos son de color
rojo anaranjado, la cera amarilloverdosa y las largas patas amarillas. El
pico es negro azulado, más pálido en la base. Los inmaduros se parecen más a
las hembras por tener las partes superiores marrones sin matiz gris, con la
cabeza tan oscura como los adultos, pero, sin embargo, la nuca es blancuzca
y está profusamente rayada. Los jóvenes azores tienen el color de la cola
muy contrastado entre el fondo pardo bastante claro y las barras
transversales muy oscuras, mucho más que en los adultos. Las partes
inferiores están algo rayadas y moteadas longitudinalmente, con manchas como
gotas marrón oscuro, y que tienen forma de corazón en los flancos, todas
sobre un fondo general pardo claro, con tonos amarillentos a veces. Los ojos
son grises verdoso y el plumaje de adultos lo adquieren en la muda del
segundo otoño de vida. Las patas y la cera del pico son amarillas. Según
Vaurie (1965) las variaciones registradas en el color del plumaje de los
azores paleárticos pueden ser de origen clinal. En Eurasia, los pájaros del
Norte son más pálidos, de aspecto más fuerte y tienen también las patas más
poderosas, lo mismo que las alas, que también son más largas que en los
azores meridionales, incrementando la oscuridad en el tono del plumaje, a la
vez que disminuye el tamaño cuanto más al Sur del Continente. Estas
variaciones clinales en la coloración que van de Norte a Sur envuelven un
cambio en el color de la cabeza que llega a ser más negruzca con reducción
en el tamaño y en la pureza del color blanco de la raya superciliar y un
rayado mucho más denso en las partes inferiores. En el Oeste el color de la
espalda y dorso de las alas cambia en el adulto desde el gris al marrón y al
marrón negruzco y las barras o rayas transversales de las partes inferiores
son más anchas y más oscuras. Las variaciones en el tamaño se ponen de
manifiesto claramente en la longitud de las alas. La subespecie gentilis
kleinchmidti (tipo de Linares de Riofrío, Salamanca, Von Jordans 1950)
dio 308 y 314 mm. para dos machos y 341-352 mm. en cinco hembras. Sin
embargo, son pocos ejemplares para determinar toda una subespecie peninsular
y puede haber mucho de banal y precipitado en estas conclusiones. Entre los
azores observados en la Cordillera Cantábrica en plena nidificación los
machos tenían una librea marrón grisácea neta y una muy marcada línea
superciliar blanca. El dimorfismo sexual del
Azor Común es muy acusado, uno de los más notorios junto con el Gavilán
Común Accipiter nisus, de todas las aves de presa. La hembra es
extraordinariamente mayor que el macho y mucho más pesada. En el vuelo el
Azor Común es fácilmente identificable por tener las alas cortas y
redondeadas y la cola bastante larga, pero además se puede apreciar con
buena luz que las partes inferiores de las alas y el cuerpo están muy
rayados horizontalmente, lo que no obsta para que el pájaro tenga un aspecto
general bastante claro. La larga cola tiene bien visible una ancha banda
terminal oscura y otras más estrechas, siendo éstas en número variable no
inferior a tres ni superior a cinco. En una somera observación dentro de un
bosque un macho pequeño de Azor Común puede ser confundido fácilmente con
una hembra grande de Gavilán Común, pero es necesario señalar que el Azor
Común tiene las alas más anchas en la base y algo más puntiagudas en los
extremos, además de la cola más corta. También son mucho más blancas las
plumas debajo del nacimiento de la cola. Aparte de la distinción
existente en el tamaño, que es muy clara entre machos y hembras y la más
ligera del plumaje, se observan con frecuencia y al comparar entre sí los
adultos que forman dos parejas en plena nidificación, cierta variación en la
anchura y la intensidad del color de las rayas oscuras transversales de la
parte inferior del cuerpo. Probablemente a este detalle de la coloración del
plumaje no debe ser ajena la edad de los azores. El vuelo del Azor Común
es una característica inconfundible para distinguir la especie. Vuela con
extraordinaria habilidad por entre los árboles batiendo con rapidez las alas
y alternando con planeos, ladeándose totalmente para pasar entre las ramas y
las enredaderas que cuelgan de los árboles. Es netamente un ave de bosque,
donde desarrolla todas sus actividades. Sin embargo, primero en el celo y
después en el otoño, en especial los inmaduros o jóvenes del año, no es
infrecuente verlos volando y planeando sobre el bosque e incluso en claros
del mismo y campo abierto o monte bajo. Se trata en realidad de una de las
más agresivas especies sólo comparable al Gavilán Común, pero su fiereza es
superior no sólo en función de su mayor tamaño y potencia, sino en su
audacia, que le impulsa a perseguir incansablemente a su presa, aunque ésta
a veces en su alocada huida penetre en zona habitada por el hombre. Pasa mucho tiempo del día
posado inmóvil en la rama de un árbol y generalmente mimetizándose bien, de
forma que es una verdadera sorpresa levantar tan de cerca a uno de estos
pájaros siempre tan vigilantes. Con su larga cola que pliega y despliega
continuamente y sus alas redondeadas, vuela espectacularmente realizando
quiebros y frenadas que resultan increíbles si no se vieran. También caza las presas
en terreno descubierto y es tal su fiereza que allí mismo las remata
comenzando a comerlas en el suelo sin ni siquiera tomar la precaución de
volar con ellas a la rama de un árbol. L. Brown y D. Amadon escriben a este
respecto que vista de cerca una hembra hambrienta en el nido, era tal la
fiereza que expresaban sus ojos que el color rojo sangre de éstos parecía
ocasionado por una herida. La hembra del Azor Común
emite con frecuencia un grito profundo y ronco: ¡¡girk...girk...girk !!», y
el macho también en tono muy alto pero no tan ronco y que suena como
«¡¡kei...kei...kei !!». Casi siempre se escucha este grito al aproximarse a
un nido, mientras el macho chilla en un posadero próximo, la hembra a veces
se lanza contra el intruso en peligrosas pasadas, teniendo en cuenta el
tamaño del pájaro y su velocidad. La hembra suele emitir un chillido más
lento y menos sonoro cuando está posada cerca del nido, moviendo la cabeza
de un lado a otro y produciendo un efecto que se ha dado en llamar
ventrílocuo y que, salvando las distancias, recuerda mucho a la actitud de
la Buscarla Unicolor Locustella luscinioides,
al cantar con su monótona voz. Cuando el macho se aproxima al nido la hembra
lo atrae con un plañidero, y repetido «¡¡hia...hía...hía... !!», aspirando
un poco la hache y cuyas últimas estrofas son muy débiles. El Azor Común es
sedentario en Iberia. Sin embargo, los que habitan bosques de especies
caducifolias en la Cordillera Cantábrica, se ven poco en el invierno cuando
en realidad al faltar la cobertura vegetal deberían ser más notorios. Es muy
probable, pero debe intentarse la confirmación, que gran parte de las muy
escasas parejas que aún habitan en el Norte de la Península desciendan hacia
el Sur, aunque no efectuando largos recorridos. Posiblemente a este
movimiento sean más propensos los inmaduros. La alimentación del Azor
Común es extraordinariamente variada e incluye con preferencia presas
grandes que van desde un macho de Urogallo Común Tetrao Urogallus de
los bosques cantábricos hasta una Liebre Lepus capensis en el centro
de España. Bernis (1973) registra en un nido en la provincia de Cáceres
predominio de presas de Arrendajo Garrulus glandarius. Elósegui y
González (1973) para cuatro nidos estudiados en Navarra en zona de altitud
media (750-1.000 m.) y en biotopo de hayedo-robledal, dan presas de Mirlo
Común Turdus merula, Paloma Torcaz Columba palumbus,
Arrendajo, Perdiz Roja Alectoris rufa, Zorzal Común Turdus
philomelos Búho Chico Asio otus, Ardilla Sciurus vulgaris,
passeriformes pequeños, etc. Joaquín Araujo (1973) da completísimos detalles
de varios nidos estudiados en el Guadarrama, exactamente en un área que
comprende zonas de las provincias de Madrid, Segovia y Avila. En ellos se
encontraron 12 grajillas Corvus monedula, 7 lagartos ocelados
Lacerta lepida, 6 conejos Oryctolagus cuniculus, 4 urracas
Pica pica, 2 estorninos Sturnus unicolor, 2 palomas torcaces,
Liebre, Pito Real Picus viridis, Corneja Común Corvus corone,
Codorniz Común Coturnix coturnix, y passeriformes pequeños. Garzón
(1973) aporta interesantes datos de las presas halladas en nidos situados en
provincias centro-occidentales españolas citando Paloma Torcaz, Arrendajo,
Rabilargo Cyanopica cyanus, Perdiz Roja, Cuervo Corvus corax,
Pito Real, Liebre, Conejo, Lagarto Ocelado, etc. Señala que la Paloma Torcaz
y los córvidos constituyen parte fundamental en la dieta de los azores
ibéricos. Morillo y Lalanda (1972) encuentran en un nido estudiado cuatro
años consecutivos, predominio de Lagarto Ocelado en los reptiles; urracas en
las aves y Conejo en los mamíferos. En un nido controlado en
Asturias había restos de lebrato Lepus spp., Ardilla y un ratón no
identificado, pero eran más abundantes los de Arrendajo, Paloma Torcaz,
Mirlo, Zorzal Charlo, Perdiz Pardilla Perdix perdix, Gallo doméstico,
Urogallo y Lechuza Común Tyto alba. Se calcula que un Azor
Común necesita comer entre 150 y 180 gr. de carne fresca al día y muy excepcionalmente come carroña, probablemente
sólo en duros inviernos. Lo que sí está esclarecido es que algunos
individuos pueden especializarse en la captura de determinadas especies.
Probablemente en los hayedos de la Cordillera Cantábrica el Urogallo no es
una presa casual. Una pareja de azores
permanece unida mientras vive, y puede también asegurarse que durante el
invierno en zonas donde normalmente los pájaros abandonan el bosque, pueden
ambos separarse, pero al llegar la primavera la hembra invariablemente acude
al lugar donde antes anidó y con fuertes y constantes chillidos llama al
macho, quien, o ya merodeaba por el bosque y acude inmediatamente o tarda
aún unos días en acercarse. El Azor Común ocupa un
territorio muy variable en función de la extensión del bosque en que vive.
Se le menciona siempre como habitante de bosques frondosos y remotos y la
realidad no parece ser ésta. En los bosques cantábricos de especies
caducifolias como el Roble Quercus robur, el Castaño Castanea
sativa, el Abedul Betula verrucosa y el Fresno Fraxinus
excelsior, situados en plena campiña y esparcidos por aquí y por allí,
pueden albergar una pareja de azores en competencia casi siempre con Gavilán
Común Accipiter nisus y Busardo Ratonero Buteo buteo. Esta
misma apreciación ha sido considerada por Joaquín Araujo (Ardeola 1973),
quien da importantes e inéditas precisiones en varios años consecutivos de
la concurrencia y sin duda competencia en un pequeño bosquecillo de Pinus
sylvestris, con una extensión sólo un poco mayor de 6 Ha. entre Azor
Común y Busardo Ratonero, ocupando ambas especies alternadamente los mismos
nidos. En sus interesantes conclusiones figura la tendencia a que el
Ratonero sea quien construya los nidos, limitándose el Azor Común en general
a agrandar o reparar los antiguos de su convecino. Las dos especies llegaron
a criar a una distancia entre sí no superior a 200 metros, sin que ello
fuera un determinante para el éxito o fallo en las nidadas. Araujo describe
como muy ruidosos y fulgurantes los enfrentamientos entre estas dos especie
en los que parece llevar la peor parte el Azor Común, a pesar de la fama que
tiene de ave agresiva y dominante. También el citado ornitólogo destaca un
hecho asombroso sobre la competencia trófica de Azor Común y Busardo
Ratonero quienes tenían presas en sus nidos que coincidían en un 90 por 100
Esta situación, sin duda, puede estar condicionada por la asequibilidad de
la fauna del lugar, probablemente muy limitada. El cortejo nupcial de
Azor Común es bastante espectacular. Vuelos acrobáticos y en ocasiones
combinados con planeos sobre la zona del nido, semejantes a los realizados
por otras especies de aves de presa, es lo normal. Pero en todos ellos, e
incluso en los frecuentes «picados» efectuados por el macho hay que notar el
destacado papel que las plumas blancas situadas debajo del nacimiento de la
cola parecen desempeñar, pues el pájaro las despliega en toda su extensión y
belleza. Durante esta época, aunque el Azor Común macho permanezca posado en
una rama, casi siempre a bastante altura sobre el suelo, mantiene estas
plumas blancas extendidas, destacando mucho al lado de la oscura cola. El nido del Azor Común
suele ser bastante grande sobre todo si, como sucede casi siempre, su
construcción se limita a un aporte de material encima de otro nido viejo de
él mismo o de otra especie. Tiene forma alargada y el mayor diámetro supera
en pocos centímetros al metro. Es bastante plano con un espesor de
aproximadamente 25 cm. y en el interior una copa de 30 cm. de ancho y 6-8 cm. de profundidad. El área de cría puede
contener varios nidos que en un primer momento parece que todos van a ser
ocupados, pero pronto los azores se deciden por uno desde el que la hembra
llama con su grito chillón al macho. Se dice que la elección de un nido
viejo del año anterior la hace la hembra y si se trata de uno nuevo es el
macho quien elige el lugar. Tan pronto como el nido está comenzado la pareja
se posa junta en las proximidades y allí duerme a una altura de 10 a 20 m. y
poco antes de la salida del sol todos los días exteriorizan su celo con un
dúo de chillidos continuos. Si se trata de construir un nido nuevo el macho
hace todo el trabajo, y si de reparar uno viejo también la hembra ayuda
algo. La mayoría del material está formado por ramas pequeñas secas que los
pájaros cogen en la copa de los árboles. Solamente construyen en las
primeras horas del día, cesando en el trabajo bastante antes del mediodía.
El interior del nido está casi siempre forrado con hierba seca, cortezas, y
en zonas de pinares con acículas secas y verdes de los pinos. El comienzo de las
puestas de huevos es variable en la Península Ibérica, dependiente
probablemente sólo del nacimiento de las hojas de los árboles en los bosques
de especies caducifolias de la Cordillera Cantábrica y sus valles. Sin
embargo, en zonas de la España central (Araujo 1973), fueron controladas en
diversos años en fechas tan distantes unas de otras como la última decena de
marzo, primeros días de abril y primera quincena de mayo. Cada puesta suele
consistir en tres huevos, pero a veces oscila entre uno y cinco. Una hembra
suele comenzar a poner todos los años en la misma fecha y distanciar cada
huevo tres días entre sí. Estos tienen color azulado o blanco sucio uniforme
sin marcas. La medida de los huevos obtenidos en España por coleccionistas
extranjeros da un promedio de 56,3 x 43 mm. En varias puestas
controladas por Araujo en el Guadarrama se obtuvo un promedio de 55,8 x 45,4
mm. para diez huevos. La incubación comienza
con la puesta del primer huevo y casi todo el trabajo es desempeñado por la
hembra, aunque en los primeros días también el macho incuba por períodos
cortos. A partir de la segunda parte de la incubación, después de los 15
días, el macho solamente se sienta en el nido unos minutos mientras la
hembra come. La incubación dura no menos de 36 días y tampoco sobrepasa los
41 días. La hembra mientras está incubando es alimentada por el macho. Al
principio, cuando éste llega con una presa, sale a su encuentro, pero más
tarde la recoge cerca del nido donde su pareja la deposita. Según se ha
comprobado el macho no se aleja mucho de las proximidades del nido para
cazar y espera con frecuencia a que este pequeño territorio sea invadido por
algún Arrendajo, Paloma Torcaz o Mirlo para darles caza instantánea, de
forma que puede decirse que aquella zona va quedando poco a poco
deshabitada. Cuando nacen los pollos tienen un plumón blanco bastante
espeso. A los 28 días de edad ya rasgan la carne de las presas, aunque
continúan siendo alimentados por la hembra. A los 38 días casi están
emplumados y se mueven muy curiosos por el nido mirándolo todo con atención.
A partir de los 35 días vuelan a las ramas próximas y al mes y medio de vida
lo hacen muy bien. Su dependencia de la hembra es tan grande que si ésta
muere, el macho sigue aportando presas para alimentarlos, pero al no cebar,
se puede dar el caso de que los pollos mueran hambrientos rodeados de
abundante comida. Durante todo el período de crianza la hembra rellena el
nido y lo adorna con pequeñas ramas y hojas verdes que recoge en los
alrededores. También contribuye a la limpieza del nido. Primero ceba a los
pollos con trozos de carne, comiendo después ella los intestinos y
cartílagos de las presas. Luego recoge los trozos de carne caídos en el
fondo del nido y los huesos y lleva éstos lejos, dejándolos caer al suelo. Los jóvenes cazan con los
adultos a poco de salir del nido, pero no son completamente independientes
hasta los 70 días de edad. Igual que los gavilanes,
el Azor Común tiene tendencia a ocupar un territorio no lejano del agua, un
riachuelo o charca, donde se introduce con frecuencia y en el que pasa un
buen rato agachado, de forma que el agua le llegue hasta el pecho. El Azor Común tiene pocos
enemigos, pues él ya es un terrible adversario para otros animales, y aunque
no se ha podido observar, sí se deduce que en los bosques en que normalmente
las ardillas, martas y córvidos constituían un peligro para los nidos de
otros pájaros, donde una pareja de azores se establece, deben alejarse lo
más posible si no quieren pasar a engrosar la despensa de esta ave de presa.
Morillo y Lalanda (1972) comprobaron en los Montes de Toledo, que una zona
ocupada por una pareja de azores quedó prácticamente limpia de urracas,
especie que fue allí su principal presa. El Azor Común se extiende
por Eurasia desde Iberia y el noroeste de Africa hasta Escandinavia al
Norte, faltando en las Islas Británicas. En toda Europa es ahora una especie
en franca decadencia, aunque en los últimos años, las crecientes medidas de
protección dispensadas en todos los países dejan un lugar al optimismo en
cuanto a su recuperación. En la Península Ibérica
está muy desigualmente repartido y también ha disminuido mucho. Posiblemente
la mayor densidad esté ahora en pinares serranos del Centro oeste de la
Península Ibérica y en zonas del Perineo Navarro. A pesar de que en
Alemania, Suecia y Holanda se ha anillado una respetable cantidad de azores,
sobre todo si tenemos en cuenta su proverbial escasez, no ha habido
recuperaciones más lejanas de 200 km. al sur de su lugar de anillamiento y por lo tanto ninguna en Iberia. A través de los detenidos
estudios que se han realizado sobre la alimentación del Azor Común, puede
deducirse muy claramente que este pájaro obra como un gran destructor de
córvidos y por lo tanto frena su gran expansión en las zonas donde se
establece. De este modo pueden quedar compensados con creces los destrozos
que se le atribuyen sobre las polladas y los adultos de especies
consideradas exclusivamente como cinegéticas. |